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martes, 18 de marzo de 2014

Sobre la inefabilidad (El lugar infrecuentado)

Sobre la inefabilidad (El lugar infrecuentado)

Cuando aludimos a lo inefable o a la insondabilidad intentando referirnos a lo que comúnmente podemos entender como ser humano, no evidenciamos pruebas de que efectivamente las característica que nos aparte o destaque del resto de las especies de los seres vivos, calificando una parte de nuestro ser, aquél que al parecer, o al menos históricamente, hemos concluido por llamar espíritu o alma, sea especialmente profunda, o efectivamente insondable, inexplicable o totalmente imposible de entender o analizar en su totalidad, sino que nos referimos, la mayoría de las veces sin percatarnos de ello, a nuestra propia limitación en el hecho o intento de conocernos al completo. Lo único que sucede es que somos conscientes de ello, de esa propia limitación para el hecho de aprehendernos, nuestra “inhabilitación” para con ello. La prueba de esa consciencia es que hemos logrado llegar a verbalizarlo, aunque, singular, y paradójicamente, cada vez que se usen determinados adjetivos para calificar al espíritu humano, se interprete hasta por el propio hablador como el que el ser humano es, como así quisiéramos, como si así lo deseáramos fervientemente, insondable, indeterminable, incalificable en su totalidad.

Tal vez lo sea para nosotros mismos, por esa misma limitación empíricamente demostrada, pero no hay nada que nos pueda demostrar que podemos ser estudiados como especie por un “segundo”, observador, estudioso nuestro, sea o no su existencia posible. El desdoblamiento poético es el único modo asimilable.

Tal vez en las misma autoconciencia del Hombre como especie se halla la misma limitación que, a la vez que nos empuja hacia ese, al parecer infinito, afán cognitivo por nuestras propias características (y por nuestro entorno), nos determina como impedidos para nuestro propio estudio.

Sólo nos queda amar.
Sólo nos queda poder saber amar.
Sólo nos queda lograr la alienación de nosotros mismos.

Pero, ¿quién desearía, o podría, dejar de ser ser humano?

Aquí es donde interviene la poética, aquí es donde halla su lugar como culmen ejercitante del ser de hombre total. Como superación de la contradicción inherente a la propia autoconciencia humana.
Si somos incapaces de sondabilizarnos a nosotros mismos, puesto que no somos más que lo mismo que deseamos sondabilizar, según argumento anterior, sólo un ejercicio que acerque, que inmiscuya la inefabilidad del ser humano, un espacio hallado y donde ser encontrados, puede encontrar sitio en ese proceso, de por sí, imposible.

(Tras releer estos párrafos escritos el 9 de Diciembre de 2009 pienso hoy, 14 de Marzo de 2014 en el famoso para mí "lugar infrecuentado" de Empédocles).

miércoles, 12 de marzo de 2014

Corazón contento

Te tarareo desde que me recuerdo (y me recuerdo desde que tenía meses), te canté por dentro durante mi adolescencia, me sorprendiste volviendo a mis engramas musicales durante los inicios de la edad esa que llaman adulta y ya, en plena madurez, te descubrí cantada (¡y bailada!) por esta joya de mujer. Cuando vuelves a mí, cuando me despierto y al cabo de las horas apareces en los ritmos y melodías de mi mente, entonces descubro que sigo siendo la misma: corazón contento. Yo doy gracias a la vida por ser como soy, saber vivir las penas y las alegrías que ella nos regala (porque todas son privilegios que se nos conceden), y sobre todo por no saber desperdiciar ni un segundo de vida. Quien pena esgrimiendo razones, vive limitándose, y lo que es el gran pecado, vive limitando a la vida (inútilmente, por otro lado, esfuerzos vanos).

(Creo que es la segunda o tercera vez que la comparto en este blog. Siempre vuelve.  ¡Que conste, es mi video preferido de toda la puñetera internet!... ah,  y daría lo que fuera por poder bailarla como ella ;))

)

martes, 11 de marzo de 2014

Confesión

Confesión

Hay que quemar todo lo que acabe con nuestro corazón.

