No hay nada que hacer
y queda todo.
La paloma necesita cielo y nido,
la paloma necesita nolo y vuelo.
Vuelan mareas y perdices
por el suelo más
tu sostenerlo con las cuatro
manos que no posees.
¿Acaso das más sol
si las escondes bajo las axilas?
Tendré que permitir
palabras olas,
que salgan solas
por la boca de la exclusa.
Qué bien suenan rascadas
en el papel, que ya se muere,
¡a dios gracias, ya se muere!
Ni el combatiente herido se levanta,
ya todo muere en el sí,
quieto, yerto, frío
y difunto sí nevado
en la nariz del soldado
muerto boca arriba:
casco roto, cerveza sangre,
joya viva ya
sin sé yo
o soy tú.
Lo no.
Lo NO tal vez
sea, tal fue,
completo equipo de campaña
para perdernos en este campo
limpio que ¡qué bien se surca!...
Ya las cruces de mayo
levantan su bandera
y anuncian flores
sobre las tumbas
del niño sol y la diosa milagro:
Transitaré por mí hasta encontrarte,
porque yo, ya, me retuerzo
como perra acorralada
y rabiosa —con los ojos
inyectados en sangre—
por tanto dolor,
tanta proclama sobre el orbe,
tanto inútil comunicando,
tanta artillería en batallas totales,
tanto somos, tanto no vales,
vuelo yo tanto tú,
tacto tú para la muerte,
el noli me tángere
cuando la otra boca tañe.
Yo me quedo con tu vestido,
los harapos que me descubren
en blanco como la yerba nace
sin medida, sin conquista ni previaturas.
Yo te amo a todas luces
en tu tierra abierta sembrando
a destajo en tu cuerpo
margaritas comprometidas
con tu perfil de guerra
encendida contra ti, las miserias
y esos fueros que fueron de otros.
Estos versos son mis manos
y tus miembros. No te hechizaré.
Ellos saborearán la sal
de este verbo que me arma.
Sólo tú deseo
para estos caminos transitados
bajo la secuoya, el vértigo y la espina,
sólo sostener tu aliento con mi boca
para que no te derritas como hielo.
Para que quedes (que mi dulce sal
te embargue, te embarque
en el lirio a todas horas)
en este abril, en este amor de más,
en este sol tan repetido
como cada ola, cada regusto de ti,
cada saliva tragada por mor
de tu pureza, tu necedad,
mi elocuencia por amor a ti,
Amor, que me haces en todo tiempo.
Amor suelto que destilas
flores inflamadas
de savia a cada llanto,
y a justas, y a voces,
y a verdes que te arrullan
como yo te profano,
te entierro bajo las yemas de mis dedos,
te utilizo y te prendo
en mi labio, en mi muslo,
en mi cuello déjame construirte
desde mi pecho, mi nalga, mi asiento
eres, déjame ser suelta de ti,
bando de alas alzando el vuelo
sobre tu ombligo y tu sien,
que yo, amor soy,
Amor, amor tuyo,
amor desde ti y desde yo,
que paseé sobre la espuma,
que viví en tu contenido
cumpliendo mar, amando verbos,
amando escalas, amando tuyos…
Yo, que recién nacida a la guerra de ser.
Yo, que jamás te presenté batalla.
Yo, que viví para engrandecerte,
para colmar vacíos de otras llagas,
para que desde ti te amaran
y soberbia llaga que ya
me abandonas, llaga que ya
me luce en esta alma bóveda,
ya te transparentas cristalina,
solícito niño sol, qué me requieres, Tú,
¿cómo voy a explicarte sobre la muerte
si eres todo vida,
vida, mi vida, vida,
mi suerte blanca o negra,
pecho abierto no querías?
Patio extendido y el comunicando,
temblores de vivo manjar
sobre las piedras, eso soy:
amor, puro amor lleno
derramándose
de ti.
Ay, si las parcas y estepas te hubieran conocido...
Ay, ay, ay...
Ay, Amor de mí, qué distinta sería la tierra ahora.
Ay, Amor, ¡ay!, renace cuando yo muera,
que yo ya te conozco, Amor,
que yo tu brava soldado soy...
Ay, si nieve... pues que venga.
En mi querer sin acierto me pierdo,
en mi querer con-verso me encuentro
otra vez muerte como muerte sola.
A trancas y barrancas ni una, ni una doy.
¿O será que las doy todas?
(Sofía Serra. De Los parasoles de Afrodita)
(Aquí intento cerrar este blog por un tiempo. Lo contemplado, percibido, conocido —y vivido— con respecto al mundo socio-poético se me hace indigerible ya... Una vez más, pero espero que esta sea la definitiva. Que no quiera yo contemplar más la porquería. Que no pueda más. Que no quiero poder más. Es que soy muy rara, que soy muy rara, que soy muy rara.)
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