(Correcciones de La dosis y la desmedida)
La puñalada
Compraré alhajas cuando paseo
por el mercadillo de agosto los días
sin sombras salvo en la acera
ambulante que me proponían
tu voz, tu boca, tu oído y yo
anhelándote, mudo brocal,
la tapia cubierta con la parra virgen
sorteando a la madreselva
minándose de mí y yo huyéndote
sin que llegaras o vinieras a verme.
Me escabullí tras tus andrajos,
miraste en otro sentido
con tus manos y hacia allí vagó
tu cuerpo tras ellas que se alargaron
hacia el cuchillo diestro de noreste,
ése de donde llega la helada,
ése rasante vuelo de hielo
sobre las onduladas tiernas
carnes de mi apuesta: rosa
en uno u otro ombligo.
Aunque todos me digan
(que)
debo ser más cobarde.
Sofía Serra (de La dosis y la desmedida)
jueves, 31 de mayo de 2012
Agustín García Calvo. París, 1973
(Fragmento final del prólogo a su traducción de los Sonetos de Shakespeare. Editorial Anagrama, 1974. Primera edición, 1993)
Así es pués, como iban cuajando desordenadamente las traducciones de algunos de los Sonetos, según el estado del ánimo o las tormentas de los días nos llevaban de uno en otro; y cierto que al principio no habíamos pensado en traducirlos todos ni publicarlos pero, al ir siendo muchos, comenzó a tirar la serie por sí misma a completarse, y en fin, el evidente placer con que tres o cuatro amigos habían leído algunas que otras de las traducciones y la buena disposición de su mismo futuro editor, Jorge de Herralde, nos decidieron a darles el libro entero a los lectores de lengua castellana. De manera que, así como no puede el más hondo agradecimiento al poeta hacernos decir que todos los sonetos de la serie sean igualmente felices o logrados, así también entre sus traducciones las habrá que, nacidas más bien del puro placer privado, resulten más placenteras para el público, en tanto que otras, más bien traídas ya por la necesidad de publicar el libro, sean menos gustosas para los lectores; ello aparte de que el azar combinatorio o la diosa Fortuna, regente verdadero de la creación poética, también en la humilde y desesperada tarea de la traducción habrá tenido la última palabra. Pero qué vamos a hacerle: aliter non fit liber, como disculpaba Marcial la publicación de sus colecciones de epigramas. Y al fin, en tanto que sigue Amor atormentando a las gentes de estas clases nuestras, acaso;les he transmitido decentemente algunos quejidos del manso cisne del Avon y les he regalado un libro de descubrimiento y consuelo del Amor a los lectores de mi lengua. ¿No se recibirá más bien con agradecimiento?
Claro que en este punto me pregunto de qué lectores estoy hablando. ¿Es que hay alguien que lea poesía en este mundo?— aparte —digo— de los propios productores del género, que por ello mismo tampoco propiamente podrán leerla —quiero decir, con el descuido que permitiera el asalto de lo leído a las estructuras de sus propias almas. Pero, en todo caso, aparte de ellos, ¿quedan por ahí todavía, no ya compradores de libros de poemas, sino verdaderos consumidores de poesía? O para no andarnos con rodeos y atrevernos a preguntar la cosa más de frente: ¿es que la poesía misma no es una especie de anacronismo o de impertinencia en estos tiempos? Si no como canción, al menos como versos para leer (y no puede negarse que esto son más bien los Sonetos de Shakespeare), ¿se habrá muerto también, sin acabar de darse cuenta de ello, este tipo de producción lingüística que se llamaba poesía? Fruto ella de esos tiempos de la Historia en que la raza humana tenía esclavos o plebeyos iletrados o por lo menos proletarios, y los señores de la Vida solían poner en los versos y los libros una interpretación culta y pasional, privada, de la miseria constitutiva del Estado, ¿qué puede ella tener que hacer en esta especie de Nueva Sociedad, fase, al parecer, de liquidación de la Historia misma en la apocalipsis del aburrimiento del Progreso? En medio de la informe mecanicidad del ritmo que en autopistas finisemanales y en contabilidades automáticas y escaleras mecánicas de supermercados impone la Estupidez Reinante, ¿qué vienen a contar, con sus añoranzas de paraíso perdido y sus intimaciones de libertad contradictoria los variegados números de la poesía? ¿Qué diablos hacía yo traduciendo en aquella mansarda estos sonetos de amor a los sones lejanos, allá abajo, del berreo de automóviles en embotellamientos y de porras de gendarmes contra blusas de cuero de manifestantes concienciados? Eso es lo que me pregunto en el momento de mandar estos versos a la imprenta.París, Enero de 1973.
El ruido y un silencio (lucy on the earth without diamonds)
El ruido y un silencio (lucy on the earth without diamonds)
Alimentamos sabañones
que nos dejarán la piel
reventada en tiras de aluminio
que se enrollan añarándonos
la entrepierna y hasta las corvas.
Juntos cederemos al buen paso
de la bestia, tanta raedera
salvaje, mullida de dientes
en escala perfecta con boca
de titanes y jorobas
de escleróticos esqueletos.
¿Cómo se entrelazan
los tirabuzones de su afecto?
Hasta las calaveras se aman
con su boca a boca tecleante,
diente a diente,
hueso a hueso.
nadie puede saberlo.
si no se dice nada
es audible nadie
sabe de esta entraña
terrena.
Sofía Serra (De La exploradora)
Alimentamos sabañones
que nos dejarán la piel
reventada en tiras de aluminio
que se enrollan añarándonos
la entrepierna y hasta las corvas.
Juntos cederemos al buen paso
de la bestia, tanta raedera
salvaje, mullida de dientes
en escala perfecta con boca
de titanes y jorobas
de escleróticos esqueletos.
¿Cómo se entrelazan
los tirabuzones de su afecto?
Hasta las calaveras se aman
con su boca a boca tecleante,
diente a diente,
hueso a hueso.
nadie puede saberlo.
si no se dice nada
es audible nadie
sabe de esta entraña
terrena.
Sofía Serra (De La exploradora)
martes, 29 de mayo de 2012
Juventud perdida (lusing mai ioventus)
(correcciones de El muriente)
Juventud perdida (lusing mai ioventus)
¿de qué están llenas tus lágrimas mundo?
como hermosa es tu presa,
como soldado y nubérrimo
tu viento y tu yago
y tu codicioso y locuaz aullido
de hambre como verbo
surtiendo sed y famélicos
hilos de plata que atornillan
tu alumbrada boca
de germinal sarmiento
de uva voz y vino pleno.
Adviento de mosto y senectud,
no te otorgaré el poder.
Quiero que te extremes
en lo que olvidaste.
