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lunes, 17 de octubre de 2022

Discriminaciones




Discriminación positiva


Jamás, hombre, aprehendiste

que para cantar debiste

antes aprender

a entonar

el suelo con el verbo,

y a entolar el rasgado velo

que deja pasar la luz y el aire.


Dulce boca errante,

quijada herida por aquellos

claros de amor y sexo,

ganas me poseen

de dividir meandros.

Se engullen a sí solitarios abajo

del quejumbroso y quijotesco-esquelético

sueño, ni con páramos recuerdas

que esta vida, que esta vida, que esta vida

sólo se hace 

entre ambas manos,

ambas manos,

ambas manos a uno y otro

extremo retoñan montañas

en la sola umbría, la umbría sola

adopta la exacta daga que rebana de tajo

el meandro y dulce meandro

que me curva, pues,

aguas arriba de mi falda:


Parí. 


Al final dolor

de entuerto alerta 

la única discrepancia positiva.

Por más que hablen

o dicten leyes.

Por más que hables,

por más que hables,

por más que hables.


(De "La dosis y la desmedida")


jueves, 13 de octubre de 2022

Dos rendiciones




Surrender

La única revolución pendiente
es la del individuo sobre sí.
Y la única con final feliz
para el mundo.

Me comuniqué y atravesé
las medias noches de olvido de sí 
o bien de mí permaneciendo
derrengada junto a las sobras del mundo. 
Me recorrí aventando los solares
que quedaron quietos
como atemperadas sombras
solazando las desiertos.
Yo me participé y transgredí
la filamentosa náusea adherida
a las entretejidas togas de la memoria.

Mas eres tú y son mis ojos
y yo te diré y será 
lo que tú digas.

ESO y un no siendo
fue ser poeta.
ESTO es ser
revolucionario.

(De "La dosis y la desmedida".)


 

lunes, 11 de enero de 2021

Púrpura nevada, o nieve roja

 



Practico la hablación

(ante la visión de una imagen de televisión 
en la que aparecía una niña abierta de piernas 
siendo sometida a la ablación.)



y vuestras mudas y nudas voces arrancadas
de vuestras bocas, vuestro esófago,
vuestra tripa, mis ovarios,
vuestras roncas
y granadas
rosas
rojas
lágrimas en el pétalo siguiente,
el conspicuo
y detenido, ablatado altar de dioses,
y tu tierna guerra y tus galgas piernas
y tus manos leves blancas
ya
para nada.
para blande espada, que suturen,
que revienten sus oculares
sobre sima, sobre duda,
con mi finta, con mi sesgo,
con tu grito,
con mis manos
mataré al hijo insano
que te abla, que te blinda
a ti de ti,
a nosotras
que te hablamos,
que te hablo por mi boca,
que los ablo por sus cuellos:
Sangre para la tierra que en ella es fértil.
Sus cerebros,
para los perros.

(De "El muriente".)

jueves, 21 de mayo de 2020

Desbroces



El ocaso de los dioses

Separado en semántica sección
de tu abrupto y cavernícola segmento,
huyes de las palabras
de tu misma osamenta,
y así, cuando desbrozas, queda
al desnudo tu abuso sobre escleróticas
sanciones, los argumentos solapados
con grapas de cobre, tu venérea boca
no articula el son con lo que te corroe,
te desarma.
Pobre hombre muerto de sí.

El mundo se deshace y tú das
oídos a la música.
Se te han adherido a la piel todas
las mieles posibles a ellas
las moscas y las pupilas azules
te señalan con bajeza de contrabajo
desafinado por el tiempo que hacía
que tus dedos no acariciaban
los tendones del hueco,
la caja de resonancia sirvió de nido
a los ratones y ahora las pavesas
de las bolsas de plástico
se esparcen cayendo
de tu estómago
a tus manos,
a tus manos que miran
a tus manos que te hunden.
Y nieva tras tu ventana en pleno mayo.

Qué pena de música fatua.
Nunca sabrá que ya no concluye
ni el día atardece
la caída de tus párpados,
tanto echármela a la espalda
está arrasando con la belleza
de las puestas de sol,
allí, a media tarde,
cuando la montaña las impedía,
donde yo era infeliz
como tú, pobre hombre muerto
de hambre de gloria de amor
que no te devuelven.

