viernes, 16 de noviembre de 2012

Faenador de orilla

Faenador de orilla

todos trabajan en sus aposentos
menos yo, que miro a la noche
a través del reflejo de tu frente.
Y ella me ama, cuánto me ama…

cómo animal tan bello
transformarte, faenador
de orilla, con tus pies enfangados
en las olas lentas
con su piel la de tus pies
limados por la arena oscura
con sus dedos como aves
de manos tiernas
expertos en hallar
verdades amarillas y verdes
lacadas y curvas y pulcras
como cuentas
(y contabilizas)
o semillas
para el trueque.

O para el dolor de estómago,
que desconsuela como la mentira.

Prefiero servir a dios,
que no soy yo, antes que adorar
la costumbre de lo evidente.
Sus trucos los reservo
para los alacranes y sus oleosas
y alegóricas tradiciones:
mato como puedo
el veneno, no vendo amor,
sólo regurgito
lo que en la orilla encuentro:
¡Coquinas, coquinas!
¿Quién quiere coquinas?
Cambio cubos de coquinas
por cubitos de hielo
para hidratarme
tras el vómito.

… tanto dado, tanto cúbico dado
en la tan cuadrada ruleta
de los que juegan a la letra.

Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)

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