Sofía Serra (De El muriente)
Juventud perdida (lusing mai ioventus)
¿de qué están llenas tus lágrimas mundo?
como hermosa es tu presa,
como soldado y nubérrimo
tu viento y tu yago
y tu codicioso y locuaz aullido
de hambre como verbo
surtiendo sed y famélicos
hilos de plata que atornillan
tu alumbrada boca
de germinal sarmiento
de uva voz y vino pleno.
Adviento de mosto y senectud,
no te otorgaré el poder.
Quiero que te extremes
en lo que olvidaste.
Sofía Serra (De El muriente)
lunes, 28 de mayo de 2012
De donde veo y pienso llegarte
De donde veo y pienso llegarte
Se sumaron algunos versos
al continuo de tu boca.
Trabarme entre tantas luces
fue necesario, colmar el silencio
de tus mejillas, entregarme
a un solo punto de tu página
en blanco, presentir el
sonido de la miseria haciendo
aguas y calderilla en el bolsillo
de tu mano hueca, mano abierta,
soldado del crisantemo
que se posaba en tu espalda
de soledad y senectud extendidas
sobre el mantel de un jardín
silvestre la melaza
de las flores se evapora,
nosotros la vemos, algunas huellas
de tu futuro se ahogan
en la laguna de las hojas muertas,
agua dulce, parca lucha la tuya,
el gentío inexcusable sin el don
de la palabra te conminó
al extrarradio: afuera.
Aquellas murallas fueron
pan de alforja,
mas hoy
éramos dos y se quebró
el límite del imperio.
éramos dos atravesados
sobre la corriente.
Hoy tus pasos y las azules rejas
o el transparente de tu medida
taladran otras lindes de la mañana,
y sus solares huecos de noche,
y los vacíos que me dejas.
Sofía Serra (De La exploradora)
Se sumaron algunos versos
al continuo de tu boca.
Trabarme entre tantas luces
fue necesario, colmar el silencio
de tus mejillas, entregarme
a un solo punto de tu página
en blanco, presentir el
sonido de la miseria haciendo
aguas y calderilla en el bolsillo
de tu mano hueca, mano abierta,
soldado del crisantemo
que se posaba en tu espalda
de soledad y senectud extendidas
sobre el mantel de un jardín
silvestre la melaza
de las flores se evapora,
nosotros la vemos, algunas huellas
de tu futuro se ahogan
en la laguna de las hojas muertas,
agua dulce, parca lucha la tuya,
el gentío inexcusable sin el don
de la palabra te conminó
al extrarradio: afuera.
Aquellas murallas fueron
pan de alforja,
mas hoy
éramos dos y se quebró
el límite del imperio.
éramos dos atravesados
sobre la corriente.
Hoy tus pasos y las azules rejas
o el transparente de tu medida
taladran otras lindes de la mañana,
y sus solares huecos de noche,
y los vacíos que me dejas.
Sofía Serra (De La exploradora)
domingo, 27 de mayo de 2012
La esquina
Pues hasta dos veces, si fuera necesario,
hay que repetir lo que es hermoso.
Empédocles
La esquina
Se besaban
en la esquina
sobre los adoquines
un duro suelo
y toda su blanda alegría
meciéndose entre sus brazos
sus lenguas y sus bocas
se besaban alegres y blandos
los adoquines mecían
el suelo de su beso.
No sé cuándo lo perdí, no sé cuando lo perdí.
Sí sé cuando lo perdí, sí sé cuando lo perdí.
Tengo que pensar
en desasosiego
poder volver a él,
desfallecer a la altura
del hombro de la vida, ceñirte
al único paso soldado
a tu calidad perpetua
de ente vacío
acostumbrado
a las señas
inconclusas
de un deseo
de un taimado deseo
de un vital deseo
de volver
a ti.
Sofía Serra (De La exploradora)
sábado, 26 de mayo de 2012
Es peso de la historia (el peso de la historia)
Es peso de la historia (el peso de la historia)
sobre tu lomo
tan blando y deslamido
el alma endurece como
un bastión alejado,
que de qué
sirve su único lamento
de salve y solitaria magnífica
más que para amortiguar
las olas confusas
del miedo en los oídos.
tan lejos te ahuyenté
que ya no queda
relieve del agua
al que asirme.
escalo esta horizontal
de piedra mojada.
Mis yemas florecen en el grito.
mas son los de ellas
ajenos a la estación primera.
No hay primavera
que vomite una perséfone
dormida por los siglos
que unos y otros unos
tras otros quienes
delante de quienes
llevamos a cuestas
dormidos por los siglos
de nuestras venas
sin amén.
Sofía Serra (De Suroeste)
sobre tu lomo
tan blando y deslamido
el alma endurece como
un bastión alejado,
que de qué
sirve su único lamento
de salve y solitaria magnífica
más que para amortiguar
las olas confusas
del miedo en los oídos.
tan lejos te ahuyenté
que ya no queda
relieve del agua
al que asirme.
escalo esta horizontal
de piedra mojada.
Mis yemas florecen en el grito.
mas son los de ellas
ajenos a la estación primera.
No hay primavera
que vomite una perséfone
dormida por los siglos
que unos y otros unos
tras otros quienes
delante de quienes
llevamos a cuestas
dormidos por los siglos
de nuestras venas
sin amén.
Sofía Serra (De Suroeste)
viernes, 25 de mayo de 2012
Posada de noche (I, II, III, IV)
Posada de noche (I, II, III, IV)
variación I
Terminar una noche
con dolor de espalda
anclado al dominio
de una sentencia con agria
disconformidad. Escepticismo.
los pájaros duermen. Ellos saben
de horas. Menos el ruiseñor.
Aún resuena en mi pensamiento su dolor
dulce de canto en mi compañía.
las encinas y la noche azul. Mi sentido
del olfato se enreda
en las madrugadas en rima
con el cielo y la tierra.
Una sola mujer sola
y toda la noche serrana
tan sólo extendida para ella
me pregunto si me recordará.
Y si sabrá volver a crearla.
variación II
la habitación húmeda
sabía a polvo de huerto,
la casa cerrada se había hundido
en la tierra removida, sonaban
leves clarines con voces
astutas y alegres del zorro.
La yerba y la luna.
La falta de miedo en el suelo.
Mis pies frescos.
variación III
Inabarcable como el
volumen
espaciado de la noche.
Tan libre azul
súbitamente se abarandó
el cielo nocturno,
azul siempre de negro
vestido para mí
y no matarme
al verme caminar
hacia el ruiseñor
célebre dulce íntimo
mío canto de amor
y consuelo. La plácida
belleza del bálsamo.
La recompensa.
Plenitud.
Variación IV
variación I
Terminar una noche
con dolor de espalda
anclado al dominio
de una sentencia con agria
disconformidad. Escepticismo.
los pájaros duermen. Ellos saben
de horas. Menos el ruiseñor.
Aún resuena en mi pensamiento su dolor
dulce de canto en mi compañía.
las encinas y la noche azul. Mi sentido
del olfato se enreda
en las madrugadas en rima
con el cielo y la tierra.
