Desde fuera
Más una penumbra sola
más una penumbra, dos
y no más, seña
y santo de aquí
no inhuma
y el mar no entierra.
Y llegarán gigantes damiselas
a entolar el cielo
con sus pastizales húmedos
y el fru-fru de sus sedas
espantará al sonido acuoso
de tu oído.
Y ni una habrá que lacere
la piel de tus mejillas
cabalgarán
a lomos del miedo
llevándoselo con sus faldas
más allá de la esfera de poniente
volverán los exógenos centros
a rejuvenecer el tronco salino
de tu semen
y ni tú ni yo
volveremos
a sucumbir
solos desde dentro
sólo uno solo
dentro de este incómodo
e inhumano universo.
Aplastaremos a la noche
hasta amasarla pan de ángel.
Estamos enfermos de sed
y lamento huérfano de oídos
comunicando adioses cuando
sólo ellos asienten soledades.
Sofía Serra ( De La dosis y la desmedida)
domingo, 30 de septiembre de 2012
sábado, 29 de septiembre de 2012
Fondeadero
Fondeadero
no es necesario el soplo
ni la condena de tus lentos
y grávidos paisajes que se ausentan
a babor y a estribor olvido el acicate
de este verte y no verte venir
hacia el pozo de estrellas.
me pregunto dónde,
me pregunto cómo,
me pregunto ostiones
adheridos a tu casco
cuando llega al fondeadero
hacia donde caminará
la lenta acogida de la arena ahora
que planeo sobre el mar abierto
como mis piernas se abren
como el compás que abarca
el ancho de la mesa donde
los mapas del tiempo
se extienden sin caer al piso
de madera.
Y yo todo veo a través del ojo de buey…
Me descuello en graveros
de senderos habituados
al paso de las naves de agua
sobre la cubierta de esta sentencia
adosada a la quilla de las estrellas.
Que también se cansan.
hace tiempo que me despertó
el estallido de tu llegada,
mas no debatí con tus ojos
la medida y ahora los fuegos fatuos
iluminan los mástiles
del aire azufrado,
poemas queriendo dejar de escribir
poemas en el suelo
de un día que se sienta
en la borda de mi vida.
Sofía Serra (De Solenostemon)
no es necesario el soplo
ni la condena de tus lentos
y grávidos paisajes que se ausentan
a babor y a estribor olvido el acicate
de este verte y no verte venir
hacia el pozo de estrellas.
me pregunto dónde,
me pregunto cómo,
me pregunto ostiones
adheridos a tu casco
cuando llega al fondeadero
hacia donde caminará
la lenta acogida de la arena ahora
que planeo sobre el mar abierto
como mis piernas se abren
como el compás que abarca
el ancho de la mesa donde
los mapas del tiempo
se extienden sin caer al piso
de madera.
Y yo todo veo a través del ojo de buey…
Me descuello en graveros
de senderos habituados
al paso de las naves de agua
sobre la cubierta de esta sentencia
adosada a la quilla de las estrellas.
Que también se cansan.
hace tiempo que me despertó
el estallido de tu llegada,
mas no debatí con tus ojos
la medida y ahora los fuegos fatuos
iluminan los mástiles
del aire azufrado,
poemas queriendo dejar de escribir
poemas en el suelo
de un día que se sienta
en la borda de mi vida.
Sofía Serra (De Solenostemon)
"El hombre no ha concluido", un poema de Batania
El hombre no ha concluido
¡Cómo estiras la trenza de los meses!
¡Cómo asomas tus brazos de garganta
ante la pluma sorda del jilguero!
¡Cómo al perro le llamas perro, al loco loco
y al hombre injusticia!
No quieres hacer la vida que te toca.
No quieres copiar el verso que te sabes.
Quieres hundir tu hereje en los papeles,
quieres matar tu cansancio de puentes,
quieres decir en este mismo minuto,
ahora que duermen los otros,
que el hombre no ha concluido.
¡El hombre no ha concluido!
(Argüelles,
veintisiete y cuarto de Noviembre,
seis en punta de la mañana).
Batania. Neorrabioso. Poemas y pintadas. Ediciones La Baragaña, 2012
¡Cómo estiras la trenza de los meses!
¡Cómo asomas tus brazos de garganta
ante la pluma sorda del jilguero!
¡Cómo al perro le llamas perro, al loco loco
y al hombre injusticia!
No quieres hacer la vida que te toca.
No quieres copiar el verso que te sabes.
Quieres hundir tu hereje en los papeles,
quieres matar tu cansancio de puentes,
quieres decir en este mismo minuto,
ahora que duermen los otros,
que el hombre no ha concluido.
¡El hombre no ha concluido!
(Argüelles,
veintisiete y cuarto de Noviembre,
seis en punta de la mañana).
Batania. Neorrabioso. Poemas y pintadas. Ediciones La Baragaña, 2012
viernes, 28 de septiembre de 2012
"Melíferas", un poema de C. K. Aldrey
Melíferas...
Mis ojos en tu pecho
tus piernas en mi espalda
Vuelan las melíferas
alrededor de tu boca
chupan la saliva
-que no es miel sino vino
y luego en sus aguijones
cubiertos de pelillos oscuros
llevan a la reina el elixir
que la inmortaliza
a su celda
defendida por enjambres
en el atardecer que se oculta
entre los árboles
Tus manos en mis brazos
mis huesos en tu cadera
Regresa la sinergia
y conjura los sonidos
de batallas
con mis labios recorriendo
tu pradera rojiza
de otoño inesperado
Entra a tu alcoba
de cirios perfumados
-L'nuit d'ete
mientras murmuras
a mi oído
la sentencia de Bukowsky
tenemos que morir
más de una vez
para realmente vivir
Como las abejas
cuando mueren y resucitan
en esos ciclos de amor
despiadados
e inyectan
con el beso de la muerte
la dulce fragancia
de la miel…
C. K. Aldrey
El silo
El silo
Espejos buscaba la muñeca ansiosamente,
espejos donde sentirse atrapada
víctima de la luz y de las otras muñecas
que rondaban a su paso por la estela
que las flores dibujaban, un manojo
sobre la yerba verde de día y plateada
de noche como otro espejo
o sol inventado
llega amor rondando por
por la fría acera.
llega amor enervando
aristas de pan duro.
en masa tierna
y blanca, kaolín
de gurumelos,
la espantada se asienta.
¿y a este paso, a esta hora
tendré que renegar de todos
y cada uno de mis versos?
mi dios único e ineluctable,
mi cárcel y mi congoja,
mi tren marcha
abordo ha de mí misma
¿hasta cuándo me cansarás,
harás fritada de las esquinas,
esas en las que te busco como
cierva con los ojos fuera de sus órbitas?
