tuyo es el reino, tuyo el poder
y para qué lo quieres si los tormentos
veneran tus lindos tobillos
y se vuelven locos y de lamerlos
pasan a cuchillo primero tu piel
suave y delicada, después cada vena,
cada pequeña porción de músculo
que hasta ahí llega unida a los ligamentos
blancos y cortan hasta el hueso,
la articulación del sonido
separando el empeine del extremo
de tu hermosa pierna qué haré
yo sin tus piernas, mis piernas
y los pies se preguntan condenados
a vagar sin cerebro chorreando la poca sangre
que les queda por el desierto blanco
del no saber qué son, para qué
sirven un par de pies con dedos
que oyen los ayes de un cuerpo
que se tambalea ya carente
de horizontal de equilibrio
que busca y entonces cae y tú y yo
tan sólo con imaginar sin querer
cuánto duele caminar con dos tobillos
en carne viva sobre la costra puntiaguda.
qué mal, qué mal,
cuánto mal
cuanta agua se me escapa
por las axilas amándote,
mi agua sin brazos
con los que pueda
sostenerte.
(la impotencia)
¿qué sucede en este mundo tan cruel
de los demás y en el mío que nada
tiene sentido sino a través del dolor
ese ponzoñoso filtro
por el que la vida se ejecuta en vez de vivirla?
sentada, todo me absorbe
me hace tan pequeña
que no puedo con mi cuerpo
y mucho menos con mi alma
que todo lo comprende
salvo sus propios sentimientos
que no le caben. se desborda.
como una barca ahogada.
mientras yo escribía estos versos una persona querida estaba viviendo los peligros de ser ciudadano de un país corrompido. NO sabemos lo que tenemos, nuestro mayor pecado como españoles de este siglo es y está siendo el no saber valorar el estado que entre todos construimos cuando murió el dictador. nos dedicamos a protestar a envilecer, a criticar sin ánimo constructivo alguno los problemas que el devenir natural plantea a cualquier tipo de existencia, da lo mismo que sea la de un individuo que la de un país entero, sin pararnos a pensar que disponemos de la garantía del disfrute del mayor derecho del ser humano, la garantía de ser libres. Casi nadie es capaz de ponerse en el lugar de lo que sería su vida si la seguridad y la libertad (tan complejo poder arbitrar las dos garantías en cualquier estructura política) no nos ampararan. Casi Nadie es capaz porque se carece de la co-razón, la que nos da la voluntad de hacer el esfuerzo para poder imaginar la situación del otro.
Estoy preocupada por un amigo querido y no sé qué hacer con los coleos.
Ayer compré dos macetas de romero. He quitado los coleos del balcón y he puesto en su lugar los romeros.
No sé qué hacer con los coleos ya podados e invernando. si los dejo dentro, seguirán brotando, pero muy espigados por falta de luz suficiente. Si los dejo fuera veré dos macetas feas y mochas. Les friego y limpio los platos respectivos, los pongo en la mesa de la cocina, sigo sin saber qué hacer con los coleos.
Pero hay dos romeros como dos pequeños cipreses guardando la entrada a lo que más quiero.
sé a ciencia cierta que he terminado un ciclo, pero me deprime este in albis, no saber cómo cerrarlo, no saber qué hacer con el cuarto claro, la vuelta de tuerca se me impone, la deseo y todo me la pide, pero no sé cómo darla, no sé cómo cerrar ese grifo. no sé, no sé nada, Me grava la impotencia. Dicen que cuando no se sabe qué hacer lo mejor es no hacer nada. Y eso intento, no hacer nada, sólo escribir algo, para mí, y leer seguir leyendo doblemente, alimentarme
soy yo ahora la que navego en la oscuridad más absoluta. falso, el faro me lanza ráfagas, pero el faro significa impotencia, cada vez que me mira me entran ganas de llorar, de salir corriendo, no puedo con tanto encuentro. la última vez me arrimé y la barca se estrelló contra la escollera. Debo desviarme, pero ni siquiera sé si la orilla continúa hacia la derecha, no veo nada, debo palpar y no tengo brazos, oler, oler la tierra desde el mar, ¿ahora soy yo la náufraga?, ¿cómo esto?, ¿no era al contrario?
él se ilumina y yo apenas floto en este mar y cielo negros.
Las estrellas, las estrellas, las estrellas.
Tal vez este cuarto oscuro
Al final Tocqueville me da la clave de mi disintonía política con cualquier intento de orden o desorden en el tiempo que vivimos.
"Estaba convencido [Tocqueville] de que, sin darse cuenta de ello, habían conservado [los franceses] del antiguo régimen la mayoría de los sentimientos, de los hábitos, e incluso de las ideas con cuya ayuda habían realizado la Revolución que lo destruyó. Y, sin proponérselo, habían utilizado sus ruinas para construir el edificio de la nueva sociedad".
Así es natural que desde allí hasta los fascismos llegaran (falsos ellos también lograron provocar las mayores hecatombes contemporáneas), que hubiera lugar para ellos en este "nuevo régimen" que la revolución francesa posibilitó. Así nada, digo casi nada, de lo que estamos haciendo tras ella adquiere justa causa o sentido para mí. Todo es incierto. Todo es falso.
Ni las guillotinas, ellas menos que nada, sirven.
Al final, poetizar, la única empresa humanamente rentable.
Quizás pueda volver al cuarto claro.
(domingo 25 de noviembre, Sofía Serra)
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