Una sola mujer sola
y toda la noche serrana
tan sólo extendida para ella
me pregunto si me recordará.
Y si sabrá volver a crearla.
variación II
la habitación húmeda
sabía a polvo de huerto,
la casa cerrada se había hundido
en la tierra removida, sonaban
leves clarines con voces
astutas y alegres del zorro.
La yerba y la luna.
La falta de miedo en el suelo.
Mis pies frescos.
variación III
Inabarcable como el
volumen
espaciado de la noche.
Tan libre azul
súbitamente se abarandó
el cielo nocturno,
azul siempre de negro
vestido para mí
y no matarme
al verme caminar
hacia el ruiseñor
célebre dulce íntimo
mío canto de amor
y consuelo. La plácida
belleza del bálsamo.
La recompensa.
Plenitud.
Variación IV
Despierto con la alegre llamada del zorro. Las cinco de la mañana y dulce oscura la noche. Me levanto y voy hacia la puerta de la casa. Al abrirla, mi piel se refresca con la caricia del aroma nocturno. El azul saborea mi mirada a la luna. Mis sienes se posan sobre el canto del ruiseñor.
Las cinco y el campo me saluda. Buenos y nocturnos días de plenitud tras la guerra.
(Sofía Serra)
jueves, 24 de mayo de 2012
Aristos
Aristos
Hipan obtusas quemando
el suelo arenisco, son tan ariscas
las curvas de nivel.
Cuántas veces interpretaste
el suicidio salvaje de la garza
planeando por encima de los maizales.
Mas no arrancaste nunca
el tren de las causas
mayores son
los duelos velos.
No te contaminé
para tu desgracia
mía y la del mundo.
Esperar la contra
partida beneficiar sin más
pesar que el del bolsillo
con la costura rota.
Reiniciar y gemir
ante el barbecho,
relabrar el borde
blanquecino de la fuente.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
Hipan obtusas quemando
el suelo arenisco, son tan ariscas
las curvas de nivel.
Cuántas veces interpretaste
el suicidio salvaje de la garza
planeando por encima de los maizales.
Mas no arrancaste nunca
el tren de las causas
mayores son
los duelos velos.
No te contaminé
para tu desgracia
mía y la del mundo.
Esperar la contra
partida beneficiar sin más
pesar que el del bolsillo
con la costura rota.
Reiniciar y gemir
ante el barbecho,
relabrar el borde
blanquecino de la fuente.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
miércoles, 23 de mayo de 2012
La blanca paloma (o el rocío)
La blanca paloma (o el rocío)
va y se gusta venganeando
no sé si una parra
o la tal astarté que sembró
posaderas acá en las dunas.
De aquella vez a cuando
el viento la rastrilla,
el lujurioso encanto usa
polvo de arena entrecruzándose
con el azul dominante.
Algo me descuella
al verte venir.
la túnica con la que me vistieron
los pájaros hace aguas, se desnuda
toda ella la
mentando la piel
que cubría.
comencemos por este debatir
en primera línea de tu labio
me indica averiguarte,
sobre-salir dentro
de tu boca.
Que me bebas.
Sofía Serra (De Suroeste)
va y se gusta venganeando
no sé si una parra
o la tal astarté que sembró
posaderas acá en las dunas.
De aquella vez a cuando
el viento la rastrilla,
el lujurioso encanto usa
polvo de arena entrecruzándose
con el azul dominante.
Algo me descuella
al verte venir.
la túnica con la que me vistieron
los pájaros hace aguas, se desnuda
toda ella la
mentando la piel
que cubría.
comencemos por este debatir
en primera línea de tu labio
me indica averiguarte,
sobre-salir dentro
de tu boca.
Que me bebas.
Sofía Serra (De Suroeste)
martes, 22 de mayo de 2012
La actitud
La actitud
desde aquí ensimismada
en la junta del día sin la noche
que despide a cómodos adversarios
como la almohada y la sábana
no escatimo versos ni recursos
por tratar de averiguarme dentro
de una piel que se ablanda,
la camicaze no se obstruye
con la estrella, sueña bajo tus dientes,
tu dureza de animal lejano
asociado a mis ideas, que tú y yo
culminemos como un darte y un goce,
una representación de nosotros
bajo el día que se enciende
sin interruptores, la luz natural,
la prostituta más vieja del mundo,
rejuvenece todos los días para
envejecer mis propios lamentos
en depresión inquieta de voces
llegan malas dudas quebrando
el supuesto trampantojo, justificando
una absoluta serenidad, un manto
de dios inasible sobre mis hombros
deslucidos, afilados, desgastados
y abrillantados por tanto uso.
Morí bajo la espada del beneficio
inmediato, voy a la contra
de su sólida estela y pesado
cargo sobre mis riñones.
los soldados de mis bronquios
redoblan su guardia de día.
Deberán dejarme respirar
para que no me ahogue
por tanto peso de mundo
o peso mío echado sobre
estos hombros que ya se desmenuzan
en el tiempo que no hace vida.
Pero la tuya fabricó
andanadas de segundos que hoy
se equilibran sobre la cuerda floja
que extiendes en el cielo
entre las dos torres del espacio:
la de la vanidad,
la de la impaciencia.
He de levantar
la mirada me hace
parecer aún más
pequeña de lo que soy.
Sofía Serra ( De La exploradora)
desde aquí ensimismada
en la junta del día sin la noche
que despide a cómodos adversarios
como la almohada y la sábana
no escatimo versos ni recursos
por tratar de averiguarme dentro
de una piel que se ablanda,
la camicaze no se obstruye
con la estrella, sueña bajo tus dientes,
tu dureza de animal lejano
asociado a mis ideas, que tú y yo
culminemos como un darte y un goce,
una representación de nosotros
bajo el día que se enciende
sin interruptores, la luz natural,
la prostituta más vieja del mundo,
rejuvenece todos los días para
envejecer mis propios lamentos
en depresión inquieta de voces
llegan malas dudas quebrando
el supuesto trampantojo, justificando
una absoluta serenidad, un manto
de dios inasible sobre mis hombros
deslucidos, afilados, desgastados
y abrillantados por tanto uso.
Morí bajo la espada del beneficio
inmediato, voy a la contra
de su sólida estela y pesado
cargo sobre mis riñones.
los soldados de mis bronquios
redoblan su guardia de día.
Deberán dejarme respirar
para que no me ahogue
por tanto peso de mundo
o peso mío echado sobre
estos hombros que ya se desmenuzan
en el tiempo que no hace vida.
Pero la tuya fabricó
andanadas de segundos que hoy
se equilibran sobre la cuerda floja
que extiendes en el cielo
entre las dos torres del espacio:
la de la vanidad,
la de la impaciencia.
He de levantar
la mirada me hace
parecer aún más
pequeña de lo que soy.