Yo soy creyente de mi hermano,
¿hasta cuándo se eternizará mi apostasía?
Dueña de la más ciega de las luces,
fiel de la religión que se construye
realizando constante repudio:
la fe que se proclama
en la más humana
de las paciencias.
Galileo sin torquemadas,
poesía blanca para la más perfecta de las noches.
poesía roja para el hogar encendido
de las claras esferas.
poesía crujiente para mi risa.
poesía espléndida para todos.
poesía verde como el aire de la ortiga
y la numismática de un día de primavera.
¿A dónde irá la fuente si no tiene piernas?
Y sin embargo, se mueve.
El silo, ¡el mar!,
¡el mar!...
Y tu alegría.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
Mis poemas traicionan
el futuro del pasado
pero no el horizonte.
Espejos buscaba la muñeca ansiosamente,
espejos donde sentirse atrapada
víctima de la luz y de las otras muñecas
que rondaban a su paso por la estela
que las flores dibujaban, un manojo
sobre la yerba verde de día y plateada
de noche como otro espejo
o sol inventado
llega amor rondando por
por la fría acera.
llega amor enervando
aristas de pan duro.
en masa tierna
y blanca, kaolín
de gurumelos,
la espantada se asienta.
¿y a este paso, a esta hora
tendré que renegar de todos
y cada uno de mis versos?
mi dios único e ineluctable,
mi cárcel y mi congoja,
mi tren marcha
abordo ha de mí misma
¿hasta cuándo me cansarás,
harás fritada de las esquinas,
esas en las que te busco como
cierva con los ojos fuera de sus órbitas?
Yo soy creyente de mi hermano,
¿hasta cuándo se eternizará mi apostasía?
Dueña de la más ciega de las luces,
fiel de la religión que se construye
realizando constante repudio:
la fe que se proclama
en la más humana
de las paciencias.
Galileo sin torquemadas,
poesía blanca para la más perfecta de las noches.
poesía roja para el hogar encendido
de las claras esferas.
poesía crujiente para mi risa.
poesía espléndida para todos.
poesía verde como el aire de la ortiga
y la numismática de un día de primavera.
¿A dónde irá la fuente si no tiene piernas?
Y sin embargo, se mueve.
El silo, ¡el mar!,
¡el mar!...
Y tu alegría.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
Poema queriendo dejar de escribir poemas
Poema queriendo dejar de escribir poemas
No tengo el poema
Escrito para ti.
Creo que este
Es el silencio
Que buscaba
Para expresarme.
Tú y tus labios y la ninguna circunstancia.
Sofía Serra (De Solenostemon)
No tengo el poema
Escrito para ti.
Creo que este
Es el silencio
Que buscaba
Para expresarme.
Tú y tus labios y la ninguna circunstancia.
Sofía Serra (De Solenostemon)
jueves, 27 de septiembre de 2012
Los cuatro sentidos
Los cuatro sentidos
Olfato
No tienes ojeras, la salud
te hace inmortal tras la mesa de mármol.
La fresca medida de tu sorbo
oscurece el devaneo de la luz,
que se tiende a escucharte
como yo
me asomo al deseo
impuro
de oler
a nada
Tacto
Cómo corresponder
al tacto me duda
la esquina de tu casa,
como si tratara de desplazar a la acera
por donde yo camino hacia ti
y centra mi frente en tu balcón
la mirada brillante
de una mujer bebiendo
en paz pendiente
del cielo y el reflejo
del cristal de tu puerta
Gusto
me ha pasado
un haz de luz
por la garganta
Vista
tus ojos
como pozos de estrellas.
ya se acerca el día
de la gran derrota,
el rumbo del oriente
a mi amanecer
de pozo donde estrellar
tus ojos.
Sofía Serra (De Solenostemon)
ese amor lento y acuoso
que no reconozco.
Olfato
No tienes ojeras, la salud
te hace inmortal tras la mesa de mármol.
La fresca medida de tu sorbo
oscurece el devaneo de la luz,
que se tiende a escucharte
como yo
me asomo al deseo
impuro
de oler
a nada
Tacto
Cómo corresponder
al tacto me duda
la esquina de tu casa,
como si tratara de desplazar a la acera
por donde yo camino hacia ti
y centra mi frente en tu balcón
la mirada brillante
de una mujer bebiendo
en paz pendiente
del cielo y el reflejo
del cristal de tu puerta
Gusto
me ha pasado
un haz de luz
por la garganta
Vista
tus ojos
como pozos de estrellas.
ya se acerca el día
de la gran derrota,
el rumbo del oriente
a mi amanecer
de pozo donde estrellar
tus ojos.
Sofía Serra (De Solenostemon)
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Con la palabra (Charles Chaplin)
Nuestra vanidad y arrogancia de futuro nos merma. Nuestra vagancia de presente nos merma. Con que sólo tuviéramos la humildad de mirar de reojo, casi sin molestarnos, hacia atrás, tendríamos el conocimiento de todos los que nos precedieron, y, así, comprenderíamos que no estamos solos, y que, por tanto, podemos más que los ignorantes de nuestro común acervo de Hombres.
No hay sombras bajo la noche
No hay sombras bajo la noche
Lombardas y geminadas
tus ventanas jugaron complacientes
a la cuerda de tu boca que canta
metástasis de abundancias e imperios.
No menguaste la vasta endemia,
de ese silogismo abreviaste sin pasar
por la casilla de salida,
no:
injusticia
engendra debilidad engendra
desdicha
que provoca debilidad
que favorece los abusos
que conllevan más injusticia
que genera debilidad
que reproduce la desdicha
que manifiesta más injusticia
sobre el débil,
que se fortalece
si hacia él te inclinas
fiel a tu debilidad,
fiel también a tu injusticia.
Y la balanza se equilibra,
y el fiel iguala voces,
y el equívoco del poeta
toma tierra y ya libera:
Acosada la paloma
tan sedienta de huella
no sabe que en el agua
sus pisadas se ahogan.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
Además el sentimiento de justicia, hasta una completa ausencia de sentido moral, me era desconocido. En el fondo de mi corazón estaba totalmente entregado al más débil y desdichado. (Marcel Proust)
Lombardas y geminadas
tus ventanas jugaron complacientes
a la cuerda de tu boca que canta
metástasis de abundancias e imperios.
