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martes, 1 de agosto de 2017

Me voy de viaje



La diletante
(De viaje visitando monumentos)

En este simulacro exilio
me permite el lienzo
reconocer mis pasos.
Hasta en los canales crece
para recordarme de donde vengo,
nunca hacia donde vamos.

En esta sutil agonía
que es la vida venero
tus tristes luces de hojaldre
que se hunde. Tan pesada la carga
que soportan tus láminas, tus
mil palacios de carne, tu
luz de los esperados
puentes beben de mi
aire maternal y el afrodisíaco
perfume de su celo
de hembra, mar de tu alumbre
y de mi ausencia sobre ti.

Colmo leones como
blando espada
blanda contra
las dulces venencias
de las gotas de agua
sobre la yerba,
el monumental —se erige
todos los días— nutriente
que la naturaleza nos favorece.

El verde es su color.
También el de la vida.

De "En-clave de árboles")

domingo, 23 de julio de 2017

Sauce-dos


El sauce llorón

Escribir puede que sirva para el futuro, pero de nuestro presente, ¿quién va a ocuparse sino nosotros?

si escribo, nombro futuro.
me pregunto quién
escribe nuestro
presente sino
para que él
pueda escribir
en su pasado.

En presente inacabado
registro para mañana
leer un futuro que aún
no ha comenzado.

Densa y lúcida simiente
de algas bajo la sombra,
así el sauce peina el aire
cayendo sobre la yerba.

Que el árbol me señale
dónde y cuándo y cómo
el agua rehace

su cauce.

Gemir hasta romper
a sollozar
hasta hacer
estallar el cauce,
como habla el sauce
llorando manando
verdes desde el suelo.

(De"La clave está en los árboles".)

domingo, 16 de julio de 2017

Sombrea-dos


Es mi sombra

El abrazo extendido y la mano
de la sombra muda —cuándo no,
nunca despinta— que invade el pie
mío como si fuera revés
de su cuerpo yo tan lejos
y tan cerca ave ufana
tú, yo, cuervo, o cuerva
que no sé, aprisiona las horas
o las engarza con su pico
intentando tejer collares
para el cuello enhiesto
del cisne perfecto
de la vida.

Y yo sólo busco pelícanos.

(De "La clave está en los árboles")


lunes, 12 de junio de 2017

Momentos y bienes





La oportunidad

Seamos prácticos
de barcos o de árboles
verdes bajo el agua
sobre la estepa multicolor
de los diferentes signos mareantes
y las cartas trazadas
a mano alzada
extiende
tu vino de vida
sobre el mantel
de las ilusiones.

Hay que buscar la alegría
como se buscan los dioses
que sí existen, tocando
todos los palos, las cuerdas,
la clave de sol en segunda
cesárea del tiempo
bienvenido: el momento
del Bien.

(De "La clave está en los árboles".)

martes, 30 de mayo de 2017

Al mejor poeta, a Juan Carlos Sánchez Sottosanto



El éntasis

¿no os perdéis en este mundo
de bosque ordenado
como el peristilo de un templo griego?

Hasta la bola
de tanta palabra hueca,
hueco absurdo de dicen
palabra llena de prosa
y poesía hablan los palurdos,
los jóvenes hombres
de medio pelo en la axila
de la entrepierna entre
su pensamiento — qué sabrán
de eso— y el suyo mismo.
De ese ente
profiláctico como
los condones envasan
con goma transparente,
se deslizan gimos ausentes,
¡grima! me provocan
sus sandeces, dichos
de diarios, nachos
picantes, onanismos
seglares o seniles orgasmos
en carnes letradas con bacantes
y vacantes huesos presidiarios
¡y hasta cantes! esgrimen
con pseudonombres—tú en-arbolas
y a ti te hago un caso—, la casa,
mi casa sólo la cosifican
mis muertos, tus muertos,
nuestros muertos,
nuestros siempre vivos
árboles tan clásicos,
una encina, un olmo seco
o vivo, un sauce, una rosa
en su tumba, el pino
desde donde el mundo
continúa girando sin éntasis
ni chilis rojos o amarillos.
la mirada del poeta sin nombre
toma nombre de estómago
de rumiante, de carnívoro,
de omnívoro que soy, te amo,
sin ser literato que no hallo
más que en la pradera
manitú o tu mano
u hombre nuevo aún
porque no te conozco
vivo eres
muerto ya
hace siglos
que eres nuestro.

