Nocturno I
Me hablaron del sol y de la tumba
tantos olvidados parias,
tantas lumbres negras
culminaron su andar por casa
cuando ni el sonido de la lluvia
aleja de mis sienes
la luz que gotea,
la luz que gotea
alentando olvidos
los blancos, los lejanos
por falta de sueño.
Blando, blando porvenir
como un niño sin rostro ni llanto,
neutro y perfecto,
¿qué sabes del presente,
del pecho u ojos
abiertos de la noche
en la calle de piernas
dormidas como todos
menos las farolas?
Nada adviertes.
Gimo:
Nuestras manos
son el nombre
de lo que hacemos.
Las gotas de neblina
me empapan, mares
en mi frío mano océanos.
Ya apenas queda lluvia por caer.
Sofía Serra (Correcciones. El muriente)
viernes, 29 de junio de 2012
miércoles, 27 de junio de 2012
Epitafio (verboluz)
(Este poema pequeño conforma "verboluz" con esta fotografía de ayer. Hasta esta tarde no me he dado cuenta.)
Epitafio
Las postrimerías del gozo,
La jornada inexcusable,
La sintomática caricia de la noche
Y el lento retorno de la analogía
Entre los leves seres.
Todos los hombres fueron buenos.
Sofía Serra (De La exploradora)
(escrito el 20 de junio de 2012)
¡Cuanta felicidad!
¡Cuánta felicidad!
La crisis fatal acabará pronto.
Percibo algunos quarcks top
de cordura en la sociedad española.
Los gluones ya tienen trabajo.
Soy cuánticamente feliz,
y por fin dich(os)a.
Sofía Serra
La crisis fatal acabará pronto.
Percibo algunos quarcks top
de cordura en la sociedad española.
Los gluones ya tienen trabajo.
Soy cuánticamente feliz,
y por fin dich(os)a.
Sofía Serra
Man©ga
Man©ga
Donde habitemos mientras
Reduzcan las jornadas
De ocio y esparcimiento de los brazos
Morenos y sueltos
Apartando las ramas de los perales
Yo a horcajadas de mi viento
Y de esa burra, burrita linda y noble
Que sin conocerme de nada
Me llevaba en su lomo, tan feliz
Era yo, tan feliz, ya menos inocente
Y tan torpe como ahora.
¿Por qué no frenaste, burrita?
Me hubieras barrido para adentro,
Aunque la embocadura
Habría encontrado otra avenida.
Y no es que reniegue, no,
Pero tal vez, sólo tal vez,
No habría resultado tan estrecha
Esta calle, y yo menos ancha,
Más ya cerrada, sí, menos débil,
Más lista, más lista, más lista,
Más lisa la terrera
Por donde cabalgar a lomos
De tu columna blanca
A lo largo del valle del señor.
Y entonces
Ahora sería tierna
Flor del peral
Futurible fruto
Y no rama no parte
De nada ni siquiera
De mis brazos. Que aparto.
Sofía Serra (De La exploradora)
A un paisaje de castaños
Donde habitemos mientras
Reduzcan las jornadas
De ocio y esparcimiento de los brazos
Morenos y sueltos
Apartando las ramas de los perales
Yo a horcajadas de mi viento
Y de esa burra, burrita linda y noble
Que sin conocerme de nada
Me llevaba en su lomo, tan feliz
Era yo, tan feliz, ya menos inocente
Y tan torpe como ahora.
¿Por qué no frenaste, burrita?
Me hubieras barrido para adentro,
Aunque la embocadura
Habría encontrado otra avenida.
Y no es que reniegue, no,
Pero tal vez, sólo tal vez,
No habría resultado tan estrecha
Esta calle, y yo menos ancha,
Más ya cerrada, sí, menos débil,
Más lista, más lista, más lista,
Más lisa la terrera
Por donde cabalgar a lomos
De tu columna blanca
A lo largo del valle del señor.
Y entonces
Ahora sería tierna
Flor del peral
Futurible fruto
Y no rama no parte
De nada ni siquiera
De mis brazos. Que aparto.
Sofía Serra (De La exploradora)
martes, 26 de junio de 2012
Un símil de paz
Un símil de paz
Una leyenda y un sostuvo el hierro.
Un símil de paz y la macilenta piel
se avino ajada al sondeo del tacto.
Un susurro anegado
de aplomo devuelve
aire a sus comisuras y un no resisto
rebate la urgencia al trasluz,
la dulce respuesta combativa
destila saliva de sienes.
¿Qué prende en el
iluminado sauce que llora
agua sobre el verde lecho de fuego,
vertiente en crisis
o nevada calcárea
sobre el valle?
Las mesnadas de estos umbrales
conviven quejumbrosas
con la silueta firme y enhiesta
del solícito amante:
Ella quiere estar sola en este mundo de dioses.
Me dicen:
la poesía te va a matar.
Y yo digo:
tenéis razón y luz.
Este vacío repleto
cercena.
Connive con las nubes
y el cielo de media vuelta
que camina solo. Sin mí,
que ya me ausenté de su mano.
Sofía Serra (De El muriente, correcciones)
Una leyenda y un sostuvo el hierro.
Un símil de paz y la macilenta piel
se avino ajada al sondeo del tacto.
Un susurro anegado
de aplomo devuelve
aire a sus comisuras y un no resisto
rebate la urgencia al trasluz,
la dulce respuesta combativa
destila saliva de sienes.
¿Qué prende en el
iluminado sauce que llora
agua sobre el verde lecho de fuego,
vertiente en crisis
o nevada calcárea
sobre el valle?
Las mesnadas de estos umbrales
conviven quejumbrosas
con la silueta firme y enhiesta
del solícito amante:
Ella quiere estar sola en este mundo de dioses.
Me dicen:
la poesía te va a matar.
Y yo digo:
tenéis razón y luz.
Este vacío repleto
cercena.
Connive con las nubes
y el cielo de media vuelta
que camina solo. Sin mí,
que ya me ausenté de su mano.
Sofía Serra (De El muriente, correcciones)
La permanencia I (variaciones)
La permanencia I (variaciones)
Amanecer nostálgico (variación I)
Qué solas se quedaron las estrellas
Cuando te fuiste junto al día,
Sol de Levante.
Amanecer con noctalgia (variación II)
Qué solas y frías
Se quedaron las estrellas
Cuando abandonaste su noche,
Sol de Levante.
Sofía Serra (De La exploradora)
Amanecer nostálgico (variación I)
Qué solas se quedaron las estrellas
Cuando te fuiste junto al día,
Sol de Levante.
Amanecer con noctalgia (variación II)
Qué solas y frías
Se quedaron las estrellas
Cuando abandonaste su noche,
Sol de Levante.
