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domingo, 19 de octubre de 2014

Nueva Biología, libro en descarga gratuita

"Nueva Biología" estuvo a punto de publicarse hace algo menos de un año. Por circunstancias que no vienen al caso explicar al menos en este post, no llegó a salir. Reconozco que es algo que me ha estado quemando durante todo este tiempo, así que me decido a subirlo a la red para ponerlo a disposición de toda persona que esté interesado en leerlo. Abajo dejo los enlaces pertinentes.

El libro incluye un prólogo de Carmen Karin Aldrey, así como unos dibujos del autor "rodax" creados expresamente para algunos de los poemas como interpretaciones personales del pintor sobre los mismos.

En cuanto disponga del montante necesario, publicaré este libro en papel. Entonces variará como mínimo su prólogo, que en ese momento consistirá en los tres poemas que el poeta, novelista, ensayista y traductor Juan Carlos Sánchez Sottosanto escribió para el mismo a posteriori del aborto de esta publicación prevista para Diciembre del año pasado, y que dejo para lectura de todos debajo de los enlaces que a continuación inserto.

Que lo disfruten o padezcan según guste o no.
Muchas gracias a tod@s.

Sofía Serra Giráldez

(Nota: Me siento en la libertad de esta acción ya que además de ser la autora del texto principal, el poemario en sí, soy la que diseñó, maquetó y editó el libro al completo, cubierta y escritura de textos de editorial incluidos.)

Descarga la cubierta del libro (pdf)

Descarga el texto del libro (pdf)


(Poemas para el prólogo del futuro libro en papel. Autor: Juan Carlos Sánchez Sottosanto)

A guisa de prólogo, como en los Siglos Áureos
Nueva Biología, de Sofía Jesús Serra Giráldez

I – Demiúrgica

Y Sofía Achamōth roza la rosa
que un penúltimo dios floreció en vano,
y levanta los ríos y los golfos
para mirar al otro lado, Arriba.

Pero vano es el Uno, vano el centro.
Estamos condenados a suburbios,
béticos y salobres y pampásicos,
con esa Mar Océano en cuadrícula…

Fluya el menstruo del que fluya el Demiurgo,
y fluya su insapiencia de sí mismo,
su vértigo del yo, de creerse único,

reatisbando, empero, los aromas
del pleroma locuaz. Nombre los nombres:
el enebro, la paz, el mar, el llanto.


II – Hesiódica

Qué distancia enorme del golfo gaditano
hasta la mar vinosa de Homero.
Qué distancia de estos dioses pétreos
pero húmedos de amor, pero esmerados
de honda humanidad, a los triviales
contubernios olímpicos del Gran Ciego de Quíos.
Ella no canta
con el sabor de los hexámetros primeros,
los del alba absoluta,
los del alba de Homero.
Prefiere la mañana ya crecida.
Ella canta con la dura costra,
con la maciza huella, con el duro y puro corazón agónico
del teogónico Hesíodo.
Como él, labra la tierra;
como él, los surcos, los almácigos,
las macetas, las flores, las heladas.
La Andalucía del siroco y hielo
como al otro el rincón agreste de su Hélade.
Como a él, la voz de las antiguas Helicónides,
las diosas que mienten y no mienten,
que dicen la verdad, o entre propíleos,
también la niegan descaradamente.
Eros primero y jamás penúltimo.
Las gónadas taladas de Urano.
La guerra de titanes y tifeos.
: Todo en tus versos de raíz oscura,
de sílabas partidas y deshechas
como terrones que se encuentran, otros
terrones vueltos al azadón labriego.
Fluya Sevilla universal, pretérita,
con vocación de tiempo y de planeta;
súmate, impúdica, a los rostros
tartesios, fenicios, galos, griegos,
y godos y vándalos, vikingos,
y al sarraceno de exquisita tilde,
y a las aljamas de exquisita prosa,
y a los Cetinas, los Murillos, los Velásquez,
los marranos, los quemados, los herejes,
a Casiodoro, a Cipriano, a Julianillo,
pobrecito cojuelo incinerado…
Desde esta pampa donde todo
el occidente se lee distorsionado,
recojo el puente hesiódico y de plata:
tu gran simulación de hallar la aldea,
teniendo, en cambio, prisionero el cosmos.

