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jueves, 10 de agosto de 2023

Incendios de agua y puertos reales

 



Puerto real

 

hoy descanso bajo

el toldo de la sensación

de no haber sido

sagaz

me aplomo

fundo

mi sí-li(n)ce

de arena:

Nace el cristal

recojo las aguas

de los cabezos amarillos.

 

Como una lagartija que sale huyendo

cuando tu paso avanza

entre los cañaverales,

te pierdo y al momento

reapareces erguido

con la sonrisa levantada bajo

tu mano el puerto

real de entrada

a ti.


(Del libro "Los cabezos amarillos". Más información AQUÍ en la página de la editorial.)

jueves, 27 de julio de 2023

Las olas y Afrodita

 



La muerte de Afrodita


Dejo de mirar el cielo de donde llego. 

Hoy ya sí, añadas de nubes a la espalda, 

no espero agua aunque otra lluvia llegue. 

Cambio hielo por una fuente,

mudo tierra a otros cielos,

hoy navego surcando los aéreos

 mares cruzados por los vientos

que en tu boca pronuncian mi nombre. 

Porque rauda, rauda soy,

lejana ya de mis raíces quietas,

cercana ya de lo que llaman

sueño, quimera, mentira, utopía, 

qué más da,

y yo sólo puedo nombrar como terreno. 

Mas de mi memoria me perdí,

subsumí haciendo mía 

esta patria de presente 

renunciando a mí misma 

por todo lo que fui.

Desconocido de orilla, 

mira bien esta lengua ya

agostada de tanto lamer

la costra dura.

No desdeñes las yemas 

que de su cueva nacen.

¿Los espárragos?,

ellos lo tienen fácil: se-lo-hacen-to-do. Se lo hacen. 

En la penumbra vivo feliz, vivo calma y vivo vida. 

En la penumbra, pero no a escondidas.

Son mis parasoles los que abro, 

son mis manos las que se alzan 

creando sombra mía junto al laurel 

del adormecido sino.

Aquí, junto a la fuente, 

agua fresca vierto en sus labios celestes

con celo sobre su aliento: Agua que bebe, 

agranda mis cauces internos,

mi gruta caliente, este huerto

donde se puede cultivar en pleno invierno.

Las humedades recreo 

con estas carnes salubres

embestidas contra la espuma 

sobre la cárcava marina

que se crece, se crece 

como regente de la ola 

que se hace grande,

más grande mientras más 

se acerca a la orilla: 

algas... algo de yerba 

prendida en mi cabello. 

Son recuerdos.

Retozar sobre cementerios 

siempre conquistó albas

de la muerte en vida:

¡Ay, la sal!,

sal de mis amores y de tus olas,

¡sal huyendo!

Ola mía, ola brava, ola tuya,

 salina ola, ¡no claudiques!, 

arremete y sigue muriendo: 

Tumba dicha rubia arena, 

tumba agosto dicho sal, ¡sal!, 

tumba cercas, cerca tumbas, 

tumba vida, vive tuya y dame,

dame ya la muerte buena.


(Del libro "Los parasoles de Afrodita". Baile del sol, 2013.)



domingo, 14 de mayo de 2023

Rosa de libro III

Ayer hizo un año de su presentación. El segundo volumen de la trilogía "Suroeste", "La exploradora".

El tercero se publicó antes ("Los cabezos amarillos", 2019.) El primero, que dio nombre al ciclo poético,  en 2015.

Todos en  la editorial "Ediciones en Huida".






lunes, 31 de octubre de 2022

Recuerdo de la Feria (del Libro de Sevilla)

 Para que no se me olvide.

Abajo, poema del libro.





Pero no recordaste


Cualquier ciudad transita

por mis manos

con las caricias de su lomo.


Ya apuntan modos

las dodecafónicas ingles, 

se inscriben en el gozo 

como las orugas que reptan

por los perfiles de las hojas, 

doblándose

sobre sí mismas 

amortiguan

el aroma de haber abrazado

donde más oprimen

los gestos:

el señuelo,

la bifurcación.


No hay otra palabra.

La verdadera huele.

Los techos indisponen

contra el cielo estrellado

y tú te cubres 

con tejados a dos aguas.


Pero quién va decir

si el árbol o la mentira

crecen ajenos.

Mis manos y tus piernas

hacen tiempo lamiendo

la escarcha salvaje y antigua

que cubría la ciudad de las luces.