Sofía Serra (De La exploradora)
lunes, 25 de junio de 2012
Working
Working
En el entresuelo entre
La cerca y el cielo de goma
Hablando con su rabo
Nocturno y balbuceante
Entre los cajones y los paños
Y las pipas de girasol
Y mis ojazos,
Mi hermana, la sibila
De los adioses, la vespertina
Visitante, la suministradora,
La compañera,
La leal habitante:
La rata
Y su cola y su madriguera
De vetustas y pavesas cáscaras,
La habladora,
La angio
Esperma
Retirada
Del mundanal oficio
Del ser, la ontológica
Corporación. Junio y rosas
Las adelfas no duermen
Nunca en los laureles.
Sofía Serra (De La exploradora)
Si no quiero ya descubrir
Dónde te escondes.
Estaba allí,En el entresuelo entre
La cerca y el cielo de goma
Hablando con su rabo
Nocturno y balbuceante
Entre los cajones y los paños
Y las pipas de girasol
Y mis ojazos,
Mi hermana, la sibila
De los adioses, la vespertina
Visitante, la suministradora,
La compañera,
La leal habitante:
La rata
Y su cola y su madriguera
De vetustas y pavesas cáscaras,
La habladora,
La angio
Esperma
Retirada
Del mundanal oficio
Del ser, la ontológica
Corporación. Junio y rosas
Las adelfas no duermen
Nunca en los laureles.
Sofía Serra (De La exploradora)
domingo, 24 de junio de 2012
Maitines II
Maitines II
Mejor sin nombre
Y dulce estalla.
*
La línea me separa
De dios a dios
Gracias así
No lloraré
Al morir
De nueva.
*
Me he encontrado
Con el hombre
Perpetuo.
*
Todavía hay quienes confunden la sombra con la oscuridad.
Debe ser
Que no son
Como yo
De otro sur.
*
Cetina me ha influido
Enormemente Cetina
Ha mayusculado mis
Comienzos
Más pequeños
Serán final
Y su caída.
*
Nada por saber
Y poco que decir
A estas bajuras.
*
De pronto esto es
Todo hasta que mueras
O vivas.
*
Puedo esperar la eternidad
Si Ella lo dicta, si Ella me dicta
Puedo por no hacerla esperar.
*
Los papeles se desvanecen
En cierto estado de luces.
*
Sé que no poseo casa.
Por eso no lloro.
*
B(i)endecir
Hasta que cese.
Sofía Serra (De La exploradora)
Mejor sin nombre
Y dulce estalla.
*
La línea me separa
De dios a dios
Gracias así
No lloraré
Al morir
De nueva.
*
Me he encontrado
Con el hombre
Perpetuo.
*
Todavía hay quienes confunden la sombra con la oscuridad.
Debe ser
Que no son
Como yo
De otro sur.
*
Cetina me ha influido
Enormemente Cetina
Ha mayusculado mis
Comienzos
Más pequeños
Serán final
Y su caída.
*
Nada por saber
Y poco que decir
A estas bajuras.
*
De pronto esto es
Todo hasta que mueras
O vivas.
*
Puedo esperar la eternidad
Si Ella lo dicta, si Ella me dicta
Puedo por no hacerla esperar.
*
Los papeles se desvanecen
En cierto estado de luces.
*
Sé que no poseo casa.
Por eso no lloro.
*
B(i)endecir
Hasta que cese.
Sofía Serra (De La exploradora)
sábado, 23 de junio de 2012
Coyunturales espacios
Coyunturales espacios
La playa es como el campo,
la pampa es como el campo,
orilla,
el mar azul,
las marismas resecas,
las humedades a sotavento,
los sueños sol-ventados,
ya estoy dentro sin que nada salga.
Vaho zigzagueante,
tumulto de labios incandescentes,
soldado en “¡descansen armas!”,
miliciano perpetuo
de tanto equilátero triángulo
que todo funde,
todo liba todo abrasa todo llega
a este centro imantado.
Playa soy y yo te vengo,
campo eres y tú me vienes.
En un sueño de aullido, uno de esos
en los que yo te veo,
combate la roja sangre
con la blanca aurora,
de su centelleante estela
hilo madeja a madeja
plena de potencia y recia y tuya.
Y no sé quien gana,
nunca sé quien gana.
Ciega estoy de tanta
mansedumbre de luz salvaje.
Drenan,
bardas,
pulcras,
curiosas por las rendijas
de la luna de levante.
Golpe,
sean,
bárbaras
en vértebras y domésticos juncales,
la luz y un bien
quebrar no el hilo,
desmadejar el laberinto de muros de aire.
Beber,
y otra vez tú.
tú ya lo sabes.
Sofía Serra (De El muriente)
La playa es como el campo,
la pampa es como el campo,
orilla,
el mar azul,
las marismas resecas,
las humedades a sotavento,
los sueños sol-ventados,
ya estoy dentro sin que nada salga.
Vaho zigzagueante,
tumulto de labios incandescentes,
soldado en “¡descansen armas!”,
miliciano perpetuo
de tanto equilátero triángulo
que todo funde,
todo liba todo abrasa todo llega
a este centro imantado.
Playa soy y yo te vengo,
campo eres y tú me vienes.
En un sueño de aullido, uno de esos
en los que yo te veo,
combate la roja sangre
con la blanca aurora,
de su centelleante estela
hilo madeja a madeja
plena de potencia y recia y tuya.
Y no sé quien gana,
nunca sé quien gana.
Ciega estoy de tanta
mansedumbre de luz salvaje.
Drenan,
bardas,
pulcras,
curiosas por las rendijas
de la luna de levante.
Golpe,
sean,
bárbaras
en vértebras y domésticos juncales,
la luz y un bien
quebrar no el hilo,
desmadejar el laberinto de muros de aire.
Beber,
y otra vez tú.
tú ya lo sabes.
Sofía Serra (De El muriente)
viernes, 22 de junio de 2012
Letanía afrodisíaca
Letanía afrodisíaca
Afrodita–mente I
Afrodita, la de huesos perennes
y salud de hierro y carnes tiernas.
Afrodita, la hacedora de sienes.
Afrodita–mente II
Afrodita, la de cuerpo como estrella.
Afrodita, la de los ojos grandes.
Afrodita, la desmembrada y ojerosa.
Sofía Serra ( De La exploradora)
Afrodita… dadora de vida
(Empédocles)
Afrodita–mente I
Afrodita, la de huesos perennes
y salud de hierro y carnes tiernas.
Afrodita, la hacedora de sienes.
Afrodita–mente II
Afrodita, la de cuerpo como estrella.
Afrodita, la de los ojos grandes.
Afrodita, la desmembrada y ojerosa.
Sofía Serra ( De La exploradora)
jueves, 21 de junio de 2012
El ocaso de los dioses
El ocaso de los dioses
Separado en semántica sección
de tu abrupto y cavernícola segmento
huyes de las palabras
de tu misma osamenta,
y así, cuando desbrozas, queda
al desnudo tu abuso sobre escleróticas
sanciones, los argumentos solapados
con grapas de cobre, tu venérea boca
no articula el son con lo que te corroe,
te desarma.
