La bandera
Fría como las piedras
de invierno muda
como nada en el mundo
tan quieta
como suelo suelta
me izo.
¿Busco el viento que me ondee?
miércoles, 31 de diciembre de 2014
Feliz año de la niña bonita, feliz 2015
No es que sea amante de la numerología ni de asuntos esotéricos, al menos como comúnmente entendemos este vocablo, pero reconozco que el 15, me puede. Es un número tan bonito que hasta el refranero lo advierte: el de la niña bonita. No sé de dónde llegará la expresión, pero resulta cierto que con tan solo verlo plasmado en su grafos, ya me hace sonreír. Si a ello le añado que, realmente, en la vida cotidiana, este año comenzará entre mis seres queridos y yo misma con una perspectiva gozosa, reconozco que tengo motivos para homenajearlo como merece. Número que hace sonreír, niña bonita que veo... No, no despido al 2014 con rencor. Pobre mío. Solo es un año. La medida con la que los humanos fragmentamos el devenir. Hoy intento acoplarme a estas manías de la costra dura de la nomenclatura y celebrar la despedida de un año viejo y la entrada de un año nuevo. Desde aquí, desde donde siempre, mi sitio, y desde él necesito expresar mis mejores deseos para todos los lectores de este blog.Hace tanto frío que hasta las piedras cantan, lo cual no es mala cosa. Ellas con sus quejidos afinados por la dureza de sus carnes emiten música que calienta, si no el aire, al menos el ánimo que nos habita.Que el 2015 os llene de cosas buenas, queridos amigos. Simple y llanamente.
jueves, 25 de diciembre de 2014
Paisaje para Navidad
Paisaje para Navidad
La impaz sonora
y el gélido viento,
la tempestad asaltando
los cuellos de las avestruces
pálidos y escuálidos cimbrean
el aire y ya el suelo
con sus ojos enterrados,
al fondo
el paisaje de la montaña
donde se aposenta la ruin
y verdosa
anatomía de tu silencio,
pueblo mancha o escalada
con los dedos,
tomarte
y desplazarte hasta el valle
al pie del monte,
belén viviente eres.
Y las avestruces ordenan,
desafiantes ellas ya,
al viento con sus cabezas
fuera de tierra, y sus cuellos.
La impaz sonora
y el gélido viento,
la tempestad asaltando
los cuellos de las avestruces
pálidos y escuálidos cimbrean
el aire y ya el suelo
con sus ojos enterrados,
al fondo
el paisaje de la montaña
donde se aposenta la ruin
y verdosa
anatomía de tu silencio,
pueblo mancha o escalada
con los dedos,
tomarte
y desplazarte hasta el valle
al pie del monte,
belén viviente eres.
Y las avestruces ordenan,
desafiantes ellas ya,
al viento con sus cabezas
fuera de tierra, y sus cuellos.
miércoles, 24 de diciembre de 2014
Mi tino (entrada por mi cumpleaños)
Siempre querido Amor, tengo mucho que celebrar contigo hoy. Complacerme en que he llegado a estos 52 sintiéndome querida y amada por muchos seres como yo, o sea, humanos. Felicitarme por poder continuar escribiendo poemas y haciendo fotografías. Alegrarme por la buena salud de los seres que amo. Poder sonreír aún, y hasta llorar, ante la desdicha o la tristeza. Sentirme fuerte como para poder estar aún viva.Tú sabes que te abstraigo en todo, y que de todo te extraigo para alimentarme de ti, así que de alguna forma, lo único que deseo en este día es agradecerte que nunca me hayas abandonado, que aún a esta edad pueda sentirte como, efectivamente al igual que con el tiempo me sucede, mi compañero. Ese ha sido mi tino, que siempre estás conmigo.
Noname
Dónde estás que hasta las piedras
cantan tu nombre, cómo,
cómo no sucumbir ante su límpida
melodía que atraviesa pulmones
de espanto cercenando, de un tajo,
cielos oprimidos por el peso
de un norte o un sur, un oriente
o un poniente centro se me centra
el amor entre mis pies clavo
la dicha, lo dicho
con tantas vicisitudes
que se funden en el olvido:
Vuela, vuela alto el pájaro entregado
al aire matutino, las hojas perennes
le devuelven el mudo devenir
de la luz entres sus alas, gobiernan
sin que ellas sepan ni sus músculos
adviertan el sistema nervioso
que las nutre de libertad,
paz para los hombres
de ancho vuelo amor
para amarse a ellos mismos
siendo solo siendo
mirlos, tórtolas, ruiseñores o buitres
poderosos que sobre el aire,
caliente o frío, clavan andando,
vuelan rotando la superficie de un mundo
sobre la que hoy camino
con estos pies ya desnudos:
Huelga el cielo, huelga la tierra
así como el infierno, huelga
el camino huelga estando sola
la luz y su paciente espera
a que el horizonte gire
para inclinarse o levantarse
según disponga ella, yo,
tú. Tú no tienes nombre.
Infrinjo sueño,
nido sobre hojas verdes,
obtengo suelo donde me poso
a pesar del llanto del rocío
del ciprés eterno extraigo
el supremo clavo con el que centro
el mundo sobre el que la luz
girar puede no olvidar
su ser
de cerca y dentro.
De qué hablaré ahora
que ya no sé decir
nada porque todo
muero y vivo.
En Meridiana claridad |
viernes, 19 de diciembre de 2014
La escafandra fluvial
La escafandra fluvial
aminoácidos sutiles
y algún esclerótico seno,
el paisaje de tu ensenada
barrosa. Volverán los lirios
a florecer pesados y rumbosos
como la ternura y tantos besos
laminados en la balsa de las aguas.
El estuario juega
al pan repartido
entre todas las bocas abiertas.
No entran moscas en el lecho
del río correspondiente.
en esta confidencia me balanceo
sobre la vida del revés,
como el calcetín de la abuela
dormida antes del final de sus afanes.
No temas, reina mía, los pelícanos
aún planean la tierra, auguran
candados abiertos a las nubes
con su boca grande de alquiler de sombras,
una boca tan estrafalariamente grande.
Y a voces
se fundieron las otras
en un sol-o torneado
por la arrogante escuela.
Sobre tu mullida longitud de pernera invisible,
los cabezos aún grises posan semidesiertos
y alojados cada uno en el hombro
del siguiente anticipando
la espina dorsal del mar.
Un aire llamativo me sabe a quieto oleaje
trepanado por tus miembros:
quisiera yo, a veces,
zambullirme indiscreta y transparente
en tu entrepierna de agua,
la juventud de tus efluvios enloquecidos,
la senectud de tu estrambótico deseo,
la pleamar de tu combatiente
calma y el mar caliente
que te espera.
aminoácidos sutiles
y algún esclerótico seno,
el paisaje de tu ensenada
barrosa. Volverán los lirios
a florecer pesados y rumbosos
como la ternura y tantos besos
laminados en la balsa de las aguas.
El estuario juega
al pan repartido
entre todas las bocas abiertas.
No entran moscas en el lecho
del río correspondiente.
en esta confidencia me balanceo
sobre la vida del revés,
como el calcetín de la abuela
dormida antes del final de sus afanes.
No temas, reina mía, los pelícanos
aún planean la tierra, auguran
candados abiertos a las nubes
con su boca grande de alquiler de sombras,
una boca tan estrafalariamente grande.
Y a voces
se fundieron las otras
en un sol-o torneado
por la arrogante escuela.
Sobre tu mullida longitud de pernera invisible,
los cabezos aún grises posan semidesiertos
y alojados cada uno en el hombro
del siguiente anticipando
la espina dorsal del mar.
Un aire llamativo me sabe a quieto oleaje
trepanado por tus miembros:
quisiera yo, a veces,
zambullirme indiscreta y transparente
en tu entrepierna de agua,
la juventud de tus efluvios enloquecidos,
la senectud de tu estrambótico deseo,
la pleamar de tu combatiente
calma y el mar caliente
que te espera.
jueves, 18 de diciembre de 2014
Son-ethos para hermanos
Sin arte ni parte y colmada de sueño, busqué aquel antiguo poema, así, me vi impelida a buscarlo para poder leerlo de nuevo. ¿Qué diferencia existe entre los que escriben "para uno mismo" y los que escriben para los demás, entre los que escriben por alguna razón y los que escriben "porque sí"? Por qué nos empeñamos en distinguir tanto, cuando el único motivo real es que se escribe porque se desea y necesita registrar, porque e-xac-ta-mente, la civilización no habría podido desarrollarse sin ese impulso que desenvolviera el que por primera vez arañó la dura superficie de una roca con otra piedra, por ejemplo, acompañado por la intención de "decir" algo. Es la escritura, la huella, el registro, lo que nos permite liberar a nuestra mente del ejercicio de recordar de memoria, así como el de asegurarnos de que lo "querido decir" (este camino, no el otro, aquí hay un cagadero de gacelas, en este sitio ilumina el sol cuando el bisonte se acerca a pastar) per-dura, en definitiva, la consciencia de la existencia de un futuro, bien en el que no estemos nosotros, bien en el que sí vivamos.
Quizás, el acto de la escritura demuestra la inmanente conciencia colectiva que en toda conciencia individual se aloja. Por muy lejos psíquicamente que nos quede, a menos que se raspa la superficie de nuestro propio yo, aparece el otro, porque sin ese espejo el ser humano está literalmente incapacitado para reconocerse a sí mismo. Quizás el acto de la escritura, a través de cualquier medio o signo, es el más implícito acto de conciencia colectiva, y por tanto, ultraísta, que el ser humano haya sido capaz de desarrollar.