No menguaste la vasta endemia,
de ese silogismo abreviaste sin pasar
por la casilla de salida,
no:
injusticia
engendra debilidad engendra
desdicha
que provoca debilidad
que favorece los abusos
que conllevan más injusticia
que genera debilidad
que reproduce la desdicha
que manifiesta más injusticia
sobre el débil,
que se fortalece
si hacia él te inclinas
fiel a tu debilidad,
fiel también a tu injusticia.
Y la balanza se equilibra,
y el fiel iguala voces,
y el equívoco del poeta
toma tierra y ya libera:
Acosada la paloma
tan sedienta de huella
no sabe que en el agua
sus pisadas se ahogan.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
martes, 25 de septiembre de 2012
Arbólcrata
Arbólcrata
Donde yo veo un árbol,
un tronco hermoso, una enhiesta
sonrisa de la tierra, un borboteo
de vida manando desde
las rocas cálcicas o cuarzos
que se abovedan protegiendo
acuíferos y ahuecando cuevas,
un chupinazo de alegría
que estalla en un paraguas
de sombra donde los alevines
de flores y yerba verde crecen
más espigados y mi propia sombra
se desdibuja y confunde
con las copas y así, ellas y yo,
en un terrenal acto de amor
sin arados ni espadas
pasamos a formar parte
de la hojarasca que la encina
lanza en junio al vacío
(el levante tiene mucho que ver),
como queriendo proteger al suelo,
mi suelo y su fiel,
de los rigores injustos
y estí-ados del calor
del sur, así su espejo
bajo tierra podrá extraer
aún cuando ni gota de agua
queda arriba cierto cc
de sal
de blanda humedad
que
le permitirá permanecer
viva
aunque casi todo se agoste
ella se mantiene fresca
con sus verrugas
como de adolescente
tierno y supuroso de acné
y otras erecciones, perdón,
(amar significa saber pedir)
erupciones padecidas,
cuando yo, decía, me asombro
al contemplar a los valientes
alcaudones meridionales
lanzarse en picado desde dos
metros tan sólo de alzada
contra la culebra amarilla de dos
metros tan sólo de larga
que sesea su cuerpo
por la tierra lija, la tierra dura, la tierra raedera
de mis rodillas oteando las posibilidades
de acercarse al nido
y así poder alimentar,
en el bosque que he desbrozado,
un cuerpo bello y asombroso
como la sonrisa de la tierra y el géiser
de vida y el chupinazo de alegría
donde yo
veo una encina, como decía,
otros y otras
ven un falo.
No quiero ni pensar
qué harán
cuando se encuentren
con el falo de verdad,
unas y unos.
Al menos las encinas
son
especie protegida
y hay que
Pedir Permiso Pagar Podarlas
cada siete años,
y ni aún enfermas se cortan
ni arrancan de sus carnales
raíces, no hay huevos
como en mis solenostemon
del alma fecunda creo
que por eso
a ellas
no les escribo
poemas.
Pero los falos, los falos,
los phalos,
ay, dios mío, temo
por ellos
no
temo a
los palos.
Nunca imaginé por ti
tener miedo de nuevo,
leñador de mis sueños,
pirómano y bombero
de esos tus mismos fuegos
y nuestro mutuo deseo.
(Sofía Serra, De Solenostemon)
A Cristina Peri Rossi
Donde yo veo un árbol,
un tronco hermoso, una enhiesta
sonrisa de la tierra, un borboteo
de vida manando desde
las rocas cálcicas o cuarzos
que se abovedan protegiendo
acuíferos y ahuecando cuevas,
un chupinazo de alegría
que estalla en un paraguas
de sombra donde los alevines
de flores y yerba verde crecen
más espigados y mi propia sombra
se desdibuja y confunde
con las copas y así, ellas y yo,
en un terrenal acto de amor
sin arados ni espadas
pasamos a formar parte
de la hojarasca que la encina
lanza en junio al vacío
(el levante tiene mucho que ver),
como queriendo proteger al suelo,
mi suelo y su fiel,
de los rigores injustos
y estí-ados del calor
del sur, así su espejo
bajo tierra podrá extraer
aún cuando ni gota de agua
queda arriba cierto cc
de sal
de blanda humedad
que
le permitirá permanecer
viva
aunque casi todo se agoste
ella se mantiene fresca
con sus verrugas
como de adolescente
tierno y supuroso de acné
y otras erecciones, perdón,
(amar significa saber pedir)
erupciones padecidas,
cuando yo, decía, me asombro
al contemplar a los valientes
alcaudones meridionales
lanzarse en picado desde dos
metros tan sólo de alzada
contra la culebra amarilla de dos
metros tan sólo de larga
que sesea su cuerpo
por la tierra lija, la tierra dura, la tierra raedera
de mis rodillas oteando las posibilidades
de acercarse al nido
y así poder alimentar,
en el bosque que he desbrozado,
un cuerpo bello y asombroso
como la sonrisa de la tierra y el géiser
de vida y el chupinazo de alegría
donde yo
veo una encina, como decía,
otros y otras
ven un falo.
No quiero ni pensar
qué harán
cuando se encuentren
con el falo de verdad,
unas y unos.
Al menos las encinas
son
especie protegida
y hay que
Pedir Permiso Pagar Podarlas
cada siete años,
y ni aún enfermas se cortan
ni arrancan de sus carnales
raíces, no hay huevos
como en mis solenostemon
del alma fecunda creo
que por eso
a ellas
no les escribo
poemas.
Pero los falos, los falos,
los phalos,
ay, dios mío, temo
por ellos
no
temo a
los palos.
Nunca imaginé por ti
tener miedo de nuevo,
leñador de mis sueños,
pirómano y bombero
de esos tus mismos fuegos
y nuestro mutuo deseo.
(Sofía Serra, De Solenostemon)
lunes, 24 de septiembre de 2012
La puñalada
La puñalada
Compraré
alhajas cuando paseo
por el
mercadillo de agosto los días sin sombras
salvo en la
acera ambulante que me proponían
tu voz, tu
boca, tu oído,
y yo
anhelándote, mudo brocal,
y la tapia
cubierta de hojas de parra virgen
sorteando a
la madreselva,
minándose
de mí y yo huyéndote
sin que
llegaras o vinieras a verme.
Me
escabullí tras tus andrajos,
miraste en
otro sentido
con tus
dedos, y hacia allí
vagó tu
cuerpo tras ellos que se alargaron
hacia el
cuchillo diestro de noreste,
ése de
donde llega la helada,
ése rasante
vuelo de hielo
sobre las
onduladas tiernas carnes
de mi
apuesta: rosa en uno y otro ombligo.
