domingo, 25 de octubre de 2020

Exilios


Las chumberas (En tierra extraña. Tango)

 

Celeste destino de siemprevivas

adolescentes el que se abate

sobre las pencas del escudo arbolado.

Antaño abogué por su poda,

por su infrecuente fertilidad

de almanaque sin veces

ni días en rojo de festivo descanso,

luz de sus espinas vejaba la tersa placidez

sobre sus pieles nacaradas como el sol de agosto,

la luminiscente aura vestida como fruto almado

de semillas vivificantes como dulzores de senectud

como las abuelas del campo,

de tanto vivir repelían los ojos avizores

de tanto extraño viento

de levante, levantaban sus lábaros

de acolchadas flores sobre el pétreo horizonte

de vencidos cercados,

casi juncias ágiles y legiones leves ellas

acariciaban la dorada niebla de polvo

de un otoño perseguido, necesitado.

Hoy adelgazan sus gibas

como muchachas extraviadas

en el bosque húmedo de la vida

sin patria, ácratas ancladas

a la residencia en tierra

mis muchachas con tapados de armiño

tiritan sonrientes, mayores

logran sobrevivir

sin que nadie las corteje

a pesar del cálido suelo

adonde las exiliaron,

mas ya viejas aman más por más

enclaustradas entre cuidados

ajenos de insectos granjeros

que acicalan sus arrugadas ubres

de madres creadoras:

Son tiernas criaturas

que ya parieron gozosa progenie,

que ya se seca.

Tanto amor repartido

y nada de vuelta exigen

salvo la atención de mis ojos

y mi canto sobre su resistencia

ante tanta alimaña de sangre.

Las avaras púas atesoran

los dedos de tantas manos

amables que erraron su juicio

de confinada suerte, la de envejecer

siendo dúctiles y lentas

como la anciana que camina

apoyada en el andador

columna de todas las ausencias.

Y un pasillo abren mis chumberas

ante la presencia de tanto esfuerzo

asolante, solas construyen

el gélido arco triunfal del laurel

sobre el desamor, el ostracismo

vestido de fiesta para el baile

de la devastación necesaria,

la de la injusticia.

Marchamo benéfico de mis chumberas

que gozan los churumbeles del cielo,

son estos ancianos valientes

niños recién nacidos

al regazo de otra vida sin muerte

ni abandono de tierra extraña

ni de hijos.

(Sofía Serra. Octubre, 2020)

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