Pobre hombre muerto de sí.
El mundo se deshace y tú das
oídos a la música.
Se te han adherido a la piel todas
las mieles posibles a ellas las moscas
y las pupilas azules de la muñeca
te señalan con bajeza de contrabajo
desafinado por el tiempo que hacía
que tus dedos no acariciaban
los tendones del hueco y el vacío,
la caja de resonancia sirvió de nido
a los ratones y ahora las pavesas
de las bolsas de plástico
se esparcen cayendo de tu estómago
a tus manos,
a tus manos que te miran,
a tus manos que te hunden.
Y nieva tras tu ventana en pleno mayo.
Qué pena de música fatua.
nunca sabrá que
ya no concluye
ni el día atardece
la caída de tus párpados
tanto echármelos a la espalda
está arrasando
con la belleza de las puestas de sol,
allí,
a media tarde,
cuando la montaña las impedía,
donde yo era infeliz
como tú, pobre hombre muerto
de hambre de gloria de amor
que no te devuelven.
Contemplar el ocaso de un dios.
Delinquir contra la alegría de la mañana.
Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)
Separado en semántica sección
de tu abrupto y cavernícola segmento
huyes de las palabras
de tu misma osamenta,
y así, cuando desbrozas, queda
al desnudo tu abuso sobre escleróticas
sanciones, los argumentos solapados
con grapas de cobre, tu venérea boca
no articula el son con lo que te corroe,
te desarma.
Pobre hombre muerto de sí.
El mundo se deshace y tú das
oídos a la música.
Se te han adherido a la piel todas
las mieles posibles a ellas las moscas
y las pupilas azules de la muñeca
te señalan con bajeza de contrabajo
desafinado por el tiempo que hacía
que tus dedos no acariciaban
los tendones del hueco y el vacío,
la caja de resonancia sirvió de nido
a los ratones y ahora las pavesas
de las bolsas de plástico
se esparcen cayendo de tu estómago
a tus manos,
a tus manos que te miran,
a tus manos que te hunden.
Y nieva tras tu ventana en pleno mayo.
Qué pena de música fatua.
nunca sabrá que
ya no concluye
ni el día atardece
la caída de tus párpados
tanto echármelos a la espalda
está arrasando
con la belleza de las puestas de sol,
allí,
a media tarde,
cuando la montaña las impedía,
donde yo era infeliz
como tú, pobre hombre muerto
de hambre de gloria de amor
que no te devuelven.
Contemplar el ocaso de un dios.
Delinquir contra la alegría de la mañana.
Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)
Panóptica
Panóptica
Escribes tanto víveme,
cércame, móntame
ilusiones cerebrales,
anteojeras concubinas
a la ojeadora debilucha
que me usurpa, se sienta
a horcajadas sobre mis hombros,
y calma y amortigua
otros vaivenes, otros dioses
en versículos para mi oído
izquierdo su estribillo.
Y allá llego sin más señal
que la bisectriz de mis ojos,
que sólo aúllan al frente.
Panóptica presbítica
de juzgado
de guardia
contra mí.
Después he tenido
que hallar otra vez
el sitio otra vez
el mito otra vez
el tú.
Sofía Serra (Correcciones de El muriente)
Escribes tanto víveme,
cércame, móntame
ilusiones cerebrales,
anteojeras concubinas
a la ojeadora debilucha
que me usurpa, se sienta
a horcajadas sobre mis hombros,
y calma y amortigua
otros vaivenes, otros dioses
en versículos para mi oído
izquierdo su estribillo.
Y allá llego sin más señal
que la bisectriz de mis ojos,
que sólo aúllan al frente.
Panóptica presbítica
de juzgado
de guardia
contra mí.
Después he tenido
que hallar otra vez
el sitio otra vez
el mito otra vez
el tú.
Sofía Serra (Correcciones de El muriente)
lunes, 18 de junio de 2012
Pasantía (La sombra)
Pasantía (La sombra)
y si ni el sol ni la tierra
llueven a medida de los gustos
de cada uno o dos
o en la tierra
no hace lluvia o agua
acorde con lo sentido
por ambos
manifiestos
mutuales
y si no se enteran
de nada recíprocamente vecinos
o separados
cuando nube
o cuando tierra
cuando sol
y cuando agua, sin embargo,
nace el verde.
Y siguen sin enterarse,
o integrarse.
Sus lugares me declinan.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
y si ni el sol ni la tierra
llueven a medida de los gustos
de cada uno o dos
o en la tierra
no hace lluvia o agua
acorde con lo sentido
por ambos
manifiestos
mutuales
y si no se enteran
de nada recíprocamente vecinos
o separados
cuando nube
o cuando tierra
cuando sol
y cuando agua, sin embargo,
nace el verde.
Y siguen sin enterarse,
o integrarse.
Sus lugares me declinan.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
La conquista de aquella península
La conquista de aquella península
Mi voz me llama y tu recuerdo
acude sexto y múltiple
sentido de las sendas en el agua.
en él bajocabe y con y contra
las preguntas estarcidas
sobre la peña del muérdago.
los indios hacían felices
a las calaveras mutilando
el silencio de las lenguas
locas. Sus pies planos y los arcabuces,
hilos de plata para mis ojos
tu pelo negro enredado
con el hambre de verte.
Tierra entierra las manos
en la ínsula que arrasa cementerios.
Suenan bajas y densas
las cuerdas del gentío anudado
a la boya del sol de poniente.
mis oídos revientan de verdes
llamas que mueren solas
a manos de las trabajaderas
de los hombros.
Sol y un murmullo de dioses
sobre el agua,
su avenida inútil.
me habrás dejado soleada
por el peso de tu honroso
suelo, las conquistas plateadas
desplazan girasoles por armaduras
y espadas, bastos y copas que
yo no sé empuñar, ni lamento el oro
de mi patria, la líquida sonrisa
de La espera-da para encalar
las paredes del sueño.
Estamos debatiendo horas
Cercanas a la futura y
Florida península.
Sofía Serra (De La exploradora)
Mi voz me llama y tu recuerdo
acude sexto y múltiple
sentido de las sendas en el agua.
en él bajocabe y con y contra
las preguntas estarcidas
sobre la peña del muérdago.
los indios hacían felices
a las calaveras mutilando
el silencio de las lenguas
locas. Sus pies planos y los arcabuces,
hilos de plata para mis ojos
tu pelo negro enredado
con el hambre de verte.
Tierra entierra las manos
en la ínsula que arrasa cementerios.
Suenan bajas y densas
las cuerdas del gentío anudado
a la boya del sol de poniente.
mis oídos revientan de verdes
llamas que mueren solas
a manos de las trabajaderas
de los hombros.