III – Afrodítica

A la Pandemos, a la Urania, a la Ctónica,
a la de anchos labios,
la de cinturas bamboleantes como
las olas trémulas de Chipre;
a la del goce, a la de ultratumba,
la de los lares que ama Proserpina;
a la celeste, la de la unión mística,
a todas ellas,
a toda Ella –Una- Afrodita fuiste
con tus manzanas, con tus plegarias, con
un color nuevo para el trono polícromo.

Que te ame la Diosa
como a Adonis de esquivado vuelo;
que te hiera la Diosa,
como a Adonis el cuerno
del jabalí, otra forma
de la angustia del eros;
que te sepa la tierra
labrando una vez más jardines de la Diosa
y tus versos mezclándose a sus pomas.


(Juan Carlos Sánchez Sottosanto)




viernes, 13 de diciembre de 2013

Lectoescritora II (Chupada hasta los huesos)

Lectoescritora II

Si me hubiera dejado llevar por el enfado o la frustración cada vez que se me ha perdido algo hecho a lo largo de estos doce años (refiriéndome tan solo a trabajos en el ordenador) y hubiera decidido parar por ello mismo, no habrían sido escritos casi dos decenas de poemarios ni hechas no sé cuántas miles de fotografías, ni publicado algún libro mío y no sé cuántas decenas de los demás tampoco.

Para que luego el editor amigo me diga que mi poesía no encaja en su isla porque parece que está hecha "a trocitos". Cuando aún recuerdo una leyenda que encabezaba este blog que es solo parco reflejo de mi constante trabajo: "Este blog no es un escaparate de lo hecho sino un continuum del haciendo". Nunca me ha molestado que no le gustaran los poemarios que le he ido enviando. Jamás nuestra amistad y sincero cariño se ha visto alterada por algo tan nimio, tan relativo. Pero una interpretación así me lleva a pensar que no sabe leer entonces, y entonces, entonces, se me caen los palos del sombrajo. Yo no amo a las personas, sino a sus actitudes y aptitudes. Si no hay coherencia, no puedo amar. O sigo amando con todo el dolor del mundo. Porque me pueden los afectos.

O para que contemple cómo la editora amiga, a la que le diseñé su sueño, a la que le acerqué mis poetas buenos y queridos, para la que me llevé maquetando dos joyas durante el tiempo más doloroso del duelo por  el fallecimiento de mi madre, solo ha estado chupándome hasta los huesos hasta el punto de tener que decidirme a renunciar a publicar Nueva Biología en la misma editorial que yo ayudé a crear. Ahora un diseño transmutado se pasea por estos mundos. Un adefesio. La gente cree que las tipografías se eligen al azar, que la posición de un título o una imagen en una cubierta no influyen en la armonía, que da igual unos milímetros más allá que acá. Que las horas de trabajo sobre una imagen o una portada son por puro gusto. Que un libro se hace por arte de magia. Sin esfuerzo ni conocimiento, mucho esfuerzo, mucho conocimiento.

Quizás mi único problema es que aguanto demasiado.
O tal vez que los demás aguantan, soportan, muy poco, y, así, necesitan comer de los demás.
O probablemente, que apenas nadie sabe leer.
Y así me siento, así estoy, así me han dejado, chupada hasta los huesos.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Pampa eleusina, un poema...

... cuyo autor, Juan Carlos Sánchez Sottosanto, me concedió el privilegio de dedicarme al escribirlo.
Quizás, rememoro ahora, cumple sueños que una tuvo de adolescente y que luego olvidó: que un buen poeta la tuviera aunque fuera mínimamente en cuenta a la hora de inspirarse.

Pampa eleusina
                           a Sofía Serra Giráldez, musa sevillana.

Mistagogo divino,
de áurea piel quemada por el sol,
mistagogo de bronce: dame luz.

Si tu rostro conserva la afilada
dulzura y acritud con que recuerdo
tu paso por las calles, el camino
fácil harás.

Al menos al principio:
procesión hendiendo la alameda,
embriaguez del aromo y de los tilos.

Ayunaré si quieres,
libaré a los dioses y a las diosas
–recordaré a Deméter y a Perséfone–,
entre estos campos del lino y del maíz.

Y en la fecha prevista
me hundiré en las riberas del Atlántico,
portando el cochinillo.

Y después, si elegido
estoy entre los puros,
descenderé a los antros
bajo el auspicio azul de tu mirada.

Andaré en las tinieblas,
pero a la hora
de la epoptē entornaré los párpados,
y pediré a los dioses y a las diosas
–recordaré a Deméter y a Perséfone–
que no me baste la visión.