 

Desde aquí, desde este polvoriento camino,

voy preparando la partida  

con espejos que no enluto

para no guardar

ominosos encierros 

de otros lesos seres,

son sólo fantasmas sin

diafragma ni pulmones.


Algunos pútridos afanes 

quedaron colgando del árbol

como bolas de navidad fuera

de temporada.

Tanta dejadez ausenta

el valle rico de la vertical memoria,

siempre verde y limpia

como el tiempo, nuestro compañero.


Este viejo camino 

sin duda tránsito

como todos

los caminos

que llegan o hacemos,

este cansancio inaudito

solo se llama el poema

y se escribe

en dos palabras, o cinco:

mi hueco y tu lleno.


jueves, 23 de junio de 2022

domingo, 19 de junio de 2022

Un poema de "La exploradora" y otras viandas

 


Mis labores

 

Escribo para no cocinar

el desastre intentar

restablecer el crudo

equilibrio.

 

Pues sí veremos sendas.

Ando de rota en roto

en el tejido seco

de la mata

de tu paso.

No quiero estar llena

de amor más

que para ti:

 

Te sostengo débil

y estudioso en tu carta

de agobiantes endorfinas

de vehementes dosis

de equilibrio que intentas

por donde te veo venir

como un puño de estrellas

que iluminan la estancia

lúbrica y eterna

del ciprés en la orilla

del plano verde

a una villa cansada

llega

y no hay suelo

o seto de brezos

aquí en el sur

afilan sus hojas

hasta los verdes rizomas del aire.

El cielo tembló

y la nube se deshizo

en lágrimas y contradicciones,

o poesía.

 

por alimentarlo.


(Del libro "La exploradora". Ediciones en Huida, 2022.)



AQUÍ puede adquirirse, o encargándolo en cualquier librería (distribuidora Malayerba) 



viernes, 3 de junio de 2022

Lectura propia de dos poemas de "La exploradora"

 Poema "La luz de los días (como un arbre nú)"



 

Poema "My country song"




El libro se puede adquirir AQUÍ o en cualquier librería encargándolo.

 

martes, 17 de mayo de 2022

Vídeos de la presentación de "La exploradora" y cuatro poemas que se leyeron durante el acto

 


Si se escucha (y, lógicamente, se visualiza) el vídeo que aparece en primer lugar se comprenderá que nada más tenga que decir. El segundo, mucho más breve, recoge la lectura de cuatro poemas del libro objeto de la presentación "La exploradora". Como soy consciente de que tiene algunas carencias de sonido, dejo abajo los textos de los poemas.




POEMAS LEÍDOS 


Calzados

apenas un vestido conserva

la calle de tu gasa y tu aquiescencia

sutil sobre la vida y el deseo

de apresurar el paso tan suelto

sobre los adoquines tan blandos,

grises y malabares perpetuos:

la litoterapia late bajo tus plantas,


sol y dado porvenir

bajo las suelas de los zapatos:


pareciéramos muñecos 

con derrotas automáticas, 

tantas carcajadas suenan

auto-móviles las gargantas.


Medusa

Nadie me ha regalado un ramillete

de flores que llevarme al pecho.

No sé, la vida 

sucede tantas ocasiones

tan injusta con las diosas

que no son de mármol…


Pero en Carrara triunfé.

Me aplastaron la ingle

como una lengua

de sapo. El príncipe

afiló su cincel

y el bloque de una tonelada 

se desprendió de la cantera

limpia y mansamente.

Entonces llegó Miguel Ángel 

y encontró su David

y su fama.

Pero tampoco me regaló ninguno

un ramillete de flores.


Siempre estoy sola

y aún no sé 

en qué consiste la soledad

salvo en estar

sola, algo descabellada

 —cada vez menos

sierpes me quedan—

y hacer Arte con mi mirada.


Negadas vacaciones

Todos salen de su patria

todos vuelven a su patria:

vacación se llama,

vacancy,

vacante,

disponible

lo vacío, 

la libertad

vociferan.


vacantes, están todos

bacantes,

vagantes vacíos

de sí.

Vocación disponible

busca ocupante

libre.


Tendernos

ante ti

miento

ante mí

mas ella

no miente

el espas-

módico deseo

de sentir

mi bien

estar

contigo

en silencio

hacer

el silencio

tender

el puente azul y la yerba

se levanta

descansada

y fresca.