(Dejo aquí el poema que fui buscando. De camino, he reparado en lo posible el blog donde expuse ese pequeño poemario que, sin él saberlo, ni yo, inició toda la etapa poética que hasta este mismo año he desarrollado. Así que ya queda abierto de nuevo para todo aquella persona que desee leerlo.)
Para leer el poemario completo (20 sonetos), picar AQUÍ
XII
SONETO DEL HERMANO
En la lejana ribera del tiempo,
curva, encuentro el perfil que sostiene
tu melancolía terca y rebelde,
con dolor entre las yerbas, sin freno.
Como un parásito del tronco ileso
asciende en columna por estas sienes
que asimilan, que asumen y comprenden
que las ausencias abarcan al negro.
El negro del error con el contrario
a la vereda, negro de la terna
equivocada, del negro primario
de tu negación inane y serena
nace el agujero negro incendiario
de aquella callada orfandad paterna.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Esto no es una felicitación de Navidad
Con toda la sinceridad de la que soy capaz como ser humano digo que no entiendo cómo, tal como está el mundo, se puede manifestar públicamente una sociedad en torno a unas fechas como las que llegan, celebrar con comidas, fiestas, luces y jolgorio ¿qué? ¿Que somos capaces de consentir que siga campeando la violencia entre nosotros, los seres humanos? ¿Que sigan venciendo las desigualdades? En lo íntimo, en lo particular, si se quiere en los hogares, no me parece mal sino hasta sano. Pero que en grupo, ¡o en masa!, y favorecido por la estructura que nosotros mismos creamos, esto llegue a buen término (resulta comprobable solo dándose un paseo por nuestras calles una tarde cualquiera), me parece una canallada. Así, una canallada propiciada por toda una sociedad.De aquí al 25 de Diciembre me he planteado, como autora de este blog de "palabras", solo publicar poemas o textos que hablen de los males de este mundo. No son ganas de aguar la fiesta, lo juro por lo que soy, solo pura necesidad de intentar hacer recordar.
(Otro poema de "El muriente")
El hundimiento
Y si tú te mantienes bajo el perro
y la danza, bailaré.
Se someten extraños advientos,
son los soldados de la humareda,
la rosa blanca, la por nacer.
Este des-sentir no perturba a nadie.
En la noche atestada de mejillas
vehementes apatías mercadean
por desmembrarse entre tu desconsuelo y el mío.
Yo ya te amé, sol de mediodía,
resultó difícil dar los pasos
sin orilla que borre las huellas
de marea dicha, marea quieta, ¡oh!,
¡cuánto crece mi afán por respirarte,
sal de mis fosas!,
qué transparentes peces te habitan…
El sol no se quejó,
el sol duerme como cándido aceite,
bálsamo que vino
a menos más tú
seré yo sin rastro.
… Si es que no merecemos ni un dios,
ni siquiera uno,
ni tan sólo uno
que quisiera.
martes, 16 de diciembre de 2014
Lamento del despoesido
(Otro de "El muriente")
Lamento del despoesido
he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.
El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos, me brota
loctite entre los párpados
del hipotálamo sin meninges
ya ni bola de cristal
para adivinar,
—aunque-sólo-fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.
Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero el agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.
Se me despeinan los codos,
se me enmuñonan las rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.
Lamento del despoesido
he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.
El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos, me brota
loctite entre los párpados
del hipotálamo sin meninges
ya ni bola de cristal
para adivinar,
—aunque-sólo-fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.
Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero el agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.
Se me despeinan los codos,
se me enmuñonan las rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.
domingo, 14 de diciembre de 2014
Mis líos poéticos y editoriales y El orbe (post introducción de El muriente)
Entre "Suroeste", que saldrá publicado (d.m.) creo que a finales de Enero del 2015 en Ediciones En huida, y "Los parasoles de Afrodita" que salieron en Agosto de 2013 (Baile del sol), se me han quedado huérfanos cuatro poemarios. Nueva Biología, que es el hijo de la Afrodita célibe de su inmediatamente anterior, sufrió las consecuencias, por una parte, de mi carácter, y por otra, de la mala gestión de la editora donde iba a salir en Diciembre del año pasado. Me decidiré a autopublicármelo en cuanto las condiciones económicas me lo permitan. De alguna forma tengo ya resuelto ese paso que debo darle o favorecerle. Lo que me quema ahora mismo es qué voy a hacer con los tres poemarios siguientes, esos tres que conforman una trilogía "El hombre cuadrado". Son poemarios metálicos y percutivos, son poemarios de una mente tratando de dar con la clave de este mundo, de esta civilización occidental. Con ellos fui desarrollando una teoría del Arte, me digo, pero en el fondo creo que solo desarrollo una teoría del hombre que a mí al menos pudiera servirme, esa que tantas veces nombro con el título de La costra dura de la nomenclatura, teoría no apreciable en los poemarios en sí, teoría que algún día quisiera poder desarrollar, o explicar, mediante un pequeño ensayito, mediante el lenguaje del discurso (prosa) y no el cursal (poesía).El primero de la trilogía se titula "El muriente". El nombre ya lo aviso en el poemario que le precede, "Nueva Biología". Lo extraje de una "firma" de correo de mi hijo: "Ad occidentem versus", del latín "Vuelto hacia el que muere". Me recuerdo entusiasmada cuando consultando con él el cómo podría traducirse, traspasarse la palabra "occidente". Cuando me contestó que por el muriente, no lo dudé loquísima de contenta, era la suya, la que necesitaba para ese poemario que acaba de comenzar a pergeñar.Iba formando parte del lote de siete poemarios que en enero del año pasado envié a una casi recién creada editorial levantina, Unaria ediciones concretamente. Lamentándolo mucho, me contestaron en Julio diciendo que solo habían valorado "El muriente", pero que no les había gustado. Claro, dije yo, habéis comenzado por el más complicado, complejo hasta para mí que lo escribí, un poemario del que solo destacaron como valioso un poema que yo precisamente quería eliminar, pero eso sí, muy llamativo, porque criticaba las políticas editoriales de determinadas empresas de publicación. En el fondo no me va ese tipo de poesía, resultan solo desahogos momentáneos que poco tienen que ver con el desarrollo de una poética interior que desde mi punto de vista es la que hace posible la escritura de ese lenguaje cursal.Así que me veo en la tesitura de tener que seguir optando por plantearme sobre este y sus dos siguientes, también el camino de la autopublicación. Como ya he dejado rematado Suroeste, solo a la espera de su prólogo para enviarlo a la editorial y que puedan empezaren a maquetarlo, he vuelto de nuevo a la revisión de esta trilogía.El muriente comienza con una pequeña introducción de dos poemas en los que solo me presento: Vitálica y Poética se titulan, y a continuación se desarrolla otra especie de post-introducción que titulo entre paréntesis El orbe. La publico aquí completa. Su misma estructura hasta visual (el editorde blogger no me permite ajustarla en condiciones) creo que puede transmitir lo difícil que me resultó situarme en el lugar de eso que yo llamo "la costra dura de la nomenclatura" (aunque en realidad quien me dio el nombre fue Afrodita en su, digamos, que lírico y florido poemario, así fue, la diosa del amor y la belleza, PENSANDO), para entendernos, el mundo que llevamos construyendo desde que el hombre es hombre.
(EL ORBE)
el mal del poeta mudo
me sale el mundo
por las orejas
El duro frío
Amargura… Como la tierra dura.
Comparto con el ruido y con la escarcha
aquello que los hizo inmóviles. La mudez.
El eco no se levanta delante
de mis ojos. Lo sustantivo adquiere
nombre de sí: Lázaro, ¿por qué no andas?
Traspaso este canal de tierra invertida,
las raíces ancladas
a las nubes, la espiga
navega el suelo frío,
las piedras castañean
tu nombre entre mis dientes.
recuerdo
D
Es-plazar el contenido de este verbo
Para así detenerte en mi frente.
entre fantasmas (domésticas tele-visiones)
una mirada desde el más allá
(a mi padre)
Desde tu fotografía,
desde tan lejos llegas
y tan certero en mi herida clavas
dolor en el hueco de plasma, ya
agua lenta sin ambages,
marea baja.
Aquí bandera o isla
en tu recuerdo,
un soldado en alguna cueva
bajo la manta de piedra
lía un cigarrillo entre sus dedos
mientras yo intento acariciar una mejilla.
¿Con qué tocar lo que nos aleja
si a este arrastre de abandono
añado alguna gota de lluvia desvirgada
(ya con tierra donde engendrar),
morrenas y riachuelos de guijarros
y piedras que avanzan rodando con estrépito?
¿Cuánto habitáculo celeste nos corresponde?
mientras más caminas
hacia delante
más se acerca la memoria
desde atrás
en el borde del precipicio.
Y el mar brota desde la sima.
Se resquebraja aquella lasca
como agrietó mi frente
tu mirada vítrea de soslayo,
de ni un atisbo de tu latido,
que ya no bate.
Suelto y al mar.
Así te fuiste.
El soldado permanece liando su cigarrillo.
Se ahueca la tierra.
Conquistó el alba como conquistó
la bandera en Iwo Jima
tu soldado, corazón, verde
y extracorpóreo corazón.
la(bo)res
(La pala)
En la televisión
en media hora
se ve el final
de la segunda
guerra mundial
en media hora.
Hace 55 años y pico
que murieron 50 (¿por qué no cincuenta y cinco?)
millones de seres humanos
a manos de otros iguales.
(El pico)
1. No sé cómo aún quieres ser letal
para el ser vivo que te mira.
2. No sé cómo aún tienes valor
para cobrar dinero por un poema.
