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jueves, 4 de mayo de 2023

Ataúd abierto para Manuel Vilas




Anarquista 


No vinisteis a mi entierro.

Pero no os preocupéis,

no soy rencorosa.

Sólo me apareceré

de vez en cuando 

para susurraros:

“La poesía está muerta

porque no da dinero.”

A mí me mató

Manuel Vilas 

ayer

(yo tampoco he producido

dinero nunca)

y ningún policía ni juez alguno

lo ha perseguido

como asesino.

La poesía está muerta,

yo estoy muerta

y un homicida, libre.


La poesía está muerta,

yo estoy muerta,


la ley ha muerto.


Por fin mi sueño dorado

se ha realizado.


(De "Pasamonerías")

sábado, 25 de febrero de 2023

Danzas estelares




El baile del sol


El oro en paño del páramo

poblado por el viento

invisibles

las costas del mar celeste

calibran la necesidad

de significado en su vaivén:

el baile del sol hechiza 

mis manos describen 

la voltereta

sus dedos adjuntos

señalan sin mi dolor

beatífico yodo

sobre las resecas páginas

del libro abierto y olvidado 

a la intemperie:

se humedecen las letras

desvaneciendo-las palabras

los signos-los signos evidentes

(por sí mismos se hacen ver)

de la música

inaudible avanza

y se aleja adelante 

el globo de luz tan sonoro

misterio servido 

sobre la mesa tu erial

-su espejo- la pluma de oro

sin que la fuerza,

es decir el amor,

señalan que la acompañe. 


May the force

be with you:

sidérea salva de tronantes

olas caídas bajo el alumbre

de la omega del sol

y el alfa de su baile.


domingo, 19 de febrero de 2023

Dos creaciones




 Demiurga


El tiempo que me ocupa, me hace libre.


A la vez que la noche se cobija

en brazos de su futuro

y bostezando se apresura

a descansar de su jornada

y le va llegando el sueño

que la despojará del pasado

día vivido entre las estrellas

y la luz dálmata de la luna,

así su oscuridad me revela

la luminaria universal del orden perpetuo,

la constante e insufrible belleza,

la intangibilidad de tanto innegable,

tan pequeña yo ante mis neuronas,

me sucede el real escenario

de tanto vertido por las cataratas

invisibles de lo inabarcable.

Una noche que aspira

el oxígeno sin combustionar

ni consumir ni una mota de polvo

de medio planeta que a oscuras

permanece. Los ritmos medidos

los ritmos pautados de un celeste

mundo que nos inspira

eternamente cuando eternamente

erramos errados.

Ni música de esferas ni designios

divinos nos gobiernan.

Un universo completo e infinito

se crea desde el hueco craneal

hasta el terreno del social

concordato entre tú y yo.

¿Y, cómo acompañarlo, cómo habitarlo

cómo medirlo, cómo acompasarlo

si no nos entendemos ni silabeando

el mismo idioma de gestos y sueños?

Vagamos, como decía, como dije,

hace mil años, como burbujas 

interestelares sin comprender

ni siquiera el lleno que nos sostiene: 

Desconvocar el descanso de la noche,

amanecer al día del suceso,

poblar el horizonte con el tacto,

hablar creando el tiempo,

ese que mantiene

al universo

vivo.


domingo, 2 de octubre de 2022

Occidentes


 

El muriente

Ante el misterio, cantar o callar.

Y me robaron el silencio

hace mucho tiempo.

 

 

Cansadas ya, las rémoras se duermen

al amanecer. Justo oriente.

Canta el mirlo cuando menos se espera,

ave nítida, tan límpido su eco.

Un acervo incita, no instiga, no

duele más, no pervierte el son.