En realidad, y tras demasiados años, la sensación que me queda, es que los poetas solo escriben para sí mismos y para otros poetas. Y eso es lo más deprimente y frustrante que puedo sentir.
Odio con toda mi alma el sentido gremial de los que se dedican a las letras. LO ODIO HASTA LA MUERTE.

Voy a ponerme a doblar ropa del "lavao".
Y a regar las macetas.

Y a joder al personal con lo que pueda de mis letras o mi mirada o mi vida o mi sentido del humor o mi tristeza.

Y a hacer fotografías cuyos disparos me llamen.
Y a pensar en ti como si no hubieras muerto.

Voy a emborracharme de mi propia gracia mientras la hallo en lo otro.

Hay que quemar todo lo que acabe con nuestro corazón.

lunes, 10 de marzo de 2014

Conduzco desnuda



No sé por dónde empezar. Mucho trabajo hecho y acumulado. Vuelvo del campo a la ciudad y no sé qué es peor, si el ruido de la rotaflex de la obra de al lado o el viento frío estampándose en mi alma, si apenas tener conexión para poder compartir lo que hago o disponer de una que me permite estar libre de manos (y hasta de pies). La indecisión solo es producto del miedo. Miedo a salir volando (con el viento), miedo a hacer volar por el mismo miedo de los demás. Trasnochar o no hacerlo, madrugar para servir a dios o al diablo. Al final el trabajo se acumula y la conclusión llega por sí sola. Solo hay que dejar volar a lo que se es, que la luz llegue. Escarbar hasta el mismo centro de la tierra como suelo hacerlo con mis poemas y mis fotografías. Servir a lo verdadero. Me baja la fiebre, y eso que vuelvo al nife, allá donde hasta la más dura piedra se diluye. La severidad solo tiene nombre de cáscara. Yo trabajo por horadar esta costra, la que sirve a la mentira y a nuestros miedos.
Hoy he conducido. El viento era tan fuerte que hacía oscilar la dirección del coche. No he podido evitar pisar hasta 150 km/h (*), aún a riesgo de que el viento me matase. Evito que me aplaste el camión que marchaba a 120 "adelantando" a otro automóvil que iba a 130. Prefiero morir siendo yo que morir bajo la limitación de lo que se engaña a sí mismo. Vivir, sé vivir con todo de lo que los demás intentan disfrazarse. Aunque yo vaya desnuda.

(*)Este blog es de literatura, de poesía. Por supuesto que en un segundo he tenido que ponerme a 150, las condiciones del tráfico así lo exigían. La velocidad de crucero normal hoy en día en una autopista (para un experto conductor, que yo lo soy) es de 130. Y lo que la norma establece, no sobrepasar los 120 km/h. Pero nadie puede hacer nada contra los que ponen en peligro la vida de los demás, y yo he debido intentar salvar la mía (y de camino la de unos cuantos), con conciencia. Solo tengo una. VIVIR, a costa de nadie y procurando el bien de los demás, es nuestro principal deber.

domingo, 9 de marzo de 2014

Dolores de en-tuerto

Cuando me sentaba en este mismo escritorio, mis letras eran jóvenes. Desde los dieciocho a los veintinueve anduve (porque andaba, seguía caminando por muy sentada que estuviera) con la compañía de esta mesa y esta misma silla. Con él, y sobre ellas, estudié mis últimos años de carrera. Con él, y sobre ellas, escribí mi tesis de licenciatura, y tantas cartas como días contienen seis años. Es, y se trata en realidad, de mi escritorio de toda la vida. o del escritorio de toda mi vida, que quizás hoy se cierra. Hoy, sin preverlo, se ha vuelto a recomponer, bajo el sol de un día deslumbrante. La mesa, ya algo desvencijada, provenía de las pertenencias de mi abuelo. Sobre ella aparecía siempre lustrosa su máquina de escribir, una preciosa underwood donde me destrozaba los dedos intentando mis primeros ejetcicios con semejante armatoste. entre tecla y tecla casi cabía la mano de la niña de dies años q se afanaba en comprender el funcionamiento del artilugio. Hoy ya desaparecida, la mesa q la sostenía forma parte del mobiliario auxiliar de esta casa de campo. Sus cajones encierran o protegen alguna colección de mecheros, útiles de imprenta, papel de cartas, folios de colores... La silla, que fue fabricada por un tío carpintero expresamente para "las niñas", proviene del desmantelamiento de la casa de mi madre, inexistentes ya, la casa y mi madre. Ella la usaba, una vez q yo dejé de vivir allí, como auxiliar de cuarto de baño: depósito para algún  primoroso neceser  y asiento para su descanso cuando se asfixiaba al caminar ( un paso) de la ducha al lavabo.
Hoy se reúnen al sol de Marzo, mesa y silla. Vuelven a lo q fueron aunque el escenario sea completamente distinto, en apariencia. Un dardo doliente, punzante, pero de aspecto tan suave como una pluma se me ha clavado. Son las traiciones de la costra dura de la nomenclatura. Por eso mismo nunca megustaron los cactus. Llamar amor a lo q hiere.
Me pregunto por la escena de la paradoja y lo verdadero. Sol, resfríos, punzones, ayeres, presentes, vientre, mi ojo derecho medio ciego y algún sombrero... Pero siempre poder verlos. Aunque solo sea con un ojo. Poder verme. La injusticia, la crueldad, la tortura tienen nombre de miedo y de carencia de uno mismo. No los deseo en mi vida. Todo duele hasta que se recompone, vuelven a su amor, a su ser, a la luz... Tan solo hay que esperar.