Aunque
todos me digan que debo ser más cobarde.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
domingo, 23 de septiembre de 2012
Reivindicación del gris
Reivindicación del gris
el silbo de la mañana
que se abre gris, es decir, llena de matices,
por las alas de la tórtola
borboteando en el plumón
mullido del aire no ausente
de ti
Y un especial interés
domestica mis sienes juntas en su ojo
de aprendiza de la verdad del amor
a esta edad tan serena como
el mar grisáceo de la tarde
sureña en la playa de invierno.
bienvenidos
tus jamelgos juntos
y ataviados de todo lo que no sé vestirme
porque una insignia de velas
cuelga de tus dedos
que duermo en mis labios.
Y callo para no entoldar
semejante acervo de bien
y venida de tu sien
en esta mañana
gris de septiembre.
Sofía Serra (De Solenostemon)
el silbo de la mañana
que se abre gris, es decir, llena de matices,
por las alas de la tórtola
borboteando en el plumón
mullido del aire no ausente
de ti
Y un especial interés
domestica mis sienes juntas en su ojo
de aprendiza de la verdad del amor
a esta edad tan serena como
el mar grisáceo de la tarde
sureña en la playa de invierno.
bienvenidos
tus jamelgos juntos
y ataviados de todo lo que no sé vestirme
porque una insignia de velas
cuelga de tus dedos
que duermo en mis labios.
Y callo para no entoldar
semejante acervo de bien
y venida de tu sien
en esta mañana
gris de septiembre.
Sofía Serra (De Solenostemon)
sábado, 22 de septiembre de 2012
Una rosa de David por Cuba
Una rosa de David por Cuba
Conocí a David Lago González a través de su blog, El penthouse de Heriberto, al que llegué de casualidad hace ya creo que unos tres años. Buscaba información sobre editoriales españolas cuando, al detenerme en los textos que ofrecía en su perfil, leí unas palabras que me dijeron más de lo previsible. Entonces decidí hacerme seguidora. Despertaba interés en mí un poeta que decía aquello, y alguien que, por lo que acerté a vislumbrar, era cubano viviendo ya en España desde hacía décadas. Estuve esos dos o tres años siguiéndolo, leyendo sus entradas, sin comentar. Poco a poco, a la vez que iba descubriendo su personalidad, se me fueron abriendo los ojos al conocimiento de una realidad cubana en el exilio, otra realidad cubana en el exilio. Él, por su condición de homosexual y por su desadscripción de movimiento político de algún tipo, simple y llanamente era poeta, no era afecto ni para unos ni para otros.
Él era libre-pensador (parece mentira que haya que usar esta expresión compuesta para hacerse entender). Era, por encima de todo, una persona libre.
Estuve, como decía, bastante tiempo siguiéndolo, sin comentar. No me atrevía. Para mí, española progresista, social-demócrata a la hora de votar, anarquista de conciencia, aquello, el territorio cubano en el exilio, se me asemejaba a un terreno de arenas movedizas, no sabía si usar pies de plomo o pies de plumas. Temía meter la pata aunque sólo usara dedos para teclear. “Dios de mi vida”, me decía, “tantos en el exilio y tan divididos , ¿así cómo se va a conseguir nada?”.
Por el “nada” entendía y entiendo la desaparición de la dictadura cubana castrista y post- castrista.
El caso es que tardé mucho en atreverme a hablar. A David le llovían las piedras desde un lado y desde el otro. También algunos y sinceros besos desde luego. Y así, entre piedras y besos, la confianza fue adueñándose de mis pies y de mi boca hasta que el año pasado ya me permití hacerle algún comentario. Él dejó algunos en mis blogs, contactamos por facebook y cruzamos un par de correos o tres, tan sólo.
En el segundo o tercero me comentó que se iba para el hospital, que padecía SIDA. No le di excesiva importancia, no era la primera persona que conocía, por internet o en la calle, que padeciera esta enfermedad. Pensé, pensaba, que iría a una revisión o cualquier proceso similar. Pero no fue así. Cuando al cabo de los dos meses de ese último correo seguía sin tener noticias suyas (ni por el blog, ni por correo, ni por Facebook) comencé a pensar en lo peor.
Pero como, efectivamente, no éramos amigos-amigos, es decir, personas que hubiéramos desarrollado una confianza más allá de la lógicamente desarrollada a través del componente esencial de la franqueza, mi corazón sólo se preocupó como en lejanía. Yo, tan intuitiva (sic), no llegaba a considerar la emoción de que tal vez hubiera muerto.
(me sucede siempre igual, toda emoción que no logro pre-percibir, termina por hacerse realidad)
Bastantes meses después me encontré con el mazazo. Efectivamente murió a los pocos días de ese correo.
Hoy, en estos días, he podido prender una rosa en el ojal de su chaqueta, con toda la emoción por su muerte ya al descubierto para mí misma. En pocos días mostraré la fotografía de esa rosa en este blog, la fotografía, porque la rosa es suya. Una mínima fotografía de rosa para lo que tanto hay que lograr, que una realidad social y política tan dividida pueda unirse algún día para luchar por lo que tantos anhelan y anhelamos: la democracia plena en Cuba, es decir la llegada de un estado que permita el desarrollo integral de todos los derechos humanos, una ley que los ampare, que vele por su cumplimiento, por el cumplimiento de esos derechos que no hacen distingos entre las personas por su condición sexual, religiosa, política, geográfica o económica, aquellos que declaran a todos los seres humanos como iguales y como poseedores de un sueño común.
No deseo más que ellos, los cubanos, se unan, y también, más egoístamente, que algunos españoles aprendan a distinguir entre derechos humanos y principios sociales sujetos a los devenires económicos.
Por el libre-pensamiento, la igualdad y la fraternidad, David. Ya mostraré tu rosa.
La venganza del infierno... (Der hölle rache...)
Debo conseguir algún día reponer los archivos de audio de este blog que se me desenlazaron. Mientras la dejo aquí, como recordatorio...
viernes, 21 de septiembre de 2012
Injusta
Injusta
enjaulados en cada revista
de poniente.
Los soldados se ríen cada vez
que desarmas el fusil
en la garita de guardia
y luego no sabes volver a montarlo.
Hace muchos años que aprendiste
a manipular
como una vieja chocha
llena de cicatrices lumbares
a las hembras que se acercaban
a tus hombros y tus pies
a traerte sus dulces presentes
robados en el jardín de los pechos
de sus madres.
Ahora son ellas las que montan el fusil
guardando el perímetro
de la fortaleza anaquelada
contra los vientos ácidos
de cierta hecatombe que tu boca
construye adulando, creyéndote,
estrellándote como si un puro Buda
ascendiese al cielo para desmontar la noche
que nos atestigua.
