No tengo muchas ganas de explicar ni de escribir, ni siquiera poesía, pero sí de dejar esta fotografía aquí. Llevo días queriendo hacerme con ella.
No se ven los cabezos amarillos. Estaban, están, justo enfrente de esa orilla, y esa torre. Esa torre albarrana, albarrana porque yo lo digo, porque es la extensión de una muralla que nadie conoce, esa torre mora, ese faro ruinoso, ese faro que aún sigue en pie, con su misma fortaleza y su misma debilidad. En ella se refugiaban los cangrejos, los erizos y tantas especies de bichos raros según mi nomenclatura de la época, y actual.
Nada ha cambiado. Todo permanece.
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ResponderEliminar[será sempre verdade,
assim como o nosso passo é um lapso no tempo... e o tempo? a construção de cada lapso do que em nós permanece...]
um abraço, Amiga Sofia
pela partilha!
Leonardo B.
Ahora el poema está completo, querida. Besos, siempre.
ResponderEliminarEchamos de menos lo que es más sencillo porque es más verdad, que como bien dices es siempre verdad. Besos.
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