martes, 11 de febrero de 2014

El primer amor

Para los que presentimos no hay mayor dolor que el no saber. Mienten y yo misma miento cuando afirmo que el conocimiento conlleva el dolor. Es cierto que si se sabe o se llega a conocer, la verdad suele darnos un bofetón. Pero solo si hemos vivido engañados por nuestras mismas mentiras. La verdad solo tiene el color del bien y el conocer es el motor de su alimento. Solo hay una, pero no es escasa sino generosa. Sin embargo, es desdeñada por la mayoría. Pobre y sola verdad, tan sola, ay, tan sola... Cuando es el único consuelo, la paz de vida, el amor a nosotros mismos.  El primer amor. El más importante.

sábado, 25 de enero de 2014

El des-olvido

Mis escritos son poemas, en su mayor parte, no pretendo que nadie los entienda, no están aquí para contar mi vida. Si quisiera hacer eso escribiría en prosa, narrativa, una novela de esas que tanto se venden. Se forrarían editoriales y yo misma, no puede imaginar nadie (casi nadie) hasta qué punto, por datos, circunstancias y dominio de la escritura del relato que poseo. Pero intento en mi vida hacer algo mejor que ganar dinero. Aunque a veces,tantas en mi puñetera vida, pienso si no me estaré equivocando. Ya me lo decía aquel mi mejor amigo de siempre, un tal Fredi, allá por los 19 años: "Sofía, si quieres escribir, dedícate a la novela, que es la que da dinero, olvídate de la puta poesía".
Y yo nunca me he olvidado de ella.

martes, 21 de enero de 2014

Eficazmente

Llueve lluvia fina y eficaz. Todo lo agradece salvo mis manos. Si quiero hacerme el café de por las noches, deben duplicarse. Pero me alegro por las varetas de escaramujo que ayer sembré. Por la mata de cantueso. Y por el candelón de trabajo que hoy se decidió hacer antes de q llegara la sombra de la noche. Ha ardido una sexta parte de la poda. Me he quedado dormida mientras cenaba a las seis. El trabajo físico esforzado provoca el placer del descanso. Mi espalda pide a gritos una horizontal mientras escribo en este teléfono estando de pie. Las teconologías, la lluvia mansa y complaciente, el cuerpo dolorido y mis manos. Se han duplicado. El biergo es muy pesado y ancho su mango. Voy a hacerme el café.