Te fuiste solo,
tu autobús no llegó a tiempo
y ahora pasas por el día
como la costumbre de la cuneta
sucia y despoblada de yerbas verdes.
Fuiste tan injusto con agosto
como yo lo soy conmigo
cuando escribo.
Sofía Serra (De Solenostemon)
escribir es denostarse
Mientras, dormimosenjaulados en cada revista
de poniente.
Los soldados se ríen cada vez
que desarmas el fusil
en la garita de guardia
y luego no sabes volver a montarlo.
Hace muchos años que aprendiste
a manipular
como una vieja chocha
llena de cicatrices lumbares
a las hembras que se acercaban
a tus hombros y tus pies
a traerte sus dulces presentes
robados en el jardín de los pechos
de sus madres.
Ahora son ellas las que montan el fusil
guardando el perímetro
de la fortaleza anaquelada
contra los vientos ácidos
de cierta hecatombe que tu boca
construye adulando, creyéndote,
estrellándote como si un puro Buda
ascendiese al cielo para desmontar la noche
que nos atestigua.
Te fuiste solo,
tu autobús no llegó a tiempo
y ahora pasas por el día
como la costumbre de la cuneta
sucia y despoblada de yerbas verdes.
Fuiste tan injusto con agosto
como yo lo soy conmigo
cuando escribo.
Sofía Serra (De Solenostemon)
jueves, 20 de septiembre de 2012
Corazón encogido
Corazón encogido
Hoy es un día descarnado,
las palabras no rompen mi inquietud,
ni siquiera los regalos del alba,
hasta los sonidos de la calle
se han puesto de acuerdo
en desafinar esta sinfonía
no sé si de adviento o retirada,
partida avecilla de retorno
estrellándose contra las paredes
de alambre. Se cuartea la fina capa
de piel endurecida que me describe
tu presencia en el mundo,
un espasmo quieto
que no ilumina la estancia
donde te ocultas,
el dónde está se sienta en mi silla
y me desplaza a otra geografía,
una geografía demasiado apaisada
para este día
que averiguo estrecho
para la medida de mi querencia
por ti.
Hoy es un día muy serio.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Hoy es un día descarnado,
las palabras no rompen mi inquietud,
ni siquiera los regalos del alba,
hasta los sonidos de la calle
se han puesto de acuerdo
en desafinar esta sinfonía
no sé si de adviento o retirada,
partida avecilla de retorno
estrellándose contra las paredes
de alambre. Se cuartea la fina capa
de piel endurecida que me describe
tu presencia en el mundo,
un espasmo quieto
que no ilumina la estancia
donde te ocultas,
el dónde está se sienta en mi silla
y me desplaza a otra geografía,
una geografía demasiado apaisada
para este día
que averiguo estrecho
para la medida de mi querencia
por ti.
Hoy es un día muy serio.
Sofía Serra (De Solenostemon)
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Avecrem
Avecrem
reía
solicitando venias y contras,
tan desdichado soñó
con su silueta agujereada
por las balas de sus luces.
Conminó, a quién sino a mí, y yo le seguí,
pervirtió el azar denostando
el lúbrico frenesí de toda carcajada caliente,
ingrávida, de la entraña.
Esta indulgente y lamentable agonía
me permite despojarme
de toda suerte reglada de avatares o
absurdas decisiones en la cúspide del hombre
del maltrato y su nomenclátor soliviantando al eco,
a los desdichos de la alambrada,
a la somatización y la química
gruesa de las golondrinas
que ya se fueron gobernadas por otros afanes,
los necesarios,
las penitencias plenarias,
las hábiles transformaciones de las plumas
en vasallaje alado químicamente obtenido
en las vasijas de barro de las aguas, de las piernas
sin muletas, clavellinas entramadas
coronando ciertas testas,
… tantas testas…
… tantas tetas altas,
tanta pechuga alzada,
tanta ave a la cazuela,
y, por el contrario,
tanto pollo indultado en el gallinero.
Seré gallina sólo hasta que amanezca.
Entonces, despertaré el aire
con mi eco regurgitante.
La salvedad penetrará en cada oído
blanco, y pudiera ser que en este día
yo ya muera.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
reía
solicitando venias y contras,
tan desdichado soñó
con su silueta agujereada
por las balas de sus luces.
Conminó, a quién sino a mí, y yo le seguí,
pervirtió el azar denostando
el lúbrico frenesí de toda carcajada caliente,
ingrávida, de la entraña.
Esta indulgente y lamentable agonía
me permite despojarme
de toda suerte reglada de avatares o
absurdas decisiones en la cúspide del hombre
del maltrato y su nomenclátor soliviantando al eco,
a los desdichos de la alambrada,
a la somatización y la química
gruesa de las golondrinas
que ya se fueron gobernadas por otros afanes,
los necesarios,
las penitencias plenarias,
las hábiles transformaciones de las plumas
en vasallaje alado químicamente obtenido
en las vasijas de barro de las aguas, de las piernas
sin muletas, clavellinas entramadas
coronando ciertas testas,
… tantas testas…
… tantas tetas altas,
tanta pechuga alzada,
tanta ave a la cazuela,
y, por el contrario,
tanto pollo indultado en el gallinero.
Seré gallina sólo hasta que amanezca.
Entonces, despertaré el aire
con mi eco regurgitante.
La salvedad penetrará en cada oído
blanco, y pudiera ser que en este día
yo ya muera.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
lunes, 17 de septiembre de 2012
Pero no recordaste
Pero no recordaste
Cualquier ciudad transita
Con mis manos
Por las caricias de su lomo.
Ya apuntan maneras las dodecafónicas
Ingles, se inscriben en el gozo
Como las orugas que reptan
Por los perfiles de las hojas,
Doblándose
Sobre sí mismas
O sobre el hierro que amortigua
La hediondez sonora
De caber donde más oprimen
Los gestos,
El señuelo,
La bifurcación.
No hay otra palabra,
La verdadera huele.
Esa es la sutil diferencia,
su esencia.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Cualquier ciudad transita
Con mis manos
Por las caricias de su lomo.
Ya apuntan maneras las dodecafónicas
Ingles, se inscriben en el gozo
Como las orugas que reptan
Por los perfiles de las hojas,
Doblándose
Sobre sí mismas
O sobre el hierro que amortigua
La hediondez sonora
De caber donde más oprimen
Los gestos,
El señuelo,
La bifurcación.
No hay otra palabra,
La verdadera huele.