Más bien, que el paso
continúe a las charcas y a los rostros
fangosos de la Tierra.

Y separado ya de tu mirada,
mistagogo divino, piel de bronce,
me hundiré en el Orco de la pampa:
los dioses me dirán el sitio exacto.

En la postrer vigilia,
tu recuerdo arriará los miedos
al demonio Zupay, y ante las machis
del portal, lloraré junto con ellas
un mundo fenecido.

Debajo estarán los muertos
rasgando las vihuelas, y los cantos
me hundirán otra vez, hasta los sitios
desde donde regrese sólo en sombra.

Visitaré los campos en otoño,
y el resto dormiré bajo la greda,
la arcilla, las arenas
del mar sagrado que se alejara un día.

Mistagogo divino, piel de bronce,
recuérdame a los dioses y a las diosas
–no te olvides de Deméter y Perséfone–
en tus plegarias.

(De Medición de la pampa. Imagine Clouds Edition, 2013)

viernes, 25 de octubre de 2013

Yo maqueté "Medición de la pampa", de Juan Carlos Sánchez Sottosanto

Yo maqueté "Medición de la pampa", de Juan Carlos Sánchez Sottosanto

Dando, dando y dando. Más de cuatro años han pasado desde el momento en que descubrí su blog. Más de tres disfrutando de su amistad. Casi cinco años de constantes regalos que me llegan desde la generosidad de su espíritu, del compromiso de su humanidad, de sus vastísimos conocimientos, de su casi inabarcable inteligencia y sentido poético de las cosas.

Traductor, ensayista, articulista, escritor de una novela que más que novela es una joya poética, sociólogo, casi doctorando en Teología (ha abandonado los cursos de doctorado harto de las raseras políticas educativas), bibliófilo expertísimo, inconmensurable lector, bibliotecario y POETA.
Y mi amigo.
Mi tesoro.

Logré encontrar hace esos años la figura que perseguía hallar desde creo que mi más tierna infancia, ese padre cultural, un autor con todas las letras que fuera capaz de llenar mi hasta insidiosa búsqueda de la unión en un ser humano de lo mejor de él según mi punto de vista: la capacidad creadora, la analítica y racional y la ética. Lo hallé en él. En Juan Carlos Sánchez Sottosanto. Para mí es mi hermano pequeño y, a la vez, me siento como su hija.
Haber podido maquetar su Medición de la pampa ha sido otro de esos dones que la confianza de su amistad me ha regalado.

La pampa es como el campo, el campo es la pampa, vuelvo a repetir como un soniquete esas palabras de algunos de mis versos. Salvo por su medida, digo ahora. La casi infinitud comparada con la pequeña extensión por donde yo me muevo y a la que me siento unida. Las fuerzas telúricas son las mismas. Y hasta los árboles (esos dos pequeños ombúes que este verano he sembrado queriendo sustituir al otro que ya se perdió). La tierra gobierna más allá de todos los avatares humanos.

Quien tenga la valentía de acoger este libro entre sus manos detectará fundamentalmente algo: Juan Carlos logra medir la pampa. Lo consigue haciendo lo único que un poeta puede hacer, navegando por sus propias profundidades (subterráneas, submarinas y hasta culturales). JC logra establecer tan exacta medida de la pampa, así, con exactos también y exquisitos versos, que hasta puede despedirse de ella. De sus raíces, de su Dolores querida y hasta de su madre.

Se ha de disponer de un corazón y un espíritu in-mensurable para haber podido medir la pampa desde un grafos tan pequeñísimo como es el de una letra escrita, como estas que se juntan para intentar hacer llegar a quien esto lea la medida del valor de este libro.

Como creo en Juan Carlos como persona, como creo en él como poeta, como es mi amigo, mi queridísimo amigo, todo lo que yo pueda decir sobre el libro más que favor le hará daño. Así, hoy por hoy, funciona este mundo socio-literario. Quiero pelear siempre contra ello, por eso me resistía a hacer una entrada sobre un libro en el que creo desde todos los puntos de vista. Pero al final no puedo hacer otra cosa que esto que hago, serme fiel. Ser fiel a mis necesidades. Intentar hacerle justicia desde mi mínimo poder.

Este libro es una corona que su amistad me ha regalado. Haber podido participar en él y poder anunciarlo conociéndolo casi tan bien como el propio autor, mi cetro.
El poder.
No deseo otro.