Sol y un murmullo de dioses
sobre el agua,
su avenida inútil.
me habrás dejado soleada
por el peso de tu honroso
suelo, las conquistas plateadas
desplazan girasoles por armaduras
y espadas, bastos y copas que
yo no sé empuñar, ni lamento el oro
de mi patria, la líquida sonrisa
de La espera-da para encalar
las paredes del sueño.
Estamos debatiendo horas
Cercanas a la futura y
Florida península.
Sofía Serra (De La exploradora)
viernes, 15 de junio de 2012
Bailando con-suelo
(El desconcierto es la semilla de la poesía, el estado mental que debe poseer al poeta justo antes de acercarse a la sabiduría del poema. Es el límite, el espacio sin lugar, el blanco, el “in albi”, el la nada.
El desconcierto abruma y la bruma es poesía Todo lo que sea descorrer el velo nos sobrecoge “pre”. Pero nada hay que podamos hacer contra el hecho de ver. El viento siempre nos tumbará. No hay vuelo ni gozo. Es natural. Un estado natural, como el hambre, Como el dormir, como el reír o el llorar. El desconsuelo. El desconsuelo es el arma del poeta, su pica en Flandes. Si la clava, nace la verdad.)
Bailando con-suelo
Y este pecho mío,
este giro venido a mayor vuelo,
este cubrecama,
esta solana vuelta,
este canto de gaviota
afinado en el diapasón
de los aullidos de los lobos:
esa luz licuada bajo la sonrisa blanca.
Yo no te buscaba, Amor. Busca cielo
y busca barco el agua:
Y el barco viró girando sobre sí
compartiendo sino
con el tren que vino y fue.
Yo no te buscaba, el torbellino
arrima sello al destino
y desvela el nombre de muerte
en la fotografía quemada
del tiempo sin consuelo.
Has llegado lentamente,
pero has dado la vuelta a la vida.
… Si ya ves que no te vi venir
despacio, en pausa mis ojos
o tal vez cierta ausencia
de sagaz aplomo para estas cosas,
céfiros que los llaman, y yo,
verdades las he aullado siempre.
… Si es que no te vi llegar.
Sí que soplé templada,
desde el natural de mis pulmones
a la flor desnuda que abre
cosecha bajo el suelo.
Sí, vuelta a vuelta cintura asomada.
Sí, al pretil de la tuya.
Dicen que sólo puede explicarse del revés,
mas ya hace algunos siglos
que la jardinera regó collares,
y decenas de años que artesonó
el techo con sus iris muertos
abiertos a la bruma, a la niebla...
Y aquel sin consuelo llegó rodando
hasta sus pies como perla transparente.
Pero por el suelo, por el suelo avanzó girando.
Hasta los nudillos de pie con el puño en alto
la eterna lobezna se irguió y ahora pregunta:
¿Queda alguien puro en este mundo?
Nudillos, no tengo a nadie.
Nudillos, no quiero nada.
Nudillos, todo doy:
Matriz longeva pare puños de alegría
ensartada nudillo a nudillo
en el collar de las perlas licuadas
que germinaron allá en la tumba.
Más este con suelo, este consuelo
que desdice ya mi palabra antigua.
Sofía Serra (De Los parasoles de Afrodita)
Todo y a ti
Todo y a ti
Espero que nadie lo dude a estas alturas. Lo Es-Pero sé que no es así.
Me he ido al campo
A vivir la yerba ya seca.
Me he ido aunque no esté allí.
Me he ido a vivir mi ausencia.
Lloraré cuando compruebe que no he estado,
Pero al menos podré
Reconocerme en mis antiguos
Brazos hoy aún más broncíneos
Y potentes. Y el dorado
Me hablará de su nostalgia
Por mis manos.
Me derramaré
En su pecho sin ira.
Me he ido al campo
Para redibujar mi silueta
Desparramada
Sobre tantos adoquines
Hirvientes y sucios, MUY SUCIOS, de negro
Polvo. El biergo o bieldo introduzco
En el montículo de compost,
Las malvas se han secado ya,
Sé que el ruiseñor me observa
Aunque durante la madrugada
Yo ya pueda dormir
En la cama de urbe
Y algún confort
Que sólo
Yo entiendo.
Sólo yo.
Todo y a ti.
Sofía Serra (De La exploradora)
He estado allí, he recordado, voy a ir, tengo que ir, quiero ir. Quiero verme allí allá.
Es el durante, el mientras llego y no, romper la inercia lo que cuesta esfuerzo.
Se acaba de fundir la bombilla del humo, tan fría y azul como algunas sienes. Si todos hablamos de lo mismo, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo?
Desde luego este siglo, este comienzo de siglo, se caracterizará para futuras generaciones por la proliferación de filósofos de cuchara. Entre los que me incluyo. Filósofos domésticos. ¿Es que acaso puede existir el filósofo no doméstico? Domos, tal vez la única palabra pura y naturalmente humana. La casa, el hogar, el fuego, lo que nos cubre y protege. La naturaleza es dura para el hombre, tan enclenque, piel tan fina. Necesitamos el domos. Somos el domos. La naturaleza lo propicia, somos naturales.
Espero que nadie lo dude a estas alturas. Lo Es-Pero sé que no es así.
Me he ido al campo
A vivir la yerba ya seca.
Me he ido aunque no esté allí.
Me he ido a vivir mi ausencia.
Lloraré cuando compruebe que no he estado,
Pero al menos podré
Reconocerme en mis antiguos
Brazos hoy aún más broncíneos
Y potentes. Y el dorado
Me hablará de su nostalgia
Por mis manos.
Me derramaré
En su pecho sin ira.
Me he ido al campo
Para redibujar mi silueta
Desparramada
Sobre tantos adoquines
Hirvientes y sucios, MUY SUCIOS, de negro
Polvo. El biergo o bieldo introduzco
En el montículo de compost,
Las malvas se han secado ya,
Sé que el ruiseñor me observa
Aunque durante la madrugada
Yo ya pueda dormir
En la cama de urbe
Y algún confort
Que sólo
Yo entiendo.
Sólo yo.
Todo y a ti.
Sofía Serra (De La exploradora)
jueves, 14 de junio de 2012
Futuro perfecto
Futuro perfecto
Cuando
¿qué serás cuando?
me está vedado el futuro
de tu seña ahora, normal,
no soy adivina,
pero pienso en ti vindicando
un eco de pasiones.
Y me encuentro con tu camisa
celeste y un destello de espejo
que me indica ya veremos
lo que las sillas que nos sostengan
darán de sí
mismas y nosotros
qué seremos
cuando.
Cómo
me obtengo de tu síntesis
de juicio y jugo
exprimido de hombre
al uso de mis manos
los claveles siguen floreciendo,
nada se atornilla a un pasado.
El futuro tiene nombre
de estantería. Los anaqueles
caerán por su propio peso.
Qué
vinagre de manzana,
fermentos lácticos,
soldados de jengibre,
química conserva,
sustancia de destello,
suena Vivaldi otoñal,
sólo quiero mirarte,
poder mirarte.
