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domingo, 2 de octubre de 2022

Occidentes


 

El muriente

Ante el misterio, cantar o callar.

Y me robaron el silencio

hace mucho tiempo.

 

 

Cansadas ya, las rémoras se duermen

al amanecer. Justo oriente.

Canta el mirlo cuando menos se espera,

ave nítida, tan límpido su eco.

Un acervo incita, no instiga, no

duele más, no pervierte el son.

Así que, recuperando un dios que no se oculta,

desde esta memoria hablo:

Mi pecado ha sido recuperar

el caudal de genes que mis padres,

padres nuestros, amasaron

para nuestra fortuna:

Madres y padres todos

que engendrasteis este río,

mudad la desembocadura

desde este alba al muriente,

que ya, aquí, pernocta la mañana,

que aquí, ya, transitan las corrientes,

que aquí, en cuenta abierta,

el mirlo ya canta sosteniendo

con su acústica subacuática

todo aquello que, desde los peces

que poblaron nuestros pies

allá por donde entonces

el tiempo con banco en el paraíso,

nos hizo humanos sin disimulos,

más libres en la piedra de la orilla,

más hombre erguido sobre su bípeda simiente

que ya otea el horizonte buscando la otra baya

que ya la introduce en su boca con la mano

que más allá del árbol

fuente bebe y la digiere,

que qué árbol sino

aquél que el árbol

ya hecho leña

 

para candela

de la caverna.

 

lunes, 11 de enero de 2021

Púrpura nevada, o nieve roja

 



Practico la hablación

(ante la visión de una imagen de televisión 
en la que aparecía una niña abierta de piernas 
siendo sometida a la ablación.)



y vuestras mudas y nudas voces arrancadas
de vuestras bocas, vuestro esófago,
vuestra tripa, mis ovarios,
vuestras roncas
y granadas
rosas
rojas
lágrimas en el pétalo siguiente,
el conspicuo
y detenido, ablatado altar de dioses,
y tu tierna guerra y tus galgas piernas
y tus manos leves blancas
ya
para nada.
para blande espada, que suturen,
que revienten sus oculares
sobre sima, sobre duda,
con mi finta, con mi sesgo,
con tu grito,
con mis manos
mataré al hijo insano
que te abla, que te blinda
a ti de ti,
a nosotras
que te hablamos,
que te hablo por mi boca,
que los ablo por sus cuellos:
Sangre para la tierra que en ella es fértil.
Sus cerebros,
para los perros.

(De "El muriente".)

lunes, 6 de febrero de 2017

Una rosa contra la ablación femenina




Practico la hablación

(ante la visión de una imagen de televisión
en la que aparecía una niña abierta de piernas
siendo sometida a la ablación)


y vuestras mudas y nudas voces arrancadas
de vuestras bocas, vuestro esófago,
vuestra tripa, mis ovarios,
vuestras roncas
y granadas
rosas
rojas
lágrimas
en el pétalo siguiente,
el conspicuo y detenido
ablatado altar de dioses,
y tu tierna guerra y tus galgas piernas
y tus manos leves blancas
ya
para nada.
para blande espada, que suturen,
que revienten sus oculares
sobre sima, sobre duda,
con mi finta, con mi sesgo,
con tu grito,
con mis manos
mataré al hijo insano
que te abla, que te blinda a ti
de ti,
a nosotras
que te hablamos,
que te hablo por mi boca,
que los ablo por sus cuellos:
Sangre para la tierra que en ella es fértil.
Sus cerebros,
para los perros.


( De "El muriente".)

jueves, 29 de septiembre de 2016

Panorámica de una panóptica



Panóptica

Escribes tanto víveme,
cércame, móntame
ilusiones cerebrales,
anteojeras concubinas
a-la ojeadora
que me usurpa, se sienta
a horcajadas sobre mis hombros,
y calma y amortigua
otros vaivenes, otros dioses
en versículos para mi oído
izquierdo su estribillo.