3. No sé cómo no deja paso
la vieja joven a la vieja anciana
en la cola de la caja
del super-mercado.
4. No sé cómo puedes juzgar
sin conocer.
5. No sé cómo puedes no poder
morir.
Hoy pagamos
hasta para morir fueron
dioses efectivamente
fueron ante-pasados
nuestros
lares.
Pala-dares
No hay mundo más amargo
que el que
de nuestras bocas nace.
Orbe
El silencio respira
las tumbas de las sienes.
Me pertenezco hasta donde
tus manos no llegan.
Todo lo demás es asunto tuyo.
En este mapa sin norte ni sur,
la última estación pronuncia
futuro el eterno estío.
Este mundo nace
tras cada pérdida.
Mientras más sabios,
más tristes somos.
Tuneamos esta juerga
que
insomnes nos hace.
Orbe I
Difícil acostarse a descansar.
Déjenme a solas,
soy el tribunal y la mentira,
el fiscal y la memoria,
déjenme a solas descansar
estos hombros inquietos
bajo el frío de la ventana
abierta déjenla a solas.
Mal-decir hasta que los oídos revienten,
el único asomo de duda
que me queda a solas
sin duda se despeja.
Orbe II
Carta reblandecida
sin palabras de vuelta
a estas manos de delantal.
Aquí,
en este tejido de fuerza y escape,
en estos azules cuadros entreverados
con rosadas vetas de carne
está todo lo que nos interesa,
ahí,
en ese bolsillo cabe,
en nuestro pequeño hueco
puro, virgen y casto
bolsillo lleno de nada.
Orbe III
Me seco las manos
sin habérmelas mojado.
El agua fría combate.
La esfinge renació
al frío lo hecho doy
por terminado.
Traban la lengua los dientes
que crecieron
asomados a la espalda.
Este perpetuo socorro
viste camisón de monje
que da lo hecho por terminado.
La calma vacía de preámbulos
y de asociadas huellas
al lento naufragio de la barca
sobre el agua que da
lo hecho porque se ahoga.
Orbe IV
El león y el gato, amerindios,
conforman idea de ventaja,
como si el gato no supiera,
que no sabe pero acierta,
que su boca hace mella
de león en el ratón.
Son universos infranqueables,
dicen. Universos paralelos.
Orbe V
Ando o nado cosiendo
hurtadillas a las palabras.
Se amontonan en el canal
de mi cuello se asoman
al pretil de mi hombro
iluminan con la salvaje
honestidad a contraluz
clavan su mirada, ora,
y oran, en la tela de seda,
mudas de asombro,
ora en el perfil de mi barbilla,
y rezan por
si la detonación batiente
de que su momento llega,
se aviene a la costura,
pronunciando
tejido de mis neuronas.
Se ensimisman esas
prendas del agua
asomadas
a los hipocampos
que traman las hebras.
Recuerdan el mar:
Un oído que brama.
*
Hecho por
Sofía Serra
at
9:13
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sábado, 13 de diciembre de 2014
Rafael de Cózar, profesor y Poeta, descansa en paz.
En esta mañana me ha conmocionado la noticia de la muerte de un antiguo y querido profesor, Rafael de Cózar. He recordado este pequeña entrada que le dediqué en mi antiguo blog "La fuente", ya en desuso y cerrado al público. Sirva mínimamente para homenajearlo, por sus enseñanzas y por su actividad como poeta y también pintor.
(6 de mayo de 2011)
Hace ya como un año que deseaba poder incluir el nombre de Rafael de Cózar en esta fuente. Tuve la fortuna de contar con sus enseñanzas allá por mi juventud universitaria, pues aunque mi elección humanística me decantó por el estudio de la Historia, por aquel entonces al menos, y durante los años de comunes, no se olvidaba que otras materias como la historia de la filosofía, la misma geografía y por supuesto, la historia de la Literatura, debían seguir formando parte del bagaje cultural que cualquier persona que pasa por unos estudios universitarios debe terminar asimilando. He dicho tuve la fortuna porque gracias a él pude seguir en contacto felizmente con una parte del espíritu del hombre que siempre me había cautivado, y digo felizmente porque fue un buen profesor, y lo digo con conocimiento de causa, por activa y por pasiva, es decir, porque también he conocido a otros profesores de Literatura malos, por no abundar en calificativos más peyorativos.
Rafael de Cózar, además de buen profesor, al menos así fue mi noción, un sol que ilumina sobre la literatura a los alumnos en vez de un agujero negro que la haga invisible, como es el caso de otros, es poeta, y pintor también. Dio la casualidad de que el año pasado lo encontré en facebook. En este enlace se puede acceder a una más extensa reseña sobre su persona.
He elegido el poema que a continuación extraigo de su libro "Entre Chinatown y Riverside" porque menciona una calle muy cercana a donde vivo actualmente, concretamente paralela a la misma, y que antes de residir aquí, había fotografiado bastante en mis incursiones a la ciudad cuando residía en el campo en años anteriores; y porque además alude a algo que yo también recuerdo de mi juventud: la audición de jazz en directo en uno de los pocos locales que por aquel entonces existían en Sevilla dedicados a él, por no decir el único. El poeta escribe "desde" Nueva York, pero todos los caminos llevan a "Roma".
Más abajo enlazo un vídeo donde podemos oír y ver a Rafael de Cózar hace pocas semanas en una entrevista en Canal Sur. No deja de resultarme curioso que vía casual, ¿casual?, pueda volver a encontrarme con él en pocas semanas, en la presentación del libro de un amigo. Hace un año me envío un PDF de su "Piel iluminada". Es de estas joyas que espero que la apuesta basura y barata por la literatura comercial por parte de una mayoría del negocio editorial no impida que vuelva a reeditarse. Actualmente está agotado, lo cual significa crimen casi de lesa majestad, contra la literatura, el arte y casi contra el ser humano. Por muy exagerada que parezca es lo que pienso cuando "contemplo, impotente, cómo asesinan a la palabra hecha carne", parafraseándome sobre un verso, es decir, cuando esperan al "muerto" para hacer justicia sobre su nombre, publicando. Al parecer, la muerte es mejor negocio que la vida, al menos en poesía.
No estoy matando a Rafael de Cózar, no, intento matar nombrando al mal que sustantiva a la mayoría del negocio editorial en esta España de dios y algunos nombres.
VI
Pequeño bar en Christopher Street,
teclado de nieve en la sonrisa,
madera en la voz y pianos en el pecho,
la gran madre negra
desgrana entre sus dedos
los latidos redondos de su vida,
un espacio azul y denso
entorna nuestros párpados,
la nostalgia nos dobla las esquinas,
respiran los metales nuestro aliento
y la cálida música
desnuda sus lágrimas sobre las venas.
Jazz de noche en Christopher Street,
he dejado caer mi tacto mínimo sobre su cuello
enredado de rubio y oloroso acento,
he tropezado con los instantes
de esas noches similares
y las músicas acaso comunes,
calle Sol en Sevilla, otros tiempos,
otras voces tal vez
para exiliarse del pecho la tristeza
y retocarle los tonos a los susurros
de la gran madre negra.
VI
On Christopher Street, this little bar,
Snowy keyboard dreaming in her smile,
A voice of wood, pianos in her breast,
The negro earth mother
Is telling with her hands
Her rounded beats of life;
A dense and blueish space now is
Half-closing our eyelids,
Nostalgia turning our distant corners,
This brass inhaling our breath,
And the feverish music
Undressing on the veins its laments.
This night of jazz, on Christopher Street,
My timid hand on her neck reposes
Entwined in golden, fragrant accent;
And moments past I have recalled
In similar nights
And in the tunes perhaps alike,
Sol Street, in Seville, and bygone days;
And other voices possibly meant
To exile the sorrow from the breast
And tune the sighs that softly breathes
The negro earth mother of Christopher Street.
Autor: Rafael de Cózar (De la traducción: Jesús Díaz García)
viernes, 12 de diciembre de 2014
Los justos
Los justos
Just a man
solo soy un hombre
o dos solamente
en el arcén funambuleo
sobre el cable mojado,
ése que gotea insaciable
ávido de tu frente
cuando golpea la herida
el pájaro festivo. Me divierto
feliz con único el sol,
la lluvia y el aire galopando
entre mis plumas
y tú, tan solo
y tan uno
tan sólo soy.
Just a woman
estoy ahora
tensa y sitia
bajo el soto
denso sin edad,
estatua de escayola
hueca en tu Era,
mi compañera.
Voy a cortarme
las venas
para darte la vida.
Just a man
solo soy un hombre
o dos solamente
en el arcén funambuleo
sobre el cable mojado,
ése que gotea insaciable
ávido de tu frente
cuando golpea la herida
el pájaro festivo. Me divierto
feliz con único el sol,
la lluvia y el aire galopando
entre mis plumas
y tú, tan solo
y tan uno
tan sólo soy.
Just a woman
estoy ahora
tensa y sitia
bajo el soto
denso sin edad,
estatua de escayola
hueca en tu Era,
mi compañera.
Voy a cortarme
las venas
para darte la vida.
jueves, 11 de diciembre de 2014
PODEMOS liberarnos del miedo
Mi principal, y única, crítica a Podemos durante todos estos meses ha sido "mi miedo", es decir, partía de mi miedo a no verlos/presentirlos capacitados para enfrentarse al maremágnum que supone, en un principio, el ejercicio de un gobierno, y en segundo lugar, dado el estado de este ESTADO, al otro mar tan proceloso y poco fiable de la situación política, económica y social españolas.
