Incendios de agua II
Luces licuadas,
agua encendida,
mis pasos airean
la tierra mecida.
(De "Camino de sirga".)
Incendios de agua II
Luces licuadas,
agua encendida,
mis pasos airean
la tierra mecida.
(De "Camino de sirga".)
Voto suicida
Si eres viejo, eres débil.
Si eres joven, eres débil
(el futuro no perdona).
Si eres pobre, eres débil.
Si eres rico, eres débil
(la muerte no perdona).
Si en todo eres el medio,
recuerda por donde
la viga se rompe siempre
(la física no perdona).
¿Y vas a elegir
a los que sólo favorecen
al más fuerte?
"porque ya no sé si camino
sobre el mar o sobre la yerba". (2004, Entreterras)
la verdad es que dudo
mucho sobre mi utilidad
como poeta
cómo ser
humano sin matar
estar
brindar al sol
luminiscente demonio
que la rosa anhela
desde el tronco espinoso
para poder florecer
mejor
existir.
del mar las algas
me favorecen la llave
para abrir la puerta
escondida de mi pasado
poético.
tierra y mar son lo mismo,
iguales
de idéntico devenir
entre la yerba y el yodo
de mis pasos.
desde la orilla emerge
la demolición del ayer
salobre. De su inútil
duda.
(9/7/2023. De "Demolición".)
Acontecimiento
Vengo desde el mar
para acontecerte,
para sucederte,
a ocasionarte,
a lesionarte como el mar
ha lastimado mi carne
tan tierna, tan vulnerable
tan débil, tan siniestramente
ojeriza de la luz del sol
acribillante y su eterna órbita
de niño bueno rondando
por mi cabeza y sus sucedáneos.
Y ronda y rueda tejiendo
el limbo de mi ausencia
de color sobre mi cuerpo de carne
tan él, suyo, tan lesivo al ser
y no pertenecer a nadie,
tan megalómano
con razón
y hasta sin ella,
aquí llego desde el mar
y aunque me hiera
en él me abandono y te encuentro.
Y mis lesiones sanan
aunque el mar me funda
con sus sienes
y yo ya ni sea
ya
nunca.
Anarquista
No vinisteis a mi entierro.
Pero no os preocupéis,
no soy rencorosa.
Sólo me apareceré
de vez en cuando
para susurraros:
“La poesía está muerta
porque no da dinero.”
A mí me mató
Manuel Vilas
ayer
(yo tampoco he producido
dinero nunca)
y ningún policía ni juez alguno
lo ha perseguido
como asesino.
La poesía está muerta,
yo estoy muerta
y un homicida, libre.
La poesía está muerta,
yo estoy muerta,
la ley ha muerto.
Por fin mi sueño dorado
se ha realizado.
(De "Pasamonerías")
El tan-tan
He pasado mala noche
soñando que había perdido el móvil:
no sé qué
me
llama
a perseguir qué
añorando qué
en mis manos
cuando no hablo a
penas más que con el
cielo y su azul sazonado de silencio.
Si él quisiera contactar conmigo,
tan sólo tendría que expresar sus dudas,
permitir neblar su callado
con nubes de timbre bruto
retumbando en mis oídos
hasta lograr despertarme
de tan ridícula pesadilla
y justificar así su presencia
en el baúl de mi humor-
-amor indispuesto contra él,
contra todo. No soñar
que recupero la lluvia
en mis manos empapando
mi pérdida tan
sola mi pérdida tan
seca mi pérdida tan
suya
de mí
y mi móvil
de añoranza por
el cielo gris,
sino vivirla.
La flecha del tiempo
siendo verdad rosado
el color de la aurora,
no es menos certera
la confusión celestial
que me procura su sitio
en el borde del ocaso
donde me hallo
perdida entre la noche y el día
el final y el comienzo
de no sé sino más bien
un tiempo
sin principio ni término
así como la ilusión retardada
del simultáneo acontecer
del instante: una eternidad
sin dios observante
salvo el don divino
de la palabra como dardo
en la diana de lo inabarcable.
Fe-hacientes
meros ejercicios.
(eso sí, de los espirituales,
con luz a raudales.
Para mañana, boquerones fritos.)
Ahí donde todo lleno,
un hueco canta
su silencio.
allí donde todo lleno
un silencio sacia.
ahí donde todo
lleno hay
un hueco que canta
su silencio.
donde ahí todo
lleno hay, un hueco
canta callado.
todo allí lleno, y el llanto, callado.
allí lleno el llanto
cantó vacuo al vano
mudo del medio.
¡A la rebelión civil, jolín!