Y allá llego sin más señal
que la bisectriz de mis ojos,
que sólo aúllan al frente.
Panóptica presbítica
de juzgado
de guardia
contra mí.

Después he tenido
que hallar otra vez
el sitio otra vez
el mito otra vez
el tú.

(De "El muriente")

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Esto no es una felicitación de Navidad

Con toda la sinceridad de la que soy capaz como ser humano digo que no entiendo cómo, tal como está el mundo, se puede manifestar públicamente una sociedad en torno a unas fechas como las que llegan, celebrar con comidas, fiestas, luces y jolgorio ¿qué? ¿Que somos capaces de consentir que siga campeando la violencia entre nosotros, los seres humanos? ¿Que sigan venciendo las desigualdades? En lo íntimo, en lo particular, si se quiere en los hogares, no me parece mal sino hasta sano. Pero que en grupo, ¡o en masa!, y favorecido por la estructura que nosotros mismos creamos, esto llegue a buen término (resulta comprobable solo dándose un paseo por nuestras calles una tarde cualquiera), me parece una canallada. Así, una canallada propiciada por toda una sociedad.
De aquí al 25 de Diciembre me he planteado, como autora de este blog de "palabras", solo publicar poemas o textos que hablen de los males de este mundo. No son ganas de aguar la fiesta, lo juro por lo que soy, solo pura necesidad de intentar hacer recordar.

(Otro poema de "El muriente")

El hundimiento

Y si tú te mantienes bajo el perro
y la danza, bailaré.
Se someten extraños advientos,
son los soldados de la humareda,
la rosa blanca, la por nacer.
Este des-sentir no perturba a nadie.
En la noche atestada de mejillas
vehementes apatías mercadean
por desmembrarse entre tu desconsuelo y el mío.
Yo ya te amé, sol de mediodía,
resultó difícil dar los pasos
sin orilla que borre las huellas
de marea dicha, marea quieta, ¡oh!,
¡cuánto crece mi afán por respirarte,
sal de mis fosas!,
qué transparentes peces te habitan…
El sol no se quejó,
el sol duerme como cándido aceite,
bálsamo que vino
a menos más tú
seré yo sin rastro.

… Si es que no merecemos ni un dios,
ni siquiera uno,
ni tan sólo uno
que quisiera.


martes, 16 de diciembre de 2014

Lamento del despoesido

(Otro de "El muriente")

Lamento del despoesido

he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.

El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos, me brota
loctite entre los párpados
del hipotálamo sin meninges
ya ni bola de cristal

para adivinar,
—aunque-sólo-fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.

Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero el agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.

Se me despeinan los codos,
se me enmuñonan las rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Mis líos poéticos y editoriales y El orbe (post introducción de El muriente)

