martes, 28 de abril de 2009

Ekoglé (Égloga)


(Título de la fotografía: Staccato)



Con mis seis liras te saludo,
ya que olvido, dudosa ante el rencuentro,
tu fisonomía de diosa templada, y te confundo,
en expectativa valedera,
con la rasante quimera de la faz iluminada.


Ya llegas espléndida,
soberana, triunfante, desdeñosa,
que, más que diosa viva,
pareces la rumbosa
ciega para todas las almas rotas.


Ya igualas con el alba
los dones de la luz, clara calma y una,
erigiendo soflamas
de bellezas que abundan
en senos que sólo el rocío inunda.


Ante tu desperezo
matutino, vestida del violeta
al rosa con pertrecho,
silene molinera,
mi boca con agua y miel alimentas.


Al sol de mediodía,
plena de amarillo diente de león,
ciegas mis dos vías
presas de urgente clamor
por tu gemela, abiertas al calor.

Y en la azul vespertina
hasta el morado lirio llegas, clavo
en la tierra, cisma
de mi tiempo y llanto,
preparando el alma para la dicha.

Cada noche hablas tú
en solitario descanso sonoro,
ya acunada al albur
de tus brazos ruidosos
y oscuros, vivos, en húmedo alud.

(Sofía Serra)

lunes, 27 de abril de 2009

La memoria (Verboluz)



La memoria

En los instantes perpetuos avanza
el conocimiento hoy conseguido
a través del recuerdo lumínico
como un adarve que la vela lanza.

Y sucumbimos en ciega templanza
de sentidos ante ayeres vividos,
pues a través de ella juzgamos sino
lo que nos sucedió sin desconfianza.

Mas gestos imborrables de abandono,
sellos, llevamos al altar caído
de la justipreciada huelga lesa

de las emociones. Ya en sueños rotos,
ya en sutiles alegrías, los mitos
interpuestos por nuestra opaca venda.


(Sofía Serra, Abril 2009)

jueves, 16 de abril de 2009

Lectores de luz


En la fotografía se puede contemplar la placa con la que el Ayuntamiento sevillano recuerda al poeta Antonio Machado, situada en la barreduela que se abre a la puertas del Palacio de las Dueñas.
Al parecer, y según lo oído a un transeúnte casual, sevillano, importante este dato porque entre los oriundos de la respectiva ciudad es natural siempre encontrar a muchos expertos en cualquier cuestión, el citado poeta no nació en una estancia del palacio, como habitualmente se cree, sino en una vivienda de un corral de vecinos (típicas construcciones sevillanas de siglos pasados) que se hallaba justo enfrente, es decir en el mismo lugar desde donde fue vista esta fotografía.
Nunca debe ser desdeñado el conocimiento experto de cualquier espontáneo informador en Sevilla. Nunca. Por mucho que no se hallen pruebas de su afirmación.
En este caso, encajaría mucho mejor en el perfil del poeta, que hubiese nacido en una modesta, pero por otro lado habitual vivienda, de cualquier familia sevillana de la época. Además, su patio interior, todos los corrales de vecinos poseían uno enorme al que se asomaban las mencionadas viviendas, es posible que fuese habitado por una fuente y un limonero, y hasta por un huerto.

miércoles, 15 de abril de 2009

Momento crítico (Beatus ille)


(Títulos de la fotografías, por este orden, Beatus ille, Tempus ille, Renacimiento. Para verlas a mayor tamaño picar encima de ellas)

¿Rosa temprana o flor tardía?
¿Ser o no ser?
no son dudas, ni ejemplo de indecisiones,
la flor a tiempo justo y el estar solventan la problemática, la adecuación a las circunstancias, pero...
¿Quiénes hibernan en primavera?
...

Tal vez, sólo tal vez, las soledades.

miércoles, 1 de abril de 2009

A quien pueda interesar



Soy ama de casa, licenciada de grado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, esposa y madre, también hija. Estos ejercicios son los que resumen mi condición como ser humano. Si alguien me preguntara qué es "lo que soy" me gustaría poder decir que "Sofía", llana y simplemente, sin etiquetas que me cataloguen salvo la de mi propio nombre elegido por mis padres, pero a la vez con el perjuicio que supone en la sociedad actual el hecho de no preasignárselas cada uno, ya que favorece que los demás te asignen cualquiera que en realidad no corresponda a la propia esencia de una.

Fotografío y escribo tal como leo, cocino, coso, bordo o quito el polvo de los muebles de nuestro hogar, con todo lo que soy, si bien es cierto que algunas actividades del ser humano, aquéllas que pueden relacionarse con el manido concepto del ser artístico, me proporcionan un camino más directo para la exteriorización de aquellos pensamientos y/o sentires, en resumidas cuentas, percepciones del exterior filtradas por mi propia conciencia, que pueden ser tildados como más complejos desde el punto de vista de la inteligencia y la sensibilidad humanas.