( De "La dosis y la desmedida")

martes, 8 de agosto de 2017

Cuatro pozos (o gozos) para un Poema para Agosto






Poema para Agosto

siniestro e indoloro cautivando
el obsequio, madreperla
benevolente culminando
la hechura de la vasija
desde el barro, limo y centinelas
bajo las palmeras de este oasis
zurdo y regalado.
Las chumberas multiplican
higos verdes: este justo verano
terminará por endiosarse
con la aureola del agosto
arenoso y libre.

Y cuánto sueño duerme
bajo las ojeras de tus testículos
tan jadeantes. Ellos piensan púdicos
y sosegados por la espera
de mis manos, y no habrá
un solo vino que desechen
cuando sed a solas manen,
cuando yo te hable
del fango y de la sangre
volverán las heladas fuentes
a derretir el blanco mármol
en la verdina fresca de mi pozo,
esa luz redonda que cultiva
el agua liberando el milagro
de los panes y los peces
en el desierto.

(De "La dosis y la desmedida")

miércoles, 22 de febrero de 2017

Dos comienzos



Roturaciones

Apenas me quedan héroes,
ni salvaeslips.


Venga de este guiso a sostener
tu calma, porque mi aliento
resoplo y bufo tras el arado.
El cordaje de las neuras se me rompe
equilibrando pesos y contrapesos
anudados a la reja.

Verte y no verte venir.

La techumbres inician el son
del leve paso de sus dedos
o sus garras sobre las tejas
liquenadas de la arcillosa
luz del verano, el quinto pino
del entierro riza el arcén
de su autovía.
Nunca fueron sembrados
árboles tan lastrados.

Hecatombe y lúcida sombra
en este verte y no verte venir.

Persisten cuadrados los soles
bajo las caricias del orbe azul.
Sin, pero sabiendo que hacer,
resurge vacilando el verbo.
En el anticipo fantasearon
con sus alas los delfines del aire.
Las piernas colgaban de los pretiles
y el viento aminoraba
la marcha de los aún más indecisos,
así que maté al segundo
tras de mí al acecho
buscando el instante de mi estampida.
Mas renuncié, cerré la ventana
y juré no entoldar esta frente.
Luminosos, los seres del cielo,
esos que no llamamos ángeles,
sortean a manos viento las pupilas.
¿Qué hombre no los ha visto?

Verte y no verte venir.

Somos tantos que
se me ha quedado
pequeño el pulmón
—sólo uno, sólo uno tengo—
solicitando armisticios cantores
con su redonda boca.

Verte y no verte venir.

Nos quedaremos de ojos
cruzados obviando el juramento
y la inercia de las metálicas sienes
que beben asomadas a la puerta
y veneraremos un tú más yo
hasta que los laureles de invierno
logren entonar el grito
de la noche que mira y desmira
el malva de tu cabello. Vengaremos
sin más futuro que la rosa huella
habituada a resucitar
sobre el vacío desmesurado
de la espina.

Adolezcamos de algunos puntos sutiles,
confeccionemos el ansia de la rama,
exhibamos el letargo que nos oprime
compilando zinnias con palabras
prendidas del pico del jilguero
con tanto cantar para nada,
tanto dar para nada.

La venerable respuesta
apremia por ser escrita.
Pieza a pieza hace el frío
y las hojas no han caído.
Resuena la yerba
sobre los rizomas
de plata enterrados.
Se huele el aliento de la vida.

La muerte no tiene aliento.
La muerte no tiene boca.
Verte y olerte llegar:

Nena, hacías mucha falta,
tú sabes romper el duro hielo.

(De "El hombre cuadrado")

jueves, 29 de septiembre de 2016

Panorámica de una panóptica



Panóptica

Escribes tanto víveme,
cércame, móntame
ilusiones cerebrales,
anteojeras concubinas
a-la ojeadora
que me usurpa, se sienta
a horcajadas sobre mis hombros,
y calma y amortigua
otros vaivenes, otros dioses
en versículos para mi oído
izquierdo su estribillo.

Y allá llego sin más señal
que la bisectriz de mis ojos,
que sólo aúllan al frente.
Panóptica presbítica
de juzgado
de guardia
contra mí.