Anoche, en un simple ejercicio de introspección política se me encendió la bombilla. Mi conciencia político social se constituyó de los 13 a los 17 años, en plena Transición. En esa etapa de mi vida me siento formando parte de aquellos constructores de un sistema que ilusionó a los españoles durante muchos años. Por muy "niña" que fuera, mi conciencia daba de sobras para percibir no solo lo que sucedía, sino lo que yo, como alumna (aprehendedora de la Historia), como manifestante, como asambleísta, como pensadora y activista, en definitiva, construía dentro de mí al hilo de los movimientos en la sociedad española de entonces. Fue cuando me observé y definí como anarquista de conciencia pero profundamente creyente en la ley y en el ejercicio democrático del voto, en el ejercicio de la expresión de la voluntad del individuo, de cada ciudadano.
Anoche, como digo, relacioné ambas situaciones, la de mi conciencia política con la de mi miedo (única causa de mi desconfianza hacia Podemos hasta ahora), y entonces concluí que si de verdad tanto creo en el voto, tal como he demostrado toda mi vida de electora, ¿no es quizás mi responsabilidad capacitar a ese Podemos (con el que comulgo en todas y cada una de las ideas que van lanzando independientemente de que puedan considerarse "ilusas") con mi mismo voto?
¿Dónde se haya el verdadero poder, la capacitación de una opción política, sino en ese mismo que le otorga cada ciudadano con su voto?
Esto lo aprendí de muy jovencita. Sigo creyendo en lo mismo. Lo consecuente es lo que haré con mi voto el día que por fin, no he visto una legislatura que me haya resultado más interminable que esta, se convoquen elecciones: depositarlo con la papeleta que esta opción ponga a mi disposición en la mesa.
Ya no tengo miedo. Dependía solo de mí.
(Contemplar el intento de acoso y derribo con la más basta de las demagogias pertrechadas que los "prohombres" de lo que yo consideraba el ala progresista de esta sociedad están realizando contra esta formación política, me ha retrotraído a esos tiempos anteriores a la transición española, esos en los que se condenaba a todo aquel que proponía o luchaba por un intento de democratización de este país. Vergüenza ajena y hasta arcadas me están provocando tanto ejercicio de superchería y arcaísmo, los mismos que utilizaban los fascismos allá por los años treinta del siglo XX para lograr imponer su voluntad, y que algunos consiguieron. No es el fascismo más que la transposición a tiempos "actuales" de estructuras y modelos basados en el Antiguo régimen. De ahí la imposibilidad de considerarlo como ideología. De ahí las subsiguientes hecatombes sociopolíticas que conllevaron. Pero la sociedad de aquellos tiempos, muy débil democráticamente, constituía el mejor caldo de cultivo para ellos, una sociedad burguesa o aburguesada cuyo subconsciente colectivo se anclaba en los miedos. Hoy no vivimos aquellos tiempos, pero al parecer algunos consideran que sí. Así que, como mínimo, y como individuos (solo el individuo puede realizar el ejercicio de voluntad, nunca la masa), hay que liberarse de esos condicionantes. Yo peleé cuando tan solo era una adolescente para que ellos, los miedos, jamás volvieran a esta sociedad, a este país.)
miércoles, 10 de diciembre de 2014
Con nombre de futuro
Me salió una verboluz el otro día...
Con nombre de futuro
Aún no el hueco hecho,
aún no tan distante,
pero sí ya el suficiente espacio
como para poder retratar
el vano de la calle y lo que no es
la calle y un pasado y lo que no es
pasado y un reflejo y lo que no es
reflejo ni dislate,
un helecho en el que se abre
mi cuerpo en verde que es
entrega una poeta que es
sin cubrir una mujer que es
sin piernas por tanto
tiempo tan poco tiempo
tardan en crecerme:
las esporas que aventé
siembran la placa
de una carne con hueco
para el presente un futuro
sin plagiar tal
como merece su nombre
de adobe.
AQUÍ en grande en Meridiana claridad |
Con nombre de futuro
Aún no el hueco hecho,
aún no tan distante,
pero sí ya el suficiente espacio
como para poder retratar
el vano de la calle y lo que no es
la calle y un pasado y lo que no es
pasado y un reflejo y lo que no es
reflejo ni dislate,
un helecho en el que se abre
mi cuerpo en verde que es
entrega una poeta que es
sin cubrir una mujer que es
sin piernas por tanto
tiempo tan poco tiempo
tardan en crecerme:
las esporas que aventé
siembran la placa
de una carne con hueco
para el presente un futuro
sin plagiar tal
como merece su nombre
de adobe.
martes, 9 de diciembre de 2014
Un ramo de lilas que me ha regalado Manny
Habituados a casi solo dar en la vida con personas que, tal como coloquialmente nombramos, solo nos complican la existencia, cuando la "facilidad" considera el momento oportuno de regalarnos con su presencia en nuestro tiempo, nos emocionamos hasta límites insospechados. Hay que estar preparados para cualquier tipo de suceso que nos acontezca, pero sobre todo para reconocer que la felicidad que podemos sentir en determinados momentos, viene provocada por la aparición de seres humanos muy concretos en nuestra existencia. Algo así me sucedió al conocer a Manny, el poeta miamense Manuel A. López. Algo así me sucedió cuando un buen día y sin esperarlo apareció por Sevilla, algo así me sucedió cuando ayer me obsequió con este homenaje en su casa internaútica.
Él no lo sabe, pero las lilas, esas florescencias del mismo nombre que mi color predilecto, esas diminutos botoncitos abiertos en pétalos de color lila de los que provienen el perfume que durante décadas ha sido el que me ha identificado, son mis flores preferidas. Muchas gracias, querido Manny, por ese ramo de alegrías que tu persona me ha regalado.
(Leer, y ver, AQUÍ)
lunes, 8 de diciembre de 2014
Inmaculada
Inmaculada
A mi madre, que se llamaba Dolores.
Blancas máculas
desprende el azulado
corazón del fuego
que me abrasa el ombligo
nevado de tanta abertura,
tanta dulzura que transita
por el callejón del amargo
dolor al abrirse el día
y la noche a la intemperie
de ya no, ya no encontrar
mi cordón umbilical.
ardió agujereándome
hasta la columna.
cómo me sostendré
ahora sino sobre la luna
de valencia estrellada,
cómo me llamaré
ahora sino inmaculada.
A mi madre, que se llamaba Dolores.
Blancas máculas
desprende el azulado
corazón del fuego
que me abrasa el ombligo
nevado de tanta abertura,
tanta dulzura que transita
por el callejón del amargo
dolor al abrirse el día
y la noche a la intemperie
de ya no, ya no encontrar
mi cordón umbilical.
ardió agujereándome
hasta la columna.
cómo me sostendré
ahora sino sobre la luna
de valencia estrellada,
cómo me llamaré
ahora sino inmaculada.
sábado, 6 de diciembre de 2014
Huevos, Suroeste y geografías
Huevos, Suroeste y geografías
Me recuerdo dibujando mapas inventados en plena clase de filosofía, no porque no me gustara la materia. Es que el experimento de las gallinas de Pavlov, tal como lo explicaba el profesor, solo podía terminar como terminó: haciéndolo llorar. ¿Cómo alguien puede pensar que las gallinas vuelan al menos en una distancia tan pequeña y revoloteando sin poner pie nunca en tierra? En fin, esa no era la cuestión de la que voy a hablar, pero no sé por qué, no sé qué hilo me une a ellas, que casi siempre termino hablando de tan plumífero (y malage, si no fuera por los huevos que pone) animal.
El caso es que aún recuerdo uno de los mapas que dibujé. Cuando, posteriormente, leí por primera vez El señor de los anillos y asumí que había escritores que inventaban geografías con datos precisos sobre ellas, cartografiados y todo, comprendí que mi afición no era tan extraña ni incompatible con otra de mis devociones, escribir poemas (o al menos intentarlo).
Aún recuerdo también el primer atlas de mis años de estudiante, uno de mi abuelo del año no sé cuantos. La fecha tan antigua de impresión provocaba que, más que servir de ayuda como material de estudio, su uso conllevara peligrosísimas consecuencias para esos quehaceres, con el consiguiente disgusto a la hora de ser juzgado el trabajo por la maestra respectiva. Sobre todo cuando en el colegio me mandaban hacer mapas de África, tanto habían cambiado las fronteras tras las descolonización de los años sesenta, no cuadraban casi ni una, no eran las mismas que las actuales (sic). Pero no los rechazaban. Me preocupaba de ponerme al día, preguntándole a mi padre, en los periódicos, en la enciclopedia Labor (que ahora recuerdo era del 53, con lo cual, no podía servirme de gran ayuda). Yo los hacía primorosamente (calcados en el cristal de la ventana, claro), con sus distintos colores contorneados a juego con los rotuladores de los que dispusiera. Creo que es lo único que he sabido dibujar en mi vida, para lo poco que he tenido esa paciencia de dibujante. La geografía, una de mis pasiones desde que recuerdo. La visión de la Tierra desde el espacio, la misma. Solo tenía unos seis o siete años, pero jamás olvidaré esas imágenes que mi padre recortó del Blanco y Negro sobre la tierra vista desde la luna.
Por aquel entonces creo que empecé a soñar con ser astronauta. Después la cosa quedó en astrónoma. Y al final en poeta que disfruta con los mapas que Google nos ofrece por este medio.