Fotografío tal como compengo poemas. También escribo alguna prosa, pero reconozco que las dos primeras técnicas me facilitan un acercamiento mucho más intuitivo a esa interiorización (necesaria para toda exteriorización) de la realidad. Y entre la fotografía y la escritura de la poesía no distingo, pues soy cada día más consciente de que lo que hago en fotografía no es más que componer metáforas visuales, mi camino habitual a la hora de expresarme hasta en cualquier conversación coloquial.

No suelo fotografiar a personas porque no me gustan. Siempre me he considerado algo misántropa, a la vez que reconozco en mí una gran capacidad para los procesos afectivos. Tal vez por ello mismo surge la citada misantropía, que por supuesto no excluye un acendrada creencia en el potencial del ser humano, pero sólo contemplado así, en general (de algo deben servirme mis estudios anclados en la Historia del ser humano). Queda de esta forma salvada la contradicción que podría contemplarse de convivencia en mí del hecho de la misantropía y esa gran capacidad afectiva que poseo.

He realizado bastante retratos de personas, sé hacerlos, pero cada día llego más la conclusión de que no me gusta realizarlos, salvo los que se refieren a mis seres queridos, y creo intuir el porqué de esta cuestión. Cuando fotografío, es decir, cuando hago click con la cámara y posteriormente revelo, en el ordenador, como la técnica digital actualmente precisa, suelo acercarme a la percepción de una forma tan clara que a veces hasta me asusta. Veo mucho más allá de lo que físicamente es visible. Esto me produce verdadero desasosiego cuando lo que obtengo como resultas de ese proceso de fotográfico es lo que comúnmente tratamos como personas, ya sean indivíduos o grupos humanos. Vuelvo a ver lo que ya sé que no me gusta, vuelvo a reafirmarme en el porqué de mi misantropía, obtengo constatación fehaciente reflejada en una imagen.

Como no creo en los procesos mágicos que algunos adscriben al hecho fotográfico, pongo un filtro por delante, que es el del respeto por cualquier ser humano en particular,  simplemente por el hecho de serlo, sin conocerlo o conociéndolo, y de esa forma me niego a re-contemplar una realidad para mí, pues parto de la base que por mucha intuición o inteligencia perceptiva que pueda poseer, no soy nadie para "prejuzgar" o analizar a través de la visión que mi fotografía me permite a cualquier ser humano en cuestión.

Así de esa forma, mato dos pájaros de un tiro. Por un lado me ahorro el malestar que me provoca contemplar una y otra vez visiones de seres humanos, y por otra cumplo con mi ética que me dice que el ser humano es demasiado valioso como para que cualquiera, yo soy cualquiera, se permita bucear libremente en su interior.

Por otro lado, y un nivel más pragmático, y dado el hecho de que publico mis fotografías en este medio, me ahorro los consabidos conflictos que actualmente, y sobre todo por desconocimiento de una legislación que es clara en el asunto, pueden provocarse con la supuesta visión de indivíduos fotografiados. Y aquí me refiero al hecho sucedido en mi blog sobre la semana santa de Sevilla. Ya allí, si lo considero oportuno, describiré la fotografía en cuestión, que por petición expresa de un espectador he accedido a retirar, cuando, por todos debe ser sabido, la legislación ampara mi derecho a exponer una fotografía realizada en un lugar público y con motivo de una celebración pública (un desfile de los armaos de Sevilla en su Fiesta de Semana Santa). Cierto es que la fotografía recoge rostros particulares, uno de ellos con conocimiento expreso del retratado, pero no es menos cierto que esas personas están exhibiéndose en público, por lo cual, cualquier ojo humano tiene acceso a su visión.

Sin embargo, ayer la retiré porque por ahora he decidido anteponer el cuido por evitar un perjuicio, creo que casi inexistente, pues la fotografía reflejaba actos de los más inocentes, a un ser humano, que mi derecho a velar por mi obra o mi trabajo.

Se trata sólo de una anécdota, desde mi punto de vista, pero refleja muy bien el estado casi psicótico al que ha llegado la sociedad actual a la hora de saber distinguir entre derechos y deberes de cada cual, de tal forma que el cuido por la intimidad adquiere tintes casi terroríficos, pero que hablan muy a las claras del continua ignorancia que la mayoría de los ciudadanos poseen no ya en cuanto a legislación, sino lo que es peor, en cuanto a la ética de las cosas. Abunda la casi promiscua contemplación de los supuestos derechos personales olvidando, y casi prostituyendo a la par, el hecho de que en cualquier tipo de sociedad democrática la existencia de un derecho conlleva también la existencia de un deber. No tenemos derecho a todo, por mucho que los más ignorantes se empeñen en exigir ellos mismo a los actuales estados. No tenemos derecho a poseer un piso en propiedad, no tenemos derecho a poseer un audi, no tenemos derecho a poder irnos de vacaciones cada verano, no tenemos derecho a impedir que alguien me fotografíe, me mire cuando estoy en un lugar público, realizando actos puros o impuros, que eso ya dependerá de la conciencia y la ética de cada cual.