La diferencia

Toda mi vida está en mi poesía y en mi fotografía. Todo lo q soy por dentro, lo amargo y lo feliz, mi carácter, las frustraciones, los grandes y pequeños logros, los fracasos, lo q me importa y lo que no. Ella nace de un espíritu en contacto con la tierra q sabe alcanzar el cielo escarbando hasta el infierno. De conocimiento y conocimientos se nutre la capacidad poética de un ser humano. De las apuestas por las cosas importantes de la vida. Antes de prejuzgar a un autor, hay que preguntarse de donde puede partir lo que logra o no logra más allá de gustos personales. La metáfora es una de las claves. La más importante. Es la mentira del arte la que te puede llevar más lejos y, así, conocer. Un autor es una persona como cualquier otra. Sino que permanentemente se expone para poder lograr enseñar con su experiencia en la vida y, así, contrbuir con su grano de arena a construir un mundo mejor. Esa es la diferencia. la del autor con respecto a los seres humanos q no lo son. Y la mía con respecto a otros poetas y fotógrafos.

martes, 14 de enero de 2014

Un payaso me da una sorpresa

Todos son payasos menos él. Me enamoro del protagonista, como casi siempre me ha sucedido. Consigue lo q ninguna novela, ninguna narrativa ha logrado tras estos cuatro últimos años. La lectura de la obra magna de Proust me dejó traumatizada, felizmente herida. Después de conocer su prosa, cualquier otra me aburría. Infames aparecían ante mis neuronas. Incapaces.
Quién me iba a decir a mí que un payaso, figura por la siento cierta aversión, alergia, hasta el punto de no haber querido nunca leer este libro (Opiniones de un payaso, de Heinrich Böll) por exclusivamente su título, me iba reconciliar con la lectura de lo narrativo. Sorpresas me da la vida. Alguna muy feliz.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Al habla con un editor

(fin de las conversaciones mantenidas)

— Yo: [...]Y por favor, discúlpame si en algún momento he dicho cosas más fuertes de la cuenta. Creo que definitivamente estoy perdiendo la cabeza con todo esto de la poesía, no por el hecho de publicar, ya te digo que apenas envío, y si acaso por rachas cada dos años me sobrevienen "episodios así", de "pelea" con las editoriales por intentarlo, porque sé bien que es como un deber, pero también que no sirve para nada más que, en todo caso, para llenar el currículum de una con "logros". No creo en los mecanismos de esta sociedad que entre todos permitimos o construimos, así que, de alguna forma, me contradigo con estos actos. la escritura, el arte, la poesía es un acto interno por mucho que con él se pretenda intentar cambiar el mundo. Si ese acto artístico tendrá o no trascendencia en el mundo que una vive, no lo determinarán nuestras acciones. Todo es demasiado complicado, y sencillo a la vez, como para que suceda así. Al entrar en una dinámica en la que en el fondo no creo, me sobreviene un estrés interno que me puede, y , entonces, suelo meter la pata en las relaciones con mis semejantes. Así que te pido disculpas por lo mismo que te he dicho antes, por si he hablado o dicho alguna que otra estupidez o te he ofendido en algo. Te pido que no me lo tengas en cuenta como persona.
— Editor: [...]No te preocupes, Sofía. Yo firmaría un manifiesto suscribiendo todo lo que tú afirmas. Y sigo pensando que tus fotos son magníficas (además). Por desgracia todo funciona así en el ámbito de las relaciones humanas. Y la poesía no iba a ser diferente. Ánimos.

martes, 17 de diciembre de 2013

El mayor nigromante


—Editor: Sofía, lo siento, tenemos cerrada la planificación del próximo año.

—Yo:  XXXXX, ¿sabes que siempre se obtiene la misma respuesta cuando se envía a editoriales?
y yo siempre pregunto, o digo: pues decidme cuándo envío para que mi original pueda entrar en el cupo del siguiente año...
entonces ya no responden
¿lo harás tú?
¿Imaginas el proceso kafkiano al que es sometida una mente con esta dinámica de respuestas que todas, absolutamente todas, las editoriales dan?