Entre "Suroeste", que saldrá publicado (d.m.) creo que a finales de Enero del 2015 en Ediciones En huida, y "Los parasoles de Afrodita" que salieron en Agosto de 2013 (Baile del sol), se me han quedado huérfanos cuatro poemarios. Nueva Biología, que es el hijo de la Afrodita célibe de su inmediatamente anterior, sufrió las consecuencias, por una parte, de mi carácter, y por otra, de la mala gestión de la editora donde iba a salir en Diciembre del año pasado. Me decidiré a autopublicármelo en cuanto las condiciones económicas me lo permitan. De alguna forma tengo ya resuelto ese paso que debo darle o favorecerle. Lo que me quema ahora mismo es qué voy a hacer con los tres poemarios siguientes, esos tres que conforman una trilogía "El hombre cuadrado". Son poemarios metálicos y percutivos, son poemarios de una mente tratando de dar con la clave de este mundo, de esta civilización occidental. Con ellos fui desarrollando una teoría del Arte, me digo, pero en el fondo creo que solo desarrollo una teoría del hombre que a mí al menos pudiera servirme, esa que tantas veces nombro con el título de La costra dura de la nomenclatura, teoría no apreciable en los poemarios en sí, teoría que algún día quisiera poder desarrollar, o explicar, mediante un pequeño ensayito, mediante el lenguaje del discurso (prosa) y no el cursal (poesía).
El primero de la trilogía se titula "El muriente". El nombre ya lo aviso en el poemario que le precede, "Nueva Biología". Lo extraje de  una "firma" de correo de mi hijo: "Ad occidentem versus", del latín "Vuelto hacia el que muere". Me recuerdo entusiasmada cuando consultando con él el cómo podría traducirse, traspasarse la palabra "occidente". Cuando me contestó que por el muriente, no lo dudé loquísima de contenta, era la suya, la que necesitaba para ese poemario que acaba de comenzar a pergeñar.
Iba formando parte del lote de siete poemarios que en enero del año pasado envié a una casi recién creada editorial levantina, Unaria ediciones concretamente. Lamentándolo mucho, me contestaron en Julio diciendo que solo habían valorado "El muriente", pero que no les había gustado. Claro, dije yo, habéis comenzado por el más complicado, complejo hasta para mí que lo escribí, un poemario del que solo destacaron como valioso un poema que yo precisamente quería eliminar, pero eso sí, muy llamativo, porque criticaba las políticas editoriales de determinadas empresas de publicación. En el fondo no me va ese tipo de poesía, resultan solo desahogos momentáneos que poco tienen que ver con el desarrollo de una poética interior que desde mi punto de vista es la que hace posible la escritura de ese lenguaje cursal.
Así que me veo en la tesitura de tener que seguir optando por plantearme sobre este y sus dos siguientes, también el camino de la autopublicación. Como ya he dejado rematado Suroeste, solo a la espera de su prólogo para enviarlo a la editorial y que puedan empezaren a maquetarlo, he vuelto de nuevo a la revisión de esta trilogía.
El muriente comienza con una pequeña introducción de dos poemas en los que solo me presento: Vitálica  y Poética se titulan, y a continuación se desarrolla otra especie de post-introducción que titulo entre paréntesis El orbe. La publico aquí completa. Su misma estructura hasta visual (el editorde blogger no me permite ajustarla en condiciones) creo que puede transmitir lo difícil que me resultó situarme en el lugar de eso que yo llamo "la costra dura de la nomenclatura" (aunque en realidad quien me dio el nombre fue Afrodita en su, digamos,  que lírico y florido poemario, así fue, la diosa del amor y la belleza, PENSANDO), para entendernos, el mundo que llevamos construyendo desde que el hombre es hombre.

(EL ORBE)



el mal del poeta mudo

me sale el mundo
por las orejas



El duro frío
Amargura… Como la tierra dura.


Comparto con el ruido y con la escarcha
aquello que los hizo inmóviles. La mudez.
El eco no se levanta delante
de mis ojos. Lo sustantivo adquiere
nombre de sí: Lázaro, ¿por qué no andas?

Traspaso este canal de tierra invertida,
las raíces ancladas
a las nubes, la espiga
navega el suelo frío,
las piedras castañean
tu nombre entre mis dientes.



recuerdo

D
Es-plazar el contenido de este verbo
Para así detenerte en mi frente.



entre fantasmas (domésticas tele-visiones)

una mirada desde el más allá
(a mi padre)

Desde tu fotografía,
desde tan lejos llegas
y tan certero en mi herida clavas
dolor en el hueco de plasma, ya
agua lenta sin ambages,
marea baja.
Aquí bandera o isla
en tu recuerdo,
un soldado en alguna cueva
bajo la manta de piedra
lía un cigarrillo entre sus dedos
mientras yo intento acariciar una mejilla.
¿Con qué tocar lo que nos aleja
si a este arrastre de abandono
añado alguna gota de lluvia desvirgada
(ya con tierra donde engendrar),
morrenas y riachuelos de guijarros
y piedras que avanzan rodando con estrépito?
¿Cuánto habitáculo celeste nos corresponde?

mientras más caminas
hacia delante
más se acerca la memoria
desde atrás

en el borde del precipicio.
Y el mar brota desde la sima.