No, señor Roig, usted se equivoca:
Vocaliza callando y silencia
palabreando
lo que a todo ser de bien
y mal humanos, es decir,
con más de dos dedos
de frente por montera
conoce de antemano,
antes, mucho antes,
de tener que ganarse el jornal
para poder llenar su estómago:
Con las cosas de comer no se juega,
ni se deben contar las lentejas,
¿no le enseñaron sus padres
la caligrafía precisa que distingue
entre beneficio y malhechizos?
Magia malabarista intenta
con su parla y con sus cuentas
olvidando que el dos-más-dos
hace mucho tiempo y lugar
que los españoles aprobamos
en las escuelas.
Si de su tibio cuerpo,
tibio por enclenque, ¿no
estará usted enfermo?
nace la suma del apretando
(como a mí me cobran más
yo vendo más caro, dice
tan ufano aún creyendo
que su inocencia es manifiesta)
en el tira y afloja de su mundo
imaginario, yo tiro de usted
y lo siento en este mío,
este tan terreno donde lo primero es comer
y lo segundo, hacer justicia palmo
a palmo: deseo que contemple
cómo ese cinco por ciento
de mayor positivismo
nace de haber incrementado
sus precios más allá (quizás del cielo,
seguro proveniente del infierno)
de lo que a usted le estrujaron.
Tan seguro de su cinturón
debe haber olvidado
la ley básica del mercado:
Si no tengo, si no alcanzo,
no compro.
Y la trifásica, algo más compleja,
pero nada difícil para sus entiendos:
Si un ladrón
me roba, me perdona
el siglo
si yo a usted le hurto.
Ándese con cuidado
porque de aquí a nada,
o sea, de hoy a mañana,
sus tiendas, a parte de nidos de ratas,
criarán expertos tirabuzones de plata,
porque donde la necesidad obliga,
donde el sueño decente ocupa,
donde la justicia cava hambre,
las manos justas
hacen su agosto
sin duelo ninguno
ni culpa alguna.
El baile del sol
El oro en paño del páramo
poblado por el viento
invisibles
las costas del mar celeste
calibran la necesidad
de significado en su vaivén:
el baile del sol hechiza
mis manos describen
la voltereta
sus dedos adjuntos
señalan sin mi dolor
beatífico yodo
sobre las resecas páginas
del libro abierto y olvidado
a la intemperie:
se humedecen las letras
desvaneciendo-las palabras
los signos-los signos evidentes
(por sí mismos se hacen ver)
de la música
inaudible avanza
y se aleja adelante
el globo de luz tan sonoro
misterio servido
sobre la mesa tu erial
-su espejo- la pluma de oro
sin que la fuerza,
es decir el amor,
señalan que la acompañe.
May the force
be with you:
sidérea salva de tronantes
olas caídas bajo el alumbre
de la omega del sol
y el alfa de su baile.
Demiurga
El tiempo que me ocupa, me hace libre.
A la vez que la noche se cobija
en brazos de su futuro
y bostezando se apresura
a descansar de su jornada
y le va llegando el sueño
que la despojará del pasado
día vivido entre las estrellas
y la luz dálmata de la luna,
así su oscuridad me revela
la luminaria universal del orden perpetuo,
la constante e insufrible belleza,
la intangibilidad de tanto innegable,
tan pequeña yo ante mis neuronas,
me sucede el real escenario
de tanto vertido por las cataratas
invisibles de lo inabarcable.
Una noche que aspira
el oxígeno sin combustionar
ni consumir ni una mota de polvo
de medio planeta que a oscuras
permanece. Los ritmos medidos
los ritmos pautados de un celeste
mundo que nos inspira
eternamente cuando eternamente
erramos errados.
Ni música de esferas ni designios
divinos nos gobiernan.
Un universo completo e infinito
se crea desde el hueco craneal
hasta el terreno del social
concordato entre tú y yo.
¿Y, cómo acompañarlo, cómo habitarlo
cómo medirlo, cómo acompasarlo
si no nos entendemos ni silabeando
el mismo idioma de gestos y sueños?
Vagamos, como decía, como dije,
hace mil años, como burbujas
interestelares sin comprender
ni siquiera el lleno que nos sostiene:
Desconvocar el descanso de la noche,
amanecer al día del suceso,
poblar el horizonte con el tacto,
hablar creando el tiempo,
ese que mantiene
al universo
vivo.
La promesa
Bulle el carnal donaire aun, y aún, silente
mientras se desliza el sedoso limo
patinando sobre las antaño
pulcras piedras. Desacuerdo
entre la marmórea frigidez
y el entibiado hálito del vellón
que las envuelve y acuna.
Borbotea el líquido sometido
por tan leves y aéreas armas
y el futuro vaticina su nombre
de presente sin un pasado
que lo augurara.