Sofía Serra ( De La exploradora)
Possessione (Traducción de Leonel Licea)
Un poema de Suroeste que Leonel Licea tuvo la generosidad de traducir a italiano.
Reservaba esta ocasión para cuando él ya pudiera estar por internet de nuevo. Esta mañana al despertar he recibido esa alegría.
Possessione
a volte
c’ intercala il secondo
della tristezza, mentre
tu non ti guardi
ed io, di vuoto o d’eccesso
nemmeno riesco a sostenermi
senza certa fissazione tua
per il mio decolleté
o le mie controluce
a volte più in la della miseria
che galoppa traforata
per certe avare brughiere,
come le candele
che illuminano le mani
quando ti strizzano le natiche,
accerto, sì, quanto accerto
allora a riscoprirti
quasi sul mio coccige.
e dal mio midollo
io non acconsento
che ti distacchi.
(Traducción: Leonel Licea
sobre el original "Posesión", de Sofía Serra)
Reservaba esta ocasión para cuando él ya pudiera estar por internet de nuevo. Esta mañana al despertar he recibido esa alegría.
Possessione
a volte
c’ intercala il secondo
della tristezza, mentre
tu non ti guardi
ed io, di vuoto o d’eccesso
nemmeno riesco a sostenermi
senza certa fissazione tua
per il mio decolleté
o le mie controluce
a volte più in la della miseria
che galoppa traforata
per certe avare brughiere,
come le candele
che illuminano le mani
quando ti strizzano le natiche,
accerto, sì, quanto accerto
allora a riscoprirti
quasi sul mio coccige.
e dal mio midollo
io non acconsento
che ti distacchi.
(Traducción: Leonel Licea
sobre el original "Posesión", de Sofía Serra)
lunes, 21 de mayo de 2012
Nosotros
Nosotros
Abedules, tirabuzones
de salvaje yerba
enredada entre las nubes
verdearán las amazonías
de un horizonte que no dibujo:
las manos trazan seguras
la línea entre el sol
y la marisma.
Y las cárcavas de Afrodita,
y los fiordos de Noruega
y los acantilados de Doven y los de Barbate,
ahora que pueblan las playas
algunos parasoles y ya ni Claudia
ni Julio podrían reconocerse
en sus ombligos, aunque sí
en las sienes a dos de aire
temblarán los volantes de las lenguas
del ácido mar que saltea,
que asimila
toda arena sobre arena
del hombre amontonado:
verte y no venir,
verte y no llegar
el quijotesco turno
de cada hermafrodita.
Pero, ¿y qué somos
si no sino sino?,
hijos
del comercio y del amor,
del trasvase
entre aquella justicia
y esta nuestra cobardía.
Más el río cristalino
subterráneo amasando
los nacaradas calcitas
que un artista enterneciera.
O encarnara allí cerca de otros bajíos,
al sur del iceberg.
Al norte de nos.
Sofía Serra (de "La dosis y la desmedida")
Abedules, tirabuzones
de salvaje yerba
enredada entre las nubes
verdearán las amazonías
de un horizonte que no dibujo:
las manos trazan seguras
la línea entre el sol
y la marisma.
Y las cárcavas de Afrodita,
y los fiordos de Noruega
y los acantilados de Doven y los de Barbate,
ahora que pueblan las playas
algunos parasoles y ya ni Claudia
ni Julio podrían reconocerse
en sus ombligos, aunque sí
en las sienes a dos de aire
temblarán los volantes de las lenguas
del ácido mar que saltea,
que asimila
toda arena sobre arena
del hombre amontonado:
verte y no venir,
verte y no llegar
el quijotesco turno
de cada hermafrodita.
Pero, ¿y qué somos
si no sino sino?,
hijos
del comercio y del amor,
del trasvase
entre aquella justicia
y esta nuestra cobardía.
Más el río cristalino
subterráneo amasando
los nacaradas calcitas
que un artista enterneciera.
O encarnara allí cerca de otros bajíos,
al sur del iceberg.
Al norte de nos.
Sofía Serra (de "La dosis y la desmedida")
domingo, 20 de mayo de 2012
Felicidades, Chelsea!
Una de esas pocas veces en las que una se emociona con el fútbol, sobre todo al ver a ese portentoso ser humano llamado Drogba abrazando a los perdedores en el partido de la Champions league. Bien merece que recupere una muy antigua entrada de este blog, concretamente del 3 de Marzo de 2009.
¡Felicidades, Chelsea!, por ese fichaje que hiciste.
Y sí, Drogba, la vida es fantástica. La vida.
Qué agradable resulta escribir
sobre tu grafía de persona
haciéndose.
Cuánta salubridad destila
sobre este alma a veces terca,
a veces hueca, a veces
inquieta.
Ni más sobre tus ojos,
ni más sobre tus gafas.
Salvo el mar-como-la-nada.
Como el libro en blanco
de tu futuro por nombrar.
(Sofía Serra, 2008)
Y sí, Drogba, la vida es fantástica. La vida.
The sea
Qué agradable resulta escribir
sobre tu grafía de persona
haciéndose.
Cuánta salubridad destila
sobre este alma a veces terca,
a veces hueca, a veces
inquieta.
Ni más sobre tus ojos,
ni más sobre tus gafas.
Salvo el mar-como-la-nada.
Como el libro en blanco
de tu futuro por nombrar.
(Sofía Serra, 2008)
Ab-solución
Ab-solución
Toda mi vida
es una historia
de tu derrota
ante mis ojos
tu caída ante mi frente
toda mi vida
en verte caer y ceñirte
al propio umbral
no sostener con tus manos
ni el peso de una mosca
todo para mí
se miente en tu
partida hacia el abismo:
¿depresión absoluta
o absolutoria?
he de
crear
—un dios
en el que
poder—
creer.
Sofía Serra (De La exploradora)
Toda mi vida
es una historia
de tu derrota
ante mis ojos
tu caída ante mi frente
toda mi vida
en verte caer y ceñirte
al propio umbral
no sostener con tus manos
ni el peso de una mosca
todo para mí
se miente en tu
partida hacia el abismo:
¿depresión absoluta
o absolutoria?
he de
crear
—un dios
en el que
poder—
creer.
Sofía Serra (De La exploradora)
sábado, 19 de mayo de 2012
Proyecto editorial VI: Como agua de mayo
(Del blog que aún no sabemos si algún día será)
De noche y día queda poco para que abra, aunque llueva. Y llueve en mayo.