Cuánto
Abrir los ojos
me amanece un día
de quizás unas horas.
Aunque sólo la noche dirá cuántas.
Sofía Serra (De La exploradora)
Cuando
¿qué serás cuando?
me está vedado el futuro
de tu seña ahora, normal,
no soy adivina,
pero pienso en ti vindicando
un eco de pasiones.
Y me encuentro con tu camisa
celeste y un destello de espejo
que me indica ya veremos
lo que las sillas que nos sostengan
darán de sí
mismas y nosotros
qué seremos
cuando.
Cómo
me obtengo de tu síntesis
de juicio y jugo
exprimido de hombre
al uso de mis manos
los claveles siguen floreciendo,
nada se atornilla a un pasado.
El futuro tiene nombre
de estantería. Los anaqueles
caerán por su propio peso.
Qué
vinagre de manzana,
fermentos lácticos,
soldados de jengibre,
química conserva,
sustancia de destello,
suena Vivaldi otoñal,
sólo quiero mirarte,
poder mirarte.
Cuánto
Abrir los ojos
me amanece un día
de quizás unas horas.
Aunque sólo la noche dirá cuántas.
Sofía Serra (De La exploradora)
miércoles, 13 de junio de 2012
Maitines
Maitines
Romperás de un parto
la guía de la mañana.
*
como quien tensa un verde
hermeneútico y áspero gris
de mañana cálida
y torcida y fría mañana
de verano.
*
la noche hablante
eleva sus alas.
yo no seré dueña
ni vida ni amante.
*
la luz ablanda los duros tesoros
como piedras preciosas
somos de dios imágenes
solo, tan descreído.
*
triste y consentida
sentencia de la mañana
para una estrella
en tu frente, venganza
sitiada por el hueco
de una noche difusa
desaparecida ya.
*
cada día sé menos de palabra
amor joven y ufano
despertar de esta madrugada
de junio cada día se tumba iracundo
protestando contra el sol
y la materia de la que están hechos
los dones de una herida.
Cada día entiendo menos de tú
o palabra o yo misma
me perdono porque cada
noche de cada día y su día
nocturno de cielo albo
me abre un don espejo
un hombre de suelo y luz
y la victoria. De la mañana
no huelo su triunfo. Parece por fin
seria mi acometida a la noche,
furtiva se duerme, se suelda
al raíl del cielo huyendo como espacio
encerrado al vacío en esas bolsas
que caminan huellas sonoras
transparentes de agua.
la luz y un gomoso y elástico
chirriar de goznes lubricados
por el aroma de abril hoy perdido
y la luz se pone derecha,
como mi espalda cuando nervea
en paralelo con el aire.
mas quisiera yo poder ahogarte
en la calle arriada. Gobernaremos
juntos aunque nadie lo diga.
Sospeché el misterio del contrapunto.
No existe método científico
que consiga probar por qué
los vencejos cantan sólo
para mis oídos lentos
comparados con la velocidad del sonido.
No quise asustar tu blanca
noche de hombre tranquilo
y ausente.
Desesquinada e inútil, la argamasa
levanta rendijas extrañas
por donde el otro barrio,
o el campo, me mira.
Hoy no me queda amanecer por medir.
La venganza y el palio de la noche
traban mi deseo ambarino
de secuencias fílmicas
sobre tu vida como aquellos
pasquines que me hablaron
de la juventud y el miedo
cuando los muros de las ciudades
se levantaban negros. El campo existe,
pero me ha dejado sola.
Ahora nadie puede olerlo.
*
No estamos de más.
La hormiga me lo repetía
desde sus antenas serias
de cristal negro, la piedra
suspiraba más allá de la memoria
de mis pies transmitiéndome
el vaivén lento de la tierra.
Un algo dinámico me sostuvo
mientras yo junqueaba
junto a la orilla, los pies de rey
visitaban la velocidad de mi mirada,
no me abandonan las tórtolas,
se han venido a vivir conmigo
mientras sueldo los hierros
de la torre de la luz.
Estoy construyendo un aposentadero
provisional para una especie
protegida, una especie
en vías de extinción.
El ejecutivo canto del ruiseñor
allá en la encina del río
así me lo transmitió,
así me lo ordenó.
Así me ama.
Sofía Serra (De La exploradora)
Lloré y me lamenté viendo el lugar infrecuentado (Empédocles)
Romperás de un parto
la guía de la mañana.
*
como quien tensa un verde
hermeneútico y áspero gris
de mañana cálida
y torcida y fría mañana
de verano.
*
la noche hablante
eleva sus alas.
yo no seré dueña
ni vida ni amante.
*
la luz ablanda los duros tesoros
como piedras preciosas
somos de dios imágenes
solo, tan descreído.
*
triste y consentida
sentencia de la mañana
para una estrella
en tu frente, venganza
sitiada por el hueco
de una noche difusa
desaparecida ya.
*
cada día sé menos de palabra
amor joven y ufano
despertar de esta madrugada
de junio cada día se tumba iracundo
protestando contra el sol
y la materia de la que están hechos
los dones de una herida.
Cada día entiendo menos de tú
o palabra o yo misma
me perdono porque cada
noche de cada día y su día
nocturno de cielo albo
me abre un don espejo
un hombre de suelo y luz
y la victoria. De la mañana
no huelo su triunfo. Parece por fin
seria mi acometida a la noche,
furtiva se duerme, se suelda
al raíl del cielo huyendo como espacio
encerrado al vacío en esas bolsas
que caminan huellas sonoras
transparentes de agua.
la luz y un gomoso y elástico
chirriar de goznes lubricados
por el aroma de abril hoy perdido
y la luz se pone derecha,
como mi espalda cuando nervea
en paralelo con el aire.
mas quisiera yo poder ahogarte
en la calle arriada. Gobernaremos
juntos aunque nadie lo diga.
Sospeché el misterio del contrapunto.
No existe método científico
que consiga probar por qué
los vencejos cantan sólo
para mis oídos lentos
comparados con la velocidad del sonido.
No quise asustar tu blanca
noche de hombre tranquilo
y ausente.
Desesquinada e inútil, la argamasa
levanta rendijas extrañas
por donde el otro barrio,
o el campo, me mira.
Hoy no me queda amanecer por medir.
La venganza y el palio de la noche
traban mi deseo ambarino
de secuencias fílmicas
sobre tu vida como aquellos
pasquines que me hablaron
de la juventud y el miedo
cuando los muros de las ciudades
se levantaban negros. El campo existe,
pero me ha dejado sola.
Ahora nadie puede olerlo.
*
No estamos de más.
La hormiga me lo repetía
desde sus antenas serias
de cristal negro, la piedra
suspiraba más allá de la memoria
de mis pies transmitiéndome
el vaivén lento de la tierra.