AQUÍ

puedes adquirir el libro



lunes, 28 de marzo de 2022

De la seriedad de la exploradora

 


Del mosqueo con el levante al susto con la exploradora. Menuda mañana llevo, y eso que me niego a que me afecte el cambio en las horas. De horario de invierno al de verano, y yo aún con jerséis de cuello vuelto. Iba a dedicar el lapso de tiempo entre dos frentes de lluvia que ofrecía el día de hoy a hacer tareas de campo atrasadas, pero la llegada de las pruebas del libro ha conseguido alterarme el ánimo (nada difícil en mí, la verdad sea dicha), ponerme el corazón a cien y hacer que me encierre para sentarme en el ordenador y corregir. Sé bien que por parte del trabajo del editor, nada, o minucias. Sé que, por mi parte, ¡todo!, aunque hable en broma, medio en broma. De pensar que así ya en papel (por mucho que lea o escriba en medios electrónicos no consigo despegarme de las ventajas que le contemplo a la  fisicidad del libro en papel) lo que sea que esté escrito va a perdurar para siempre…¿siempre? Bueno, me digo, siempre pueden salir ardiendo, mi ordenador y mis discos duros incluidos, la leche, Sofía, que no eres la Biblioteca de Alejandría, megalómana eres y, además, ¿cómo se van a quemar los libros? Los que yo tenga, vale, los puedes quemar en el candelón de los ramajos, pero los que adquieran los demás, ¿qué va a pasar?, ¿vas a ir metiendo fuego a cada casa particular para que desaparezcan? Joder contigo y tu “imaginación”. Ya podrías haberte dedicado a escribir novelas de misterio y suspense y catástrofes infinitas, ya que tanto te gustan las pelis esas, solo esas, por mucho que te hagas la mayor cada vez que las ves, en vez de escribir poesía. ¿O será que te provoca más miedo escribir (y, por tanto, publicar) poesía? Y lo que te va es la “marcha”. Seguro que sí, que lo que te pasa es eso, el miedo por la espina, el miedo por la columna vertebral, ¿miedo a qué? Miedo a equivocarte, no sabes si en la escritura o en la decisión de publicar, miedo a alzar la voz, miedo a sobresalir de tus archivos, tan caóticamente ordenados, miedo a dejar de ser voz eléctrica, etérea, pfff, una ventosidad en el infinito mar de aires que respiramos para tu libro llegar a ocupar un espacio de volumen en este Universo, no sé si infinito o no, en cualquier caso inabarcable. ¿Y qué mas da? Eso me digo, y qué mas da realmente… Comporta seriedad. Lo que haces te importa…no sé si gas licuado o aéreo, quizás aceite de girasol, que tanta falta hace, quizás agua y tierra, de lo que la exploradora sabe bastante, quizás físicas neuronas que logren mínimamente, minúsculamente, atómicamente, quarkmente (¡ah!, la exploradora) a comprendernos mejor los unos a los otros.

¡Y no importa que te equivoques, Sofía! De errores se construye el mundo, y el futuro, de sus correcciones.

Me pongo, no lo digo más. Seriamente.

 

Corazón encogido

 Hoy es un día descarnado,

las palabras no rompen mi inquietud,

ni siquiera los regalos del alba,

hasta los sonidos de la calle

se han puesto de acuerdo

en desafinar esta sinfonía

no sé si de adviento o retirada,

partida avecilla de retorno

estrellándose contra las paredes

de alambre. Se cuartea la fina capa

de piel endurecida que me describe

tu presencia en el mundo,

un espasmo quieto

que no ilumina la estancia

donde te ocultas,

el dónde está se sienta en mi silla

y me desplaza a otra geografía,

una geografía demasiado apaisada

para este día que averiguo estrecho

para la medida de mi querencia

por ti.

 

Hoy es un día muy serio.


(De "La exploradora")

viernes, 4 de marzo de 2022

"La exploradora", próximo libro

En breve lapsus de tiempo, saldrá publicado este poemario, "La exploradora" que forma parte de la trilogía "Suroeste". Aunque lanzado en último lugar, ocupa el segundo  de los tres volúmenes y, como no podía ser de otra forma, lo acoge la Editorial "Ediciones en Huida" a la que le estoy muy agradecida por su apuesta e implicación.