Estoy muy contenta, a pesar de que de pronto se ha puesto a llover (y tal vez por eso también), cuando a las cinco de la mañana estaba despejado. Ya está casi terminada la página de la editorial. ¡Por fin! Después de creo que dos meses de trabajo y casi in-aliento, vamos respirando, el proyecto ha ido tomando cuerpo allá, y mi sensación es que ya no le queda apenas nada, pequeños detalles, muy pequeños detalles. Lo único que sucede es que somos dos personas tan minuciosas que cuando el "pero" no sale del otro, sale del uno mismo, pero ya hemos hablado de poner fecha de apertura.Queremos abrirla con un liblog ya publicado. Al principio pensamos en planteárselo a algunos autores, pero después nos hemos decidido por sacar a alguien "antiguo" (aún no puedo decir quién será, ;), pero os aseguro que es un proyecto precioso). Hemos pensado que ésta era mejor opción porque contamos con un colaborador espontáneo de primera talla para elaborar el prólogo que reflejará... aún no sé que reflejará, pero sí que no será un prólogo cualquiera, porque su estudioso no es ni un inevestigador cualquiera ni un poeta cualquiera. También decantándonos por esta opción evitábamos ser injustos, al beneficiar a algún autor y no a otros, pues es cierto que cada liblog editado y publicado no será gratuito. Este primero sí queríamos que fuera así. "Sólo" queda el trabajo de comenzar a elaborar el propio liblog su plantilla, subida de texto, edición, elaboración de portada, etc... en fin, que calculo que para otro mes más dará el plazo de espera.Se nos plantea la duda de si acompañar a la página con un "blog" al uso. Ambos llevamos muchas cosas para adelante y no queremos vernos incapaces para poder llevarlo como es debido, pero creemos que sin el blog-blog la página parecerá "menos humana", así que es probable que nos decidamos por sacarlo a la vez. No obstante estar, está, éste, y con algunas entradas hechas, si bien es cierto que durante este último mes, lo hemos frenado, justo, claro, cuando más enfrascados en la elaboración de la propia página hemos estado. Pensamos incluso en abrir el blog antes de abrir la propia página, pero esto son cosas que aún tenemos que decidir.En fin, que estoy muy contenta como decía al principio. Llueve en Sevilla, en Tijuana creo que no, allá es de noche y aquí amanece. A veces nos he sentido como, si no guardas del mundo, sí serenos de la noche o veladores del buen dormir y descanso del otro.Sí, el trabajo está siendo esforzado, muy esforzado.Y es cierto que aún no sabemos si habrá merecido la pena, es cierto.Pero al menos contamos con haber sabido trabajar juntos para un proyecto, y eso, para dos personas siempre hechas a trabajar por solitario, no ser amigos de "multitudes" y vivir a no sé cuántos miles de kms de distancia el uno del otro, creemos que ya es mucho.
De noche y día queda poco para que abra, aunque llueva. Y llueve en mayo.
Volo-veras
Volo-veras
Más una penumbra sola
más una penumbra, dos
y no más, seña
y santo de aquí no inhuma
y el mar no entierra.
Y llegarán gigantes damiselas
a entolar el cielo
con sus pastizales húmedos
y el fru-fru de sus sedas
espantará al sonido acuoso
de tu oído.
Y ni una habrá que lacere
la piel de tus mejillas,
cabalgarán
a lomos del miedo
llevándoselo con sus faldas
más allá de la esfera de poniente
y volverán los exógenos centros
a rejuvenecer el tronco salino
de tu semen
y ni tú ni yo
volveremos
a sucumbir
solos desde dentro,
sólo uno solo
dentro de este incómodo
e inhumano universo.
Aplastaremos a la noche
hasta amasarla pan de ángel.
Estamos enfermos de sed
y lamento huérfano de oídos
comunicando adioses
cuando sólo ellos asientan soledades.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
Más una penumbra sola
más una penumbra, dos
y no más, seña
y santo de aquí no inhuma
y el mar no entierra.
Y llegarán gigantes damiselas
a entolar el cielo
con sus pastizales húmedos
y el fru-fru de sus sedas
espantará al sonido acuoso
de tu oído.
Y ni una habrá que lacere
la piel de tus mejillas,
cabalgarán
a lomos del miedo
llevándoselo con sus faldas
más allá de la esfera de poniente
y volverán los exógenos centros
a rejuvenecer el tronco salino
de tu semen
y ni tú ni yo
volveremos
a sucumbir
solos desde dentro,
sólo uno solo
dentro de este incómodo
e inhumano universo.
Aplastaremos a la noche
hasta amasarla pan de ángel.
Estamos enfermos de sed
y lamento huérfano de oídos
comunicando adioses
cuando sólo ellos asientan soledades.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
La transgresión
La transgresión
Nieva lejos si al menos
la ojeriza soleara el entredicho.
Cómo comu
nicar-te, licán
tropa mía,
que debes renegar
de la luna, que ahora,
sólo ahora, se revuelve
contra sí misma tornándose
poeta de su misma luz
al verte en tu empeño
de un tú y un mí:
la frontera.
Pero dentro,
en los cielos ambos.
Sofía Serra (De La exploradora)
Nieva lejos si al menos
la ojeriza soleara el entredicho.
Cómo comu
nicar-te, licán
tropa mía,
que debes renegar
de la luna, que ahora,
sólo ahora, se revuelve
contra sí misma tornándose
poeta de su misma luz
al verte en tu empeño
de un tú y un mí:
la frontera.
Pero dentro,
en los cielos ambos.
Sofía Serra (De La exploradora)
viernes, 18 de mayo de 2012
Como el no
Como el no
Tú frente al mar y encerrado
en el frío luto de los pasos
de tu frente sobre las migas
y tú abierto y eterno no
socavando cada peso de la habitación
donde el pecho respira minucioso
ondeando el leve viento y tú
frente a ti entretenido
en tu boca tánatos del mundo
resecando los pequeños signos cantores
con ese daño como daño…
Eros fue convocado en la tierra y se ausentó.
Sorbe como la escabrosa causa
introduce sus venéreas raíces
extendiendo su vientre de odalisca
sin dolor apenas mas que una leve comisura
una apenas rendija por donde se escapa
sola y lenta mi de ser de ella
y me rehunde y me enhorca en su temblor
como si sólo fuera apenas roca el no
apenas humus reflejo apenas evaporado
grisú de sus sales…
Escribían negros texturizados
como si la piel y el sexo
y las caricias y el sudor y los besos
y el lamento
y el consuelo y el dolor y el deseo
y el ombligo y los ovarios
y la sangre la sangre la sangre
pudieran desmenuzarse como hormigas:
la marabunta.
Se ha pervertido El Grafos,
como si-no los cuerpos
ni los huesos ni la carne.
Como si-no engendraran,
como si-no él hubiera nacido:
Huevo huero tras tanta hemorragia.
Sin embargo.
Sofía Serra ( De La dosis y la desmedida)
Tú frente al mar y encerrado
en el frío luto de los pasos
de tu frente sobre las migas
y tú abierto y eterno no
socavando cada peso de la habitación
donde el pecho respira minucioso
ondeando el leve viento y tú
frente a ti entretenido
en tu boca tánatos del mundo
resecando los pequeños signos cantores
con ese daño como daño…
Eros fue convocado en la tierra y se ausentó.