Este es el esquema por defecto, el patrón de diálogo habitual con una editorial a la que una se decide a enviar sus originales. Sin excepciones. Durante dos semanas, creo que ya tres, en más de una treintena de ocasiones, el diálogo se repite una y otra vez.
Es evidente que con esa respuesta, aunque pueda ser sincera, se ocultan todas las demás posibles: no tenemos dinero, no nos interesa publicarte porque vives lejos de aquí, no perteneces a la tribu, etc.
Por supuesto el original no se lo leen (yo sí sé lo que es leer 70 originales al mes). Normalmente lo eliminan.
Hoy he decidido seguir las recomendaciones de mi psiquiatra (gratuito, es de la familia, y quizás la mejor psiquiatra de Andalucía) y me tomo el primer tranxilium del día.
Mi hijo me da la respuesta: "... la necesidad de tu poesía para verse en papel, de que pueda leerse en físico, incluso de  poder contemplar como un "objeto" en la mano aquello a lo que te dedicas no puede verse sometida por el estado al que te lleva. Es contraproducente, no ya para tu poesía, sino hasta para tu propio bienestar físico."
Y concluyo. Son incompatibles de por sí. Siempre lo he sabido, ese es el concepto que siempre he desarrollado y en el que creo. La poesía es incompatible con la costra dura de la nomenclatura. El acto del negocio, de la tesitura, de la competición (por ejemplo los premios), son ética y estéticamente incompatibles.
Yo, como soy de nervios a flor de piel, quiero decir, estado de transparencia summa lo mismo para exponer que para  absorber, sufro mental, emocional y hasta físicamente el encontronazo que el roce entre estos dos mundos conlleva.
No soporto ni la incongruencia, ni la desinteligencia (¡cuánta torpeza, falta de habilidad y de conocimiento en tantos personajes que se deciden a montar una editorial!), ni las tapadillas, ni los subterfugios, ni la arrogancia (¡cuántos presupuestos de ignorancia sobre el autor con los que coronan su testuz algunos editores!), y aún menos, los fraudes. Cuántos libros de "buenas" editoriales publicados al socaire de gravísimas situaciones personales de los autores, cuánta mentira cuando una editorial se decide a apostar por algunos equis libros, cuánta, en definitiva, negación del ocio que presupone la hechura del arte.
OCIO, sí, que no significa falta de esfuerzo, sino todo lo contrario, un infinito esfuerzo hecho sin la pre-tensión de obtener un beneficio, sea el que sea.

Después "hablan" de los políticos, de los banqueros... Este mundo, el editorial, es el mayor nigromante.
Juega con lo único puro que le queda al ser humano.

Por tercera vez en mi vida decido dejar de enviar en este mismo instante originales a "editorial". Hace ya más de dos años de la última.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Lectoescritora II (Chupada hasta los huesos)

Lectoescritora II

Si me hubiera dejado llevar por el enfado o la frustración cada vez que se me ha perdido algo hecho a lo largo de estos doce años (refiriéndome tan solo a trabajos en el ordenador) y hubiera decidido parar por ello mismo, no habrían sido escritos casi dos decenas de poemarios ni hechas no sé cuántas miles de fotografías, ni publicado algún libro mío y no sé cuántas decenas de los demás tampoco.

Para que luego el editor amigo me diga que mi poesía no encaja en su isla porque parece que está hecha "a trocitos". Cuando aún recuerdo una leyenda que encabezaba este blog que es solo parco reflejo de mi constante trabajo: "Este blog no es un escaparate de lo hecho sino un continuum del haciendo". Nunca me ha molestado que no le gustaran los poemarios que le he ido enviando. Jamás nuestra amistad y sincero cariño se ha visto alterada por algo tan nimio, tan relativo. Pero una interpretación así me lleva a pensar que no sabe leer entonces, y entonces, entonces, se me caen los palos del sombrajo. Yo no amo a las personas, sino a sus actitudes y aptitudes. Si no hay coherencia, no puedo amar. O sigo amando con todo el dolor del mundo. Porque me pueden los afectos.

O para que contemple cómo la editora amiga, a la que le diseñé su sueño, a la que le acerqué mis poetas buenos y queridos, para la que me llevé maquetando dos joyas durante el tiempo más doloroso del duelo por  el fallecimiento de mi madre, solo ha estado chupándome hasta los huesos hasta el punto de tener que decidirme a renunciar a publicar Nueva Biología en la misma editorial que yo ayudé a crear. Ahora un diseño transmutado se pasea por estos mundos. Un adefesio. La gente cree que las tipografías se eligen al azar, que la posición de un título o una imagen en una cubierta no influyen en la armonía, que da igual unos milímetros más allá que acá. Que las horas de trabajo sobre una imagen o una portada son por puro gusto. Que un libro se hace por arte de magia. Sin esfuerzo ni conocimiento, mucho esfuerzo, mucho conocimiento.