Un algo dinámico me sostuvo
mientras yo junqueaba
junto a la orilla, los pies de rey
visitaban la velocidad de mi mirada,
no me abandonan las tórtolas,
se han venido a vivir conmigo
mientras sueldo los hierros
de la torre de la luz.
Estoy construyendo un aposentadero
provisional para una especie
protegida, una especie
en vías de extinción.
El ejecutivo canto del ruiseñor
allá en la encina del río
así me lo transmitió,
así me lo ordenó.
Así me ama.
Sofía Serra (De La exploradora)
martes, 12 de junio de 2012
El diente de león y la acacia
El diente de león y la acacia
No vestir nunca en otoño,
desnudar en todo acaso
lo que nos distingue en vana diferencia,
como cada coquina
que desenterré en la playa.
Mis pies se arropan
sordos como la llave sorda
abre la casa sorda como
el hueco y el ave sorda
pero cantora.
Que no existe.
Berenjenar y subsistir, quemar
banderas y palos de arte mayor
y que el cruel castigo del látigo lacere
tu espalda herrumbrosa, vigilia vejada
por las nocturnas estrellas,
vender viento a manos llenas
hasta dormir desnuda.
Se aploma el disfraz
para el que nunca muere,
para el que permanece
sobre el manto memoroso.
Beber de los meados del ñú
y escupir mierda sobre los girasoles,
los quema y los aja
como si las nubes
evacuaran ácida lluvia:
el desurco de la farsa,
la guadaña del falsete siega
y nutre tu ábaco cejiblanco
con la cuenta de tus andrajos
de seda y mi sombrero cornucopia
colmado de gargajos
y soles nutrientes de clorofila
que el agua escupe.
Abrevarán otros dioses
ahorcados por bufandas
de rayas como el payaso
se iracunda cada vez que se pisa
el pie con el zapato del segundo
colgado de tu rama.
No quiero sino venderme
ante el paisaje extraño.
Su corteza con agujas,
mis semillas como plumas,
—¿por qué tú, justicia,
no apuñalas mandíbulas
de vez en cuando?—
Volvamos al trueque:
cambiaría mi reino
de diente de león
por tu recreo de árbol
fiero e integrado.
Llevamos ¿cuánto tiempo
acaeciendo juntos?
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
No vestir nunca en otoño,
desnudar en todo acaso
lo que nos distingue en vana diferencia,
como cada coquina
que desenterré en la playa.
Mis pies se arropan
sordos como la llave sorda
abre la casa sorda como
el hueco y el ave sorda
pero cantora.
Que no existe.
Berenjenar y subsistir, quemar
banderas y palos de arte mayor
y que el cruel castigo del látigo lacere
tu espalda herrumbrosa, vigilia vejada
por las nocturnas estrellas,
vender viento a manos llenas
hasta dormir desnuda.
Se aploma el disfraz
para el que nunca muere,
para el que permanece
sobre el manto memoroso.
Beber de los meados del ñú
y escupir mierda sobre los girasoles,
los quema y los aja
como si las nubes
evacuaran ácida lluvia:
el desurco de la farsa,
la guadaña del falsete siega
y nutre tu ábaco cejiblanco
con la cuenta de tus andrajos
de seda y mi sombrero cornucopia
colmado de gargajos
y soles nutrientes de clorofila
que el agua escupe.
Abrevarán otros dioses
ahorcados por bufandas
de rayas como el payaso
se iracunda cada vez que se pisa
el pie con el zapato del segundo
colgado de tu rama.
No quiero sino venderme
ante el paisaje extraño.
Su corteza con agujas,
mis semillas como plumas,
—¿por qué tú, justicia,
no apuñalas mandíbulas
de vez en cuando?—
Volvamos al trueque:
cambiaría mi reino
de diente de león
por tu recreo de árbol
fiero e integrado.
Llevamos ¿cuánto tiempo
acaeciendo juntos?
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
A un pájaro cobrizo y muerto
A un pájaro cobrizo y muerto
se me murió el pájaro
y yo me quedo quieta
y sorda quiero muda
sea su salto y suelta
venga a decir quizás
me lloro
sólo a venirme dijo
su juventud extrema.
Tanta benevolencia extremo
en el pasillo de tus pisadas
de sol de noche y estío blanco
y el amarillo de los cantores
que no mueren dicen.
Sofía Serra (De La exploradora)
Muerte… funesta (Empédocles)
se me murió el pájaro
y yo me quedo quieta
y sorda quiero muda
sea su salto y suelta
venga a decir quizás
me lloro
sólo a venirme dijo
su juventud extrema.
Tanta benevolencia extremo
en el pasillo de tus pisadas
de sol de noche y estío blanco
y el amarillo de los cantores
que no mueren dicen.
Sofía Serra (De La exploradora)
lunes, 11 de junio de 2012
Una tremenda decepción de libro
No he podido quedarme para el "después". No he querido quedarme. No quería que me viera la cara. No quería vérsela. No habría sabido mentirle. Él habría sabido TODO nada más preguntarme.
Decepción absoluta.
Una obra del año 2012 que pretende ofrecer una recuperación visual de un patrimonio artístico no puede presentar esas imágenes, esos fotomontajes. No dudo ni por asomo de la labor de investigación, incuestionable a estas alturas de su vida de estudio. Es tal vez eso lo que más me deprime. ¿Por qué lo ha hecho, por qué lo ha consentido?, ¿no estará él harto de ver lo que se puede hacer hoy en día con las imágenes y con la fotografía? Tanto nombrar al Photoshop cuando el resultado presentado recordaba más a los antiguos collages que nos mandaban hacer en el colegio sobre cartulinas de colores para celebrar pongamos por caso el día del Domund.
Cortar y pegar, copiar y pegar, el mal de nuestros días.
¿Nadie observa la luz?, ¿es que no se sabe que lo que vemos no es lo que vemos en concreto sino todo lo que lo rodea también?
¿De qué sirve analizar la obra de Leonardo si luego no se saben aplicar las leyes de la perspectiva? ¿Para qué tanto experto en psicología visual si se es incapaz de prever que un patrón que se repita es rápidamente detectado por la mirada humana?
¿Cómo se ha podido cometer tanto pecado de torpeza, de falta de sensibilidad, de mal gusto, tantísimo pecado de falta de asimilación perceptiva? Tanta anaturalidad.
Tú mismo lo has dicho. Esos pinturas hoy aisladas en cualquier museo del mundo pierden todo su contexto. No pueden ser apreciados ni valorados en toda su grandeza, en su carga emotiva, en sus connotaciones, ni siquiera en su capacidad técnica.
Y ahora, teniendo la oportunidad de "traerlos" para nuestros ojos contemporáneos a su contexto de origen, se comete la barbaridad de dejarlo en manos de alguien incompetente, casi reverencialmente incompetente para esa labor, profundamente incompetente.
Porque, efectivamente, como todo el mundo sabe, ser historiador del Arte, no implica saber hacerlo, el Arte. Pero al menos sí da para saber lo que nunca debe ser hecho, o cometido.
