viernes, 30 de julio de 2010

Un año hasta el sol



Hace justo un año regresé a esta ciudad donde vivo. Apenas un par de días antes había comenzado el poemario "Canto para esta era" aún viviendo en el campo. Anoche me sentí escribiendo un poema que, una vez terminado, entreví que constituía el final del que con el que estaba (probablemente se titulará "Cae el cielo"). Sus versos finales nombran, sin conciencia prevista, igual, casi exactamente igual que uno de los primeros versos de aquel otro que hace un año comencé: el manantial salado de tu abrigo. Su poema se titula "Canto de egoísmo", lo subiré tal vez mañana o pasado en formato de audio. Entre uno y otro, conjuntos de poemas, se deposita la cifra de 37.884 palabras, contadas por el word lógicamente . Me picó la curiosidad, y sonreía al pensar, ¿tantas palabras para terminar diciendo lo mismo? Y sigo sonriendo. Sé que cualquiera con inteligencia sabe que siempre cantamos lo mismo, como siempre fotografiamos lo mismo, que ése es el camino de por sí.

Reflexiones numerológicas aparte, creo que con este poema se cierra una especie de ciclo; no creo en ellos , o creo del todo más bien, pero siempre abiertos, siempre círculos abiertos avanzando en progresión a razón tal vez del valor numérico de una "fi" o de una "cualquiera sabe qué". Poco importa. Se avanza, se recoge, se hace y "solas", las cosas CUADRAN, como en el ortógono del formato de una fotografía.

Treinta y tantas mil palabras, casi cuarenta mil, cuatro poemarios, no sé cuántas fotografías para un año creo que no está mal. Lo que subyace a todo desde luego, no tiene dimensión posible de atisbar ni por mí siquiera por muy "mío" que sea.


Título de la fotografía: Autorretrato de un año




El amor mío

Hoy mi voz se rinde abrumada, leve canta/
arrullos, tiernas competencias de niñas que juegan al sol de mediodía,/
levante en plena tan solazada./
No sé ya cuando te acuné./
A veces las penumbras vacían pantanos de dicha logrando regar/
los grandes valles poblados de jaras./
Otras nos someten en su letargo de luces fabricando no se sabe qué incómodo saco de plumas,/
cañones clavados/
sobre las nalgas/
como si la caricia se desprendiera de su porte/
para asomar por las otras perchas./
Sin embargo, hoy, el ya que es ahora sin después, rosa,/
la noche alegre rosa/
canta tornasolando las esquinas./
No es tiempo de vino./
Aún./
Agua salada brota ahora del manantial/
de esta cueva clara./
Un beso en tu nuca,/
un beso en tu pecho,/
un beso en tu alegría./
De despedida./


¿ Y cuándo no hay amor?/
¿Qué si no es paz, verano o suerte a escondidas o a luz/
en las niñas que se atormentan o en los hombres que temen?/
Ni el vino, ni la rosa, ni el papel/
terminan por pervertir./
Hoy brota de mí el manantial salado de tu abrigo. Hoy nació el amor mío./

Sofía Serra, 29 de julio de 2010

jueves, 29 de julio de 2010

La orilla (poema re-encontrado)

Suele suceder que cuando andamos buscamos cualquier cosa, damos con otras. Así me ha sucedido esta vez también. Abriendo algunos dvds antiguos con la intención de encontrar alguna fotografía que necesito para otros menesteres, di con un archivo que ni yo misma recordaba. Contenía cuatro o cinco poemas nacidos durante la escritura de La presencia por la ausencia. Al parecer los guardé con carpeta aparte y a la hora de pergeñar el poemario, simplemente, como no los recordaba, ni hice por buscarlos. Al leerlos comprendí que formaban parte de él, tanto por estilo como por temática. Los he corregido, buscado su lugar e introducidos en la maqueta para la próximo publicación en papel.
Éste es uno de ellos, concretamente, con el que he decidido ahora finalice.
A vueltas con lo que hacemos los que escribimos poesía, y al menos en mi lugar, cada día que pasa considero la publicación en papel como más necesaria para poder dar por terminado un poemario.
Desde luego su hallazgo ha sido completamente fortuito; pero  hace mucho tiempo que dejé de creer en el azar.