Así que, recuperando un dios que no se oculta,

desde esta memoria hablo:

Mi pecado ha sido recuperar

el caudal de genes que mis padres,

padres nuestros, amasaron

para nuestra fortuna:

Madres y padres todos

que engendrasteis este río,

mudad la desembocadura

desde este alba al muriente,

que ya, aquí, pernocta la mañana,

que aquí, ya, transitan las corrientes,

que aquí, en cuenta abierta,

el mirlo ya canta sosteniendo

con su acústica subacuática

todo aquello que, desde los peces

que poblaron nuestros pies

allá por donde entonces

el tiempo con banco en el paraíso,

nos hizo humanos sin disimulos,

más libres en la piedra de la orilla,

más hombre erguido sobre su bípeda simiente

que ya otea el horizonte buscando la otra baya

que ya la introduce en su boca con la mano

que más allá del árbol

fuente bebe y la digiere,

que qué árbol sino

aquél que el árbol

ya hecho leña

 

para candela

de la caverna.

 

jueves, 22 de septiembre de 2022

Visado de carne y hueso





Cuerpo extraño (xenofilia)

 

me falta oxígeno y todos

expeléis dióxido

de carbono. Desearía

ser planta caso

de que pudiera.

Lo que sucede es que así

me sentiría entre ellas

como me siento entre ustedes.

Y entonces, desearía

ser una humana de día

y dormir de noche ajena.

 

Algo ha crecido torcido

dentro de mí

y no es un árbol.


O el dolor ha crecido derecho

y es mi columna.


(De "Suroeste". Ediciones en huida, 2015)

miércoles, 31 de agosto de 2022

Cruce de verdes

 



Nuevo hombre en la cruz

 

Verte en verde puro quisiera

ausente de tus férreas estampidas,

lenta en un segundo presiento

tiempo al sol de ese tulipán equivalente

que me llama, me pregunta, me requiere:

¿Por qué?, ¿por qué no bebes?

Y tus manos amasando espinas.

Como ya no se te clavan…

 

Al verde quiero sostenerte:

Flamearás sucediendo en el vacío

hasta que el celo mudo

de tu viento, si es que mientes,

se haga hueco en la cruz de tu pecho.

Y entonces se abrirá el cuero herrumbroso.

Y el manantial borboteará

de las cuatro paredes de tus brazos.

Y el sol del aullido iluminará

las doradas clavijas como si fueran

brotes verdes: verte

como si no te hubieras zanjado.

El campo de cuerdas de hierro

tronará en rasgueo salvaje

de tu boca que reirá llagando

el aire que hoy permanece ileso…

Como muro, como vano

a la muerte en la que tañes

preso de esa cruz en la que te clavas,

que ya no sé, yo no sé, no sé

con qué manos apuntalas

esos clavos a tus palmas.

 

Hombre de cuatro brazos,

mutante de esta tierra morada

por la espada de tu arado

que me llama, me demanda, me pregunta

de qué te sirve ya ese par de alas.


(De "Nueva Biología")

domingo, 7 de agosto de 2022

Caudales

 


El cauce

 

Soy el cauce,

que todo lo recoge

y de todo se vacía,

tal como me desbordan las sobras

del barro, me desocupa la carencia del estío,

me minimiza la plenitud de las adelfas secas

y me enormiza la pletórica

concurrencia de las escorrentías,

siempre llenas del abuso.

Son las huestes del hambre

del devenir del misterio de existir

siendo tan solo cauce

al albur de tantas voluntades

celestes o terrenas,

fríos colmos o cálidas renuncias

contra mi termal fuente salubre

desde mi sino de ser

no más que cauce

abierto a las piedras y a la reja abierta

que se eleva, y yo, desbordado

de pleno o de vacío, tan solo

eternamente anhelante

de un lugar en el mundo.

Mis orillas ambas

a dos señalan bailando,

pero yo, yo, no soy más que yo

sin movimiento por mí mismo.

Inerte, consumo mi propio lecho

sin sitio siquiera donde descansar,

socavo hasta mi sino de cauce:

no más que yo soy,

por donde todo pasa

y nada queda.

viernes, 4 de marzo de 2022

"La exploradora", próximo libro

En breve lapsus de tiempo, saldrá publicado este poemario, "La exploradora" que forma parte de la trilogía "Suroeste". Aunque lanzado en último lugar, ocupa el segundo  de los tres volúmenes y, como no podía ser de otra forma, lo acoge la Editorial "Ediciones en Huida" a la que le estoy muy agradecida por su apuesta e implicación.