Aquí, un poema del libro con su fotografía correspondiente:



Son del sitio

Son del sitio la encina
y la voz
                  del eco
al sur
oigo la sierra de Aznalcóllar
con su boca y con su pecho
—es el mío de mi frente, y lo era—
de mi norte que imanta
mi cabeza buscando
la enana blanca del día
recién levantada
la mañana de su son
de la noche y yo
una sombra de nostalgia
y un aullido de mi centro
que cabalga solo
sobre mis piernas
y el olor que no se pierde
en las fosas sino-ideas
de la lumbre en la candela
y el humo y la llama
y el olor a tierra
y a rostro del mundo
poniendo su culo
por montera delante
de mi cara. La cabra
reseca y borracha
de nostalgia de nada,
nada más que adelfas
y yerba dura y recia
de falta de agua,
y el aroma verde
de verdad de amor
de un mundo y de yo,
y yo, y yo y la tierra sin nombre,
y yo sin nada salvo él,
su eco.


jueves, 19 de noviembre de 2020

lunes, 19 de octubre de 2020

Destierro

Las margas azules, la tercera parte de “Los cabezos amarillos”, representan la vuelta a “lo real”, al hoy de la voz que escribe, el mundo que vivo, todo aquello que no tiene que ver con el hecho de “la playa”, que no es un pasado en sí, ni un ayer, ni un futuro, aunque sí otro tiempo al inmanente en la escritura poética. Las margas azules son un tipo de roca sedimentaria, normalmente provenientes del mesozoico, que se forman o se depositan en entornos fluviales o marinos. Se me figura el tramo físico visto en un mapa desde la ciudad de Sevilla hasta “la playa” como el lugar de las mismas. En el poemario acogen todo aquello tomado de la evocación del lugar y el tiempo (los cabezos amarillos) para traerlo a la actualidad y a la realidad de la voz poética. Jugué con la imagen ecoica de su nombre (marga/amarga) y el visual del color, azul (que también recuerdan el del cielo y el del mar), como complemento cromático del amarillo de los cabezos.

Estuve documentándome, lo que una puede no siendo experta en la materia, aunque sí muy amante de la geología. La escritura de un poemario también implica una investigación científica, es decir, racional, ajena a la poética. Una especie de autodestierro del locus amoenus. Siempre la practico. No solo porque naturalmente me apasione, investigar, sino también porque la escritura poética así me lo requiere. 



El alma desterrada

 

El corazón no duele,

pero a cambio

el cuerpo desaparece.

 

La sangre me hierve

y cuando llega a su natural

condensación por el frío

que me rodea, me chorrean

las lágrimas, agua y sales

como la urea que  al matojo  reverdece,

el poso es tierra donde

el cañaveral germina y crece,

mas estoy

a revienta calderas

y el barco de vapor

busca el otro motor

de aceite y gas

que me suprima

de esta artificial suerte

de esperar sobre margas azules

cuando los amarillos

me destilaron

los siete colores del arco iris,

me explosione y, convertida

en masa humeante y celeste

intangible,

vuele por los aires

hasta mi padre marítimo

una vez

él también se condense

en olas de salinas

y reales y blancas

tempestades, no importa

si pequeñas o grandes.

 

Todo ha ido aumentando

como la marea sube

y  los girasoles

que me alimentaban justo

cuando te oí, crecieron.

Ahora su amarillo

ya tiñe el lugar del encuentro,

del que nunca he salido.

Nuestra es la bandera del exilio

interno y la verde playa

amplia y sola.

 

Salir de donde no estoy

para llegar a donde mismo

soy, que no soy más

que tú o yo

o el mundo que odio,

pero del que formo parte.

 

Ni siquiera la tormenta, con su gran poderío,

puede decir a las nubes: ¡no soy vuestra!

 

No mates los días que te quedan por vivir.