Título de la fotografía: La orilla


La orilla

Si es casi dolor,
físico dolor clavado a esta carne de espuma y viento que gobierna mi centro.
Mi tú por ser yo,
mi vaivén sobre tu sueño y tu vigilia,
mi pulso sobre las arterias de esta vida que
me invita a tumbarme en la bajamar de tus brazos.


Algunas olas se abastecen por sí mismas.
Otras revientan en la piel arenosa como queriendo alimentarse de tus huellas.
Se habitúan a vivir sin el viento hasta dejar de ser ellas mismas por (a)mor de la orilla.
Ser y consonancia de flujo y reflujo sobre la bahía abierta,
sobre la balsa de arena como pecho de hombre al sol.


Ni siquiera puedo suscribirlo.
No lo firmo.
Prefiero que nieve en mi mejilla antes que sobrevolar el ocaso.
Para vivir he nacido.
No me importa comunicarte, pero no prevengo que mis manos  te busquen.

Sofía Serra (La presencia por la ausencia, 2006)

martes, 27 de julio de 2010

Metamorfosis

Fotografía antigua, poema nuevo.




 Título de la fotografía: Subsunción

Desmemoria


Vamos a hablar de ti./
Tú, ¡tú!,/
¿de dónde llegaste y hacia dónde partiste?/
¿Acaso has existido?/
Combaten torpemente la amapola, el tulipán y la jacaranda/
a escorzo de sí mismas sin lograr subsumir, sin conseguir encajar vuelco con sus semillas,/
¿Qué condenada fantasmagoría/
señala a la flor del magnolio?/
Ya fruto, ya nudo de futuro,/
ya dudo sobre el presente,/
esta esfera en el barro, esa esfera blanca será lo que ya vuelo./
Tú, ¡tú!, ¿es que existes?,/
tú, ¡tú!, ente enojado de nube sobre azules aguas a vueltas sobre cañaverales.
Tú, ¡tú!, ¿acaso te bañas/
te mojas, escurres , luego secas?/
Tú, tú, de quebrado porvenir,/
¡tú, tú!, ¿he inventado el pasado?/
Tú debes existir,/
el pronombre lo clama y hasta todos./
El tren lo baila, hasta el campo de rubia yerba de agosto lo predice./
Pero me faltan alminares en esta frente desde donde poder divisar el paisaje y así, quizás, lograr ver emerger el ciprés de tu tumba./

Esa mancha verde en el lienzo/
camina ahora tan solo por mi cerebro sin célula física/
que la abrace./
Entes que desaparecen, paisajes que no se visten ni de cementerios./

Sofía Serra, veintialgo de julio de 2010

lunes, 26 de julio de 2010

El príncipe valiente

Creo, estoy segura, que es la primera vez que en este blog introduzco una fotografía no hecha por mí; no disparada, puede que alguna, pero completamente ajena a mis manos, estoy segura de que es la primera vez. Digamos de alguna forma que mi vanidad me impide hacerlo. Hago fotografía y escribo poemas y todos los que tan amablemente habéis podido acercaros alguna vez a este blog sabéis que no lo dedico a hablar de nada que sea ajeno a mi producción creativa. Caminé durante bastantes años por foros de fotografías en los que a la vez que aprendía sobre la fotografía digital me dedicaba a levantar egos que en la mayoría de los casos no merecían la pena. Eso lo iba sabiendo, desde luego, después. No era por supuesto una labor altruista por más que pudiera considerarse así. A cambio obtenía algo de lo que sí carecía y que por mor de las circunstancias de la vida lo hacía necesario para mi estado anímico de por aquel entonces. Lo que comúnmente conocemos como cariño, estima por parte del otro.