Después he tenido
que hallar otra vez
el sitio otra vez
el mito otra vez
el tú.

(De "El muriente")

viernes, 5 de agosto de 2016

Paquete con poema y foto ;)

(No sé cuántas veces habré publicado aquí este poema, pero es que creo que por fin le he encontrado foto, ;))


Poema para Agosto
(poema para ti)

siniestro e indoloro cautivando
el obsequio, madreperla
benevolente culminando
la hechura de la vasija
desde el barro, limo y centinelas
bajo las palmeras de este oasis
zurdo y regalado.
Las chumberas multiplican
higos verdes: este justo verano
terminará por endiosarse
con la aureola del agosto
arenoso y libre.

Y cuánto sueño duerme
bajo las ojeras de tus testículos
tan jadeantes. Ellos piensan púdicos
y sosegados por la espera
de mis manos, y no habrá
un solo vino que desechen
cuando sed a solas manen,
cuando yo te hable
del fango y de la sangre
volverán las heladas fuentes
a derretir el blanco mármol
en la verdina fresca de mi pozo,
esa luz redonda que cultiva
el agua liberando el milagro
de los panes y los peces
en el desierto.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Sembrar lechugas


Sembrar lechugas

partiré las tablas de la ley
sobre mi cadera, que es más fuerte
que tu dios y mi pudor.

ahora llega la hora del recóndito.
cualquiera sabe dónde estaremos
pero recuerdo las lechugas recién sembradas
y sólo quisiera estar allí,
mirándolas,
tú con tu cerveza bajo el alcornoque
yo con mi tinto con casera
y las botas de agua llenas de barro
de haber andado los dos
en cuclillas enterrando
nuestros dedos que se rozan
bajo el blando légamo
y el sol,
qué alegría la luz dorada
del sol
a cielo abierto
bañándonos como

si dos iluminados
peces
fuéramos,

nacidos más allá,
durante ese sueño
que durmió el día
cuando vivía sumergido.

De "El hombre cuadrado"



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sábado, 12 de septiembre de 2015

El Temblor II (A la Venus de Willendorf)

El Temblor II (poema a mi primer recuerdo verbal)
(A la Venus de Willendorf)


Con qué mando vino
y a qué fango llega
la venia bajo la que te labraron.
Si conocemos el momento,
¿te imaginas un desierto sin hombres
poblado sólo de árboles?
…Y entonces llegaron
sus pechos manando leche,
y en su barriga
crece la nueva vida
y se haga fuerte
y coma con sus dientes
y hasta ojeras tiznará
al enfrentarse a la pendiente
cuando el jefe de herida muere
por el colmillo del mamut,
o tal vez por la venenosa
espina de la acacia
que por entonces verdeaba
las arenas del sáhara.

Ni qué decir tiene ya
su vulva fue el origen
del mundo para ellos,
pobres hombres blandos
y sedientos de rascacielos
que los elevaran del frío
del suelo de la cueva.
Pero he aquí que llegó
su bonhomía temprana,
y la mujer chamana
se talló en caliza
hasta dar lugar,
o luz,
al misterio:

y si a esta piedra
y la clavo y casco
lasca a lasca
ya llegarás,
cuando se me abra
la rosa dura.

Pensó la mujer naranja
con el contraluz
de un cuerpo y durmió
con un cuerpo,
soñó, despertó
y se levantó del tálamo
de piel de alce
con un cuerpo
girado hacia el oriente
del horizonte naranja y negro
y rojo temblor:
terremoto
sopla con sus piedras,
te nombra meciendo
sus altas tundras,
te labra moviendo
tus pequeñas sábanas
te engolfa en las voces de afuera
cuando mis muslos
aún no habían engordado
con la teta, en la cuna
y desde su tierra
se cinceló la talla
de ésta no sé ya
si habla o antigua
yegua.

(De "El hombre cuadrado").