Y por lo tanto, mío.

Pero qué difícil, qué
difícil dar
contigo, dar-
te con-mi-
go con otros tantos
como tú.

Como nadie.


(De "La clave está en los árboles")

viernes, 12 de mayo de 2017

Teoría de los factores






El factor

Cinco años caminando para llegar al mismo
punto de partida
(siempre sucede igual, siempre es lo mismo
aunque no queramos
aprenderlo)
Lo mismo por abajo que por arriba.
Como decía Virgilio, como decía Fermín, como decía mi padre. La clave está en los árboles.
Me inventé la teoría de los pozos artesianos. Los versos de mis poemas y de mis fotografías me llevaron a ellos. Después Proust me la confirmó, aunque él, tan arraigado a la concepción del tiempo horizontal (na-rra-ba) no pudo ver la transparencia del suelo. Fue Afrodita la que me lo señaló. Ése, ésa es la costra dura de la nomenclatura, baila sobre ella, tú tan terrenal y tan saturnal siempre. Sin saberlo era lo que hacía, romper, clavar la pica, la broca con punta de diamante después. Emergía el agua, surtía con toda la verdad infraterrena elevada a la estratosfera de lo sublime dejando atrás la forma en el límite preciso, en el eje de la simetría.
Había que darle forma a ese agua. Que sobre la costra pudiera servir para algo. Instalar las tuberías, las fuentes, los grifos, adaptar lo inadaptable para que todos los árboles pudieran ser regados.
Adaptar a la costra.
Mi error.

A ellos vuelvo y en ellos estoy. El tronco y la raíz troncal. El límite preciso en que arranca el árbol hasta el cielo, el límite del horizonte que sólo un árbol a contraluz es capaz de quebrar.
Llegó el flujo ya dado. El suelo se transparenta —necesito cristales, necesito espejos para recoger la luz—, las sombras siempre son oblicuas u ocultas, como la del mediodía, que se introduce en la tierra hasta fundir el árbol de arriba con el árbol de debajo. Cuando menos vemos. La costra aparece más opaca, más refractaria a la luz, cuando ella más ilumina. Paradoja.
El árbol como el libro abierto de lo que ES. El árbol como verdad, no como mito. Lo tenía delante de los ojos.
Ahora ya, lo veo.
Afrodita nos ofrece el árbol —el poeta. La naturaleza — para que podamos descubrir nuestro por hacer. En el principio no me acompañó el poeta, pero sí lo hicieron los árboles, las encinas. Siempre estuvieron allí. Las guardas como ángeles, las guardas del libro que hay que escribir, las guardas del bosque de pozos artesianos construidos.
Ahora camino sobre un suelo transparente. Hasta me asaltan los arrecifes de coral que rodean la parte sumergida de la isla (desde Suroeste partí), los peces de colores volando por el agua. Los peces voladores en líquido cielo. Las aves submarinas. Y el sol, Los rayos de sol iluminando el campo sumergido, Nosotros buceando entre los troncos de las encinas, ese sueño que logré transcribir hace tantos años. Siempre el sol dando y quitando
luz o no
como cuando
la luz
no llega y llega
el nocturno.

El poeta escarba y, escarbando, hace caer el cielo.
La evidencia de lo invisible.
No vivimos bajo tierra.
En rima el cielo con el infierno.
Colofón.
Nace el surtidor hasta en la tecné del libro.
No puedo escapar. No quiero escapar.
Vivo y muero. Vive.
El amor es el motor.
El que mueve.
El factor.
El que hace.