Lógicamente se trataba de un intercambio apócrifo, sin autoría auténtica, sin firma que avalase la garantía de su autenticidad. Por eso escribí algunos años después un poema que titulé "Meretriz" (en mi poemario "El paraíso imperdible") al ser consciente de que había prostituido lo más valioso de mí misma, es decir mi capacidad para ver arte donde lo hay. Y donde no lo hay, dar las mil vueltas hasta que "al otro" le quedara razonablemente claro que en lo que de sí brotaba sí había arte. De esta forma lograba que las personas se sintiesen más valiosas, se quisieran más por sí mismas, que sin duda era lo que yo necesitaba para mí. Resulta curioso comprobar como nos proyectamos en el otro; curioso no, creo que constituye la clave del entendimiento de esta especie que llamamos humana. Sin otro, no hay uno. Nos engulliría nuestra porpia capacidad de conciencia de nosotros mismos. Como si exactamente conformáramos el más abisal agujero negro. Por eso el arte como lenguaje exclusivamente humano que es constituye para mí el más señero exponente del potencial real del Hombre.

Pienso y siempre pensaré que la capacidad artística es inherente al ser humano y que en todos anida su semilla, y que por muy poco "arte" aparente que pudiera parecer se vislumbre en cualquier expresión creativa, con la suficiente inteligencia y sensibilidad puede llegar a desenterrarse aunque sólo sea el microscópico átomo de semilla artística, como digo, inherente al ser humano, innata a él. Me dedicaba a intentar sacarla a flote, hacerla evidente ante los ojos del que menos veía.
A cambio de ello sólo obtuve afectos superficiales y pasajeros, lógicamente como no podía esperarse de otra forma, y mucho desgaste humano por mi parte. Por eso algún día decidí prescindir de los foros, y, tras un descanso, me dediqué a exponer lo que fuera que iba haciendo o en varios blogs de mi autoría, hoy refundidos en este cuarto claro.

La fotografía de esta entrada es obra de Paco Martínez, a quién ya he nombrado en una entrada anterior, excelente fotógrafo y mejor amigo. Sí, de aquellos años de los foros. Sino que él sí fue amigo de verdad. Algo más que amigo. Terminé llamándolo mi hermano, y hoy sé que algo más que hermano, porque hasta con mi prpio hermno de sangre puedo encontrar el abismo que entre Paco y yo nunca se dio. Simple y llanamente cuidó de mí cuando ni yo misma podía hacerlo, con sus fotografías, sus palabras, su compañía en la medida que este medio permite velando por una loca medio suicida que se lanzaba a los abismos del "otro" y de este mundo de internet, aunque sólo fuera a través del ejercicio de una actividad creativa, en busca de algo que sólo estaba dentro de mí misma. Compuse por aquel entonces varios poemas sobre fotografías suyas (algunos aparecen en La presencia por la ausencia). Paco Martínez, como a él le gusta llamarse y todo el que conozca su obra reconoce, es, aunque no exclusivamente, pero sí fundamentalmente, fotógrafo de naturaleza humana. Sus fotografías fueron mi referente para no olvidar que el ser humano existe aún cuando más lejos esté una de poder percibirlo. Me sirvieron, sus fotografías, de consuelo, de inspiración, de alivio. En definitiva de casi todo lo que necesitaba por aquel entonces.

Como hace poco hemos vuelto a reencontrarnos, nada me gratifica más que, sin haberlo previsto, contemplar cómo un pequeño poema brotaba de mí al recordar una fotografía suya de por aquél entonces. Ésta con la que hoy lleno esta entrada.

Si alguien desea saber qué significa fotografiar y cómo hay que hacerlo, que no dude en seguir su obra.  Por otro lado, sólo deseo hablar de él como fotógrafo; como ser humano, sólo lo hago para mí misma, con todo mi respeto hacia quien me pueda leer. Lo que una gana, para una es, ;).



 Título de la fotografía: Le petit prince courageux (de la serie "Personajes para un sueño")

El príncipe valiente

Deslindes de presente,
o no,
ya es irremediable el avance.
O no.
O no me basto, o no me dejo,
o me rindo o me entusiasmo, o me envilezco o afrento.
O tal vez la “o” me venza como vino sobra las murallas,
que para qué sirve sino tan sólo para teñir a las piedras.
O de rojo de vida quieta en las esquirlas.