Sorbe como la escabrosa causa
introduce sus venéreas raíces
extendiendo su vientre de odalisca
sin dolor apenas mas que una leve comisura
una apenas rendija por donde se escapa
sola y lenta mi de ser de ella
y me rehunde y me enhorca en su temblor
como si sólo fuera apenas roca el no
apenas humus reflejo apenas evaporado
grisú de sus sales…
Escribían negros texturizados
como si la piel y el sexo
y las caricias y el sudor y los besos
y el lamento
y el consuelo y el dolor y el deseo
y el ombligo y los ovarios
y la sangre la sangre la sangre
pudieran desmenuzarse como hormigas:
la marabunta.
Se ha pervertido El Grafos,
como si-no los cuerpos
ni los huesos ni la carne.
Como si-no engendraran,
como si-no él hubiera nacido:
Huevo huero tras tanta hemorragia.
Sin embargo.
Sofía Serra ( De La dosis y la desmedida)
miércoles, 16 de mayo de 2012
Liberta
Liberta
sin pies
normalmente las batallas del hombre
suceden en el límite entre la noche
de sus ojos y el día de sus manos.
si no sé ni dónde pisan mis pensamientos
mucho menos puedo localizar mis pies.
sin cabeza
se ha soltado la yunta
y ya no puedo arar.
Soy un animal
sin frente
ni amo.
sin cuerpo
Habiendo llegado al límite
qué hago ahora aquí.
soltar amarras e la nave va
sesgando y muy ciertos
agujeros la diluyen
en la salina transparencia.
sin palabras
mi mente catastrófica gobierna
su salida de este mundo inhóspito
y cruel pido un deseo
por todos los hombres
un abocarme
para deglutirme
por completo entiendo
pero no hay palabras
que me lo demuestren.
sin dios
en la inefabilidad de la sustancia
hallo la máquina del tiempo.
un soldado muerto me dijo:
no matarás.
Sofía Serra ( De La exploradora)
sin pies
normalmente las batallas del hombre
suceden en el límite entre la noche
de sus ojos y el día de sus manos.
si no sé ni dónde pisan mis pensamientos
mucho menos puedo localizar mis pies.
sin cabeza
se ha soltado la yunta
y ya no puedo arar.
Soy un animal
sin frente
ni amo.
sin cuerpo
Habiendo llegado al límite
qué hago ahora aquí.
soltar amarras e la nave va
sesgando y muy ciertos
agujeros la diluyen
en la salina transparencia.
sin palabras
mi mente catastrófica gobierna
su salida de este mundo inhóspito
y cruel pido un deseo
por todos los hombres
un abocarme
para deglutirme
por completo entiendo
pero no hay palabras
que me lo demuestren.
sin dios
en la inefabilidad de la sustancia
hallo la máquina del tiempo.
un soldado muerto me dijo:
no matarás.
Sofía Serra ( De La exploradora)
martes, 15 de mayo de 2012
El muriente
El muriente
Cansadas, las rémoras se duermen
al amanecer, justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita,
no instiga, no
duele más, no
pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido recuperar
el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna.
Padres y madres míos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba al muriente,
que ya aquí pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí, en cuenta abierta,
el mirlo ya canta
sosteniendo en su eco subacuático
todo aquello que, desde las aves y los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces,
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo humanos sin disimulos,
más libres en la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda simiente,
que ya otea el horizonte buscando la otra baya
que ya la introduce en el estómago con su mano
que más allá del árbol fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino
aquél que el árbol
ya hecho leña.
Para candela
de la caverna.
Sofía Serra (De El muriente)
Cansadas, las rémoras se duermen
al amanecer, justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita,
no instiga, no
duele más, no
pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido recuperar
el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna.
Padres y madres míos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba al muriente,
que ya aquí pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí, en cuenta abierta,
el mirlo ya canta
sosteniendo en su eco subacuático
todo aquello que, desde las aves y los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces,
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo humanos sin disimulos,
más libres en la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda simiente,
que ya otea el horizonte buscando la otra baya
que ya la introduce en el estómago con su mano
que más allá del árbol fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino
aquél que el árbol
ya hecho leña.
Para candela
de la caverna.
Sofía Serra (De El muriente)
domingo, 13 de mayo de 2012
Desierto
Desierto
tantas flores como
centinelas se extravían
solas de balcones
y
de-ciertos
y
ciñones
y ceñeros
zuelos.
Sofía Serra ( De La exploradora)
tantas flores como
centinelas se extravían
solas de balcones
y
de-ciertos
y
ciñones
y ceñeros
zuelos.
Sofía Serra ( De La exploradora)
viernes, 11 de mayo de 2012
La quintaesencia
La quintaesencia
A donde llego
La quebradiza sostenibilidad
de un ente moribundo ajeno a
las ideas y los goces amarillos
como los vestidos de teatro
a zancadillas contra la madera
del escalón que, de pronto, se torna
verde azulado de mis maderas antiguas
y venerables. Mis lares.
Tan amados.
Tan gráficamente representados
por mis azules y mis dorados
adorables.
Quién sabe dónde se halla
la geográfica solución de todos
los embalses donde las aguas
trasladan sus sales desde el mar
hasta el huerto. mas yo me hallo
en él.
De donde vengo
Mi empréstito y desmedida y obsequiosa
descaridad hacia mis pechos.
Mi tenebrosa turgencia
contra mis propias manos
en mi vientre, mi desacostumbrada
soledad entre las caderas
y mis muslos, mi yo sin yo
cada vez que me descomprime
el miedo y ahueco el vacío
que termina donde comienza
un tú
calmo
mi risa
no sabe ya si
mi frente
me pertenece, y entonces,
lloro.
Sofía Serra (De Suroeste)
A donde llego
La quebradiza sostenibilidad
de un ente moribundo ajeno a
las ideas y los goces amarillos
como los vestidos de teatro
a zancadillas contra la madera
del escalón que, de pronto, se torna
verde azulado de mis maderas antiguas
y venerables. Mis lares.
Tan amados.
Tan gráficamente representados
por mis azules y mis dorados
adorables.
Quién sabe dónde se halla
la geográfica solución de todos
los embalses donde las aguas
trasladan sus sales desde el mar
hasta el huerto. mas yo me hallo
en él.
De donde vengo
Mi empréstito y desmedida y obsequiosa
descaridad hacia mis pechos.
Mi tenebrosa turgencia
contra mis propias manos
en mi vientre, mi desacostumbrada
soledad entre las caderas
y mis muslos, mi yo sin yo
cada vez que me descomprime
el miedo y ahueco el vacío
que termina donde comienza
un tú
calmo
mi risa
no sabe ya si
mi frente
me pertenece, y entonces,
lloro.