(De "La clave está en los árboles")

miércoles, 3 de mayo de 2017

Cuatro Ferias de una sevillana




La salud exacta

No estoy para
nada que adorne
tu pusilánime sen-
tido gravitatorio
de las cosas y su eje
estomacal avisándote
en serio crees que la cicatriz
es recuerdo de la herida?
Nos presenta
el presente en pasado
perpetuo
muerto de esperanza
por sobrevivir al futuro
te lanzo máquina
de tiempo hecho
insondable y lúcida leva
de los artículos de los hombres
trazando misterio,
algarabía de neuronas
rondando el hemisferio
izquierdo, las emociones
redondas como los farolillos
de feria, como los lunares
con los que me visto
para enterrar el mal tiempo,
mi compañero durante
tantos años que no te veo
como mis ojos siempre abiertos
te veían rondando
y yo, harta, estrella, sombra,
árbol, mi padre, tú,
el Derecho, la melancolía
de una Feria que vestí de amapola
para poder guarecer la alegría
de tanta lluvia de llanto
de esos mis ojos
siempre abiertos
a la salud en la vida
mental bailando
sevillanas.

(De "La clave está en los árboles")

viernes, 28 de abril de 2017

Dos don nadie



Nadie

Y aunque no sea nada
ni nunca ni nadie en mí
grabará barro
de las letras de tu letra
en el nombre de lo innombrable
y puesto que no soy nada
ni nunca ni nadie
tu grave peso
de hombre bramido
tendrá tundra
donde servir
de habitante, y eso,
ventrílocuo mío, es un privilegio
que, que yo sepa,
no corresponde a mortal
como yo, que no soy nada
ni nunca ni nadie borrará
por tanto.

(De "La clave está en los árboles")

miércoles, 19 de abril de 2017

Dos autorretratos fisiológicos



Palmas altas

Cometo mis torpezas sin reparo
posible me hundo
en mi propio barro.
Dueña de la más inmensa de las fortunas
habida cuenta me doy
de ser con las narices
en el transparente de mi despropósito.

Depositarte sobre el cojín mullido
y acogiente de cálidos bienes.
Cuidar de la agonía
a tus hombros, espantar
el peso de tu frente sobre el cuello
que me mantiene erguida
pudiendo mirarte a los ojos
sin conocerme.

Las palmeras al viento
doblan besos del aire
para mi lamento
por no ser
tan altas como ellas,
por no estar
a la altura de tu mirada.

(De "La clave está en los árboles".)

viernes, 14 de abril de 2017

¡A éeeeesta es, valientes! (A por la tercera)



A la tercera va la vencida

Riego la palmera
levantando el suelo
al cielo voy bajando
hasta esta nueva era.

Llega vencido a la tercera
claudicando el velo
el vuelo despejando
de una tricolor bandera.

De "La clave está en los árboles".)

lunes, 10 de abril de 2017

Dos libros (o dos árboles)




Mi libro

un libro que desdiga.
un libro que deje escrito
lo no dicho.


Del recio y duro tronco
hacia el cielo lanza
lo que le queda de vida
manando su presente
detercia, resume,
subsiste
bajo dentro
arranca
de cuajo un golpe
de centro
nervioso y solo
o sólo soledad
que llaman de terceros
que se acercan
porque dos
somos dos
unidos por el suelo,
cómo separarme de ti,
raíces mías,
cómo gobernarme al aire
y ser aunque sea
piedra que pueda
el arroyo arrollarme.
Mas esta tumefacción
viva que me detiene
junto a mí misma
quisiera poder
arrancarme,
reventarme
o más sencillamente
que llegara el leñador
para hacerme tocón
de nada, porque manos
no poseo más que raíces
y ramas y hojas a veces verdes:
un puro árbol, sólo
un puro árbol
entre tanta simiente
de tiempo, de espacio,
de límite.

(De "La clave está en los árboles".)

sábado, 1 de abril de 2017

Dos playas



La palma

Cuando digo o escribo playa
no digo o escribo playa, no
una extensión uniforme
de arena blanca y lisa ni
un mar salado en relieve
de sus pequeñas o grandes olas.
cuando nombro playa
hago así con mi mano
extendida
un todo liso en la arena
y un todo removido
como en la curva de la ola
todo plano
cuando digo playa
hago esto con mi mano
y su palma
inventa con las letras
de la palabra playa
adheridas a la piel
arena y fuente fiel
de mi mano
que ahora y en este lugar
aliso sobre el agua
del río sin cauce
ni sombra.

Barro
o borro
la soberbia huella.