Cuando pequeño el príncipe valiente soñaba
con degollar dragones; hoy ante sus ojos
son las piedras las que relucen bermellones de roja sangre.
Que no basta con verdear.
que hay que sucumbir y temblar,
agostarse y tragar la propia lengua,
engullir el hambre de hambre hasta perpetrar
el crimen perfecto.
El crimen de sí.
...
Como la O de hermanO.

Sofía Serra, veintialgo de julio de 2010

domingo, 25 de julio de 2010

La pinta, la niña y la santa sofía de constante-inopia

Estaba releyendo los últimos poemillas escritos por ver cuál subía cuándo he visto que éste encaja muy bien con la fotografía que elegí para la portada de "La presencia por la ausencia", una fotografía que tiene ya cuatro o cinco años. Como a la vez esta tarde he estado dejándola definitiva, parece que todo estaba predispuesto.

;)

Como se puede observar poco qué ver con la que preparé para el blog. Las proporciones son las mismas que la del futuro libro, más cuadrado que alargado y, sin querer, he pensado en cómo presento siempre las fotografías; entonces ya no ha habido más que pensar. Es la que quiero, y a Bohodón, le ha parecido muy bien...
:)
Para octubre estará más o menos. Ya está maquetado.


Y el poema,

La niña


A veces pensé en ti/
como en la niña que se entrega al rompeolas,/
rasgada y serena alba que vuelve sobre sí/
y gira el mundo a través de sus órbitas caudalosas,/
ojos de rima y sangre blanca/
que vuelven a la arena./

Y bebo y bato y renazco./
¿Qué tendrá Venus/
que es capaz de transformar en valles todos los océanos?/

Sofía Serra, 20 de julio de 2010

sábado, 24 de julio de 2010

Los parasoles de Afrodita II




Los parasoles de Venus
Blande, blande acopio
de pálpito, sístole y diástole, pétalo a pétalo
licuados goteando mar.

Se autogeneran, reverberan licuándose en este día de dura estampa,/
grabado sobre pergamino./
¿Nunca más asomarán esos parasoles al aire limpio hacia el que se abren estas pupilas claras?/
Menos mal que aún me queda estómago,/
por poder blandir tu carne de objeto encaramado/
en la cúspide/
de los retos aún no conseguidos./
Asociada a tu marea/
que me irrumpe,/
que me moldea bajo-adentro y alta torre,/
no quiero sino vivir/
reflejada en el espejo de esos parasoles de vivo/
entusiasmo orientado al calor que se regenera./
...Es que no quiero, no quiero, no quiero más luz que la que ya escribí./

Sofía Serra, Julio 2010

jueves, 22 de julio de 2010

Los parasoles de Afrodita

El audio, mi recitar, tiene un fallo en la pronunciación de una palabra, pero me ha gustado el tono en que ha quedado la versión en general, y he decidido darla por válida ya que el poema se puede leer también; pido disculpas por el error al pronunciar.




Los parasoles de Afrodita

Ya llegaste, te has sentado ya.
Tengo tus ojos delante:
De su dorado vientre, el de Afrodita,
nacen celestes parasoles.
Sombrillas chinas que la diosa abrió
para cultivar mi piel con la nácar
y el humus de marino arrobo arrojados
sobre la ola que, de vuelta y viene, conforma la marea
del sanguíneo mar de poniente:
¡Mar mío, mar lleno, mar tan grande como yo misma!,
exclama la diosa rediviva, aún ignorante de su testicular ascendencia.
Urania utopía transformada por mor
del viento en conflagración de carne sobre agua-sal y carne.

Gemiste en mis ojos: ¡Dame aire!
Gemiste en mi boca: agua blande y
piel para el cuántico cuerpo,
envoltura de este juguete polivalente
en el que me sumerges hasta contentar objeto
de los ritmos internos que manifiestan la eufonía,
venéreas transacciones, de las celestes esferas.
Amor, cueva clara sombreada por los chinos parasoles visitas.
No tus brazos,
no tu música,
no tu centro;
ni siquiera tus alas,
en el reitero de esta penumbra de piel interna,
hallarán ajado, que ella misma se renueva a la medida de las Eras.
Que sí, vuelan ya.