(De "Los cabezos amarillos". Ediciones en Huida, 2019)





domingo, 23 de agosto de 2020

Dos torres

Hay torres que ganan en belleza al hallarse en ruinas, sin que con ello me refiera a esa admiración más o menos mórbida por la decadencia, sino a que a las construcciones, a los artefactos, a los objetos y hasta a los pensamientos y a los sentimientos, a todo aquello que posee una entidad sea de la naturaleza que sea, el tiempo, como compañero nuestro que es, termina por ejercer de demiurgo otorgando ¿él o nosotros?) existencia propia a aquello que parece desvencijado o derruido. Ni siquiera podría decir que “transformado”, porque entonces presumiría que parte de algún otro ente. El adjetivo que más se acerca es el de “creado”, como extraído de la nada hasta ser él mismo por sí mismo. Y así, ya, conforma vida bella propia dejando de ser una ruina. A lo mejor por eso mismo escribí tras este libro ese otro poemario titulado “Extinción de ruina”, ahora que lo pienso. El poema, ¡por-dios!, que se me va de las manos esta introducción. 




Torre en ruinas

ciega estuve tú
con tu silueta rota
y ancha anduviste
cercando la contraviesa
de mis ojos, ese alma
que se pierde de lo más evidente,
torre albarrana,
torre marítima,
a deshora me avisaste
del drama urgente y pavoroso.
una torre ruinosa
lamida por el mar
y sus sales, pasto
de borrascas, de la tensión
de las mareas, del gobierno
de los locos muertos
de hambre y otros géneros
de sedes y sillones.

(Del libro "Los cabezos amarillos")


lunes, 10 de agosto de 2020

"Suroeste" y "Los cabezos amarillos" toman ya aires buenos



El otro río tan grande
(a JC Sánchez Sottosanto)


En esta intravenosa suspicacia
de tus caricias y mi risa, en esta
aquilatada salinidad que bifurca
mis ingles hasta romper aguas
en la dulzura del estuario abierto
en la medida que nadas
tan grande
como los dedos de las olas
como blondas translúcidas
de un vergel que avanza,
pampa
océano
campo
de mañana cálida
como una prímula
sentada al borde
de tu boca abierta y plata,
mi mar mío y sede tuya y yo
blanda, desleída,
i-letrada,
a-mórfica,
eu-tópica
o miserable
u-fana-(l),
de sólo agua bañándome
en cada tú
tan grande
luz.

(De"Suroeste")


martes, 28 de julio de 2020

Sobre mi primer amor y su reencuentro



Parménides fue mi primer amor que eres tú

es que necesito rei-
vindicarte.
si estás ahí
fue
porque tú y yo
así lo quisimos,
nos convino en un modo
esta especie
a nuestro modo
de hijos futuros de caínes y abeles
en sus encuentros de hienas
que solas miraban,
qué solas miraban
las leonas que se acercaban,
los leones que descansaban,
ellas llevan las mismas tetas de mi sexo
ellas llevan los mismos te(s)tos de tu sexo.
Yo no amo a las hienas
injustamente,
en nada injusto te amo, hombre
recio, simbiosis
de La Costra en mis sienes.
Mas sí te necesito
en mi pecho unido
a mi cerebro.

Ella es la enemiga que creamos.
Y ella me ha robado
lo que más quiero
lo que más deseo,
lo que necesito,
a mi compañero en la vida
de esta física tesitura.

Qué te habrá robado a ti
Ella.

No importa seamos
más o menos, Dios
diría si existe más allá
de los claveles y las fuentes.
Pero este lugar de presente,
siempre el sitio,
anhela su justicia de tiempo,
como ya te dije algún día,
nuestra compañero.
Y en él, si tú no hablas,
no hay luz que brille,
eje que la decline
o sombra que la represente,
fuera lo que dijera Platón
y todos los que tras él
malinterpretaron.

es que yo me quedé allá,
junto a los presocráticos,
a la intemperie
en nuestro
al final
primer
encuentro.

(De "Los cabezos amarillos")

Se puede adquirir AQUÍ


lunes, 20 de julio de 2020

Tortura



Un poco, o un mucho, como un marino erizo del revés, así me siento con mis líos poéticos, entre los que incluyo la fotografía, y este exponerse y este no saber ya qué hacer con tanto hecho ya para nada, ya para nada y si seguir escribiendo ya para qué, ya para qué. ¡Y lo malo es que ya hace ocho meses que de pronto aborrecí el vino y es que sigue sin apetecerme nada! Y en estos páramos achicharrados no hay forma de encontrar agua salada que cure mis heridas, ni espuma, ni brisas marinas. Pero sí claveles y mi casa, y los tomates del huerto, y mi intimidad de ratos de lectura y de costura, y el cariño desmesurado de los perritos, y las trastadas de las gallinas cuando se escapan, y la alegría al ver llegar a mi hijo con su coche ya suyo, ya no dependiente de horarios fantasmales de autobuses ni de sus sentimientos de culpabilidad porque el padre lo trasladara, ya solo él y sus querencias y apetencias, con su libertad en sus manos, ya suyo. Y suya, de la poesía, es la condena que me martiriza un día sí y otro también. ¿Cómo leches conseguiría desprenderme de esta tortura?, ¿cómo lograría volverme del derecho? Cómo, ¿cómo?, ¡¿cómo?!