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miércoles, 9 de septiembre de 2015

Primitiva


Primitiva

Me queda poco sobre que pensar,
un solsticio de animosos cantores
se apiña en torno a las manos
rezadoras, orantes a salvo
de la nieve que golpea
desde el abeto solo
en algunos países del norte.
Serpentean
el cuervo y la herida.

nematodos, Némesis,
frenólogos y otras lindes.

efectivamente nos quedan cuatro días.
efusivamente andan inquietos
a ese lado del mundo
los expatriados como tú y yo
quedamos solos
ante el vecino
que no se movió, no se mutó
en zíngara salvaje y tierna
del zaguán de su puerta.
y me entrenaré en sonsacarte la herida
hasta que no quede más
que albas puntas de un doméstico
desaire de geometrías
apestantes, volutas de la radioesfera
que suministran tus cabildos gozos,
esos que la penumbra sostiene
sobre mi cabeza para no destocarte,
para que siempre acontezcas
aunque yo ya muera,
aunque tú ya mueras
o ambos muramos
ojo a ojo, diente a diente,
de rabo a cola en el otro descabello,
el de las pieles rojas
y verdes.

Descombatir el desvío hueco
y absoluto dejamen
de las cosas.
Denostar aunque no te rías,
perpetrar y subsumir,
contrincar.

En rojo y verde me siento
sobre la tierra, me hundo
en el barro y camino a cuatro
suelas o lados que vuelan alto.
No necesito padres para sostenerme,
me basta el duro suelo
de tu mente y el tierno vello
de tu brazo que enciende el sol,
tú, fuliginoso hombre cuadrado
con verde nuca transparente,
eres mi auténtico amor,
con todo los inconvenientes
de mi verdadero amor,
incluido el desgarro
de mi roja pulpa.

Los goces, para los civilizados.

(De "El hombre cuadrado").




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lunes, 7 de septiembre de 2015

Pelícana (poema con coda)

Pelí-cana

Vejada, dormida, traída
del espanto a las agostas
sienes de la rota quijada
, espléndida insomne
bajo las pestañas de las abejas,
esos lícitos parangones,
la iluminación se extravía
por los juncos y las estrellas
con su azul de simiesco espejo
hendido por las hondas sendas
del blando y subrepticio porvenir.
Obstarán a la redundancia
de la esfera colgada del cielo,
bola inmensurable sobre
la aglomeración del engrudo
entre párpado y párpado
de la mirada de la noche
caso de que se acotasen
las bandadas de esclerótico
plumaje vendidas a tu frente
desde tu volumen de mórula inversa.

Grandilocuente ave marina
con estómago de hielo,
derrítelo y regurgita:
Si alguien conserva la cordura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

coda (poema en 3-d)

si alguien conserva la armadura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

si alguien conserva la abertura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

si alguien conserva la cordura,
ya es hora de que dé la lata
y la comparta, bien abierta.

Foto del día 7 del 9 de 2015



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jueves, 3 de septiembre de 2015

Septiembre

(Creo que tengo escritos poemas que nombran a todos los meses, me he ido dando cuenta poco a poco a lo largo de estos años de escritura y correcciones. Iré etiquetándolos para ver si consigo una especie de pequeña antología, o anuario.)

Septiembre

La paz se aposenta
como hada sin cuento
ni moraleja.
En la soledad descansa,
enemiga encubierta del mundo
y sus arpegios.

silbe la acetona del aliento
que yo me rasgueo confundida
entre las torres en 3D y las viñas doradas.
Los adioses no labran la vendimia,
ellos levantan uvas recitando
el diapasón del vino del mejor año.

la milonga y el cigarro,
el merengue y el palo de nata,
el mosto y el cubata que no pruebo,
el sabor del terciopelo —mío, es sólo mío—
en mis neuronas busca
y anida corcovado
mullendo los afilados cantos
de las piedras de tus riñones.
Excretar y presumir
sales facticias de ubérrimas gramas:
la urea labra de verde
el vejamen de la tierra
y su osadía
y mi posible olvido
de ti.


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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Roturaciones

(Siempre me gustó)

Roturaciones

Apenas me quedan héroes,
ni salvaeslips.


Venga de este guiso a sostener
tu calma, porque mi aliento
resoplo y bufo tras el arado.
El cordaje de las neuras se me rompe
equilibrando pesos y contrapesos
anudados a la reja.

Verte y no verte venir.

La techumbres inician el son
del leve paso de sus dedos
o sus garras sobre las tejas
liquenadas de la arcillosa
luz del verano, el quinto pino
del encierro riza el arcén
de su autovía.
Nunca fueron sembrados
árboles tan lastrados.