Urano,
hoy ya caes,
hoy ya retornas a por tus genitales.
Qué castrado te dejamos, ¡ay!
Ay, castrado, sí. Mas, te hablo al oído, recuerda:
Sólo a sangre, tu carne engendró lo más sagrado.
Ahora ya cayendo,
piensa,
podrás hacer de la progenie de tus gónadas real cayado.

Sofía Serra, Julio 2010

martes, 20 de julio de 2010

Bocetos de portadas

Ando trabajando en portadas para distintos libros de otros autores. Dejo dos bocetos.


Un pequeño ejercicio en monócromo

El disparo original y dos pruebas distintas (mejor como siempre pinchar en las fotos para verlas en su tamaño)

lunes, 19 de julio de 2010

Alto y notable se yergue manando sombra y luz el magnolio

Y hoy, sin fotografía, o con unos sesenta mil disparos en formato digital realizados desde el año 2001.

No me deis el pésame.
Llevo nueve años de loco y desgajado duelo.
Nadie me dijo que lo habían matado, y yo, inocente,
no sabía distinguir entre muertos embalsamados
y cuerpos con vida de presente.
En la tumba no se diferencia la luz de la penumbra.









Alto y notable se yergue manando sombra y luz el magnolio

Este bello estío,/
qué mal conlleva/
ciertos pesares míos;/
ellos solicitan, presurosos,/
la caída de las hojas una a una/
hasta no quedar ninguna/
entre el celaje y este suelo./
Hoy emborronan el lienzo/
hasta hacer crecer el árbol desde este pecho/
que mana fuente transformada en magnolio./
Yo ya no más me debato/
entre suelo y cielo quebrando ilusorios horizontes,/
ajenos vuelos,/
dichos de avenidas solicitando agua o esteros secos y yermos que colman/
huecos generales,/
sin perder, en esta calma mía,/
ni una sola hoja grande,/
ni una mínima célula/
que sin saberlo (las células no tienen cerebro)/
eche de menos al más de mi penumbra interna./
Insignificante en el árbol, lo taladra hasta quebrarle el tronco./
Salvo a los de los magnolios./
Pienso sobre mi cuello:/
No ha sido suficiente, no,/
aprobar este tiempo sin consuelo./

Sofía Serra, Julio 2010

viernes, 16 de julio de 2010

Cae la noche

Retomo tema con el que inicié este poemario que no sé cuándo concluirá. Tal vez sea la señal que espero para disponerme a intentar callar durante un tiempo. Tengo tanto por corregir de lo escrito este año que como no lo haga ya me da la sensación el ordenador lo engullirá convirtiendo en bits lo que ya mi cerebro decodificó antes, :).
O no, simplemente no sea la señal.
Ya veremos.


Título de la fotografía: Cae la noche


Mañana


Hoy abriré el jardín en voz baja desde mis manos./
Mimo el aire dócil/
con aroma de voz caliente del lecho nocturno recién concedido/
al fresco de la mañana./
Poema voz sobre estas palabras, sólo voz depositada en la tersura/
de tus yemas, capullos/
acariciados con labios-músculos reflejos del otro
(el que golpea con palabra de poema)/
que evidencia beso de mi aliento/
a tus dedos... tus dedos, extensiones terminales/
y primigenias de tu centro/
que sé quieres vivirlo, que sé lo logras, que sé lo vives./
Dentro de mí/
construyes tu alta torre,/
señor de tus dominios,/
sol de mediodía./


Me como las uñas y el estómago por dentro:/
¿Tengo hambre?/
Tengo pensamiento que desciende a través del alambre que sostiene,/
por tan sólo un hilo de cobre,/
a mi pecho sobre el precipicio del horizonte coloreado/
por falta de, a dios gracias, luz./
Cae la noche./
Hoy ya, que no es ya, sino mañana, los sueños despiertan:/
Cae el cielo./