Aquí, un poema del libro con su fotografía correspondiente:



Son del sitio

Son del sitio la encina
y la voz
                  del eco
al sur
oigo la sierra de Aznalcóllar
con su boca y con su pecho
—es el mío de mi frente, y lo era—
de mi norte que imanta
mi cabeza buscando
la enana blanca del día
recién levantada
la mañana de su son
de la noche y yo
una sombra de nostalgia
y un aullido de mi centro
que cabalga solo
sobre mis piernas
y el olor que no se pierde
en las fosas sino-ideas
de la lumbre en la candela
y el humo y la llama
y el olor a tierra
y a rostro del mundo
poniendo su culo
por montera delante
de mi cara. La cabra
reseca y borracha
de nostalgia de nada,
nada más que adelfas
y yerba dura y recia
de falta de agua,
y el aroma verde
de verdad de amor
de un mundo y de yo,
y yo, y yo y la tierra sin nombre,
y yo sin nada salvo él,
su eco.


viernes, 17 de diciembre de 2021

Saludes y Saludos

 



Sanaciones

 

Del cielo seco cae la arisca helada,

sin prendas, se tumba amando

sobre la yerba,

sobre los lomos del huerto,

sobre todo,

sobre las tuberías externas de cobre

y las mangueras de azufre.

Con paños calientes vendo

su estrategia de estatua de bronce,

su herida de ser corriente

estancando la ruptura

del devenir de sus ríos,

sus ríos de agua termal y verde,

lento arribo de la sima de la tierra

que a mis manos, y a la lavadora,

llega. Calmo y me calma el secreto

que guardo en mi bolsillo,

este calor que inventa mi amor

por la casa, nuestra casa,

nuestro piso de 10.000 metros

redondos acendrado con agua

de las entrañas de este suelo.

Como si diosa fuera yo, su ofrenda

me obsequia alzando mares del sur

desalados.

De este sur.

Y yo la bendigo con mis ojos

y el dolor de mis dedos.

La arisca fiel que se afana aun tumbada,

la ama de invierno que guarda las llaves

de la primavera, la enfermera

que lava todas las úlceras.

Aunque duela.

 

Sola culmina su labor sanadora,

sendas malignas gobiernan los trotamundos

estivales del sol y sus lagartos soldados

a las piedras como pajes perezosos

de su reino sanitario.

La tierra la sostiene,

se deja seducir por amor tan insólito,

sabe de su salud protectora,

siempre la recuerda,

nunca olvida, aunque la mates,

clava sobre ella el puñal de hielo

de tu furia:

te devolverá los verdes ríos

y salados mares de los frutos calientes

de tus manos cuando no te dolían.

Y así, se venga mi madre,

me recuerda a mí también,

nunca olvida mi siembra.

Aunque hiele.


(Sofía Serra)

lunes, 8 de marzo de 2021

Dos manifestaciones


Una mujer en el campo


Tan concreta, tan nítidamente
anidada en este hoy y en el mañana,
tan incrustada como la roca
que asoma, tan inamovible
por fuerza humana, así asiento
mis luces y mis sombras
bajo la tierra abrigada a la intemperie
del cielo degluto lombrices
y bebo lluvia o gotas de escarcha.
Trago muelas, separo dientes
de ajo tuercen mis huesos
que la perra esconde bajo la loma
de estiércol que yo venteo
para alimentar el huerto y los rosales.
Me muevo sobre mí misma
generando energía de flores
eólicas y polvo amarillo.
Transmuto orígenes,
duplico, oreo: construyo
un hogar para la primavera.
 