Sofía Serra (De Suroeste)
jueves, 10 de mayo de 2012
La cainita
La cainita
Yo soy la mujer perdida,
esa que avistaste en la acera
del descubrimiento.
Se apostó entre tu territorio
y el del vecino
con un delantal en el pecho
y la hojarasca tierna
acariciando sus tobillos.
Tan perdida, tan perdida era
esta mujer buena,
esta mujer de todos,
esta mujer parida
por manadas de lobos
y lechuzas hambrientas,
que abandonó su nido
para visitar tu establo,
ése que levantaste allá en la esquina
de la acera donde excretan los perros.
Y ya te llegarán días soles
con techo de invierno,
azules mantas cercarán
tu oxidado aliento de puerta
sin goznes ni cerrojos
ordenarán a golpe de dedo
minúsculo y apéndice
de tus horas revueltas
cada célula de tu pequeño
universo atomizado
en vitales secuencias de besos
al vacío, que también te huele
buscando algo que poder
amar, entregarte tú a ti
hasta la descompresión,
hasta exhibirte como pájaro plomo
traspasado por flechas interestelares, negras
y bandidas palomas comerán de tu carne
convertida en grano
que en el establo se olvide…
y yo seré ala perdida
como jaula en invierno
libre de presos.
Y esa mujer buena,
esa mujer a penas vestida
y de sexo abierto,
mirará con descaro
las mentas yerbas de las esquinas,
ya anegadas de orines
en su llanto al aire
de las frescas calles. Y las humillaré,
las pisotearé hasta borrar
toda huella de tus clavados verdes:
compraré tu tumba arenosa
para ofrendarla al viento
lejano del huerto.
Que aquél reseque tus palmas tristes
de hombre sin cerebro,
sin venas, desmenuzado
y deshecho como la hojarasca
seca que, abono lleno,
cumplirá rediles, ejecutará
sentencias fértiles sin que el hombre
avieso, aquel hombre,
solicitara taquilla
o compra o venta de solares
donde quiso caer ya muerto.
Soy la mujer que sembró ciervos
a la puerta de tu establo,
soy yo, yo soy
el hombre que labró
la acera que encontraste.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
los perros mean en las esquinas;
las perras, en la tercera orilla.
Yo soy la mujer perdida,
esa que avistaste en la acera
del descubrimiento.
Se apostó entre tu territorio
y el del vecino
con un delantal en el pecho
y la hojarasca tierna
acariciando sus tobillos.
Tan perdida, tan perdida era
esta mujer buena,
esta mujer de todos,
esta mujer parida
por manadas de lobos
y lechuzas hambrientas,
que abandonó su nido
para visitar tu establo,
ése que levantaste allá en la esquina
de la acera donde excretan los perros.
Y ya te llegarán días soles
con techo de invierno,
azules mantas cercarán
tu oxidado aliento de puerta
sin goznes ni cerrojos
ordenarán a golpe de dedo
minúsculo y apéndice
de tus horas revueltas
cada célula de tu pequeño
universo atomizado
en vitales secuencias de besos
al vacío, que también te huele
buscando algo que poder
amar, entregarte tú a ti
hasta la descompresión,
hasta exhibirte como pájaro plomo
traspasado por flechas interestelares, negras
y bandidas palomas comerán de tu carne
convertida en grano
que en el establo se olvide…
y yo seré ala perdida
como jaula en invierno
libre de presos.
Y esa mujer buena,
esa mujer a penas vestida
y de sexo abierto,
mirará con descaro
las mentas yerbas de las esquinas,
ya anegadas de orines
en su llanto al aire
de las frescas calles. Y las humillaré,
las pisotearé hasta borrar
toda huella de tus clavados verdes:
compraré tu tumba arenosa
para ofrendarla al viento
lejano del huerto.
Que aquél reseque tus palmas tristes
de hombre sin cerebro,
sin venas, desmenuzado
y deshecho como la hojarasca
seca que, abono lleno,
cumplirá rediles, ejecutará
sentencias fértiles sin que el hombre
avieso, aquel hombre,
solicitara taquilla
o compra o venta de solares
donde quiso caer ya muerto.
Soy la mujer que sembró ciervos
a la puerta de tu establo,
soy yo, yo soy
el hombre que labró
la acera que encontraste.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
Reunión ejecutiva
Reunión ejecutiva
Justipreciando al alza
las venéreas transacciones,
planeando el stock bursátil
de tus manos sobre las mías
—y mi espalda—,
reinventando alvéolos
bajo las luces mortecinas de la tráquea,
convendremos en el callejón
sin salida del diafragma
como senectudes selectas
que somos.
Un tú y un yo y un
comunicando
descansaremos de tasaciones
hasta que la nube adopte
forma trágica o feliz
no veneraremos
dioses porque dioses
hemos parido.
Pero tiembla
la libertad
bajo el hueco
la escalera
pernocta
a sabiendas
de que nadie
enciende la luz
para subirla
o bajarla.
Sofía Serra (de El hombre cuadrado)
Justipreciando al alza
las venéreas transacciones,
planeando el stock bursátil
de tus manos sobre las mías
—y mi espalda—,
reinventando alvéolos
bajo las luces mortecinas de la tráquea,
convendremos en el callejón
sin salida del diafragma
como senectudes selectas
que somos.
Un tú y un yo y un
comunicando
descansaremos de tasaciones
hasta que la nube adopte
forma trágica o feliz
no veneraremos
dioses porque dioses
hemos parido.
Pero tiembla
la libertad
bajo el hueco
la escalera
pernocta
a sabiendas
de que nadie
enciende la luz
para subirla
o bajarla.
Sofía Serra (de El hombre cuadrado)
miércoles, 9 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
Un empirista apoya una idea intangible
Hume fundamentó al futuro liblog (le habla a su editor, siglo XVIII), ;)
"La revolución de la imprenta en la Edad Moderna europea". Elizabeth Eisenstein. Fernando Jesús Bonza Álvarez. 1983. Ediciones Akal.
La posibilidad que nos da la imprenta de mejorar y corregir continuamente nuestras obras en sucesivas ediciones
"La revolución de la imprenta en la Edad Moderna europea". Elizabeth Eisenstein. Fernando Jesús Bonza Álvarez. 1983. Ediciones Akal.
Cuervos, glifos y y alimoches
Uno de Nueva Biología
Nueva Biología. Poemario: Cuervos, glifos y alimoches
Cuervos, glifos y alimoches
Quisiera yo saber cómo
las memorias escritas,
las que desdicen lo acordado
por el tiempo y el espacio.
No veo seguir en esto:
Los versos me han comido los ojos,
como los propios cuervos a sus luces.
*
Aquí siempre igual más
o menos por cómo, mira tú,
con foto y verbo a cuestas,
grafos que subo desde el grifo,
acarreo petroglifos
desde la luz bajo el cuervo
y otros soliloquios.