Sofía Serra, 15 Julio 2010

(A lo largo del día intentaré grabarlo en audio; ahora mismo, imposible. Balcones deben estar abiertos a esta hora de la mañana para que los habitáculos se refresquen (aprovechando la bajada de la temperatura que la noche , y sobre todo el amanecer, comporta) antes de que el calor inunde las calles, ahora más pobladas por los ruidos de las motocicletas, los automóviles, las personas que aclaran sus gargantas... Vivir en una estrecha, aunque larga,  calle del casco antiguo de Sevilla conlleva en verano sobre todo eso mismo, un casi vivir en plena calle, :)

martes, 13 de julio de 2010

Sin miedo ni esperanza





Título de la fotografía: Surrender


A roja suerte

Poema vida, poema verso/
ya sin aliento/
por mucha flama que inunde las calles de este estío caliente y caliente,/
generoso como pecho/
mamario de sol naciente.
No quebradas sinuosas, ni portazgos pervertidos./
No alharacas de tibio barro, por muy sano que resulte,/
baños frescos de agua clara y sales minerales/
distribuidas gramo a gramo sobre cada vestal célula/
de esta efigie de ferviente y enlodada, a dios gracias, humanidad./
Y si me como y me duelo, reiré,/
que vuelo con este puño-brazo en alto con empeño de ave césar,/
aves negras,/
que yo te arrullo, que yo te acuno/
que yo te beso, tú te creces y yo te amo a dos manos:/
Una, para la suerte./
La otra, para no abandonar al tiempo, mi compañero./
Luz que te vi llegar allá por las mañanas del mudo cielo de agosto,/
hoy te asomo desde mis brazos/
al valle de las penumbras antiguas.../

Sin miedo ni esperanza las risas baten rojas flores./
Sin miedo ni esperanza,/
las campanas surcan afables el contenido/
líquido del aire/
y la sinfonía/
del des-fuero de ese pecho abierto en cruz partida./
Chupa hueso y chupa ruido esta esquina grande/
de vuelta mía/
sobre la luz de la mañana: quiebro el orden y la medida,/
que ya me tañen, ya me tañen las luces de este cordaje,/
la negra avena loca y las alas de la espadaña./
Sin miedo y sin esperanza/
se amontonan circunstancias/
construyendo desatinos./
Sin miedo y sin esperanza/
yo canto viva al abordaje/
que acometo sobre la cubierta de este barco, nao incendiaria,/
nave que prende,/
nave que surte,/
nave que surca amores y  mares verdes./
A mares rojas suertes/
lloran ya,/
sin esperanza ni miedo algunos./

Sofía Serra, Julio 2010

jueves, 8 de julio de 2010

Bailando con suelo


Título de la fotografía: Con suelo





Bailando con suelo


Y este pecho mío, y este giro venido a mayor vuelo,/
y este cubre- cama, esta solana vuelta,/
este ruido gozoso de gaviotas/
con canto afinado en el diapasón de los aullidos de los lobos;/
esa luz que licuaste bajo la sonrisa blanca de tu cuello.
Que yo no te buscaba, amor. Busca cielo/
y busca barco el agua:/
Y el barco viró y viró girando sobre sí,/
compartiendo sino con el tren que vino y fue./
Y que yo no te buscaba,/
delicia y candor, que el torbellino/
arrima sello al destino de lo que no sabemos llamar muerte,/
sólo vida sin consuelo./
Ha llegado lentamente,/
pero has dado la vuelta/
a la vida./
Si ya ves que no te vi venir despacio,/
lentos mis ojos o tal vez cierta ausencia/
de sagaz aplomo para estas cosas,/
céfiros que los llaman, y yo, ya ves tú,/
verdades las he gritado siempre./
Si es que no te vi llegar./
Sí que soplé pausadamente, casi sin quererlo, como un natural/
de mis pulmones a la flor desnuda/
que abre y abre cosecha sobre el suelo./
Sí, vuelta a vuelta cintura asomada;/
sí, al pretil de la tuya./


Dicen que sólo puede explicarse del revés,/
mas ya hace algunos siglos que la jardinera regó collares,/
y decenas de años que quedó artesonado el techo/
de ojos muertos en el frío estero abierto a la bruma,/
a la niebla./
Y aquel sin consuelo llegó rodando/
hasta mis pies como perla prohibida de la sinrazón oculta./
...Pero por el suelo, por el suelo avanzó girando./


