Declaración de hacienda de una freelance
Hacer poesía no da dinero.
Luego soy pobre, nada que declarar.
Ahora que nos compran la sangre
como cabellos que volvieran a crecernos,
ahora que súbitamente
el mar se dibuja negro
con osamentas de hierro
que cían sobre sus caudalosas
ondas, las olas, la negra
y flamante bandera
de ese barco a la deriva
que flota encima nuestra
y gracias a nuestras cimas.
Ahora, ahora debemos callar
y no escribir ni declarar,
ni por activa
y ante su pasividad.
Para no hacerlos ricos
a costa nuestra,
a costa de nuestras vidas.
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