Y para nuestro tiempo.

martes, 9 de febrero de 2021

Espejo

 


El paisaje (Vírico paisaje)

Yo no soy paisaje digno de reflejar
en fotografías o grandes lienzos,
en documentales feroces
que la comparativa provoca,
ni siquiera en las evanescentes
pantallas por donde se asoman
al resto del mundo y sus aconteceres.
Apenas árboles a duras
penas multitud de piedras,
una severa tierra coronada de yerba
rala producto de las bocas rumiantes
y los extremos de temperatura,
algún arroyuelo de invierno,
cardos grises y verdes,
caminos polvorientos o embarrados
sin grandes sombras que los alivien,
soy un paisaje no de cuento,
un paisaje mínimo de esplendor
natural o humano, una especie
de tierra de nadie sin casi nadie
que me lleve a los altares
de la admiración. Recuerdo
a los bajíos del alma
terca e inmune a pasiones
o ventisqueros de halagos,
tan mudo que nadie me oye
salvo alguna oveja y sienes
tan tenaces como yo. Soy paisaje
decrépito de umbrías y ternura,
de hojas caídas y cascadas frescas
y hasta de hombres. Sin embargo,
no duermo ni descanso, ventrílocuo,
pongo voz a los cierzos, los levantes
los simunes y los ponientes,
a los vientos rijo como una rosa
nacida en la obstinación
de los mapas, planos de puro inermes,
como una espiga de los vientos
a la que el oleaje aéreo no tumba.
De tan viejo, mis huesos frágiles
en polvo y tierra se funden.
De tan firme, mis pies columbran
la salud de las bacterias
que favorecen mi engorde
nitritos y nitratos me rejuvenecen
como si estrella del espectáculo fuera
y hasta tierno y aireado me vuelven
las cuchilladas profundas de los hombres
y sus manos. Soy plegado y raso,
anciano y joven, domesticado
y salvaje como el ser humano
que de mí vivía y, ahora, otros,
para mí viven. Conservo mis años,
mis siglos, en cada nuevo brote
de lirio que amanece morado
sobre mi suelo rosa y terso
de tantas pisadas de animales.
Mas me dibujan caminantes
sin pasos pero con huellas
solo visibles cuando caen.
Yo no soy paisaje digno de cine,
pero mitigo la furibunda mirada
de quien me vislumbre
respirando mis aires libres
de virus coronados por la falaz
pandemia de tanto ser
habituado a la pequeñez
que no encuentra, no halla,
no atina a contemplarse
más allá de sí mismo.
Devuelvo como espejo
todas las estrategias que asolanan
las arrugas profundas y recias
de tanta hambre de mentira:
soy verdad como la poética
de las cosas, soy justicia firme
en mi dureza que a todos
devuelve la vista
y hace felices a quienes ante mí
se derrotan de sí.

(De "Un lugar en el mundo")

miércoles, 3 de febrero de 2021

Dos radiografías digitales




Las víctimas y mis dedos

Tras ciertos asomos
de dudas, mis dedos
se posan sapientes,
teclean las letras,
se erigen valientes,
recogen la riada,
la pausa, el censo,
la nube, la yerba,
el lamento lento
de la oriente tierra,
gama extendida
sobre cuatro puntos
ordinales, mapa
de ningún ensueño.
mis dedos seducen,
mis dedos deducen,
mis dedos reducen
a plano, ordenan
y mandan, dirigen,
sentencian la muerte,
mis dedos verdugos
victiman mi mente,
rehén sin prejuicio,
sin norma y sin tabla,
bendice el destino
de tan blanca batalla:
aquí, el soldado,
ahí, el paciente,
y por todos lados
el aspa espectáculo
del cruento deseo:
llegar, lograr ser
seres siempre amados.