Decidme qué queréis que os conquiste. Os lo conseguiré en un minuto, sin derramamiento de sangre alguno. Os llevaré por los paisajes blancos de Siberia, por las doradas mareas de los desiertos del Sáhara y hasta os descubriré a Tiffany allá escondida entre las calles neoyorkinas... Una azotea vista desde arriba, un parque en la ciudad, un golfo, una corriente de mar, una nube, un valle, un cultivo de tulipanes, los deltas, las ruinas de antiguas culturas, el misterio de la fusión de las nieves, las cárcavas que recrecen los ríos, también misteriosamente, mientras más tierra les comen, más crecen. Un mar, una isla. Eso dibujaba en el mapa inventado en aquella clase, a lápiz.
Ojalá lo hubiera conservado, el dibujo. Aún mi mente mantiene su visualización.
Suroeste es todo lo contrario a una isla. Se dibuja como un brazo de mar que penetra en un territorio inundando con su fertilidad la reseca corteza de la tierra. Ése es mi suroeste geográfico, mi lugar geográfico, mi sitio físico. Mis pies han caminado durante más de medio siglo por él. Mis pulmones se han alimentado del aire que lo corona. Mis ojos, de su luz. Hasta mis rasgos de hembra fértil considero que extrajeron de él su anatomía: un triángulo entre la tierra, el agua y la luz.
Una isla sin límites, aunque, en el fondo, una isla; aunque, en el fondo, nada isla.
Quizás un nido. Mi nido.
(¿Y los huevos?)
viernes, 5 de diciembre de 2014
no fingir
no fingir
fingir
al atravesar el ágata
deshilacha de tus dedos
un vaivén
pero los lugares solos
sellan sin labios
y yo y tú somos boca
sin sitio
más que el uno
que una u otra
lengua hace.
amén sobre la discreta tuya
y ciertas sombras azules
se anclan como anzuelos
descosidos del pez que los vio brillar.
la mía es línea
viviente de un tránsito
confuso entre el horizonte
y la linde del mar apenas
fingido el contraluz
me deprecio sólo y sola
obtengo tu medida
universal y franca:
El mar y el aullido
de un mundo incompleto.
un mundo sin ti.
fingir
al atravesar el ágata
deshilacha de tus dedos
un vaivén
pero los lugares solos
sellan sin labios
y yo y tú somos boca
sin sitio
más que el uno
que una u otra
lengua hace.
amén sobre la discreta tuya
y ciertas sombras azules
se anclan como anzuelos
descosidos del pez que los vio brillar.
la mía es línea
viviente de un tránsito
confuso entre el horizonte
y la linde del mar apenas
fingido el contraluz
me deprecio sólo y sola
obtengo tu medida
universal y franca:
El mar y el aullido
de un mundo incompleto.
un mundo sin ti.
jueves, 4 de diciembre de 2014
Un poema de "Los parasoles de Afrodita"
AQUÍ |
Doméstica poesía
Las telarañas neuronales hacen más por el olvido
que cualquier viento huracanado.
La aspiradora de mis sienes
absorben el polvo: más agua y luz,
brota el verde.
Paz del suelo por el que camino
quebrando el aire
ando quebrando
como ente relativo
entre las formas y las alquimias.
Esta ristra de ajos colgada
del amanecer del cuero
con veinte años vivo
sin dudas vertió sobre el papel
herida, cuchilla y sueño,
el más común abandono humano
a toda bestia,
a toda máquina más el viento en popa
a todo trapo.
Los románticos ingleses me lo advirtieron:
procura y arrima poesía.
De aquel baile a este cansancio
adquiero carta de mareantes.
Pies ahítos de yerbas
pies lúcidos de cristales,
pies ya descalzos prestos
a transformarse en pies alados.
(De "Los parasoles de Afrodita". Baile del Sol, 2013.)
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Estrella de seis puntas
Estrella de seis puntas
(para un árbol de navidad)
Nos queremos más allá
de lo que somos
parte el alivio, la ternura
el consuelo, la naturaleza de estar
vivos más allá de lo que lo estemos,
la sapiencia del deseo
de no pertenecernos
porque ya nos poseemos
desde cada uno y su cuenta
atrás en este camino
de barro y piedra que es la vida
y su milagro, y nuestro milagro,
un amor esencial
que se reparte por sí mismo.
Un amor doble multiplicado
por nuestras dobles
extremidades, los cuatro
punto cardinales que oferenta
la rosa de los vientos
que no necesita veleta
que señale nuestro sino
ya tuyo y mío.
Somos dos más
para marcar
los rumbos de la ubérrima derrota:
una tierna estrella de seis puntas
con lo que de su cumbre nos proceda.
(para un árbol de navidad)
Nos queremos más allá
de lo que somos
parte el alivio, la ternura
el consuelo, la naturaleza de estar
vivos más allá de lo que lo estemos,
la sapiencia del deseo
de no pertenecernos
porque ya nos poseemos
desde cada uno y su cuenta
atrás en este camino
de barro y piedra que es la vida
y su milagro, y nuestro milagro,
un amor esencial
que se reparte por sí mismo.
Un amor doble multiplicado
por nuestras dobles
extremidades, los cuatro
punto cardinales que oferenta
la rosa de los vientos
que no necesita veleta
que señale nuestro sino
ya tuyo y mío.
Somos dos más
para marcar
los rumbos de la ubérrima derrota:
una tierna estrella de seis puntas
con lo que de su cumbre nos proceda.
martes, 2 de diciembre de 2014
Suroeste En Huida
Suroeste En huida de mí, afortunadamente. Suroeste en un paso que lo acerca más a su razón de ser desde que lo concebí, como cualquier poemario que escriba. Suroeste más cercano a su mundo, el de los lectores.
Ayer mi corazón se dividía en dos, mi mente en cuatro: el júbilo por la noticia que recibí o la angustia por ciertos devenires domésticos. No sabía la sensible pero resistente víscera a qué atender. Aún así cumplió con su cometido. Sus neuronas (el corazón también las posee) se encaminaron a ejercer , así, divididas en dos columnas, el mando sobre las que conforman el cerebro. Ambas supieron organizar al ejército de trabajadoras, que en perfecta trabazón, lograron concluir el día manteniendo ambas emociones en su justo lugar. Las dos se dieron la mano por la noche y el cuerpo que la sustenta pudo descansar.
Tras una noche reparadora, la que tiene boca, que al parecer es esta emoción esperanzadora, no obstante observa cómo el nuevo día se despierta, despereza y levanta, puede hablar. Siempre la voz emerge de un agua clara, limpia, desprendida de las impurezas del cansancio.
Esta compañera vuestra llamada Sofía, a la que cualquier día de su vida le dio por contaminar el espacio que habitamos con la necesidad de hacer público todo aquello que de ella sale de una forma artística, puede así (contando con esos ejércitos de sus vísceras) comunicaros que en poco tiempo, principios del año 2015, saldrá a través de la editorial sevillana Ediciones En huida el poemario que de las mismas exactas vísceras nació escrito bajo el nombre de "Suroeste" durante el año 2012. De esos pocos que una consigue titular desde su primer verso.
Me resulta muy agradable poder comunicarlo, aunque las dos vísceras se hallan en este momento una exactamente en mi boca, y la otra tirando de ella, sujetándola para que no salga por esa abertura dentada y labiada de mi rostro. Así que debe ser que neuronas también habitan estos dedos. No me da miedo la responsabilidad. Sí, la escena. Afortunadamente el proceso ha sido tan agradable, amable y con tanto mimo elaborado que confío en que mis piernas no trastabillen ya esta vez cuando dé el paso para lanzar al aire a ese bonito, por ahora solo para mí, suroeste que me habita... O en el que habito.
Muchas gracias, amig@s.
lunes, 1 de diciembre de 2014
El juego de la esperanza
El juego de la esperanza
podemos derrocharnos en la luz
o saltarnos aritméticas, todo
menos soy una esclava de mí.
hay cartas sólo
flores
con las que
jugamos
cuando somos
ellas,
siempre son nuestras
apostantes,
¿has visto cómo
ríe
la rosaleda
al besarla
tus ojos
abriendo
la mañana?
en cada
balcón del aire
depositamos
seria
esperanza de
no caer.
pero siempre
caemos:
sépalo
dormida
y blanda la
sierpe en flor
y ronca de
tanto
despertar
soledades
todo remolcando,
y todo lima,
y todo muge,
todo embarca
la llaga,
todo ablanda
el estuario
siempre
iluso
todo taladra
la cabecera de
tus ojos
al centro de
mi espalda
vaga
transita por mis hombros,
préstamos
del aire,
véngate
dentro
y arrastra conjeturas
sobre el
tapete verde.
Eso pasa,
dios, ¡cuánto pasa!
Pero no la
esperanza.
sábado, 29 de noviembre de 2014
El tren detenido bajo las palmeras
El tren detenido bajo las palmeras
el tren me recuerda una soledad
sin línea,
la alegría (sic) de los judíos
cuando los embarcaban
en los vagones de madera negra
y moho tan grande para tantos ayes
que los sueño durmiendo o haciendo
el amor
sobre la arena de una playa,
los niños jugando con la pelota de plástico,
que aún no se había inventado, sus madres
bebiendo limonada bajo
las gafas de sol y los coquetos sombreros
de paja y sus padres jugando al dominó bajo
la sombrilla de colores y bajo
las palmeras sus abuelos
con bañadores de flores bajo
las palmeras,
porque es una playa
del Caribe, claro
el sol
clara
el agua
claro
el cielo azul
y, claro,
el techo negro
se me hunde bajo
las palmeras, bajo
las palmeras los adormezco
desde los 13
años allí
se me quedaron parados,
y se supone que he cumplido
49
arrullándolos
para nada.
el tren me recuerda una soledad
sin línea,
la alegría (sic) de los judíos
cuando los embarcaban
en los vagones de madera negra
y moho tan grande para tantos ayes
que los sueño durmiendo o haciendo
el amor
sobre la arena de una playa,
los niños jugando con la pelota de plástico,
que aún no se había inventado, sus madres
bebiendo limonada bajo
las gafas de sol y los coquetos sombreros
de paja y sus padres jugando al dominó bajo
la sombrilla de colores y bajo
las palmeras sus abuelos
con bañadores de flores bajo
las palmeras,
porque es una playa
del Caribe, claro
el sol
clara
el agua
claro
el cielo azul
y, claro,
el techo negro
se me hunde bajo
las palmeras, bajo
las palmeras los adormezco
desde los 13
años allí
se me quedaron parados,
y se supone que he cumplido
49
arrullándolos
para nada.
viernes, 28 de noviembre de 2014
Noche iluminada
Noche iluminada
Así, sin imaginar la luz,
como un deseo batiente,
como abrigo en mí
tu amanecer de lobo joven
aullando alegre,
como la selva anudando el paso
de tantas vías que se extienden.