El supuesto estado policial en el los más agoreros dicen que vivimos pienso que, más que implantado por unas supuestas incursiones del estado en los actos individuales, viene favorecido por la actitud casi paranoica de una gran mayoría de indivíduos que son capaces de hasta enfrentarse a sus semejantes en virtud de la defensa de unos derechos a los que no tiene lugar, sobre todo habida cuenta de que en esa mayoría, siempre se puede contemplar el incumplimiento de sus deberes, no ya con respecto al estado, sino lo que es peor, con respecto a aquellas reglas que,  bien por los colectivos más pequeños a los que se adscriben, bien por vía de la ética natural de las cosas, les son reseñados en su lista de débito con respecto al resto de los seres humanos.

Aclarado esto, seguiré abundando en mi forma de fotografiar, por si a alguien puede interesarle, tal como dice el título de esta entrada.

Uso programas de edición, ignorantemente conocidos por una mayoría desconocedora de la realidad fotográfica como programas de retoques, para el factible revelado de mis fotografías, porque si no sería literalmente imposible extraer de la cámara las fotografías disparadas. Uno, actualmente que tengo a mi disposición una cámara más avanzada que la que estuve usando hasta hace un par de años, aunque ya dada la velocidad en los avances técnicos ha quedado también "antigua", para poder extraer los archivos tipo RAW. En ese programa suelo ajustar sombras y luces y tal vez luminosidades por color para lograr encontrar lo que sea que vaya buscando. A continuación, y en este mismo proceso de revelado, paso el archivo en formato tiff a otro programa de edición en el cual suelo ajustar colores, a veces tratar alguna capa aparte, siempre buscando lo mismo, logro de encontrar las luces y sombras que a mí particularmente o me agradan o me hablan. Cuando alguien escribe un poema con palabras nadie le pregunta por qué utilica determinado vocablo. Es algo que el mismo poema "dice", cuando está bien escrito, claro está, y cuando está bien leído. Con mi fotografía sucede lo mismo. Unas veces estará mejor escrita que otras, habida cuenta de que no somos máquinas y el proceso artístico está sujeto a unas variables que nadie somos capaces de controlar, por suerte.

También suelo usar un filtro que me ayuda a resolver mi mirada en los desenfoques o enfoques, normalmente éste de cara a presentación de la fotgrafía en un medio como éste.
Nada más.

No suelo desvirtuar la realidad para nada, no me gusta hacerlo, a menos que lo pretenda por cualquier juego que se me ocurra, pero en esas fotografías son evidentes y hasta, suelo dejarlo explícitamente señalado, bien mediante palabras, bien mediante evidencias visuales.

He abierto esta entrada con esa fotografía porque es claro exponente de lo que explico. Sé que cualquiera, y en un simple vistazo, muy simple, también muy ignorante, y también muy tendencioso, puede aliñar su comentario, siempre interior, con un "esto" lo ha hecho con el photoshop, y por esto me refiero al espectacular juego de desenfoques que se aprecian en la misma, que hasta simulan parecer efectos de clonación de imágenes.

Sin embargo no resulta así. Sé que cualquier verdadero experto fotógrafo, que no famoso precisamente, puede apreciarlo.

La espectacularidad a la que me refiero es sólo la realidad misma y se ha conseguido disparando justo en el mismo momento y espacio en el que VI que la sucesiva interposición de ramitas y yerbajos favorecían esa visión.

Después sólo la he revelado buscando como siempre unos mayores matices entre luces y sombras así como, en este caso, una ligera saturación de los colores más leve viñeteado alrededor, porque ESA es la foto que en mi interior había.

Fotografío lo que tengo cercano, lo que tengo a mano. Hoy son plantas, mañana, pueden ser alambres (como lo fueron en su momento), pelotas de tenis o edificios.

Hoy escribo sobre flores, mañana puedo hacerlo sobre tejados.

Cualquier referencia externa sólo será el vehículo a través del cual mi interior podrá manifstarse, porque yo lo deseo así, porque creo en que la comunicación entre los seres humanos es el único camino viable para el entendimiento, y para que esta suceda, alguien tendrá que echar el primer cable, y yo lo extiendo a través de un poema verbal o un poema visual como la mayoría de las veces resultan ser mis fotografías.

Por si a alguien le resulta de interés.
 
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