Se resquebraja aquella lasca
como agrietó mi frente
tu mirada vítrea de soslayo,
de ni un atisbo de tu latido,
que ya no bate.
Suelto y al mar.

Así te fuiste.

El soldado permanece liando su cigarrillo.
Se ahueca la tierra.
Conquistó el alba como conquistó
la bandera en Iwo Jima
tu soldado, corazón, verde
y extracorpóreo corazón.

la(bo)res

(La pala)
En la televisión
en media hora
se ve el final
de la segunda
guerra mundial
en media hora.
Hace 55 años y pico
que murieron 50 (¿por qué no cincuenta y cinco?)
millones de seres humanos
a manos de otros iguales.

(El pico)
1. No sé cómo aún quieres ser letal
para el ser vivo que te mira.
2. No sé cómo aún tienes valor
para cobrar dinero por un poema.
3. No sé cómo no deja paso
la vieja joven a la vieja anciana
en la cola de la caja
del super-mercado.
4. No sé cómo puedes juzgar
sin conocer.
5. No sé cómo puedes no poder
morir.

Hoy pagamos
hasta para morir fueron
dioses efectivamente
fueron ante-pasados
nuestros
lares.



Pala-dares

No hay mundo más amargo
que el que
de nuestras bocas nace.

Orbe

El silencio respira
las tumbas de las sienes.

Me pertenezco hasta donde
tus manos no llegan.
Todo lo demás es asunto tuyo.

En este mapa sin norte ni sur,
la última estación pronuncia
futuro el eterno estío.

Este mundo nace
tras cada pérdida.
Mientras más sabios,
más tristes somos.

Tuneamos esta juerga
que
insomnes nos hace.



Orbe I

Difícil acostarse a descansar.
Déjenme a solas,
soy el tribunal y la mentira,
el fiscal y la memoria,
déjenme a solas descansar
estos hombros inquietos
bajo el frío de la ventana
abierta déjenla a solas.
Mal-decir hasta que los oídos revienten,
el único asomo de duda
que me queda a solas
sin duda se despeja.

Orbe II

Carta reblandecida
sin palabras de vuelta
a estas manos de delantal.
Aquí,
en este tejido de fuerza y escape,
en estos azules cuadros entreverados
con rosadas vetas de carne
está todo lo que nos interesa,
ahí,
en ese bolsillo cabe,
en nuestro pequeño hueco
puro, virgen y casto
bolsillo lleno de nada.

Orbe III

Me seco las manos
sin habérmelas mojado.
El agua fría combate.
La esfinge renació
al frío lo hecho doy
por terminado.

Traban la lengua los dientes
que crecieron
asomados a la espalda.
Este perpetuo socorro
viste camisón de monje
que da lo hecho por terminado.

La calma vacía de preámbulos
y de asociadas huellas
al lento naufragio de la barca
sobre el agua que da
lo hecho porque se ahoga.

Orbe IV

El león y el gato, amerindios,
conforman idea de ventaja,
como si el gato no supiera,
que no sabe pero acierta,
que su boca hace mella
de león en el ratón.
Son universos infranqueables,
dicen. Universos paralelos.

Orbe V

Ando o nado cosiendo
hurtadillas a las palabras.
Se amontonan en el canal
de mi cuello se asoman
al pretil de mi hombro
iluminan con la salvaje
honestidad a contraluz
clavan su mirada, ora,
y oran, en la tela de seda,
mudas de asombro,
ora en el perfil de mi barbilla,
y rezan por
si la detonación batiente
de que su momento llega,
se aviene a la costura,
pronunciando
tejido de mis neuronas.
Se ensimisman esas
prendas del agua
asomadas
a los hipocampos
que traman las hebras.
Recuerdan el mar:
Un oído que brama.

