Fotografía de Carmen Maravilla Ares Vidal |
La distancia
Se es feliz con el despertar de la noche,
tan aletargado como un brote
de semillas tiernas, tan delicado,
soy feliz sin pensar en el sorbo de agua
que la sed nos necesita, tan dulce ella,
la sed, nos calma la sed
de venganza por haber nacidos
tan desviados del hemisferio celeste,
nos duele la aventura,
ah, tan torcidos somos, sólo
la imaginamos sin ser vista,
allá en el horizonte del mar
que reverbera como una bolsa de plástico blanco
que hubiera huido de algún buque
transportador de cereal:
tan gigantescos contenedores
de hambre para un hambre
tan humana y tan pequeña.
No cabe en la boca
la horizontal del cielo,
pero podemos hundir el barco
con nuestro dedo:
Somos tan solos
y tan grandes somos
los mismos todos.
(De "Los cabezos amarillos")