No cesa la noche de verter
lágrimas lloviendo el cielo.
Pero no las nubes grises, sino rosas,
no la tristeza roza el suelo
recio de adoquines. Sana
la lluvia haciendo
reír al aire como mi boca
se abre a la sonrisa blanca
de un día que aún no se conoce
ni a sí mismo.
Juegan las gotas a juntarse
para lamer la calle y las farolas
a divertirse vistiendo
de lamé dorado a las paredes.
Roto el silencio de la nube parda
canta el aire bajo el agua:
un infierno de alegría,
un cielo negro tan natural
como la vida misma asoma sus ojos
a mi alma también dorada,
llueve izando el día nuevo
con la escena satisfecha
de un sueño que canta
por bulerías mojadas
al compás de las palmas
de lo dicho y la dicha
presentida.
Con los barros y las piedras,
con el agua, con el aire,
con mis oídos
dibuja el cielo el suelo
que me ilumina y me hace,
si no más tuya, sí más blanda,
más fuerte y dura,
más brillante, más licuada
más alada con pies más bellos,
o sea, más de ti, más del cielo,
una especie de milagro
que solo acontece
al sonreír la noche
al sonreír a mi alma
que sonríe al futuro día
y la lluvia que él depare.
Así, sin imaginar la luz,
como un deseo batiente,
como abrigo en mí
tu amanecer de lobo joven
aullando alegre,
como la selva anudando el paso
de tantas vías que se extienden.
No cesa la noche de verter
lágrimas lloviendo el cielo.
Pero no las nubes grises, sino rosas,
no la tristeza roza el suelo
recio de adoquines. Sana
la lluvia haciendo
reír al aire como mi boca
se abre a la sonrisa blanca
de un día que aún no se conoce
ni a sí mismo.
Juegan las gotas a juntarse
para lamer la calle y las farolas
a divertirse vistiendo
de lamé dorado a las paredes.
Roto el silencio de la nube parda
canta el aire bajo el agua:
un infierno de alegría,
un cielo negro tan natural
como la vida misma asoma sus ojos
a mi alma también dorada,
llueve izando el día nuevo
con la escena satisfecha
de un sueño que canta
por bulerías mojadas
al compás de las palmas
de lo dicho y la dicha
presentida.
Con los barros y las piedras,
con el agua, con el aire,
con mis oídos
dibuja el cielo el suelo
que me ilumina y me hace,
si no más tuya, sí más blanda,
más fuerte y dura,
más brillante, más licuada
más alada con pies más bellos,
o sea, más de ti, más del cielo,
una especie de milagro
que solo acontece
al sonreír la noche
al sonreír a mi alma
que sonríe al futuro día
y la lluvia que él depare.
jueves, 27 de noviembre de 2014
El hombre ahora y yo
El hombre ahora y yo
y qué si tú,
y qué si yo.
ahora la playa cabecea desierta,
ahora la playa debe sentirse vencida
situándose entre mis hijos,
se agolpa paulatinamente,
paulinos somos nietos
engendrando efebos
de la antigua Grecia,
sus mesnadas sufrientes,
sus mujeres dadas,
las ptolemaicas abstracciones
pasean por ahora la playa
que hierve en salud de sal
ya tan vista, ya tan visto
y tan dado todo
como en el mostrador
de aquella tienda de ultramarinos.
la velocidad se torna puente
y aún no sé si rodarán
mis ámbitos con guardabarros
o sin ellos.
Esta playa, esta abierta playa,
esta hermosa y amplia labia
de mar valiente y sometida,
esta playa, esta supuesta playa
gimosa, lateral a la medida
de unas cuantas curvas
como el sol te doblega el perfil
cuando miras el horizonte flexible
con verbales respuestas
que se desarman, o se desaman,
en el entrecejo entrecomillado
de las altas luces.
Te regalo el mar para que duermas
en los brazos de la odalisca
siempre numantina ante la vejez,
tu vejez
sonreía con las ruinas de tu nombre
paseando por las mejillas.
Era tal la blandura.
Túnica y mente quisieron
beber de ellas algunas lágrimas,
y sólo separaron tu sed de su alivio
y se calmó la tormenta del vaso
del cristal de tus ojos.
Qué solos se estremecen, temblaron
las hojas sobre la ingenua superficie del mar
tan lisa y caliente como el descanso.
¡ah!, qué pena, qué pena
pendiente de tus cebollas
y tus mensajeros, qué pena
tus pendientes en las orejas
de escarceo entre los cuerdos y tensos
cuernos de la embestida adusta,
qué pena y solitario magnífico
paseas lamiendo la tierna carne
de las gustosas anémonas virginales,
tan cándidas y primeras
como el ciclamen de invierno,
qué pena tu alba blanca de sacerdote
ungido por la cabellera del arroyuelo,
qué pena que no te merezcas,
qué pena ese sol en la puesta de poniente
que sólo sabe iluminarte a contraluz.
Los negros te hacen flaca justicia.
Aunque te alimentes de la gorda:
la abundancia.
Tendré que aprender a reconocerte.
No tienes carne ni huesos,
tu mano imaginada me sabe a hueco
y sobras de algún aire
lejano tan impreciso,
y sin embargo me hinchas el vientre
con las domeñadas de tu abrigo,
las insurrectas,
tendré que reconocerlo algún día
de esos que no existen, cuando la noche
se haya ido y la mañana
no asome pero todo sea luz
o blanca nube, tal vez nieve
sobre los adoquines del sur
o la mialgia de amarte
—qué solo te encontré en la esquina
entre los barracones de feria
sentado sobre el barril de madera
de mi alma hueca que esperábamos
ser desarmados para volver
al naufragio que se durmió
sobre la orilla de, ahora,
nuestra playa.
y qué si tú,
y qué si yo.
ahora la playa cabecea desierta,
ahora la playa debe sentirse vencida
situándose entre mis hijos,
se agolpa paulatinamente,
paulinos somos nietos
engendrando efebos
de la antigua Grecia,
sus mesnadas sufrientes,
sus mujeres dadas,
las ptolemaicas abstracciones
pasean por ahora la playa
que hierve en salud de sal
ya tan vista, ya tan visto
y tan dado todo
como en el mostrador
de aquella tienda de ultramarinos.
la velocidad se torna puente
y aún no sé si rodarán
mis ámbitos con guardabarros
o sin ellos.
Esta playa, esta abierta playa,
esta hermosa y amplia labia
de mar valiente y sometida,
esta playa, esta supuesta playa
gimosa, lateral a la medida
de unas cuantas curvas
como el sol te doblega el perfil
cuando miras el horizonte flexible
con verbales respuestas
que se desarman, o se desaman,
en el entrecejo entrecomillado
de las altas luces.
Te regalo el mar para que duermas
en los brazos de la odalisca
siempre numantina ante la vejez,
tu vejez
sonreía con las ruinas de tu nombre
paseando por las mejillas.
Era tal la blandura.
Túnica y mente quisieron
beber de ellas algunas lágrimas,
y sólo separaron tu sed de su alivio
y se calmó la tormenta del vaso
del cristal de tus ojos.
Qué solos se estremecen, temblaron
las hojas sobre la ingenua superficie del mar
tan lisa y caliente como el descanso.
¡ah!, qué pena, qué pena
pendiente de tus cebollas
y tus mensajeros, qué pena
tus pendientes en las orejas
de escarceo entre los cuerdos y tensos
cuernos de la embestida adusta,
qué pena y solitario magnífico
paseas lamiendo la tierna carne
de las gustosas anémonas virginales,
tan cándidas y primeras
como el ciclamen de invierno,
qué pena tu alba blanca de sacerdote
ungido por la cabellera del arroyuelo,
qué pena que no te merezcas,
qué pena ese sol en la puesta de poniente
que sólo sabe iluminarte a contraluz.
Los negros te hacen flaca justicia.
Aunque te alimentes de la gorda:
la abundancia.
Tendré que aprender a reconocerte.
No tienes carne ni huesos,
tu mano imaginada me sabe a hueco
y sobras de algún aire
lejano tan impreciso,
y sin embargo me hinchas el vientre
con las domeñadas de tu abrigo,
las insurrectas,
tendré que reconocerlo algún día
de esos que no existen, cuando la noche
se haya ido y la mañana
no asome pero todo sea luz
o blanca nube, tal vez nieve
sobre los adoquines del sur
o la mialgia de amarte
—qué solo te encontré en la esquina
entre los barracones de feria
sentado sobre el barril de madera
de mi alma hueca que esperábamos
ser desarmados para volver
al naufragio que se durmió
sobre la orilla de, ahora,
nuestra playa.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
La gema
La gema
un caer en desgracia
como la afilada cuchilla
de guillotina rueda y saja
la pelvis de tantas pernoctas
al pie de la torre, a la vera
del manantial de la espera.