*

sábado, 5 de abril de 2014

Practico la hablación

Practico la hablación

(ante la visión de una imagen de televisión
en la que aparecía una niña abierta de piernas
siendo sometida a la ablación)

y vuestras mudas y nudas voces arrancadas
de vuestras bocas, vuestro esófago,
vuestra tripa, mis ovarios,
vuestras roncas
y granadas
rosas
rojas
lágrimas en el pétalo siguiente,
el conspicuo
y detenido, ablatado altar de dioses,
y tu tierna guerra y tus galgas piernas
y tus manos leves blancas
ya
para nada.
para blande espada, que suturen,
que revienten sus oculares
sobre sima, sobre duda,
con mi finta, con mi sesgo,
con tu grito,
con mis manos
mataré al hijo insano
que te abla, que te blinda a ti
de ti,
a nosotras
que te hablamos,
que te hablo por mi boca,
que los ablo por sus cuellos:
Sangre para la tierra que en ella es fértil.
Sus cerebros,
para los perros.

lunes, 3 de febrero de 2014

Pro-vocadora

Pro-vocadora

Atrapas y tiestos que lanzas
aun con el viento ajando
rosas
y devolviendo
vida infranqueable.
Pro-bocadora.

¿Qué coyuntura habilitas
que administra vía extinta
para los dulces sabores,
la mecánica suerte
por la que siempre
de la horca
pendes,
con la condena de frente
y el juicio terciado
en la mitad de unas espaldas
a oscuras?
¿Qué tornillo desenroscas?
¿Qué relé desinhibes?
¿Qué bravo y soldado
a tus meninges puerto
te abriga cuando la noche,
urge la noche bogando
caída tras caída sobre la ola,
ya no te corteja
ni en la blanca cama?

navego bajo mares de hojaldrada
melancolía, capa sobre capa
apisonan cada músculo contracto
cerrando los párpados del aire.
Pero no la boca
no la boca
la boca no
amarga.

lunes, 20 de enero de 2014

Sólo me queda el frío (Inercia sobre el frío)

Sólo me queda el frío (Inercia sobre el frío)

Habrá que hablar algún
día claramente, digo:
tu boca de hielo hace
siglos que la conozco.
I

Desde el alba, someto.
¿Cuándo llegará el sol
en esta noche tan pálida, tan triste y tan blanca,
en esta noche tan luna a media tinta de día,
en esta noche desmesurada de esquinas
y loquios y seniles silencios
y locuacidades estériles
y cuadrúpedas cornamentas,
¿cuándo el sol, el sol, el sol,
que a todos hace iguales?
Akenatona.

Estas cosas, las de nuestras manos,
hablan así, a cántaros.
Menos cuando llueve.

Cuando llueve,
este imán en forma
precisa
de árbol de invierno
soporta la catecúmena labor.


II

No sé a cuánto se vende la estopa.
En el mercado, los habitantes
del cielo hablan con los codos.
Será que el gato,
el que avitualla
los ojos pardos de la noche,
gobernó por las esquinas redondas
con su interrogante cola
preguntando a las paredes por los ratones.
Las paredes, mudas.
Las lenguas, comidas.
Y yo ya me hice vieja.

III

No se comparan los rastros
que dejas perdidos sobre el arroyo,
las ranas beben de nuestras usuras
como las viejas que, bastón en mano,
golpean sobre el suelo gris
lo que les queda de hembras.
Aseguran el futuro de los hijos del dantesco.
Suenan trompetas doradas
como goznes oxidados,
las puertas del paraíso
cerradas abren a cal
y canto de otras voces serias,
voces rutilantes atraviesan
la melodía de los espartanos
que vinieron al mundo
sacrificando hijos.
Tu yo y el del vecino
terminaremos viviendo
en la aldea misteriosa
bajo ese culo del mundo,
ese que permanece sentado
aplastándonos.

IV

los nombres,
las sonoras luces
beben sin avergonzarnos.
¿Qué sentirá la bomba cuando estalla?
¿Qué el átomo cuando lo taladran?
¿Qué inverosímil factura de luz
revienta entre los laureles
descomprimiendo el lúcido
espanto del cristal aplastado
entre dos aires,
el de fuera y el de dentro?