(De "Extinción de ruina")

lunes, 11 de enero de 2021

Púrpura nevada, o nieve roja

 



Practico la hablación

(ante la visión de una imagen de televisión 
en la que aparecía una niña abierta de piernas 
siendo sometida a la ablación.)



y vuestras mudas y nudas voces arrancadas
de vuestras bocas, vuestro esófago,
vuestra tripa, mis ovarios,
vuestras roncas
y granadas
rosas
rojas
lágrimas en el pétalo siguiente,
el conspicuo
y detenido, ablatado altar de dioses,
y tu tierna guerra y tus galgas piernas
y tus manos leves blancas
ya
para nada.
para blande espada, que suturen,
que revienten sus oculares
sobre sima, sobre duda,
con mi finta, con mi sesgo,
con tu grito,
con mis manos
mataré al hijo insano
que te abla, que te blinda
a ti de ti,
a nosotras
que te hablamos,
que te hablo por mi boca,
que los ablo por sus cuellos:
Sangre para la tierra que en ella es fértil.
Sus cerebros,
para los perros.

(De "El muriente".)

miércoles, 30 de diciembre de 2020

El sol, la luna y las estrellas (Feliz Año 2021)




El amo de casa

El esfuerzo con que la luz
se hace todos los días,
maldito sea el Génesis
y todos sus estudiosos,
ninguno contempló ni relató
cómo el sol levanta
el manto negro, la mortaja
sobre la tierra bajo la tumba
resucitándose a sí mismo,
como si la empresa dependiera
de unos brazos aún más extensos
que el Universo.
Calculamos a nuestra medida,
contamos las estrellas con las puntas
de nuestros dedos, el milagro
nos ilumina todas las mañanas
revelándonos el poderío
de tanto astro esforzado
en su tarea cotidiana:
Recoger la noche,
barrer las estrellas,
abrir las flores,
secar la yerba,
calentar los techos de los hombres
y cocinar el humus
que germinará desde semillas.
Pobre amo de casa el sol,
nadie contempla la fosa abisal
que atravesó
para revivirse cada día
en nuestra mirada tan parca,
tan parcos somos, nos
y nuestros lamentos de lagartijas
con lágrimas de cocodrilos
y voluntades de renacuajos.

Oh, Luna

Y tú, Luna, la usurpadora.
De su luz te alimentas y así cebas
el sueño blanco de los licántropos,
de algunos poetas, de los vampiros
pájaros pobres ratones con alas
como tú, pobre astro sin brillo propio
¡pero que a la noche iluminas!
Barres el día, acunas el sol,
decoras el opaco negro que nos hunde
con brillos de fantasía.
Y así, te llaman dama de noche,
como diva, como estrella
de la película noctámbula.
Los búhos te ululan, los zorros
te ladran dulcemente,
alguna vez te retraté entre las hojas
de las encinas. Blanca, blanca eres
como la nube blanca del día.
Qué es propio tuyo sino
tu mismo espejo donde te miras
todas las noches. La madrastra
blanca como la nieve
que todos amamos, menos las ratas,
que se esconden de tu luz de ganga
ante los gatos y sus razzias de juguete.
Sol dado eres rodando mañana
sobre el tapete del seguro azar
sin más valor que el calor
del amo llovido sobre la tierra
en un tiempo que no te pertenece.
El pasado y el futuro te construyen,
¿para cuándo tu presente?

Lunero

Donde la luz terrena se abre
a sí misma
encuentro tu tiempo blando,
tu tiempo instante de permanencia
absoluta más allá del después y el antes,
donde nombras y vives el momento
siendo árbol almizclero.
De perfume primaveral
lozanas el invierno que se fija
y el otoño ya volando,
del frío numen de tu asiento
llueven las palabras que me nacen
como flores glaciales del lunero:
un poco fuera de tiempo,
un mucho lejos de las necesidades,
con miedo a la intemperie del silencio
que la helada canta tañendo con muerte
tantos posibles frutos
como bienes amanecen
en cada poema que no escribo.
De la flor fuera de sitio, fuera de todo,
renace tu tiempo de presente
tan alejado de tu remoto lecho,
tan cerca de la tierra desmemoriada
de día, tal como me olvidan
las palabras que sí escribo,
enterradas, aun vivas.
Poeta, ¡oh, Luna!, poeta eres de todo
instante, poeta sin pasado ni futuro,
poeta con el tiempo congelado
en la flor-la flor, poeta de hoy tan sola
sin mañana de sol ni ayer de astro,
presente vives estrellada en el cielo
del árbol oferente de frutos como soles,
limones mes a mes durante todo tiempo.

o0o







viernes, 11 de diciembre de 2020

Islantes





La isla mínima

La poesía manifiesta la corazón.