(De "La clave está en los árboles".)

martes, 17 de enero de 2017

Dos ahumados para hoy



Mar de humo

Densidad y dolor de escape
en las primeras vueltas de las horas
netas, y recia podredumbre
del agua en su vertical sonido
de hambre de aire, la tierra
ensimismada y loca
abunda lacerando,
gime adventista,
niega su pasado
de ola amarilla
rompiendo en la orilla
del camino. Así se abastece
el ayer de tus sentidos:
ellos reniegan un abuso,
ellos se visitan desde la marea
vieja de un viajante
por los humos del recuerdo,
y ambos de nuevo viejos,
campo y yo,
de viejas soledades,
ambos nuevos amigos
compartimos techo
como si el nido se hubiera hecho grande.

Y tú tan nuve y nuevo,
y yo tan bieja y nube.

como siempre los árboles
viejos y nuevas sombras
—siempre luces
nuevas, siempre viejos
y luces—, o no sé
si agonía o vida
u olvido de la tumba
o, quizás, de su muerte.

(De "La clave está en los árboles")

sábado, 7 de enero de 2017

La determinación de la piedra



La piedra

Y así siendo está
la piedra sabiéndose
sola e inocente.

Aguza aquel sentido,
desde esta altura verde
ya contempla el misterio
tan simple:

Nada no queda
dicho si-no
todo estaba escrito.

(De "La clave está en los árboles")

viernes, 14 de octubre de 2016

Por fin me escuchó (Poema y fotos)

;)
















Oración excretora

Señor, estoy deseando dejar
este mundo, no a mis seres
queridos, no, ni a los árboles
ni al cielo, con nubes o despejado,
ni siquiera al invierno tan cruel
para mis manos, tampoco
deseo perder de vista a las flores
ni a mis perras, ni siquiera
a la mala película de televisión,
o, menos aún, al libro que tengo
sobre la mesa. Pero, sinceramente,
Señor, sí tengo mucha necesidad
de dejar este mundo ya
en las manos de quien lo posea.
No deseo pelear más
por lo que en realidad no es mío,
allá cada cual con su propiedad,
el piso, el negocio, la empresa,
el automóvil, los hijos salidos
de madre, de cauce, quiero
decir, la ironía —las flores
ya te he dicho que no, ellas
no se visten de sarcasmo
ni otras negaciones—, el prestigio,
las ventas, los noes, los imposibles,
las incapacidades en suma
el desconcierto palpable
de tanto mono bajado
de los árboles.

Te los nombré casi en primer lugar,
ellos son la clave de este infortunado
azar que en vez de mona
me ha hecho mujer, hembra
de una especie que no sabe callar
ni trepar por el cuerpo
de su semejante. Rasca, rasca,
quítote las pulgas o las liendres,
te hago mimos con mis labios
de homínida asilvestrada, hecha
cuero de un municipio, de una
civilización que hace aguas
duras o blandas y no,
no sabe llevar pañales.

Señor, llévame contigo
a las nubes redondas y verdes
de mi selva o a las dunas
cuadradas del desierto,
al hielo de los polares mares
o al fuego de las chimeneas
de los volcanes, al pasado,
al futuro o a mi presente,
pero no me dejes más en manos
de su tiempo, que no es mío,
que no, que yo aún sé trepar
por el pecho de mi amado,
que yo aún sí sé despiojarlo
desnuda a la luz del sol,
pedirle que me lo haga
y no avergonzarme
de mis pelos enredados
entre las ramas y las hojas
o caídos sobre el suelo
de allá abajo que ellos pisan
y construyen para no caerse
al abismo.
Y yo sólo me fijo, sólo me fijo,
y no quiero imitar lo que hacen.

Y si no, si no me llevas,
cúrame estos lacrimales
si es que quieres
que pueda seguir mirando.
Si es que quieres
lo que pasa
sobre un tiempo
que no es mío.

Ni Tuyo.

lunes, 27 de junio de 2016

De viaje visitando monumentos


La diletante

(de viaje visitando monumentos)

En este simulacro exilio
me permite el lienzo
reconocer mis pasos.
Hasta en los canales crece
para recordarme de donde vengo,
nunca hacia donde vamos.

En esta sutil agonía
que es la vida venero
tus tristes luces de hojaldre
que se hunde. Tan pesada la carga
que soportan tus láminas, tus
mil palacios de carne, tu
luz de los esperados
puentes beben de mi
aire maternal y el afrodisíaco
perfume de su celo
de hembra, mar de tu alumbre
y de mi ausencia sobre ti.