Hecatombe y lúcida sombra
en este verte y no verte venir.

Persisten cuadrados los soles
bajo las caricias del orbe azul.
Sin, pero sabiendo que hacer,
resurge vacilando el verbo.
En el anticipo fantasearon
con sus alas los delfines del aire.
Las piernas colgaban de los pretiles
y el viento aminoraba
la marcha de los aún más indecisos,
así que maté al segundo
tras de mí al acecho
buscando el instante de mi estampida.
Mas renuncié, cerré la ventana
y juré no entoldar esta frente.
Luminosos, los seres del cielo,
esos que no llamamos ángeles,
sortean a manos viento las pupilas.
¿Qué hombre no los ha visto?

Verte y no verte venir.

Somos tantos que
se me ha quedado
pequeño el pulmón
—sólo uno, sólo uno tengo—
solicitando armisticios cantores
con su redonda boca.

Verte y no verte venir.

Nos quedaremos de ojos
cruzados obviando el juramento
y la inercia de las metálicas sienes
que beben asomadas a la puerta
y veneraremos un tú más yo
hasta que los laureles de invierno
logren entonar el grito
de la noche que mira y desmira
el malva de tu cabello. Vengaremos
sin más futuro que la rosa huella
habituada a resucitar
sobre el vacío desmesurado
de la espina.

Adolezcamos de algunos puntos sutiles,
confeccionemos el ansia de la rama,
exhibamos el letargo que nos oprime
compilando zinnias con palabras
prendidas del pico del jilguero
con tanto cantar para nada,
tanto dar para nada.

La venerable respuesta
apremia por ser escrita.
Pieza a pieza hace el frío
y las hojas no han caído.
Resuena la yerba
sobre los rizomas
de plata enterrados.
Se huele el aliento de la vida.

La muerte no tiene aliento.
La muerte no tiene boca.
Verte y olerte llegar:

Nena, hacías mucha falta,
tú sabes romper el duro hielo.


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jueves, 20 de agosto de 2015

Poema para Agosto

Siempre me gusta publicarlo por este mes. Forma parte de "La dosis y la desmedida", que a su vez forma parte de la trilogía "El hombre cuadrado", un corpus que desde que lo terminé siempre he pensado en dedicar a mi marido. Y él lo sabe.

Poema para Agosto

siniestro e indoloro cautivando
el obsequio, madreperla
benevolente culminando
la hechura de la vasija
desde el barro, limo y centinelas
bajo las palmeras de este oasis
zurdo y regalado.
Las chumberas multiplican
higos verdes: este justo verano
terminará por endiosarse
con la aureola del agosto
arenoso y libre.

Y cuánto sueño duerme
bajo las ojeras de tus testículos
tan jadeantes. Ellos piensan púdicos
y sosegados por la espera
de mis manos, y no habrá
un solo vino que desechen
cuando sed a solas manen,
cuando yo te hable
del fango y de la sangre
volverán las heladas fuentes
a derretir el blanco mármol
en la verdina fresca de mi pozo,
esa luz redonda que cultiva
el agua liberando el milagro
de los panes y los peces
en el desierto.

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jueves, 8 de enero de 2015

El hombre a-corralado

El hombre a-corralado

Dicen que abrazaba el aire
intentando encontrar
la medida de sus brazos.
Pero solo daba con el hueco de su pecho.


huérfano del día y de la noche
que en el día se vela
y en la noche se cierra
el cristalino agrietado
en puntiagudas gotitas de rocío
mientras su brillo de bestia
proclama, soy yo, astuta
sien, por ti alboreé todo
mi discurso, olfatea
y sucumbe ante tu fulgor,
tu onanismo sagrado y profundo
tan débil como el cuerno
embebido del ternero vacilante,
de Ío vestal y defenestrada
cayendo desde tu manantial carnoso
a la tersa planicie de las lomas.
el maquillaje hace estragos
sobre el terciopelo de tu lomo

nieva en las castañas
y peludas ubres
de tu pecho.