Las dos palmeras sembradas y creciendo.
El camino mayal que me señala la luna.
La tierra recién arada tal como
el nuevo lirio predica en azul.
Pronto llegará la primavera,
la siembra de los alcauciles
para el futuro invierno,
verdes rosas tras los rojos
tomates con sus hojas verdes.

Proclamo mi falta
de corazón y de razón.
Soy poeta, mi órgano
es la co-razón.

(De "Solenostemon".)




martes, 1 de diciembre de 2020

Entre la multitud

 




Ars vivendi

Escribir es matar el tiempo. 

En este canto obstetra
donde germina el hambre,
o el ansia de corduras y de semillas,
y la senectud de tantos paraísos
como nombres evoca la lentitud
del tiempo acompañando al verano
que bajo su mismo sofoco sucumbe
como el suelo brillante de tanto atusarlo
con nuestros pasos y los pasos
de los animales, las bestias consagradas
en el ara del hogar silvestre
junto a la mendicidad de una hormiga,
a la voracidad del saltamontes,
a la sed del conejo bebiendo plantas,
o al coricanto de los perros
enjaezando el aria del gallo,
en este parto a la multitud
donde ni un alma acude
a solazarse:
porque sobre yerbas secas,
yerbas duras, yerbas hirientes
como cercas de espinas,
quién va a tumbarse a descansar
sino yo que encuentro
en las heridas de mi piel
el alivio para mi alma cerrada a cal
y a canto de mí misma.

La escritura, de cualquier forma y luz,
para los inmortales y su hambre 
de muerte para sobrevivir.
Yo vivo viviendo sin matar
cada mi tiempo, que es compañía
de este hambre o arte de vida.

(Sofía Serra, 2020)

domingo, 25 de octubre de 2020

Exilios


Las chumberas (En tierra extraña. Tango)

 

Celeste destino de siemprevivas

adolescentes el que se abate

sobre las pencas del escudo arbolado.

Antaño abogué por su poda,

por su infrecuente fertilidad

de almanaque sin veces

ni días en rojo de festivo descanso,

luz de sus espinas vejaba la tersa placidez

sobre sus pieles nacaradas como el sol de agosto,

la luminiscente aura vestida como fruto almado

de semillas vivificantes como dulzores de senectud

como las abuelas del campo,

de tanto vivir repelían los ojos avizores

de tanto extraño viento

de levante, levantaban sus lábaros

de acolchadas flores sobre el pétreo horizonte

de vencidos cercados,

casi juncias ágiles y legiones leves ellas

acariciaban la dorada niebla de polvo

de un otoño perseguido, necesitado.

Hoy adelgazan sus gibas

como muchachas extraviadas

en el bosque húmedo de la vida

sin patria, ácratas ancladas

a la residencia en tierra

mis muchachas con tapados de armiño

tiritan sonrientes, mayores

logran sobrevivir

sin que nadie las corteje

a pesar del cálido suelo

adonde las exiliaron,

mas ya viejas aman más por más

enclaustradas entre cuidados

ajenos de insectos granjeros

que acicalan sus arrugadas ubres

de madres creadoras:

Son tiernas criaturas

que ya parieron gozosa progenie,

que ya se seca.

Tanto amor repartido

y nada de vuelta exigen

salvo la atención de mis ojos

y mi canto sobre su resistencia

ante tanta alimaña de sangre.

Las avaras púas atesoran

los dedos de tantas manos

amables que erraron su juicio

de confinada suerte, la de envejecer

siendo dúctiles y lentas

como la anciana que camina

apoyada en el andador

columna de todas las ausencias.

