La entrada de hoy va a resultar algo extraña, como creo que las últimas que he tenido el privilegio de poder compartir con quien así lo desee, y también algo larga, creo y advierto . ¿Aún más?, :), sí, aún más, y encima sin orden ni concierto, ;). Me explico en la medida de lo posible.
Uso éste y los otros blogs a modo de cuadernos de bocetos, el segundo cuaderno, podríamos decir. Cuando traslado los poemas, éstos están ya más o menos corregidos, , "hechos", pero nunca terminados del todo. En más de una ocasión, tras subir la entrada, tengo que reeditar sobre la marcha hasta tres o cuatro veces porque al leerlos ya en el blog publicados veo los fallos que antes no he visto. Entonces se me complica el trabajo, porque esas correcciones debo pasarlas al documento de word pertinente desde el que he copiado el supuesto poema. En fin, todo un lío, unas veces se me pasa, otras atino a hacerlo. El caso es que cuando ese poema está ya definitivamente corregido en mis archivos ha sufrido alguna que otra transformación, leve normalmente, pero fundamental para la que lo hace.
Esto atendiendo a las minucias. En cuanto a "lo otro", es decir, al proceso en el cual ese poema pasa a formar parte del poemario que se supone estoy escribiendo en ese momento, las vicisitudes son incontables. Irrelatables, daría para una eternidad escribiendo con mi habitual y profusa verbalidad, y no está el horno para bollos, ni mi afán por someterlos a torturas, ni mi fuerza mental para relatar tanto.
No me atormenta que aquí no quede exactamente reflejado, el proceso, porque sé que el resultado final es congruente con lo aquí se va desarrollando, pero siempre he intentado, al hacer las entradas, darle ese mínimo toque de cuidado extra para el exterior. Es como cuando una se arregla un poco más para ir a la boda de algún amigo o pariente, por mucho que nos jorobe. Algunos lo entienden como efecto para el lucimiento personal, pero para mí tiene el sentido de homenajear al otro que ha tenido la deferencia de querer compartir con una la circunstancia, honrarlo en la medida de lo posible.
Pues bien, hoy esta entrada va realizada con un espíritu completamente egoísta, por lo que pido lo más humildemente que puedo todas las disculpas consideren merezco.
Trasladaré mis versos tal cual han ido sucediéndose a lo largo de estos días, densos, largos, tensos, muy costosos, los versos y los días, en lo personal poéticamente hablando, más que poéticamente, socio-literariamente hablando. Hacía mucho tiempo, muchos años diría, que no usaba el acto de escribir como mera catarsis , pero hoy me he decidido por hacerlo así.
Tal vez algún día esos versos formen parte de un poema, tal vez no, pero sí pienso que debo exponerlos, quizás hoy sí como una especie de conjuro contra estas mismas tensiones que me han hecho padecer estos días, tal vez, no más, este acto también, que una mera catarsis.
Los acompaño de esa fotografía. Ahí en esa calle sevillana viví desde los seis hasta los diecinueve o veinte años. Ahí escribí mi primer poema con catorce para quizás quince años, algo muy endeblito, ayer intenté reconstruirlo a través de lo que me quedaba en la memoria sobre él. En el documento de word ha quedado entre los versos "actuales" que aquí copiaré ahora, él y su "explicación". El poema antiguo queda para el "recuerdo" por ahora, por hoy, al menos por hoy.