Los cañaverales rotos y
las enhiestas ingles, una hoz
desbroza el unísono canto,
la mendaz tarea de pescar
en el arroyo con las redes
de altura,
con lo que pesan,
con lo que sufren los brazos
cuando el barco aminora
su paso por mis oídos.
Porque llega la orilla.
Mi cercana aturde un misterio
hecho gema que recojo:
el cristal erosionado
de un culo o un cuello
de botella verde,
la esmeralda que el mar me regala,
la que ni en tíffanys encontraría,
la obra maestra
del Océano.
un caer en desgracia
como la afilada cuchilla
de guillotina rueda y saja
la pelvis de tantas pernoctas
al pie de la torre, a la vera
del manantial de la espera.
Los cañaverales rotos y
las enhiestas ingles, una hoz
desbroza el unísono canto,
la mendaz tarea de pescar
en el arroyo con las redes
de altura,
con lo que pesan,
con lo que sufren los brazos
cuando el barco aminora
su paso por mis oídos.
Porque llega la orilla.
Mi cercana aturde un misterio
hecho gema que recojo:
el cristal erosionado
de un culo o un cuello
de botella verde,
la esmeralda que el mar me regala,
la que ni en tíffanys encontraría,
la obra maestra
del Océano.
(Se puede ver otra fotografía sobre el mismo poema AQUÍ) |
martes, 25 de noviembre de 2014
El río viejo I
El río viejo I
Habituada a todo
tramo entelequias subidas
de nombre te engolfo, te encabo,
te arrío y encauzo, río bravo,
te avino el poniente
como lametón desde el juego
vendido entre cárceles.
Los cabezos se agrupan
en los márgenes de tu página
imantada por el sol de la lluvia,
cuando sólo soy yo,
blando y unísono excombatiente
de la guerra contra las piedras,
la venerable escritura de la montaña
que ríe pendientes con lamentos
por hacer qué queda.
Me abarco tan solo
sugiero la planicie que me ama.
habidas voces se inventan
solitarias, regueros de luces
que discurren sobre salientes,
las estelas de los caracoles
pavimentan los caminos
como luciérnagas del día.
Trasladé aminorando la marcha.
Ven y arróstrame
como muerto peso
pesado en tu balanza.
Sopórtame,
tus rodillas me aman,
soy blando lodo y mullido
suelo y solo para tu corona
de cruces.
Río enterrador de las tramas
ambivalentes, a un lado,
tú, al otro, el horizonte
amarillo y la soledad
o yo.
Habituada a todo
tramo entelequias subidas
de nombre te engolfo, te encabo,
te arrío y encauzo, río bravo,
te avino el poniente
como lametón desde el juego
vendido entre cárceles.
Los cabezos se agrupan
en los márgenes de tu página
imantada por el sol de la lluvia,
cuando sólo soy yo,
blando y unísono excombatiente
de la guerra contra las piedras,
la venerable escritura de la montaña
que ríe pendientes con lamentos
por hacer qué queda.
Me abarco tan solo
sugiero la planicie que me ama.
habidas voces se inventan
solitarias, regueros de luces
que discurren sobre salientes,
las estelas de los caracoles
pavimentan los caminos
como luciérnagas del día.
Trasladé aminorando la marcha.
Ven y arróstrame
como muerto peso
pesado en tu balanza.
Sopórtame,
tus rodillas me aman,
soy blando lodo y mullido
suelo y solo para tu corona
de cruces.
Río enterrador de las tramas
ambivalentes, a un lado,
tú, al otro, el horizonte
amarillo y la soledad
o yo.
lunes, 24 de noviembre de 2014
Las seis de la mañana y sereno
Las seis de la mañana y sereno
las seis de la mañana y sereno
se posa el efímero poblado
sobre la loma de arena,
las sienes del amanecer
sonríen hasta abreviar juntas
el abismo de las nocturnas
paredes. beben verdes
las campanas a las seis.
enemiga empresa, no sé si noche
o día, cantarás donde todos
duermen maitines y vienes
a las seis de la mañana y serena
me poso en tu lengua
camino del pálpito de tu alivio.
las seis menoscabas y sereno
qué voy a ser yo si menos soy
que una pluma de almohada,
tan pequeñas, tan miles, tan decoroso
me arrastras por el extravío
de un mínimo encendido de verde
que se estrelle contra la hazaña
de haber nacido como flor
que se adoquina. Aglutinar
aquí sin amor ya viejo o sereno,
vivo en los intersticios de tu columnata.
Patio de luces esta Gran Edad
tan cercana a la noche
en la que el mundo de antes
dormirá para siempre.
las seis de la mañana y sereno
se posa el efímero poblado
sobre la loma de arena,
las sienes del amanecer
sonríen hasta abreviar juntas
el abismo de las nocturnas
paredes. beben verdes
las campanas a las seis.
enemiga empresa, no sé si noche
o día, cantarás donde todos
duermen maitines y vienes
a las seis de la mañana y serena
me poso en tu lengua
camino del pálpito de tu alivio.
las seis menoscabas y sereno
qué voy a ser yo si menos soy
que una pluma de almohada,
tan pequeñas, tan miles, tan decoroso
me arrastras por el extravío
de un mínimo encendido de verde
que se estrelle contra la hazaña
de haber nacido como flor
que se adoquina. Aglutinar
aquí sin amor ya viejo o sereno,
vivo en los intersticios de tu columnata.
Patio de luces esta Gran Edad
tan cercana a la noche
en la que el mundo de antes
dormirá para siempre.
sábado, 22 de noviembre de 2014
Hiela sobre el olivo
Hiela sobre el olivo
Inútilmente el olivo
se ovilla sobre sí
olvida desliarse
más allá del no.
Apenas senda sacia la noche
de este cautiverio mío
entre los muros de mi cuerpo
y las rejas de mis deseos.
Ser libre dentro de mí,
no buscar nada ajeno
nada que yo no pueda
darme lucidez
sola y sólo
querer vivir
en mi centro.
No mirar, abstenerme,
de respirar, creer
que soy dos
para así saciar el hambre
voraz de esa boca
negra y hueca
que es la cruda y aliada
ave de la soledad.
Sus alas como el hambre
de un niño muerto en la aldea
de mis ilusiones una
perla negra cautiva de mí
y mi necesidad de cobijo
en otro mundo.
Inútilmente el olivo
se ovilla sobre sí
olvida desliarse
más allá del no.
Apenas senda sacia la noche
de este cautiverio mío
entre los muros de mi cuerpo
y las rejas de mis deseos.
Ser libre dentro de mí,
no buscar nada ajeno
nada que yo no pueda
darme lucidez
sola y sólo
querer vivir
en mi centro.
No mirar, abstenerme,
de respirar, creer
que soy dos
para así saciar el hambre
voraz de esa boca
negra y hueca
que es la cruda y aliada
ave de la soledad.
Sus alas como el hambre
de un niño muerto en la aldea
de mis ilusiones una
perla negra cautiva de mí
y mi necesidad de cobijo
en otro mundo.
viernes, 21 de noviembre de 2014
El sauce llorón
El sauce llorón
Escribir puede que sirva para el futuro, pero de nuestro presente, ¿quién va a ocuparse sino nosotros?
si escribo, nombro futuro
me pregunto quién
puede escribir nuestro
presente sino
para que él
pueda escribir
en su pasado.
En presente inacabado
registro para mañana
leer un futuro que aún
no ha comenzado.
Densa y lúcida simiente
de algas sobre la sombra,
así el sauce peina el aire
cayendo sobre la yerba.
Que el árbol me señale
dónde y cuándo,
el qué y cómo
el agua rehace
su cauce.
Gemir hasta romper
a sollozar
hasta hacer
estallar el cauce,
como habla el sauce
llorando manando
verdes desde el suelo.
Escribir puede que sirva para el futuro, pero de nuestro presente, ¿quién va a ocuparse sino nosotros?
si escribo, nombro futuro
me pregunto quién
puede escribir nuestro
presente sino
para que él
pueda escribir
en su pasado.
En presente inacabado
registro para mañana
leer un futuro que aún
no ha comenzado.
Densa y lúcida simiente
de algas sobre la sombra,
así el sauce peina el aire
cayendo sobre la yerba.
Que el árbol me señale
dónde y cuándo,
el qué y cómo
el agua rehace
su cauce.
Gemir hasta romper
a sollozar
hasta hacer
estallar el cauce,
como habla el sauce
llorando manando
verdes desde el suelo.
jueves, 20 de noviembre de 2014
La blanca paloma (o el rocío)
La blanca paloma (o el rocío)
va y se gusta venganeando
no sé si una parra
o la tal astarté que sembró
posaderas acá en las dunas.
De aquella vez a cuando
el viento la rastrilla,
el lujurioso encanto usa
polvo de arena entrecruzándose
con el azul dominante
aunque nieve volando.
Algo me descuella
al verte venir.
la túnica con la que me vistieron
los pájaros hace aguas, se desnuda
rociándose toda ella la-
mentando la piel
que me cubría.
comencemos por este debatir
en primera línea tu labio
me indica averiguarte,
sobre-salir dentro
de tu boca.
Que me bebas.
va y se gusta venganeando
no sé si una parra
o la tal astarté que sembró
posaderas acá en las dunas.
De aquella vez a cuando
el viento la rastrilla,
el lujurioso encanto usa
polvo de arena entrecruzándose
con el azul dominante
aunque nieve volando.