Quizás mi único problema es que aguanto demasiado.
O tal vez que los demás aguantan, soportan, muy poco, y, así, necesitan comer de los demás.
O probablemente, que apenas nadie sabe leer.
Y así me siento, así estoy, así me han dejado, chupada hasta los huesos.

Lectoescritora I

Lectoescritora I

Get thee to a nunnery: why wouldst thou be abreeder of sinners? I am myself indifferent honest;but yet I could accuse me of such things that itwere better my mother had not borne me: I am veryproud, revengeful, ambitious, with more offences atmy beck than I have thoughts to put them in,imagination to give them shape, or time to act themin. What should such fellows as I do crawlingbetween earth and heaven? We are arrant knaves,all; believe none of us. Go thy ways to a nunnery. (Acto III, escena I)

Siempre en mi vida reaparece. En él, en ella, la obra, está todo lo que yo fuera, o viviera o pudiera suceder o pasarme. U observar o contemplar o vivir de los demás, no a su costa, sino de la mía, pero siendo incapaz de interpretarla correctamente, como si nunca encontrara las llaves, como si jamás pudiera dar con la pieza clave que arma el puzzle. Me persigue o yo la sigo a ella. Nunca el consuelo. Siempre el solaz, la paz, si mi mente se desplaza y es capaz de situarla en su espacio tiempo como algo alejado. Alguien que escribió para que la locura que me llega pudiera encontrar freno, distanciarse de mis sienes, al asimilar que unas palabras fueron escritas para que yo las leyera.
Porque para qué escribimos sino para que cualquier otro ser humano pueda leer en cualquier momento de su vida, de nuestra vida, de la vida de todos. Para qué si no...

lunes, 25 de noviembre de 2013

Sin apatía

Me sobrepasa este estado depresivo. Siendo habituales las crisis entre los dedicados a la escritura artística en cualquiera de sus formas (qué es un dibujo sino un grafos), no le encuentro medida a esta. Me sobrepasa. Una vez más lo digo, me sobrepasa. Con un poemario recién maquetado, listo para llevar a imprenta, continuo frenándome. No lo envío. No, no tengo miedo. No hay dudas sobre su contenido, o solo las inherentes a estos procesos: Nunca se está completamente seguro de nada, y, sin embargo, se sigue para adelante. Además, a mí el miedo no me paraliza. Justamente me provoca lo contrario, el arranque, el impulso bestial, el lanzarme sobre la barrera de tocones puntiagudos.
No hay enemigo más que esta propia paralización a la que me veo sometida. Solo puede llegar a su causa desde dentro mía, pero por más que me inspecciono, o que descanso (¿descanso?), no logro dar con el motivo.
Y soy tremendamente racional. Hasta que no encuentro el porqué, no sé combatirlo (o asumirlo, que es lo mismo). Ni intuitivamente me nace. Ni emocionalmente.
Solo el llanto en silencio ante mi propio contemplarme.
Y contemplar el todo.
Y ante el todo, el freno
Solo el freno.
¿por qué "mente" en griego (frenos-ou) se nombra con este vocablo que comúnmente significa algo tan material e inadecuado para el continuum que practico casi instintivamente?
¿Por qué solo el campo y tu beso de hoy en mi mejilla me hacen sonreír? ABIERTAMENTE. Como si el corazón se me derritiera-se me licuara-se me evaporara...
Como sin voluntad... Pero con pathos.

sábado, 16 de noviembre de 2013

La clave está en los árboles

El árbol que me suministró sombra durante muchos veranos, hoy me calienta. Mañana de noviembre tan fría como los huesos de los muertos, como el propio árbol seco.

viernes, 15 de noviembre de 2013

La mirada dividida

No solo cuido el jardín. El bosque necesita mis manos, si es que quiero poder seguir siendo. Me agradece la intervención de hace seis años, y hasta me recompensa con un acebuche nacido sin mi cuidado. Los peligros son nimios. El cordón umbilical une mi mirada.

jueves, 14 de noviembre de 2013

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Sobre la Agencia Estatal de Administración Tributaria

...Vulgo conocida como "Hacienda", ella, la AEAT practica la connivencia para con los delitos de fraude fiscal de grave calado.
Dicho queda. Por mí. Sofía Serra.

martes, 5 de noviembre de 2013

 
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