Aquí los versos de la entrada de hoy. He dejado el mismo título con que los inicié hace una semana aproximadamente
Al canto de la noche
Quien sea capaz de hallarte, que levante la mano./
Así en el silencio de la piedra duermo,/
como tú, sonora compañía de la noche./
Tal como enmudezco, claudicas./
Volvieron las malvas compuestas de tan profundo canto que ni la margen izquierda atina/
a contravenir la corriente./
Creativa./
Jamás lo sabremos, la gemela que te oiga y la nada claman por su no vida./
Allá junto a la marisma renacen sometidas al trino del sol de poniente, que se reserva, siempre se reserva./
¿En qué se habrán convertido los días azules del desierto?/
¿Hacia qué orilla habrán navegado las potentes naves del recuerdo?/
Yo ya es que gimo, gimo incapacitada, herida ya por las aladas cruces de las agonías que tercian/
al sonoro manifiesto de la esperanza en vida./
Y es que estoy tejiendo el sudario de tu alma, gemela blanca./
Tal vez me sostienes ya en tus brazos acariciando las mejillas famélicas de tu otrora./
Tal vez es sólo que febrero anuncia su siempre endeble acometida:/
Caronte, Caronte. ¿Y la moneda? ¿Quién la paga cuando uno ya duerme?/
Ahora sus remos van por delante./
Mis ruedas se han varado en el barro,/
los caballos siguen al trote y yo los veo alejarse/
camino de la curva solitaria que perderá a mi mirada./
¡¿Y este barro?! ¿Cómo ha llegado?/
Los hombres llueven haciendo reverdecer la pradera/
pero el camino transitado no agradece sus lágrimas/
A la vez que trabajo, la curva renace, y se hace./
Ay, si las estrellas supieran lo que sufre la tierra cuando brota el verde.../
Tú, tan sola, tan sola, noche blanca,/
nadie desea verte, nadie te habla, nadie te duele. Como a la muerte,/
a la memoria intangible y al denuedo./
Estábamos en lo mismo,/
el colibrí y la abeja y yo,/
comiendo de las flores sin hacer el daño al fruto futuro./
Favor por favor, se alimenta la vida del cielo/
y las alas del colibrí, de nuevo hoy, ya se unen sobre las arenas y esa nostalgia de hallarse justo tras la cerca/
ante el inmenso páramo que reluce desolado con las alarmas encendidas./
Es duro, ¡existen!/
Sí./
¿Qué les obliga a callar? ¿Qué les ordena no vencer?/
¿No será que la suerte les aplastó de plano?/
El viento de levante, que en el paraíso ahuyenta a los pétalos de su corona y reseca el
justo fruto que podría haber germinado abrigado por la hechura de la belleza./
Salir y subvertir./
Salir y proclamar./
Como el fruto del manzano./
Mi boca se abre al vacío, parece, cuando de nuevo/
el trago de agua dulce la inunda:/
Esto que bate en mi conciencia esto que asoma lujuriante, ávido/
de sales comprometidas,/
esto que gobierna, ésta que escribo, hago o deslío/
entre toda mi materia de neuronas,/
ésta que me sostiene y por la que sostengo,/
creo, a un alma compungida, temerosa y loca que llaman a veces los locos perpetuos manidos por el hambre/
del saber de./
Esto que.../
Qué espectáculo es verlos emerger./
¡Emerge, emerge! río de la noche grande,/
larga, larga como el cuello de tu alma negra y blanca por dentro,/
como los cisnes de la memoria que subsana el compromiso entre tu era y mi jungla de palabras, voz quieta hoy, noche corta y nula de poderío/
asomado a esas tus pupilas tan claras como/
las mías, negra vencida, nuestra madre/
quedó varada en la arena./
Han dejado de llegar. Han dejado de sonar./
Hablan al vacío/
orquestado tras las nubes./
¡Mierda!, ¡yo os oigo!,
pero si no os ven,
¿de qué servís?
(La olla, la olla, la puta olla que dejó de hervir, ¡no!) *
¡Que revienta!
Crisis total crisis profunda y ola,/
mar necesario. Crisis quiero crisis tengo la crisis que levanta, dame sueño y mudez/
del honor y de la ronda de noche blanca que ya muere./
Aquí te sembré./
Batiéndome con las torres de tu gemela./
Ahora el teclado/
y el escrutinio pulverizado/
de los dominios sobre la letra,/
el habitáculo sometido, la general/
parca insostenible de los fueros,/
lo siniestro ya olvidado y la pertenencia al lodo/
que reblandece los bordes de la llaga./
Con que no se infecte me conformaré./
Yo ya no te quiero más que para poder alejarme de ti./
(Sofía Serra, febrero 2010)
(*) Sobre este "verso" se puede continuar leyendo aquí, ;)
Hace una media hora acabo de enviar todos mis poemarios a una editorial. Es la primera vez que realizo tal ejercicio. Dios, o la poesía para mejor entendernos, dirá.
Un beso a todos, amigos