Cuando mañana croen los sueños
de los prometidos renacuajos,
el alma licuada del arroyo,
ya sin áridos recuerdos,
irá muriendo pletórica
de vida.
¿Y voy a ser yo menos?
Desconocida
voy huyéndole a la noche, nebulosa,
manto, velo transparente, certera
advertencia de mí
en este tiempo perdido,
¿o extraviada yo de él?
No sé si tengo que saludar
o ir despidiéndome.
Dar la bienvenida o asomarme
al adiós
que es abismo, que es región
no sé si de mis centros y alegrías
o el verdadero paisaje del lugar
que hoy me resulta invisible.
Un “no sé” tatúa mi frente
y en la zozobra de mi nuca
los opiliones se arremolinan
buscando el calor de la certeza.
No puedo darles nada
más que mi fría inquietud
sin nombre:
¿en qué país te has convertido?,
sin cabeza continúas caminando,
tus manos atarean cada tu día de mercado,
cada tu día de hoy que se te regala
sin precio,
sin saber de dónde proviene,
sin hallar tablilla de cera
donde estamparme,
pertenecer ni a recuerdos cuneiformes,
aéreos elefantes que he dejado volar
junto a la fluvial gaviota
que también vuela camino
de la costa, del mar, la orilla,
el destino sin destino posible
salvo el de su viaje.
Ahora comprendo al légamo,
a la verdina, ahora el perro
no muerde el agua, ahora,
los límites licuados del aire,
mis ojos como rasa tabla,
se abandonan a un río sin nombre:
el agua estancada crea la vida,
aunque yo no sepa cómo se llama.
Hacienda
La reina maga se hace compañía
a sí misma, atrás quedaron
los recuerdos de la tríada
que proveían infantiles juegos.
Yo, soldada del nuevo tiempo
adventicio, bendigo mis frutos
con mis manos unidas, atadas
para no desbaratar el verdadero nudo,
el lazo del infinito lanzando
el misterio del futuro haciendo.
Platónico recuerdo
Voy a crear un recuerdo de verdina
y algas de agua dulce, de luminarias
y destellos cristalinos fundiendo
el cielo y la piedra en mi surcada frente,
la soledad del aire ensimisma
el arroyo, en sí con su calma
él se halla, la paz de su desbordamiento
salta al pretil de mi amparo.
Del trasvase de las nubes al suelo
no se olvida el blanco pulular
de las ondinas campestres, se mecen
al compás de cada fulgurante burbuja,
son los brotes de vida rana y nueva
bajo la turbidez del espejo:
es la señal del instante,
la lúcida llegada del tiempo,
que trota sin alambres ni veredas
hasta cubrir el pasado
con su manto de futuro
e inocencia, no importa
si platónica.
La entrañabilidad de la poesía de Vallejo
Desde esta ventana de mi tiempo
abierta al otoño de mis luces,
me deslumbra el paisaje limpio
de un cuerpo ya muerto
cobijando mis sentidos
en la cueva de la osa
que nunca deseó deshibernar.
Válgame el amor resucitado,
la placa conmemorativa de la endecha
descubierta entre las ruinas pétreas,
Petra alzada, en los cálidos acantilados
de la arena eterna, la entraña
intangible del verso secreto,
la cantina audible de la interna presencia,
alma incontable de almas
unidas por el hilo de plata invisible,
letras de ser a ser insistente
sosteniendo los cielos amarillos
del río sin sombra ni cauce
que ablanda los riscos afilados
del devenir humano
y su gobernanza de duelo y terror.
Porque más allá, mucho más lejos
del pasado, aún más distante
que el origen de la nada,
late la inquietud primigenia
de lo innombrable
o tan solo tan cercano
que desmiente al big bang,
o cualquier otra lejanía,
y el Universo adquiere
sentido de ser
bebé en mi regazo.
Y yo lo mezo.
Las amapolas
El silencio
te subyuga
como las amapolas
catedralicias.
El silencio
domina
las
querencias del libre
albedrío del
azar
ensimismado
plegándose al
etéreo-
intocable, inabordable-
suburbio de
la paz.
Es allí donde
se habita sin paso
fugitivo, sin
medias prendas
de voy y
vengo, vas o vienes,
donde reinan
los vehementes:
El silencio,
o la compañía
de la cálida
soledad.
La amena
retirada del transcurso de la memoria.
Los afanes
declamados por los hieráticos torsos
son éticas
korés de madera carbonizada
por el fuego
del olvido.
Más se elevan
las amapolas
aplaudidas
por las manos
del hemisferio
celeste
que, como todos
sabemos,
solo vive una
vez
y solo se
consuela
en silencio.
o0o