Hasta los nudillos de pie y con el puño en alto/
la eterna lobezna creció y ahora pregunta:/
¿Queda alguien puro en este mundo?/


Nudillos,/
no tengo a nadie./
Nudillos, no tengo nada./
Nudillos, todo quiero./
Nudillos, todo soy:/
Matriz longeva pare puños de alegría,/
con lágrimas ensartadas, nudillo a nudillo,/
en el collar de las perlas mías licuadas por mor del amor/
que sembraste allá en la tumba./
...Y este consuelo, este con- suelo que desdice ya hasta la palabra mía./

Sofía Serra, Julio 2010

martes, 6 de julio de 2010

Compañeros del tiempo

Autoparafraseo uno de mis versos de hace unos meses en este título.
Aunque escrito hace pocos días, este poema formará parte del libro que se publicará después del verano, "La presencia por la ausencia".
La fotografía ha salido re-revelada ahora. Disparada y hecha en su momento en blanco y negro, aquí se puede ver, siempre me quedé con las ganas de hacerla definitiva en color. Ahora, hoy,  al hilo del poema, ha salido. 
Que nadie confunda el hecho instantáneo casi inherente a la captación de una imagen fotográfica, con la velocidad con la que el ser humano es capaz de asimilarla, hacerla suya, y por tanto que se tenga en cuenta que si "click" puede hacer desde una máquina a cualquier chimpancé, es el hombre el único que puede aprehender algo tan casi inalcanzable por la física humana como es la velocidad de la luz.
Reiterativo debe sonar para quienes comprenden algo del proceso fotográfico, pero es que aún existe demasiada confusión en torno a él y, por una vez en los últimos tiempos, no me resisto a decir no poéticamente.
Dos años no está mal para lograr revelar una fotografía.


Título de la fotografía: Luzazul

Luzazul

Conciencia no tiene dientes,/
sólo lengua que lame los más internos cauces/
de la estera/
en mi puerta, asegurada con tantos clavos/
como versículos en el aire dejo abiertos/
a la luz, la benevolencia,/
la ola grande de tu sonrisa/
entregada a la arena de mi mejilla./
¿Hablamos?/
No hay más porvenir que la vida quieta, y hoy ya,/
solar limpio de ruinas, soy algo de lo que en un tiempo/
viví junto a tu buena muerte, tu mirada y tu mano en mi hombro./
Un cigarro,/
un cigarro azul: luz del día./

Sofía Serra 1 de julio de 2010

lunes, 5 de julio de 2010

Toda una vida


Titulo de la fotografía: Toda una vida

Turner

Ésta es mi vida hoy en hoy:/
a dos velas de manga ancha,/
a dos timones de eslora abierta,/
a dos amuras de babor y blanca calma de estribor a proa alzada,/
albura en popa enternecida/
a golpes de una mano que sabe dibujar estelas sobre el agua./

Se alojó la tormenta sobre el lienzo,/
la vida en nuestras manos, la vida endecha/
en arco de retorno, la nube extiende/
su raciocinio más allá del tren de ida y vuelta./

Si yo que nada busco, doy contigo,/
giro sobre giro en clave secreta/
de dorada regla.../
Si sobre suelas de rosas anduve/
combatiendo con mi espada tierna/
entre párpados cerrados y flores/
del aquél al ya extendido en el principio,/
hoy, sereno suelo de mi cielo,/
otros zapatos me calzan:/
Zapatos con alas blancas./
Ay, Hermes, mi Hermes Trismegisto (*) que sin saberlo te honré/
bajo las encinas, y ahora,/
bajo el magnolio,/
sin venir de cuento/
sino de paz,/
llegas/
y me haces anido./
Como en las reglas del arte,/
ya que conocí mis propias normas,/
hoy puedo, así de sencillo, partirles la boca/
con un mandoble de flor naciente/
acunada en este estío./

Sofía Serra, Junio-Julio 2010

(*) ver foto relativa aquí

sábado, 3 de julio de 2010

El agua


Título de la fotografía:Vis a Vis


El agua sabia,
el agua rica, el agua blanda,
el agua amiga,
el agua olvido, el agua paz,
el agua limpia,
el agua amor,
el agua bebe,
el agua vivo el agua:
Derramada.
El agua blande, el agua habla,
el agua vive:
el agua bebo.