Esa es la sutil diferencia,
su esencia.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Un poema de Javier Sánchez Menéndez
Preparación para la muerte
No sé si estás dispuesto a agradecer la vida,
a morir enterrado en calles o suburbios
o en todos los lugares donde uno se muere
cada día, a cada instante;
como si uno se fuera agradeciendo risas
o palabras que una vez nos dijeron
a pesar de pesares para sobrellevarnos;
agradeciendo dudas, respuestas,
valía la pena ser agradecido,
agradecer la vida,
recordar a los seres que agotan los abrazos,
el llanto por amor y no estar muerto
o descubrirse muerto y ser amado.
¡Qué difícil!
Un último recuerdo principio de principios,
y preparar la muerte a pesar del dolor.
Y se apaga el recuerdo,
y se apaga la idea de agradecer
la vida a cada instante.
Javier Sánchez Menéndez
(De "Última cordura", en Faltan palabras en el diccionario. Poemas escogidos 1983-2011. Libros del Aire, 2011)
domingo, 16 de septiembre de 2012
la estrella más profunda
la estrella más profunda
Hoy se recompondrán vericuetos de helio y sordos tragaluces. Los agujeros negros hacen tiempo fabricando las estrellas del desarme. Sobre el planeta de las uniformidades pasean juntos el volumen y la estratigrafía de los segundos. Nos queda por saber cómo se pinta un vacío lleno de soles esféricos y dádivas cúbicas; las mil y una preguntas de las bocas desarropadas viajarán a la velocidad de la luz camino de la otra geometría. Al final, sin escisión, nos encontraremos en el borde del universo, que es finito, como tu perfil.
No concebir, verificar, caducar y asesinar y asesinarnos como cualquier átomo que arrima electrones al besamanos del contiguo. Traspapelar hasta rehacer el espacio que
estrato tras estrato
vamos trastornando
besos que sorbemos
olvidando los labios
que los dieron.
Engendramos
con el coito
interrumpido.
Recomponer a la medida de la estela invisible,
el campanario erguido de almuédanos canta
la mesura de las teselas,
de las lombrices traedoras de tierra
hasta el pavimento enlucido.
Pavor ante la diferencia: Tantas
fallas solícitas de terremotos
y lugartenientes armisticios.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
porque cuando
ya no quedan flores
aparece la sonrisa de tu estómago.
Hoy se recompondrán vericuetos de helio y sordos tragaluces. Los agujeros negros hacen tiempo fabricando las estrellas del desarme. Sobre el planeta de las uniformidades pasean juntos el volumen y la estratigrafía de los segundos. Nos queda por saber cómo se pinta un vacío lleno de soles esféricos y dádivas cúbicas; las mil y una preguntas de las bocas desarropadas viajarán a la velocidad de la luz camino de la otra geometría. Al final, sin escisión, nos encontraremos en el borde del universo, que es finito, como tu perfil.
No concebir, verificar, caducar y asesinar y asesinarnos como cualquier átomo que arrima electrones al besamanos del contiguo. Traspapelar hasta rehacer el espacio que
estrato tras estrato
vamos trastornando
besos que sorbemos
olvidando los labios
que los dieron.
Engendramos
con el coito
interrumpido.
Recomponer a la medida de la estela invisible,
el campanario erguido de almuédanos canta
la mesura de las teselas,
de las lombrices traedoras de tierra
hasta el pavimento enlucido.
Pavor ante la diferencia: Tantas
fallas solícitas de terremotos
y lugartenientes armisticios.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
Árbol de Verdad II
sábado, 15 de septiembre de 2012
Nonato
Nonato
Vejada, dormida, traída
del espanto a las agostas
sienes de la rota
quijada, espléndida insomne
bajo las pestañas de las abejas,
esos lícitos parangones,
la iluminación se extravía
por los juncos y las estrellas
con su azul de simiesco espejo
hendido por las hondas sendas
del blando y subrepticio porvenir.
Obstarán a la redundancia
de la esfera colgada del cielo,
bola inmensurable sobre
la aglomeración del engrudo
entre párpado y párpado
de la mirada de la noche
caso de que se acotasen
las bandadas de esclerótico
plumaje vendidas a tu frente
desde tu volumen de mórula inversa.
Grandilocuente ave marina
con estómago de hielo,
derrítelo y regurgita:
Si alguien conserva la cordura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
Vejada, dormida, traída
del espanto a las agostas
sienes de la rota
quijada, espléndida insomne
bajo las pestañas de las abejas,
esos lícitos parangones,
la iluminación se extravía
por los juncos y las estrellas
con su azul de simiesco espejo
hendido por las hondas sendas
del blando y subrepticio porvenir.
Obstarán a la redundancia
de la esfera colgada del cielo,
bola inmensurable sobre
la aglomeración del engrudo
entre párpado y párpado
de la mirada de la noche
caso de que se acotasen
las bandadas de esclerótico
plumaje vendidas a tu frente
desde tu volumen de mórula inversa.
Grandilocuente ave marina
con estómago de hielo,
derrítelo y regurgita:
Si alguien conserva la cordura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
viernes, 14 de septiembre de 2012
Síndrome temporal
Síndrome temporal
Seguimos tumbados viendo
Florecer los lilos. En otoño
Nos tocaron los testículos tantas veces
Que al final perdimos la sensibilidad,
El escroto fue endureciéndose
Y ahora no hay quien nos abra.
Me-ti-cu-lo-sa-men-te
Me despego de mí.
La vida es breve y falla
Mi oído, ya no te veo
Verte y verte venir
Como un pozo de alumbre
Descarnado y jubiloso
Te contentas sobreviviendo
Al hilo.
Terminar nos construye dejar
todo inacabado,
Fallecer en el síntoma.
Las peinetas de algunos gozos
Sembraron las madreselvas.
Tu cuerpo tan vacío de estrellas
Como el mediodía de enero, el frío.
Pero quisiera inventar un nuevo calendario.
En tu sálvame
te abres como los lirios de febrero,
honesto y fiel como una balanza
de aire. Hasta el mosquito más minúsculo
encontraría su medida en el diagrama
de tus pesos.
Comprendo que te reserves
Del mundo. Solemos pesar
Y no pensar
Como elefantes.
El lirio vuelve a levantarse
Tras el peso a plomo,
Pero sus pétalos ya se han vuelto
Transparentes.
Y no hay más febreros en el año.
Ni abriles, ni mayos, ni tampoco
septiembres.