préstamo de sueño,
terca mula viviente
sobre el adoquín de la feria
trashumante con ganado das
por perdido tu botín de corsario
pobre y cojo y menesteroso y venido
a una patria que ya no huele,
ni siquiera huele tanto
tiempo que se hizo polvo
su cadáver si víctima
hay verdugo en tus ojos
puede estar naciendo
el basto que te refleja quedó
a dos cuartas del agua salina
cuando aún no has vuelto
de tu asombro feriante
vagas,
inhóspito transeúnte
sin salida.

miércoles, 7 de enero de 2015

Alisos en enero

Alisos en enero

Súbitamente acompaña la ojeriza
del primer plomo abatido
desde la torre albarrana,
las gaviotas puntiagudas
retozan presentes regalos
de picotazos en la basura de las muelas
del molino de aceite. las verdes olivas
granjean por levantar el vuelo
de los mirlos que aletean a golpe
de tendido eléctrico y sostienen
con sus plumas las tijeras
con las que cortarás la nube
de la melancolía, la extraña fiera
muda, con lo que te gusta
el rugido de los nobles leones
del espacio interior de los troncos
viejos, nudosos y huecos.
beberás solitudes magníficas,
germinarán brotes de saliva
verde sobre las flores
que ya duermen buceando
amnióticamente en busca
de la primavera dormida.
Perséfone llorará por sí misma
sin tesitura de aire circundante
al malvavisco, triunfará
la pradera en lozano despertar
de aullido
de lobezno
feliz.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Paisaje para Navidad

Paisaje para Navidad

La impaz sonora
y el gélido viento,
la tempestad asaltando
los cuellos de las avestruces
pálidos y escuálidos cimbrean
el aire y ya el suelo
con sus ojos enterrados,
al fondo
el paisaje de la montaña
donde se aposenta la ruin
y verdosa
anatomía de tu silencio,
pueblo mancha o escalada
con los dedos,
tomarte
y desplazarte hasta el valle
al pie del monte,
belén viviente eres.

Y las avestruces ordenan,
desafiantes ellas ya,
al viento con sus cabezas
fuera de tierra, y sus cuellos.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Esto no es una felicitación de Navidad

Con toda la sinceridad de la que soy capaz como ser humano digo que no entiendo cómo, tal como está el mundo, se puede manifestar públicamente una sociedad en torno a unas fechas como las que llegan, celebrar con comidas, fiestas, luces y jolgorio ¿qué? ¿Que somos capaces de consentir que siga campeando la violencia entre nosotros, los seres humanos? ¿Que sigan venciendo las desigualdades? En lo íntimo, en lo particular, si se quiere en los hogares, no me parece mal sino hasta sano. Pero que en grupo, ¡o en masa!, y favorecido por la estructura que nosotros mismos creamos, esto llegue a buen término (resulta comprobable solo dándose un paseo por nuestras calles una tarde cualquiera), me parece una canallada. Así, una canallada propiciada por toda una sociedad.
De aquí al 25 de Diciembre me he planteado, como autora de este blog de "palabras", solo publicar poemas o textos que hablen de los males de este mundo. No son ganas de aguar la fiesta, lo juro por lo que soy, solo pura necesidad de intentar hacer recordar.

(Otro poema de "El muriente")

El hundimiento

Y si tú te mantienes bajo el perro
y la danza, bailaré.
Se someten extraños advientos,
son los soldados de la humareda,
la rosa blanca, la por nacer.
Este des-sentir no perturba a nadie.
En la noche atestada de mejillas
vehementes apatías mercadean
por desmembrarse entre tu desconsuelo y el mío.
Yo ya te amé, sol de mediodía,
resultó difícil dar los pasos
sin orilla que borre las huellas
de marea dicha, marea quieta, ¡oh!,
¡cuánto crece mi afán por respirarte,
sal de mis fosas!,
qué transparentes peces te habitan…
El sol no se quejó,
el sol duerme como cándido aceite,
bálsamo que vino
a menos más tú
seré yo sin rastro.

… Si es que no merecemos ni un dios,
ni siquiera uno,
ni tan sólo uno
que quisiera.


martes, 16 de diciembre de 2014

Lamento del despoesido

(Otro de "El muriente")

Lamento del despoesido

he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.

El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos, me brota
loctite entre los párpados
del hipotálamo sin meninges
ya ni bola de cristal

para adivinar,
—aunque-sólo-fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.

Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero el agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.

Se me despeinan los codos,
se me enmuñonan las rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.