Sofía Serra, 3 de julio de 2010

viernes, 2 de julio de 2010

Yamoré




Hay quienes piensan que escribir libros es de gilipollas.
Y yo les doy la razón, pero sólo la razón.
El resto del conocimiento, que lo adquieran con sus propias herramientas, si es que saben dar con ellas.






La flor del magnolio recoge cuerpos vivos en la sombra

Ya pertenezco a cierta mudanza que canta al olvido/
de media vida./
¿Dónde te quedaste, compañera mía?/
¿En qué barrio de las afueras?/
¿En las tres mil viviendas?/
¿O tal vez en el desguace ferroviario/
de la orilla izquierda de la antigua carretera de la muerte , Nacional-630?/
No importa,/
sólo quisiera poder encontrarte./
Proclamaré un bando desde el ayuntamiento./
Pondré a setecientos mil vecinos en pie,/
alertaré oídos y limpiaré ojos y cristales,
contrataré detectives, me patearé las calles/
(aprovecharé para sacar a Lupita)/
cogeré el coche negro cuando tenga para gasolina,/
teclearé todos los números del listín telefónico,/
¡cómo no soy yo nadie  cuando sé lo que quiero!/
Y sé que siempre lo logro./
Mas, y ahora caigo, las afueras/
y el adentro combatieron hace tiempo/
ya solapándose, hache sobre hache,/
en esta flor de magnolio/
algo ajada y abierta según qué pétalos/
se han expuesto al sol de junio/
según a qué hora del día,/
según en qué día de la semana,/
y aún no sé si las raíces aéreas de este árbol mío/
dan para extenderse más allá del olvido de cierta tierra/
que aré y aré y aré hasta enjutar la sangre de mis venas./
Cuando los magnolios, reconozco,/
sólo necesitan calor para que florezcan./

Así que te encontré, ahora te veo;/
pero aún no sé si debo utilizarte./
Mis herramientas siempre son como tú,/
o como yo,/
tan delicadas y primeras,/
que da dolor hacer uso de ellas,/
por si fraudulento resultase./

Sofía Serra, Junio 2010

jueves, 1 de julio de 2010

Clavados en mí misma

Sin repasar de anoche mismo. Me lo debo. Ya reeditaré para trabajarlo y tal vez grabe en voz.
(ya he grabado y reeditado, he dividido para hacer una estrofa más en una anterior más larga y añadido un "tan humano ", aún dudo algunas cosas, eso siempre, nunca se acaban del todo.)




Clavados en mí misma


Quedaron como muertos bajo la escarcha, congelados/
bajo el frío del abuso y la medida dura/
de tus ojos/
clavados en mí misma/
tras el cristal del despropósito,/
el desvelo, el celeste/
de maldita frialdad que nevaba desde tu cintura/
a la mía, quedaron muertos,/
quedaron muertos,/
quedaron muertos y enterrados.../



¡Mas hoy gritan!/
Aúllan reprochando/
el abandono,/
la inutilidad,/
la agridulce empresa,/
el resentimiento,/
el disfraz,/
la injusticia... humana, todo humano,/
tan humano.../
Tan humanos sus recuerdos clavados a mí misma./


Pasmado dolor nervudo en estas arterias/
convertidas en tensos alambres de espinas/
recorre desde mi médula hasta mis uñas
torturando entrañas, aliento y sangre./
De obsoletos entuertos se alimenta esta vida.../


Y quedaron, quedaron como muertos/
clavados en mí misma./


Hoy soy yo la que aúlla de dolor./
Redigiero la roca que me obligaste a tragar,/
como si nunca hubieras sabido que esta garganta/
sólo era tierna carne sedienta de tu saliva./

Sofía Serra, 31 de Junio de 2010
 
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