Sofía Serra ( De Solenostemon)
No conseguimos desmembrarnos como estrellas
Seguimos tumbados viendo
Florecer los lilos. En otoño
Nos tocaron los testículos tantas veces
Que al final perdimos la sensibilidad,
El escroto fue endureciéndose
Y ahora no hay quien nos abra.
Me-ti-cu-lo-sa-men-te
Me despego de mí.
La vida es breve y falla
Mi oído, ya no te veo
Verte y verte venir
Como un pozo de alumbre
Descarnado y jubiloso
Te contentas sobreviviendo
Al hilo.
Terminar nos construye dejar
todo inacabado,
Fallecer en el síntoma.
Las peinetas de algunos gozos
Sembraron las madreselvas.
Tu cuerpo tan vacío de estrellas
Como el mediodía de enero, el frío.
Pero quisiera inventar un nuevo calendario.
En tu sálvame
te abres como los lirios de febrero,
honesto y fiel como una balanza
de aire. Hasta el mosquito más minúsculo
encontraría su medida en el diagrama
de tus pesos.
Comprendo que te reserves
Del mundo. Solemos pesar
Y no pensar
Como elefantes.
El lirio vuelve a levantarse
Tras el peso a plomo,
Pero sus pétalos ya se han vuelto
Transparentes.
Y no hay más febreros en el año.
Ni abriles, ni mayos, ni tampoco
septiembres.
Sofía Serra ( De Solenostemon)
Carlos Verdecia y su Productividad
Productividad
Quedé maravillado
cuando aquella mujer se me colgó del cuello
y comenzó a demostrarme con el detalle
elocuente de la práctica (hacía un momento
acababa de explicármela en teoría)
su asombrosa tesis
sobre la productividad del beso.
Y así,
estrujando su boca contra la mía,
me fue ilustrando
sobre el aprovechamiento óptimo de la lengua,
el máximo rendimiento de los labios superior
e inferior,
el empleo de dientes, cielo de boca y frenillos
en su categoría de medios básicos,
el cálculo preciso de la tasa respiratoria
y el ahorro normado del insumo de saliva.
Eso,
dentro del mínimo tiempo
del amor.
(Carlos Verdecia. La escalera de incendios. Colección CRAN Poesía. Madrid, 1995)
Cordura
Cordura (Viernes, 8.30 de la mañana)
(Sofía Serra, De Solenostemon)
Los niños pasan por la calle camino del colegio. Ellos no saben que el mundo está loco, que sólo los van a enseñar unos locos, que sólo los van a formar para poder soportar la locura de este mundo cada vez menos cuerdo, y, con algo de suerte, para ser unos locos más locos que los que ya están.
Yo estoy segura hoy de que no formo parte de este mundo. Yo no tuve la suerte de esos locos de hoy.
El pasado viernes tuve la misma sensación al salir a por los recados. De pronto la gente había vuelto de las vacaciones. Y de pronto me encontré con un mundo sólo poblado por locos.
Me gustaría formar un club por la cordura, ¡una fundación por la cordura!... ¿alguien me presta los XXXXX euros que necesito para llevar a cabo el proyecto?
Prometo devolverlos con intereses y el beneficio de un mundo más cuerdo.
(Sofía Serra, De Solenostemon)
Partida
Partida
Vengo a recordar la venta
del mensaje.
La hormigonera registra
Los bramidos de tu hombría.
No hubo negación
De tu varonil muerte.
La masacre descansa
Sobre pilares de blanda argamasa.
Descerebrados el mito y la joya
Sitúo sobre mi mesa
De jaspe reluciente
Tu retrato.
A estas alturas de mi diosa interna
Reclamo mi trozo de partida,
La salida que me pertenece.
Estoy dispuesta a compartir
Pero sólo cambio
Hielo.
Quién nos ocupa que me vendo
Por dos míseros reales
Ojos, uno para tasmearla,
Otro para pintar la
Verónica de tu ensalmo
En el rostro cautivo.
La luz se ablanda
Como un canal lechoso.
Es tu nombre.
Una grada insomne,
Mi diosa interna
Que se agranda
Fría.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Vengo a recordar la venta
del mensaje.
La hormigonera registra
Los bramidos de tu hombría.
No hubo negación
De tu varonil muerte.
La masacre descansa
Sobre pilares de blanda argamasa.
Descerebrados el mito y la joya
Sitúo sobre mi mesa
De jaspe reluciente
Tu retrato.
A estas alturas de mi diosa interna
Reclamo mi trozo de partida,
La salida que me pertenece.
Estoy dispuesta a compartir
Pero sólo cambio
Hielo.
Quién nos ocupa que me vendo
Por dos míseros reales
Ojos, uno para tasmearla,
Otro para pintar la
Verónica de tu ensalmo
En el rostro cautivo.
La luz se ablanda
Como un canal lechoso.
Es tu nombre.
Una grada insomne,
Mi diosa interna
Que se agranda
Fría.
Sofía Serra (De Solenostemon)
jueves, 13 de septiembre de 2012
Medusa
Medusa
Nadie me ha regalado un ramillete
De flores que llevarme al pecho.
No sé, la vida
sucede tantas ocasiones
tan injusta con las diosas
que no son de mármol…
Pero en Carrara triunfé.
Me aplastaron la ingle
Como una lengua de sapo.
El príncipe afiló su cincel
Y el bloque de una tonelada
Se desprendió de la cantera
Limpia y mansamente.
Entonces llegó Miguel Ángel y
Encontró a su David
Y su fama.
Pero tampoco nunca me regaló un ramillete
De flores.
Siempre estoy sola,
Y aún no sé
En qué consiste la soledad
Salvo en estar
Sola.
Algo descabellada —cada vez menos
Sierpes me quedan—.
Y hacerles Arte con mi mirada.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Nadie me ha regalado un ramillete
De flores que llevarme al pecho.
No sé, la vida
sucede tantas ocasiones
tan injusta con las diosas
que no son de mármol…
Pero en Carrara triunfé.
Me aplastaron la ingle
Como una lengua de sapo.
El príncipe afiló su cincel
Y el bloque de una tonelada
Se desprendió de la cantera
Limpia y mansamente.
Entonces llegó Miguel Ángel y
Encontró a su David
Y su fama.
Pero tampoco nunca me regaló un ramillete
De flores.
Siempre estoy sola,
Y aún no sé
En qué consiste la soledad
Salvo en estar
Sola.
Algo descabellada —cada vez menos
Sierpes me quedan—.
Y hacerles Arte con mi mirada.
Sofía Serra (De Solenostemon)
miércoles, 12 de septiembre de 2012
La luz de los días
La luz de los días
Ya los gavilanes se sumergen
En el río de las horas.
