jueves, 16 de marzo de 2023

Poema abierto al Sr. Roig




 ¡A la rebelión civil, jolín!


No, señor Roig, usted se equivoca:

Vocaliza callando y silencia 

palabreando

lo que a todo ser de bien 

y mal humanos, es decir,

con más de dos dedos

de frente por montera

conoce de antemano,

antes, mucho antes,

de tener que ganarse el jornal

para poder llenar su estómago:

Con las cosas de comer no se juega,

ni se deben contar las lentejas,

¿no le enseñaron sus padres

la caligrafía precisa que distingue

entre beneficio y malhechizos?

Magia malabarista intenta 

con su parla y con sus cuentas

olvidando que el dos-más-dos

hace mucho tiempo y lugar

que los españoles aprobamos

en las escuelas.

Si de su tibio cuerpo,

tibio por enclenque, ¿no

estará usted enfermo?

nace la suma del apretando

(como a mí me cobran más

yo vendo más caro, dice 

tan ufano aún creyendo

que su inocencia es manifiesta)

en el tira y afloja de su mundo

imaginario, yo tiro de usted

y lo siento en este mío,

este tan terreno donde lo primero es comer

y lo segundo, hacer justicia palmo

a palmo: deseo que contemple

cómo ese cinco por ciento

de mayor positivismo

nace de haber incrementado

sus precios más allá (quizás del cielo,

seguro proveniente del infierno)

de lo que a usted le estrujaron.

Tan seguro de su cinturón

debe haber olvidado

la ley básica del mercado:

Si no tengo, si no alcanzo,

no compro. 


Y la trifásica, algo más compleja,

pero nada difícil para sus entiendos:

Si un ladrón

me roba, me perdona

el siglo

si yo a usted le hurto. 


Ándese con cuidado

porque de aquí a nada,

o sea, de hoy a mañana,

sus tiendas, a parte de nidos de ratas,

criarán expertos tirabuzones de plata,

porque donde la necesidad obliga,

donde el sueño decente ocupa,

donde la justicia cava hambre,

las manos justas

hacen su agosto

sin duelo ninguno

ni culpa alguna.

2 comentarios:

  1. Qué descarada es la soberbia de ciertos individuos, Sofía. Todo lo que se eleva tan alto puede un día caer. No se dan cuenta. Pero mientras, que el común se fastidie.

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    1. Sí, Fackel, y es ese descaro el que da la medida de la soberbia de algunos personajes. Pero también, la de su debilidad ;) (Parece mentira, parece que realmente no han leído ni siquiera visto pelis incluso malas en su vida, que no conocen nada de la historia humana. Es, aparte de resultar indignante, realmente asombroso. Ineptos con los bolsillos llenos. A ver quién se ahoga antes.

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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.