Tú, ven y oscila
sobre la endiablada máquina.
No muerde. Pero ponte gafas.
*
Aquí, a troche y moche
despeñando siempre.
Alimoches somos, o alados hombres:
¿se romperá el hueso?
Sofía Serra ( De Nueva biología)
Nueva Biología. Poemario: Cuervos, glifos y alimoches
Cuervos, glifos y alimoches
Quisiera yo saber cómo
las memorias escritas,
las que desdicen lo acordado
por el tiempo y el espacio.
No veo seguir en esto:
Los versos me han comido los ojos,
como los propios cuervos a sus luces.
*
Aquí siempre igual más
o menos por cómo, mira tú,
con foto y verbo a cuestas,
grafos que subo desde el grifo,
acarreo petroglifos
desde la luz bajo el cuervo
y otros soliloquios.
Tú, ven y oscila
sobre la endiablada máquina.
No muerde. Pero ponte gafas.
*
Aquí, a troche y moche
despeñando siempre.
Alimoches somos, o alados hombres:
¿se romperá el hueso?
Sofía Serra ( De Nueva biología)
lunes, 7 de mayo de 2012
te sin acento
te sin acento
y un amor que quiera
que el amor me quiera:
si intentas que se ruborice
ese pezón que sostiene
el viento más te vale
averiguar su justo límite
en la yema de tu dedo.
de más está
decir que te diga
que siempre digo:
el te es el
que está siempre
de menos.
Sofía Serra (Suroeste)
y un amor que quiera
que el amor me quiera:
si intentas que se ruborice
ese pezón que sostiene
el viento más te vale
averiguar su justo límite
en la yema de tu dedo.
de más está
decir que te diga
que siempre digo:
el te es el
que está siempre
de menos.
Sofía Serra (Suroeste)
domingo, 6 de mayo de 2012
Roturaciones
Roturaciones
Venga de este guiso a sostener
tu calma, porque mi aliento
resoplo y bufo tras el arado.
El cordaje de las neuras se me rompe
equilibrando pesos y contrapesos
anudados a la reja.
Verte y no verte venir.
La techumbres inician el son
del leve paso de sus dedos
o sus garras sobre las tejas
liquenadas de la arcillosa
luz del verano, el quinto pino
del entierro riza el arcén
de su autovía.
Nunca fueron sembrados
árboles tan lastrados.
Hecatombe y lúcida sombra
en este verte y no verte venir.
Persisten cuadrados los soles
bajo las caricias del orbe azul.
Sin, pero sabiendo qué hacer,
resurge vacilando el verbo.
En el empréstito soñaron
con sus alas los delfines del aire.
Las piernas colgaban de los pretiles
y el viento aminoraba
la marcha de los aún más indecisos,
así que maté al segundo
tras de mí al acecho
buscando el minuto de mi estampida.
Mas renuncié, cerré la ventana
y juré no entoldar esta frente.
Luminosos, los seres del cielo,
esos a los que no llamamos ángeles,
sortean a manos viento las pupilas.
¿Qué hombre no los ha visto?
Verte y no verte venir.
Somos tantos que
se me ha quedado
pequeño el pulmón
-sólo uno, sólo uno tengo-
solicitando armisticios cantores
con su redonda boca.
Verte y no verte venir.
Nos quedaremos de ojos
cruzados obviando el juramento
y la inercia de las metálicas sienes
que beben asomadas a la puerta
y veneraremos un tú más yo
hasta que los laureles de invierno
logren entonar el grito
de la noche que mira y desmira
el malva de tu cabello. Vengaremos
sin más futuro que la rosa huella
habituada a resucitar
sobre el vacío desmesurado
de la espina.
Adolezcamos de algunos puntos sutiles,
confeccionemos el ansia de la rama,
exhibamos el letargo que nos oprime
compilando zinnias con palabras
prendidas del pico del jilguero
de tanto cantar para nada,
tanto dar para nada.
La venerable respuesta
apremia por ser escrita.
Pieza a pieza hace el frío
y las hojas no han caído.
Resuena la yerba
sobre los rizomas
de plata enterrados.
Se huele el aliento de la vida.
La muerte no tiene aliento.
La muerte no tiene boca.
Verte y olerte llegar:
Nena, hacías mucha falta,
tú sabías romper el duro hielo.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
Apenas me quedan héroes,
ni salvaeslips.
Venga de este guiso a sostener
tu calma, porque mi aliento
resoplo y bufo tras el arado.
El cordaje de las neuras se me rompe
equilibrando pesos y contrapesos
anudados a la reja.
Verte y no verte venir.
La techumbres inician el son
del leve paso de sus dedos
o sus garras sobre las tejas
liquenadas de la arcillosa
luz del verano, el quinto pino
del entierro riza el arcén
de su autovía.
Nunca fueron sembrados
árboles tan lastrados.
Hecatombe y lúcida sombra
en este verte y no verte venir.
Persisten cuadrados los soles
bajo las caricias del orbe azul.
Sin, pero sabiendo qué hacer,
resurge vacilando el verbo.
En el empréstito soñaron
con sus alas los delfines del aire.
Las piernas colgaban de los pretiles
y el viento aminoraba
la marcha de los aún más indecisos,
así que maté al segundo
tras de mí al acecho
buscando el minuto de mi estampida.
Mas renuncié, cerré la ventana
y juré no entoldar esta frente.
Luminosos, los seres del cielo,
esos a los que no llamamos ángeles,
sortean a manos viento las pupilas.
¿Qué hombre no los ha visto?
Verte y no verte venir.
Somos tantos que
se me ha quedado
pequeño el pulmón
-sólo uno, sólo uno tengo-
solicitando armisticios cantores
con su redonda boca.
Verte y no verte venir.
Nos quedaremos de ojos
cruzados obviando el juramento
y la inercia de las metálicas sienes
que beben asomadas a la puerta
y veneraremos un tú más yo
hasta que los laureles de invierno
logren entonar el grito
de la noche que mira y desmira
el malva de tu cabello. Vengaremos
sin más futuro que la rosa huella
habituada a resucitar
sobre el vacío desmesurado
de la espina.
Adolezcamos de algunos puntos sutiles,
confeccionemos el ansia de la rama,
exhibamos el letargo que nos oprime
compilando zinnias con palabras
prendidas del pico del jilguero
de tanto cantar para nada,
tanto dar para nada.
La venerable respuesta
apremia por ser escrita.
Pieza a pieza hace el frío
y las hojas no han caído.
Resuena la yerba
sobre los rizomas
de plata enterrados.
Se huele el aliento de la vida.
La muerte no tiene aliento.
La muerte no tiene boca.
Verte y olerte llegar:
Nena, hacías mucha falta,
tú sabías romper el duro hielo.
Sofía Serra (De El hombre cuadrado)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)