Los erizos del revés

en este mundo oscuro
hasta los invitados
pasan hambre.
(Just the wind
like the wine.)


solo el viento como el vino
que enarca las cejas de la vida,
solo el sendero de agua y conchas
que cansino se desliza
entre la raíces quietas
de los matojos abrazados
y los cañaverales abiertos
al sereno de la noche.
sólo el suplente
martiriza los erizos
volviéndolos del revés
sobre sí mismos,
sólo la roca los acoge
en sus cárcavas navajas
consolando sus desconsuelos
al viento como  el vino
abriéndolos, al agua
salada. Ella sana
los sinsabores fríos
de cada púa clavada
en el interior de sus mejillas,
de sus gargantas, de sus todo
estómago solo
de carne amarilla
y viva y fe-
haciente.

No tan ausente



"La presencia por la ausencia" es un libro ya descatalogado. Fue el primer poemario que me publicaron, 2010, (a cambio de mi trabajo durante todo un verano en la misma editorial) y el cuarto que escribí (2005-2007). Hoy lo he reabierto, porque tras tantos años, siendo yo misma consciente de sus fallos casi desde el mismo instante en que lo tuve en mis manos (exceso de puntuación, exceso de adjetivos, un como siempre excesivo en mí), me daba un poco de vergüenza "propia". Pero ahí está mi voz, la voz poética. Y una voz muy potente, sí, muy potente, no me duelen prendas al reconocerlo, aunque escueza a muchísimos. Todos sus errores, muy fácilmente subsanables, no deberían haber provocado el infierno de voces contrarias que levantó en su momento y que tuve que vivir tras mi irrupción en el panorama poético "internaútico". Ahora me he propuesto revisarlo y corregirlo, adaptarlo al conocimiento que la experiencia poética me ha regalado. Así comienza:



Canción

Alguien me tocó el alma el otro día, alguien,
con la tierna almohada de su voz ensoñadora.
Alguien suscribió mis versos,
reinventó la luz sobre la tierra, que ya caminaba ominosa,
anduvo abriendo puertas mientras, oculta yo,
mis manos temblaban.

Antes, cuando abría mis párpados a la luz cegadora,
los amaneceres cabalgaban por la orilla de este verbo que no
es verbo
sino margen acotado carnalmente.

Se cerró el mar.
No me acompañó entonces el Poeta.
Ni el mirlo sostuvo con su canto mis roncas lágrimas.
Ni siquiera la primavera, que anhelé tiempo después,
llegó a bañar los atardeceres con el perfume de la niebla.


Antes, mucho antes, dormía en la tierra recordando
el verde trampantojo de la encina,
y yo, yo, bailaba al son de los tambores de las fiestas
humanas.
Cuando me quedé muda,
no me cobijó el Poeta.
Ni la lumbre, ni la hojarasca fértil.
Bajé al infierno de todas las vidas.
Hablé para llorar.
Rodé para existir temblando
acunada por el frío en la cruz de todos los huertos.



Antes, tiempo eterno antes,

saltaba sobre las piedras con mis zapatos de rosas
generando vida, esperanza y muerte... ¡feliz!
Una y sola entre las de mi especie
albergaba en mi cóncava realidad todas las esperanzas,
todo el alimento de la tierra.
Ahora, más allá de las sombras,
permanece siempre abierto el horizonte
que nos avanza el sol en su homenaje tardío
a la belleza de Lo Sin Nombre.

Camina, rueda mía, camina,
llévame por tus senderos de perdón y olvido,
que el polvo que levantes sea mi clámide en la espera.
Muéstrame en tu devenir el movimiento sobre el mar, las
almas, la luz.
Adelántate y alienta.
Camina por mí para que, cuando renazca,
las encinas continúen dibujando caracolas
en el aire con sus candilejas de abril.



("La presencia por la ausencia". Bohodón ediciones, 2010.)

 
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