Colmo leones como
blando espada
blanda contra
las dulces venencias
de las gotas de agua
sobre la yerba,
el monumental —se erige
todos los días— nutriente
que la naturaleza nos favorece.

El verde es su color.
También el de la vida.

lunes, 30 de mayo de 2016

Ya llegaron




A un girasol

Hay ocasiones en las que una
debe vestirse de largo,
cubrir sus piernas
y procurar dejar de ser
cariátide de arena
para pasar a ser
columna o fuste almidonado,
tronco de madera
ya pasado por el clave, la honda
disculpa que una debe a la tierra
por haber nacido lejos
de su capa, ajena a los mirlos,
distinta de la lagartija,
del erizo, del renacuajo…
Hay ocasiones en las que menudeo
tras los dientes que me abarcan
solicitando la venia
para no enmascararte,
para orar porque siempre seas,
girasol, la corona que me cubra,
el templo que me refugie,
recuperar la osada costumbre
de repetirme y hasta bilocarme,
multiplicar este mástil
que hoy me nace afirmando
la conquista de haberte hallado,
señor del mediodía, ser capaz
de construir el peristilo
que custodie tu aureola
de consigna franca, pura
alegría amarilla
de origen y hallazgo
del dios de mis días
de poeta
o lo que sea
que sea. Que seas tú,
es lo que cuenta.

Y será contado.

(De "La clave está en los árboles")



jueves, 19 de febrero de 2015

Vidas paralelas

Vidas paralelas

A través del aire
ya se acerca
la estación primera,
ésa en la que te sientas
de nuevo a mi lado.
Con el polen de las candilejas
el amarillo nos teñirá de origen,
de nacimiento del tiempo bien nombrado.
Como el big bang floreciente
tus pecas tornaran valientes
a su sitio en el mundo.
Un par de pequeñas manos
las dibujan siempre nuevas.

No necesitamos retorno. Las aves
vuelan al unísono posando
sus alegres plegarias de alas
en cada árbol que sembraste,
que sembré sin saber tú
y tus manos sin mirar
que hacíamos lo mismo.
Un mundo paralelo al otro
mundo puebla cada margen
del arroyo. Los mimbreros
no necesitan espejo cristalino.
Ya las adelfas siembran
las aguas con sus flores rosas.

Como el ciervo la olfatea,
así llega la flama, la herida,
la luz, el encuentro
tras la búsqueda.
Sobre las espaldas
posábase el destino.

Labra la vida
como aramos el huerto
en un sentido y en el otro
construyendo paralelos
redentores
de la helada negra.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Hiela sobre el olivo

Hiela sobre el olivo

Inútilmente el olivo
se ovilla sobre sí
olvida desliarse
más allá del no.

Apenas senda sacia la noche
de este cautiverio mío
entre los muros de mi cuerpo
y las rejas de mis deseos.
Ser libre dentro de mí,
no buscar nada ajeno
nada que yo no pueda
darme lucidez
sola y sólo
querer vivir
en mi centro.
No mirar, abstenerme,
de respirar, creer
que soy dos
para así saciar el hambre
voraz de esa boca
negra y hueca
que es la cruda y aliada
ave de la soledad.

Sus alas como el hambre
de un niño muerto en la aldea
de mis ilusiones una
perla negra cautiva de mí
y mi necesidad de cobijo
en otro mundo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

El sauce llorón

El sauce llorón

Escribir puede que sirva para el futuro, pero de nuestro presente, ¿quién va a ocuparse sino nosotros?

si escribo, nombro futuro
me pregunto quién
puede escribir nuestro
presente sino
para que él
pueda escribir
en su pasado.

En presente inacabado
registro para mañana
leer un futuro que aún
no ha comenzado.

Densa y lúcida simiente
de algas sobre la sombra,
así el sauce peina el aire
cayendo sobre la yerba.

Que el árbol me señale
dónde y cuándo,
el qué y cómo
el agua rehace

su cauce.

Gemir hasta romper
a sollozar
hasta hacer
estallar el cauce,
como habla el sauce
llorando manando
verdes desde el suelo.
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.