¿qué descollada y discontinua enredadera
crece agitando estas hojas plegarias?

Me asomo bajo la yerba
palpitando fríos que dicen
qué será de esta senectud
ahora que me abandona.

Ah, espanto… el espanto
habita la factoría
bajo las nubes plateadas.
Ya me aviento en este hallo enhebradas
torturas bajo el símil de paz.

siempre constante,
siempre constante resbala
esta fría por el esófago
de tantas tragaderas de hielo.
el cristal hecho añicos
rompe la quietud del mutismo,
se precipitó por el único socavón,
éste que comunica el aire
con el estómago.
Aquél.

V

Cuando te combatí primero,
no dudé en ningún segundo
que me ganarías. terciaron
los días verdes y alejé la miseria
de mi cuerpo que tampoco dudó
de tu generosa victoria,
que algún día, tarde más o menos,
despellejaría la piel viva de la hoja
para dejar la carne herida
abierta al aire secándose
sin huir del vendaval
que asola sin nombre
que llevarse a la boca.

Eres el frío,
Elfrío, quien
efectivamente
me aterra,
me entierra,
me desnombra.

jueves, 9 de mayo de 2013

La sangre de las piedras

La sangre de las piedras

¿de qué estamos hechos sino
de flores y de perlas
o tus labios?
¿de qué sino
de tus conjeturas
en mi cuello caminando
al compás de la curva
prominente
del fresco en la nuca?
que me gusta quedarme.
que me quedo
ya sin habla
como piedra.
Con la sangre palpitando
entre mis micas y mis flores.

Y tu canto.

Sofía Serra (De El muriente)

miércoles, 8 de mayo de 2013

Ramón Ataz

Acabo de enterarme de tu muerte, Ramón. Yo sé que ya estás por encima de estas cosas. Tú sabes que congeniábamos, por ti, por tu amable y maravilloso talante. Has sido un poeta de verdad, una maravillosa persona, te has ido demasiado pronto. Yo sé que tú estás por encima de estas cosas y, hasta sólo un punto, me alegro por ti. Pobres de nosotros, pobre de mí que te echaré de menos. Que echaré de menos la generosidad, la amabilidad, la autenticidad que tu comportamiento y tus versos destilaban, tu calidad humana. Para ser buen poeta primero hay que ser buen ser humano. Ética y estética. Y tú lo eras.
Lloro tu (mi) pérdida. No quiero que te vayas de mi recuerdo.

recuerdo

D
Es-plazar el contenido de este verbo
Para así detenerte en mi frente.


(Sofía Serra (De El muriente)


Orbe II y palabras de Javier Sánchez Menéndez

(Intento embellecer el mundo con el escaso poder del que dispongo porque si no, hace mucho tiempo que tendría que haberme ido de él. Hoy nombra JSM en su texto las siguientes palabras: Sinceridad, compromiso, virtud, verdad, ética y estética. Literalmente. Son exactamente las que nunca están, las que siempre echo de menos me mueva por donde me mueva. Es ese echarlas de menos, me acerque a lo que me acerque, lo que llena mi mirada de tristeza, ahora y desde que tengo uso de razón.)

Orbe II

Carta reblandecida
sin palabras
de vuelta
a estas manos de delantal.
Aquí,
en este tejido de fuerza y escape,
en estos azules cuadros entreverados
con rosadas vetas de carne
está todo lo que nos interesa,
ahí,
en ese bolsillo cabe,
en nuestro pequeño hueco
puro, virgen y casto
bolsillo lleno de nada.

Sofía Serra (De El muriente)

sábado, 4 de mayo de 2013

El muriente

El muriente

Ante el misterio, cantar o callar.
Y me robaron el silencio
hace mucho tiempo.