Una pena.
No te nombro porque no tengo prueba documental más que en mis retinas. Ya me resultaba esforzado gastarme los 45 euros en ti, pero iba dispuesta a ello. Te imaginaba, te visualizaba íntegramente como una joya. Cuando he podido medio atisbarte me he negado a que ocupes lugar en mis estanterías.
Una vergüenza.
Una tristeza enorme.
Duelo
Duelo
Me pesan los hombros
como se clavan tus frágiles azules
sobre las columnas de la tarde:
Se acabó el sol por hoy
y por tantos mañanas.
En esta noche de lunas quietas
ni los asombrados eclipses
viven atentos en el cielo.
Los hombres de este lado
dilatan largas falanges
sobre las venerables simientes.
No saben, aún no saben
que los claveles han florecido
desde tu boca.
Desde el llanto de este vientre
enmudece la madrugada.
Blanda y sinuosa, medio
muda, de mi abandono huida
y de mi beso huido,
ella tampoco sabe
que los claveles han florecido
desde tu boca.
Densa y caliente duerme
la espera. Se llama duelo,
pero duelo tiene nombre
de corto trayecto entre
tu palabra y mi mente.
Extiendo la lenta manta
sobre la blanda cama
de tierra donde brotan
los verdes lunares
bajo el sol aplazado.
Ya amanece tu boca:
el día mana dormideras
entre tu ida y mi garganta.
Sofía Serra (De El muriente)
Me pesan los hombros
como se clavan tus frágiles azules
sobre las columnas de la tarde:
Se acabó el sol por hoy
y por tantos mañanas.
En esta noche de lunas quietas
ni los asombrados eclipses
viven atentos en el cielo.
Los hombres de este lado
dilatan largas falanges
sobre las venerables simientes.
No saben, aún no saben
que los claveles han florecido
desde tu boca.
Desde el llanto de este vientre
enmudece la madrugada.
Blanda y sinuosa, medio
muda, de mi abandono huida
y de mi beso huido,
ella tampoco sabe
que los claveles han florecido
desde tu boca.
Densa y caliente duerme
la espera. Se llama duelo,
pero duelo tiene nombre
de corto trayecto entre
tu palabra y mi mente.
Extiendo la lenta manta
sobre la blanda cama
de tierra donde brotan
los verdes lunares
bajo el sol aplazado.
Ya amanece tu boca:
el día mana dormideras
entre tu ida y mi garganta.
Sofía Serra (De El muriente)
domingo, 10 de junio de 2012
La estrella más profunda
la estrella más profunda
Hoy se recompondrán vericuetos de helio y sordos tragaluces. Los agujeros negros hacen tiempo fabricando las estrellas del desarme. Sobre el planeta de las uniformidades pasean juntos el volumen y la estratigrafía de los segundos. Nos queda por saber cómo se pinta un vacío lleno de soles esféricos y dádivas cúbicas; las mil y una preguntas de las bocas desarropadas viajarán a la velocidad de la luz camino de la otra geometría. Al final, sin escisión, nos encontraremos en el borde del universo, que es finito, como tu perfil.
No concebir, verificar, caducar y asesinar y asesinarnos como cualquier átomo que arrima electrones al besamanos del contiguo. Traspapelar hasta reconstruir el espacio que estrato tras estrato tras estrato
vamos deshaciendo
besos que sorbemos
olvidando los labios
que los dieron.
Engendramos
con el coito
interrumpido.
Reconstruir a la medida de la estela invisible,
el campanario erguido de almuédanos cantando
la mesura de las teselas,
las lombrices traedoras de tierra
hasta el pavimento enlucido.
Pavor ante la diferencia:
Tantas fallas solícitas de terremotos
y lugartenientes armisticios.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
porque cuando
ya no quedan flores
aparece la sonrisa de tu estómago.
Hoy se recompondrán vericuetos de helio y sordos tragaluces. Los agujeros negros hacen tiempo fabricando las estrellas del desarme. Sobre el planeta de las uniformidades pasean juntos el volumen y la estratigrafía de los segundos. Nos queda por saber cómo se pinta un vacío lleno de soles esféricos y dádivas cúbicas; las mil y una preguntas de las bocas desarropadas viajarán a la velocidad de la luz camino de la otra geometría. Al final, sin escisión, nos encontraremos en el borde del universo, que es finito, como tu perfil.
No concebir, verificar, caducar y asesinar y asesinarnos como cualquier átomo que arrima electrones al besamanos del contiguo. Traspapelar hasta reconstruir el espacio que estrato tras estrato tras estrato
vamos deshaciendo
besos que sorbemos
olvidando los labios
que los dieron.
Engendramos
con el coito
interrumpido.
Reconstruir a la medida de la estela invisible,
el campanario erguido de almuédanos cantando
la mesura de las teselas,
las lombrices traedoras de tierra
hasta el pavimento enlucido.
Pavor ante la diferencia:
Tantas fallas solícitas de terremotos
y lugartenientes armisticios.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
sábado, 9 de junio de 2012
Carrie (Nueva Biología)
(De Nueva Biología)
Carrie
Por las manos grandes y extendidas
desde donde vienes
y hasta donde vas,
tú, sin correspondencia
asomas al balcón que ennoblece
la luz del nuevo día
mientras tus aires no depuran
el oxígeno que nos alimenta.
Esta indignidad,
esta menoscaba contenida,
esta cornucopia pretendidamente lenta
que arrimas al caldero de pez hirviendo,
diluye lo que de hombre queda
sobre los adoquines.
Se más de lo que puedan darte las amapolas.
Esas estrellas rojas se me vacían,
se derriten chorreándome
sangre negra
como Carrie ajena
de vergüenza.
De qué estaremos hechos, pequeños dioses…
Habrá que ser vendedora ambulando
por las comarcales plegarias.
No sustituyo,
te asemejo al trino de la espiga
en el en-nortado cielo blanco y plomo.
Las densas noches socavan la montaña.
El frío y su nieve te ausentan.
Aquí en el valle se pierde algo que nada ofrece.
Aquí ya se fue el son de la despedida.
Aquí el soneto y su brisa
meditan cabizbajos sobre los goles
del espasmo del río contra el médano
que ahora te hiberna.
¿De qué estamos hechos, pequeños dioses?
Aquí, más sola que la una
entre la tarde y la herida.
Aquí, a uñas con la noche
sola en el tendido cero
de este coso de costra dura.
… Me favoreciste tarde,
tan tarde, soledad,
que llegaste en compañía.
Allí, con la plena muerte de la flor.
Sofía Serra
Carrie
siempre hay soledad.
siempre soledad sólo tiene un nombre.
no sabías que el suyo fuera el tuyo.