Romper el tiempo siempre
Fue lo nuestro, aunque construir
Catedrales no se nos diera
Bien sabemos
Hacer el amor entre sus pilares
y la luz de las vidrieras
y la piedra nos tallan
Como flores maduras
Que robustecen el estallido
De los transparentes en otoño
Y jamás me sonrió la suerte.
Aunque el membrillo, sí.
Ahora que los árboles
Se desnudan columpio su ocaso
En tus pupilas tú me ves
Como si nunca me hubieran mirado
Como un árbol desnudo
De córvidos azules y voces pasajeras
Como la suma del bien
Y tu longitud de hombre libre
Como un árbol desnudo
Y mi latitud de mujer
Como un árbol desnudado
Con sus hojas
Ya transparentes
Somos.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Ya los gavilanes se sumergen
En el río de las horas.
Romper el tiempo siempre
Fue lo nuestro, aunque construir
Catedrales no se nos diera
Bien sabemos
Hacer el amor entre sus pilares
y la luz de las vidrieras
y la piedra nos tallan
Como flores maduras
Que robustecen el estallido
De los transparentes en otoño
Y jamás me sonrió la suerte.
Aunque el membrillo, sí.
Ahora que los árboles
Se desnudan columpio su ocaso
En tus pupilas tú me ves
Como si nunca me hubieran mirado
Como un árbol desnudo
De córvidos azules y voces pasajeras
Como la suma del bien
Y tu longitud de hombre libre
Como un árbol desnudo
Y mi latitud de mujer
Como un árbol desnudado
Con sus hojas
Ya transparentes
Somos.
Sofía Serra (De Solenostemon)
martes, 11 de septiembre de 2012
Yo apuesto por "Jornadas de cielos invisibles"
Me llegó, la empecé, dudé en las cuatro primera páginas, pero algo no me cuadraba en el olor de mi sexto sentido, seguí, me alegré, se me abrieron los ojos de asombro, me la bebí, aposté por ella... fue una de esas tantas con las que no conseguí que mis jefes se implicaran en una publicación sin cobrarle dinero al autor. Nunca me lo concedieron, "esto es un negocio, Sofía no una ONG"... No pudo ser, ni siquiera ofreciendo el hecho de que su autor lleva un blog de un gustoso y alto contenido estético, además de que puede resultar muy atractivo... Como alguna otra obra, pocas muy pocas, que yo recuerde sólo dos o tres, por sólo dos o tres rogué, por sólo dos o tres peleé de entre unas 800 valoradas, bien sé que una editorial no puede comer del aire. Pero cuando entra lo que merece la pena, es que entra lo que merece la pena, y entonces habría que darse con un canto en los dientes como editor por tener una oportunidad así, no ya de hacer negocio (que dependerá de muchas otras cuestiones, entre otras cosas la habilidad para saber llevar un negocio), sino de hacer HONOR a su profesión, EDITAR una obra que enriquezca al resto de la sociedad, una obra que merezca la pena.
Bien sé que el autor ha ido ofreciéndola a otras también bien conocidas dentro de la publicación actual, pero no, resulta que su autor no tiene nombre como escritor, es tan sólo abogado, tan sólo. O sea, no forma parte de tribu literaria alguna; para aclararnos, va por libre, así, P-O-R L-I-B-R-E, y hay que decirlo, al que va por libre, lógicamente se le presupone menos poder de venta que los que forman parte de tribus, esto es de cajón. Y así, nos topamos con lo que actualmente (ya no sé, pero sí de un año para atrás) ha ido sucediendo en el negocio editorial español, que sólo publicas no porque tu obra valga más o menos, sino porque eres amigo o formas parte del grupo tal o cual que, por supuesto, "escribe" (unas veces bien, otras mal).
Se comprende, sí, aquí todo es comprensible, todos entendemos las limitaciones de todo, todos entendemos y sabemos cómo funciona todo, y yo por supuesto sé como funciona un negocio editorial. En España no se lee, mejor, en España, y más ahora, no se compran libros; sin embargo sí se publican a mansalva, ¿por qué? Porque 200 ejemplares son fáciles de vender entre la comunidad de amigos, las presentaciones y un poco de boca a boca entre familiares y la autopublicidad en el respectivo lugar de internet. Y así nació y creció la actual burbuja editorial (y, por ende, cultural) que padecemos y que ya ha ido haciendo estragos entre editoriales que no merecían desaparecer, en nuestros cerebros y entre obras que habrían merecido ser publicadas en papel, e insisto en lo del papel.
Yo apuesto por "Jornadas de cielos invisibles" aunque no me sobra ni un mísero euro, pero puede ser que a ti sí te sobren 10, 15, 20, o algunos más. Mételos en este libro, en esta novela. Esta novela merece ser publicada en papel, pero aún más, esta obra merece ser editada por algún editor o editora en condiciones, es decir, alguien que no sea el autor, no por la persona en cuestión, sino porque una obra necesita otros ojos, unos ojos expertos y profesionales para ser puesta, expuesta públicamente, bien lo sabe una que se tuvo que autoeditar su primer libro de poesía puesto en papel. NO ES LO MISMO escribir que editar. No tiene nada que ver. Se necesita un conocimiento ajeno para que una obra sea expuesta en un "escaparate", que no es otra cosa un libro como objeto cuando se pone a la venta, y pueda ser asimilada por otros ojos. Y eso es lo que cuesta dinero. Y eso es lo que nadie expone, ni siquiera los propios editores actuales en un 90%, siendo como es su trabajo, y más, lo que su profesión llevada al fundamental principio de la ética, de su código deontológico, dictaría. Sólo, tan sólo he conocido a un editor como dios manda. Algún día diré su nombre. Algún día, aunque algunos ya puedan imaginárselo. Si no lo hago aún es porque espero a que mi palabra pueda significar algo para alguien más que para dos o tres amigos que sé pueden creer en ella. Lo merece. Que me aguante las ganas de hacerlo, mis impulsos.
Igual que esta obra ha merecido que yo espere a que el autor se decidiera a romper la pana por ella, como ahora lo hace mojándose en acogerse a ese sistema llamado crowdfunding. ¿Mi deseo?... Mi deseo es que consiguiera ese dinero y con él se fuera a una editorial que moviese bien los hilos distribuidores y comerciales y, así, pudiera verse en las librerías para esta navidad. Eso es lo que deseo para esta obra.
AQUÍ dejo el enlace por si crees en lo que digo.
Yo apuesto por ella.
http://libros.com/crowdfunding/jornadas-de-cielos-invisibles/
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