Y un pasillo abren mis chumberas

ante la presencia de tanto esfuerzo

asolante, solas construyen

el gélido arco triunfal del laurel

sobre el desamor, el ostracismo

vestido de fiesta para el baile

de la devastación necesaria,

la de la injusticia.

Marchamo benéfico de mis chumberas

que gozan los churumbeles del cielo,

son estos ancianos valientes

niños recién nacidos

al regazo de otra vida sin muerte

ni abandono de tierra extraña

ni de hijos.

(Sofía Serra. Octubre, 2020)

lunes, 19 de octubre de 2020

Destierro

Las margas azules, la tercera parte de “Los cabezos amarillos”, representan la vuelta a “lo real”, al hoy de la voz que escribe, el mundo que vivo, todo aquello que no tiene que ver con el hecho de “la playa”, que no es un pasado en sí, ni un ayer, ni un futuro, aunque sí otro tiempo al inmanente en la escritura poética. Las margas azules son un tipo de roca sedimentaria, normalmente provenientes del mesozoico, que se forman o se depositan en entornos fluviales o marinos. Se me figura el tramo físico visto en un mapa desde la ciudad de Sevilla hasta “la playa” como el lugar de las mismas. En el poemario acogen todo aquello tomado de la evocación del lugar y el tiempo (los cabezos amarillos) para traerlo a la actualidad y a la realidad de la voz poética. Jugué con la imagen ecoica de su nombre (marga/amarga) y el visual del color, azul (que también recuerdan el del cielo y el del mar), como complemento cromático del amarillo de los cabezos.

Estuve documentándome, lo que una puede no siendo experta en la materia, aunque sí muy amante de la geología. La escritura de un poemario también implica una investigación científica, es decir, racional, ajena a la poética. Una especie de autodestierro del locus amoenus. Siempre la practico. No solo porque naturalmente me apasione, investigar, sino también porque la escritura poética así me lo requiere. 



El alma desterrada

 

El corazón no duele,

pero a cambio

el cuerpo desaparece.

 

La sangre me hierve

y cuando llega a su natural

condensación por el frío

que me rodea, me chorrean

las lágrimas, agua y sales

como la urea que  al matojo  reverdece,

el poso es tierra donde

el cañaveral germina y crece,

mas estoy

a revienta calderas

y el barco de vapor

busca el otro motor

de aceite y gas

que me suprima

de esta artificial suerte

de esperar sobre margas azules

cuando los amarillos

me destilaron

los siete colores del arco iris,

me explosione y, convertida

en masa humeante y celeste

intangible,

vuele por los aires

hasta mi padre marítimo

una vez

él también se condense

en olas de salinas

y reales y blancas

tempestades, no importa

si pequeñas o grandes.

 

Todo ha ido aumentando

como la marea sube

y  los girasoles

que me alimentaban justo

cuando te oí, crecieron.

Ahora su amarillo

ya tiñe el lugar del encuentro,

del que nunca he salido.

Nuestra es la bandera del exilio

interno y la verde playa

amplia y sola.

 

Salir de donde no estoy

para llegar a donde mismo

soy, que no soy más

que tú o yo

o el mundo que odio,

pero del que formo parte.

 

Ni siquiera la tormenta, con su gran poderío,

puede decir a las nubes: ¡no soy vuestra!

 

No mates los días que te quedan por vivir.

(De "Los cabezos amarillos". Ediciones en Huida, 2019)





domingo, 11 de octubre de 2020

Dos esperadas

 


La Espera-da

 

Se emborrachan las ubres

Ebrias de contenido vital

Y de calamitoso estrépito

Que los otros pechos proclaman:

Manan leche jerigonza.

 

Metralla cubierta

De sierpe sabia,

La culebra honda,

La de la cabeza grande

Anida bajo los romeros en flor,

Entre las piedras y el polvo,

Pero su piel no cambia,

Su líquido curvilíneo advierte:

Si me pisas, me defiendo

Como el sol que se oculta

Con las manos, su resplandor

Llagará mis palmas

Abiertas

A La Esperada.

 

Mientras, he construido

Pozos artesianos.



 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.