Por las manos grandes y extendidas
desde donde vienes
y hasta donde vas,
tú, sin correspondencia
asomas al balcón que ennoblece
la luz del nuevo día
mientras tus aires no depuran
el oxígeno que nos alimenta.
Esta indignidad,
esta menoscaba contenida,
esta cornucopia pretendidamente lenta
que arrimas al caldero de pez hirviendo,
diluye lo que de hombre queda
sobre los adoquines.
Se más de lo que puedan darte las amapolas.
Esas estrellas rojas se me vacían,
se derriten chorreándome
sangre negra
como Carrie ajena
de vergüenza.
De qué estaremos hechos, pequeños dioses…
Habrá que ser vendedora ambulando
por las comarcales plegarias.
No sustituyo,
te asemejo al trino de la espiga
en el en-nortado cielo blanco y plomo.
Las densas noches socavan la montaña.
El frío y su nieve te ausentan.
Aquí en el valle se pierde algo que nada ofrece.
Aquí ya se fue el son de la despedida.
Aquí el soneto y su brisa
meditan cabizbajos sobre los goles
del espasmo del río contra el médano
que ahora te hiberna.
¿De qué estamos hechos, pequeños dioses?
Aquí, más sola que la una
entre la tarde y la herida.
Aquí, a uñas con la noche
sola en el tendido cero
de este coso de costra dura.
… Me favoreciste tarde,
tan tarde, soledad,
que llegaste en compañía.
Allí, con la plena muerte de la flor.
Sofía Serra
viernes, 8 de junio de 2012
Septiembre
Septiembre
La paz se aposenta
como hada sin cuento
ni moraleja.
En las soledades descansa,
enemiga encubierta del mundo
y sus arpegios.
silbe la acetona del aliento
que yo me rasgueo confundida
entre las torres en tres d y las viñas doradas.
Los adioses no labran la vendimia,
ellos levantan uvas recitando
el diapasón del vino del mejor año.
la milonga y el cigarro,
el merengue y el palo de nata,
el mosto y el cubata que no pruebo,
el sabor del terciopelo –mío, es sólo mío-
en mis neuronas busca
y anida corcovado
mullendo los afilados cantos
de las piedras de tus riñones.
Excretar y presumir
sales facticias de ubérrimas gramas:
la urea labra de verde
el vejamen de la tierra
y su osadía
y mi posible olvido
de ti.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
La paz se aposenta
como hada sin cuento
ni moraleja.
En las soledades descansa,
enemiga encubierta del mundo
y sus arpegios.
silbe la acetona del aliento
que yo me rasgueo confundida
entre las torres en tres d y las viñas doradas.
Los adioses no labran la vendimia,
ellos levantan uvas recitando
el diapasón del vino del mejor año.
la milonga y el cigarro,
el merengue y el palo de nata,
el mosto y el cubata que no pruebo,
el sabor del terciopelo –mío, es sólo mío-
en mis neuronas busca
y anida corcovado
mullendo los afilados cantos
de las piedras de tus riñones.
Excretar y presumir
sales facticias de ubérrimas gramas:
la urea labra de verde
el vejamen de la tierra
y su osadía
y mi posible olvido
de ti.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
jueves, 7 de junio de 2012
Poema eco y lógico
Poema eco y lógico
presenciaré el casorio
de los fantasmas del parque,
tan parecidos a nosotros
con su junta de gasa envolviendo
los a-cantos y las palmeras
ya se alquitranan para dejar
paso a las aves del paraíso:
jamás tan linda boca
en el hemisferio lunar
de una barbilla. Quiso el hombre
cubrir con pelos su delicada piel
como si mono de araña
cabalgase a lomos de ese tronco
caído sobre la loma que ahora
ya no habito. Porque me quedé
sola encina y muda y de brazos
rota como todos los fantasmas
del parque.
Adiós, yegua, adiós.
la cebra y el coto,
la biodiversidad más estable.
La Amazonía, para tu barba.
Sofía Serra (De La exploradora)
presenciaré el casorio
de los fantasmas del parque,
tan parecidos a nosotros
con su junta de gasa envolviendo
los a-cantos y las palmeras
ya se alquitranan para dejar
paso a las aves del paraíso:
jamás tan linda boca
en el hemisferio lunar
de una barbilla. Quiso el hombre
cubrir con pelos su delicada piel
como si mono de araña
cabalgase a lomos de ese tronco
caído sobre la loma que ahora
ya no habito. Porque me quedé
sola encina y muda y de brazos
rota como todos los fantasmas
del parque.
Adiós, yegua, adiós.
la cebra y el coto,
la biodiversidad más estable.
La Amazonía, para tu barba.
Sofía Serra (De La exploradora)
Carolina, la de los Grandes y Dulces Hombres.
Para ti, Carolina, porque ya estás aquí. Cuatro días de Naturaleza en forma de parto.
Dos horas hace que el mundo es más dulce. Más grande, más digno de sí.
GRACIAS,
sobrina.
miércoles, 6 de junio de 2012
Aman(i)ta caesarea
Aman(i)ta caesarea
muerto el hombre se domestica
la raíz el agua-fuerte levanta
la tierra aflora la adormidera
huevina, tanta yema, tan naranja
como el bokeh de Venus
cuando esta noche ha pasado
por delante del sol.
Como Afrodita, aunque sin quemarse.
Las tanas me recuerdan de dudas
la siembra de mis añadas mozas,
cuando aprendí a deletrear
m-a-d-r-e-s-e-l-v-a
tras haberme perfumado
en los maitines de mi madre
cuando ella llegaba del trabajo
con su vestido de enfermera
para echarlo a la lavadora
según yo dudaba y sembraba
pequeñas setas en el aire
de mi habitación a oscuras hasta hoy.
Si la yema, si la flor
sobre la tierra,
un hongo puede ocupar kilómetros
bajo el suelo y yo no mido,
encuentro sol y me desnuco.
Así que no soy Venus.
Miro siempre de frente,
¿no veis mi tez morena?
Sofía Serra (De La exploradora)
muerto el hombre se domestica
la raíz el agua-fuerte levanta
la tierra aflora la adormidera
huevina, tanta yema, tan naranja
como el bokeh de Venus
cuando esta noche ha pasado
por delante del sol.
Como Afrodita, aunque sin quemarse.
Las tanas me recuerdan de dudas
la siembra de mis añadas mozas,
cuando aprendí a deletrear
m-a-d-r-e-s-e-l-v-a
tras haberme perfumado
en los maitines de mi madre
cuando ella llegaba del trabajo
con su vestido de enfermera
para echarlo a la lavadora
según yo dudaba y sembraba
pequeñas setas en el aire
de mi habitación a oscuras hasta hoy.
Si la yema, si la flor
sobre la tierra,
un hongo puede ocupar kilómetros
bajo el suelo y yo no mido,
encuentro sol y me desnuco.
Así que no soy Venus.
Miro siempre de frente,
¿no veis mi tez morena?
Sofía Serra (De La exploradora)
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