Algo me descuella
al verte venir.
la túnica con la que me vistieron
los pájaros hace aguas, se desnuda
rociándose toda ella la-
mentando la piel
que me cubría.
comencemos por este debatir
en primera línea tu labio
me indica averiguarte,
sobre-salir dentro
de tu boca.
Que me bebas.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
te sin acento
te sin acento
y un amor que quiera
que el Amor me quiera:
si intentas que se ruborice
ese pezón que se enfrenta
al viento, más te vale
averiguar su justo límite
en la yema de tu dedo.
de más está
decir que te diga
que siempre digo:
el te es el
que aparece siempre
de menos.
y un amor que quiera
que el Amor me quiera:
si intentas que se ruborice
ese pezón que se enfrenta
al viento, más te vale
averiguar su justo límite
en la yema de tu dedo.
de más está
decir que te diga
que siempre digo:
el te es el
que aparece siempre
de menos.
martes, 18 de noviembre de 2014
Anónimos sevillanos de una excesiva
De nuevo aquí él, ella, el poema, la carta. Saludar al nuevo día exponiendo lo que me conforta, me acaricia, me ofrece la paz de reencontrarme a mí misma.
Anónimo Sevillano (Epistola moral a Fabio)
Fabio, las esperanzas cortesanas
Prisiones son do el ambicioso muere
Y donde al más astuto nacen canas.
El que no las limare o las rompiere,
Ni el nombre de varón ha merecido,
Ni subir al honor que pretendiere.
El ánimo plebeyo y abatido
Elija, en sus intentos temeroso,
Primero estar suspenso que caído;
Que el corazón entero y generoso
Al caso adverso inclinará la frente
Antes que la rodilla al poderoso.
Más triunfos, más coronas dio al prudente
Que supo retirarse, la fortuna,
Que al que esperó obstinada y locamente.
Esta invasión terrible e importuna
De contrario sucesos nos espera
Desde el primer sollozo de la cuna.
Dejémosla pasar como a la fiera
Corriente del gran Betis, cuando airado
Dilata hasta los montes su ribera.
Aquel entre los héroes es contado
Que el premio mereció, no quien le alcanza
Por vanas consecuencias del estado.
Peculio propio es ya de la privanza
Cuanto de Astrea fue, cuando regía
Con su temida espada y su balanza.
El oro, la maldad, la tiranía
Del inicuo procede y pasa al bueno.
¿Qué espera la virtud o qué confía?
Ven y reposa en el materno seno
De la antigua Romúlea, cuyo clima
Te será más humano y más sereno.
Adonde por lo menos, cuando oprima
Nuestro cuerpo la tierra, dirá alguno:
«Blanda le sea», al derramarla encima;
Donde no dejarás la mesa ayuno
Cuando te falte en ella el pece raro
O cuando su pavón nos niegue Juno.
Busca pues el sosiego dulce y caro,
Como en la obscura noche del Egeo
Busca el piloto el eminente faro;
Que si acortas y ciñes tu deseo
Dirás: «Lo que desprecio he conseguido;
Que la opinion vulgar es devaneo.»
Más precia el ruiseñor su pobre nido
De pluma y leves pajas, más sus quejas
En el bosque repuesto y escondido,
Que halagar lisonjero las orejas
De algun príncipe insigne; aprisionado
En el metal de las doradas rejas.
Triste de aquel que vive destinado
A esa antigua colonia de los vicios,
Augur de los semblantes del privado.
Cese el ansia y la sed de los oficios;
Que acepta el don y burla del intento
El ídolo a quien haces sacrificios.
Iguala con la vida el pensamiento,
Y no le pasarás de hoy a mañana,
Ni quizá de un momento a otro momento.
Casi no tienes ni una sombra vana
De nuestra antigua Itálica, y ¿esperas?
¡Oh error perpetuo de la suerte humana!
Las enseñas grecianas, las banderas
Del senado y romana monarquía
Murieron, y pasaron sus carreras.
¿Qué es nuestra vida más que un breve día
Do apena sale el sol cuando se pierde
En las tinieblas de la noche fría?
¿Qué más que el heno, a la mañana verde,
Seco a la tarde? ¡Oh ciego desvarío!
¿Será que de este sueño me recuerde?
¿Será que pueda ver que me desvío
De la vida viviendo, y que está unida
La cauta muerte al simple vivir mío?
Como los ríos, que en veloz corrida
Se llevan a la mar, tal soy llevado
Al último suspiro de mi vida.
De la pasada edad ¿qué me ha quedado?
O ¿qué tengo yo, a dicha, en la que espero,
Sin ninguna noticia de mi hado?
¡Oh, si acabase, viendo cómo muero,
De aprender a morir antes que llegue
Aquel forzoso término postrero;
Antes que aquesta mies inútil siegue
De la severa muerte dura mano,
Y a la común materia se la entregue!
Pasáronse las flores del verano,
El otoño pasó con sus racimos,
Pasó el invierno con sus nieves cano;
Las hojas que en las altas selvas vimos
Cayeron, ¡y nosotros a porfía
En nuestro engaño inmóviles vivimos!
Temamos al Señor que nos envía
Las espigas del año y la hartura,
Y la temprana pluvia y la tardía.
No imitemos la tierra siempre dura
A las aguas del cielo y al arado,
Ni la vid cuyo fruto no madura.
¿Piensas acaso tú que fue criado
El varón para rayo de la guerra,
Para surcar el piélago salado,
Para medir el orbe de la tierra
Y el cerco donde el sol siempre camina?
¡Oh, quien así lo entiende, cuánto yerra!
Esta nuestra porción, alta y divina,
A mayores acciones es llamada
Y en más nobles objetos se termina.
Así aquella que al hombre sólo es dada,
Sacra razón y pura, me despierta,
De esplendor y de rayos coronada;
Y en la fría región dura y desierta
De aqueste pecho enciende nueva llama,
Y la luz vuelve a arder que estaba muerta.
Quiero, Fabio, seguir a quien me llama,
Y callado pasar entre la gente,
Que no afecto los nombres ni la fama.
El soberbio tirano del Oriente
Que maciza las torres de cien codos
Del cándido metal puro y luciente
Apenas puede ya comprar los modos
Del pecar; la virtud es más barata,
Ella consigo misma ruega a todos.
¡Pobre de aquel que corre y se dilata
Por cuantos son los climas y los mares,
Perseguidor del oro y de la plata!
Un ángulo me basta entre mis lares,
Un libro y un amigo, un sueño breve,
Que no perturben deudas ni pesares.
Esto tan solamente es cuanto debe
Naturaleza al simple y al discreto,
Y algún manjar común, honesto y leve.
No, porque así te escribo, hagas conceto
Que pongo la virtud en ejercicio:
Que aun esto fue difícil a Epicteto.
Basta al que empieza aborrecer el vicio,
Y el ánimo enseñar a ser modesto;
Después le será el cielo más propicio.
Despreciar el deleite no es supuesto
De sólida virtud; que aun el vicioso
En sí propio le nota de molesto.
Mas no podrás negarme cuán forzoso
Este camino sea al alto asiento,
Morada de la paz y del reposo.
No sazona la fruta en un momento
Aquella inteligencia que mensura
La duración de todo a su talento.
Flor la vimos primero hermosa y pura,
Luego materia acerba y desabrida,
Y perfecta después, dulce y madura;
Tal la humana prudencia es bien que mida
Y dispense y comparta las acciones
Que han de ser compañeras de la vida.
No quiera Dios que imite estos varones
Que moran nuestras plazas macilentos,
De la virtud infames histriones;
Esos inmundos trágicos, atentos
Al aplauso común, cuyas entrañas
Son infaustos y oscuros monumentos.
¡Cuán callada que pasa las montañas
El aura, respirando mansamente!
¡Qué gárrula y sonante por las cañas!
¡Qué muda la virtud por el prudente!
¡Qué redundante y llena de ruido
Por el vano, ambicioso y aparente!
Quiero imitar al pueblo en el vestido,
En las costumbres sólo a los mejores,
Sin presumir de roto y mal ceñido.
No resplandezca el oro y los colores
En nuestro traje, ni tampoco sea
Igual al de los dóricos cantores.
Una mediana vida yo posea,
Un estilo común y moderado,
Que no lo note nadie que lo vea.
En el plebeyo barro mal tostado
Hubo ya quien bebió tan ambicioso
Como en el vaso múrrimo preciado;
Y alguno tan ilustre y generoso
Que usó, como si fuera plata neta,
Del cristal transparente y luminoso.
Sin la templanza ¿viste tú perfeta
Alguna cosa? ¡Oh muerte! ven callada,
Como sueles venir en la saeta,
No en la tonante máquina preñada
De fuego y de rumor; que no es mi puerta
De doblados metales fabricada.
Así, Fabio, me muestra descubierta
Su esencia la verdad, y mi albedrío
Con ella se compone y se concierta.
No te burles de ver cuánto confío,
Ni al arte de decir, vana y pomposa,
El ardor atribuyas de este brío.
¿Es por ventura menos poderosa
Que el vicio la virtud? ¿Es menos fuerte?
No la arguyas de flaca y temerosa.
La codicia en las manos de la suerte
Se arroja al mar, la ira a las espadas,
Y la ambición se ríe de la muerte.
Y ¿no serán siquiera tan osadas
Las opuestas acciones, si las miro
De más ilustres genios ayudadas?
Ya, dulce amigo, huyo y me retiro
De cuanto simple amé, rompí los lazos.
Ven y verás al alto fin que aspiro
Antes que el tiempo muera en nuestros brazos.
(Desde Dámaso Alonso hay certeza en su atribución a Andrés Fernández de Andrada, 1575-1648)
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