Cansadas ya, las rémoras se duermen
al amanecer. Justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita, no instiga, no
duele más, no pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido recuperar
el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna:
Padres y madres míos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba al muriente,
que ya, aquí, pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí, en cuenta abierta,
el mirlo ya canta sosteniendo
con su acústica subacuática
todo aquello que, desde las aves y los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo humanos sin disimulos,
más libres en la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda simiente
que ya otea el horizonte buscando la otra baya
que ya la introduce en su estómago con la mano
que más allá del árbol
fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino
aquél que el árbol
ya hecho leña

para candela
de la caverna.

Sofía Serra (De El muriente)

jueves, 6 de diciembre de 2012

El muriente


El muriente

Ante el misterio, cantar o callar.
Y me robaron el silencio
hace mucho tiempo.



Cansadas, las rémoras se duermen
al amanecer, justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita,
no instiga, no
duele más, no
pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido recuperar
el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna.

Padres y madres míos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba al muriente,
que ya aquí pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí, en cuenta abierta,
el mirlo ya canta
sosteniendo en su eco subacuático
todo aquello que, desde las aves y los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces,
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo humanos sin disimulos,
más libres en la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda simiente,
que ya otea el horizonte buscando la otra baya
que ya la introduce en el estómago con su mano
que más allá del árbol fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino
aquél que el árbol
ya hecho leña.

Para candela
de la caverna.

(Sofía Serra, de El muriente)

viernes, 30 de noviembre de 2012

La piedra

La piedra

Quién está conmigo
y no con quién quiero estar,
se pregunta el
estando deshabitado.

calma llegó, bendita,
aposenta en mi regazo
tulipas ya fecundas.

Y llora, llora, más allá
de tu venganza,
ella llora, llora
obstetricias y claveles.

Y a fuerza de nombrarlos,
obtuvieron nombre.
Cal y sal: sosa cáustica,
más arena,
piedra.

Y fueron los nudos
desmembrando soledades.

(Sofía Serra, de El muriente)

jueves, 6 de septiembre de 2012

Uni-verso

Uni-verso

No me hablo de tú
porque hace mil años
que me maté.
Suena
Asimov
a mi espalda
las clavículas se someten
al volumen de un cerebro
que no desfallece al morir
sobre el tiempo, se desmaya
como lánguida actriz
cuando las otras tiernas carnes
revientan en la eclosión
de la sangre a flor
abierta en su piel.

Este tiempo de cosecha granada
tarda como años
solos de nieves,
barbechos de escalera.
Así, tras otro,
el Uno llega.

Sofía Serra (De El muriente)

miércoles, 22 de agosto de 2012

Pro-vocadora

Pro-vocadora

Atrapas y tiestos que lanzas
aun con el viento ajando
rosas
y devolviendo
vida infranqueable.
Pro-bocadora.

¿Qué coyuntura habilitas
que administra vía extinta
para los dulces sabores,
la mecánica suerte
por la que siempre
de la horca
pendes,
con la condena de frente
y el juicio terciado
en la mitad de espaldas
a oscuras?
¿Qué tornillo desenroscas?
¿Qué relé desinhibes?
¿Qué bravo y soldado
a tus meninges puerto
te abriga cuando la noche,
urge la noche bogando
caída tras caída sobre la ola,
ya no te corteja
ni en la blanca cama?


navego bajo mares de hojaldrada
melancolía, capa sobre capa
apisonan cada músculo contracto
cerrando los párpados del aire.
Pero no la boca.
No la boca.
La boca.
No
amarga.

(Sofía Serra, De El muriente)

lunes, 20 de agosto de 2012

La sangre de las piedras

La sangre de las piedras

¿de qué estamos hechos sino
de flores y de perlas
o tus labios?
¿de qué sino de tus conjeturas
en mi cuello caminando
al compás de la curva
prominente
del fresco en la nuca?
... que me gusta quedarme.
Que me quedo ya sin habla
como las piedras.
Con la sangre palpitando
entre mis micas y mis flores.
Y tu canto.

Sofía Serra (De El muriente)

(Ver fotografía AQUÍ)
 
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