Ya habrá ocasión de compartir algún poema del mismo. Hoy termino este anuncio con el final del libro, su colofón, escrito por mí, claro, hace poco más de un par de semanas. Allí en el campo, sí. Allí en la pampa.

Este libro, Medición de la Pampa,
publicado por ICE,
se terminó de editar
el día 7 de octubre de 2013,
una apacible noche
de blancas encinas, grises olivos,
y dos verdes ombúes.



El libro se puede adquirir AQUÍ

martes, 24 de septiembre de 2013

Yo maqueté el encuentro en camarinal, ;) (Javier Sánchez Menéndez, el libro de los indolentes.1)

Aquí está ya "El libro de los indolentes. (1. El encuentro en Camarinal)", de Javier Sánchez Menéndez. Lo ha maquetado y diseñado una servidora y me siento como una vaca de gorda de orgullosa por haber tenido la oportunidad. Y como una reina de privilegiada por haberlo podido leer ya, ser de las primeras personas en hacerlo. Es un libro impresionante. Y es un libro lleno de esperanza.

¡¡ENHORABUENA, JAVIER!!

Y enhorabuena a todos nosotros por poder tener ya al alcance una obra tan preciosa, tan magnífica, tan distinta, tan necesaria. En el enlace de la editorial dice "prosa poética". Ya sé que hay que nombrar de una forma inteligible, pero no estoy de acuerdo con esa categoría. La llamada prosa de Javier Sánchez Menéndez no es prosa, es pura poesía. Claro, que esto sólo puede ser entendido por los que aciertan a atisbar lo que significa la palabra poesía. La  poesía no es verso, ni decir cosas bonitas o de una forma especial, eso ya lo sabemos. Escribir poesía significa ser capaz de trascender al lenguaje de tal forma que él, aunque sea el vehículo de transmisión, deja de tener apariencia de lenguaje. Se convierte en un metalenguaje, algo mucho más allá de él. No hay que decodificar, el cerebro se deja sustraer por él. la lectura parece que pasa inadvertida al acto neuronal. Eso es escribir poesía. Y eso es lo que hace Javier en este libro (que es la primera parte de lo que se prevé como una serie). Se puede decir que el autor lleva ensayando este estilo desde 1984, allá cuando comenzó su conocida serie de Fábula. No sé cuándo exactamente ha escrito este Libro de los indolentes, pero sí he percibido que por su estilo y por lo desarrollado en él, la trama, el concepto que lo sustenta, ha logrado encontrar la forma para el contenido. La simbología presente a lo largo de todo el texto, la ingente cantidad de guiños al lector actúan de verdaderos ganchos que se apropian de la mente para además de lograr influir en su espíritu, ética y estéticamente, despertarle la inquietud por no dejar de leer hasta descubrir. Y se descubre ¡Y tanto que se descubre! Y lo que se descubre (casi en cada capítulo), para hablar en plata, deja al lector con las patas colgando. Una no puede imaginar que tras toda esa sucesión de símbolos, alegorías, que incluso algunas veces pasan por la mente como fuertes claroscuros, casi como contempláramos un paisaje tenebroso y hasta desolado, lo que existe es una enorme ventana al paisaje más agradable y acogedor imaginable. La luz, la mañana, un huerto, un paisaje de montaña con el día despejado. La esperanza.
Mientras lo maquetaba me acordaba de un pintor, Miró. Recuerdo al estudiarlo allá por mis años mozos cómo aprendí cómo, efectivamente, tras esa sucesión de, al parecer, símbolos extraños en su pintura, en la mayoría lo que el pintor hace es cantar a la vida. Recordaba las primeras, esas más "inteligibles", esos huertos con almendros en flor. Cada artista se apoya en lo que logra construir como simbología de su personal estilo, cada artista verdadero. Miró llega a construir su propio "alfabeto", quizás ya ten hermético que desaparece o queda muy alejado de esa especie de salvífica noción de la existencia. Algo así me parecía a mí que Javier Sánchez Menéndez le sucedía en Fábula, de lo que creo él también era consciente, de ahí la necesidad también de transmitir hechos claros con palabras claras y rotundas sobre el posicionamiento personal del autor acerca de cada cuestión social, REAL, susceptible de tratar, pequeñas "contaminaciones" que anclaban la obra al suelo para que el lector no se perdiera. Sin embargo, para mi percepción, en este libro de los indolentes ha logrado dar el paso fundamental. Ése por el que importa realmente un pimiento nada y todo. Lo repito, no hay que decodificar, la mente no necesita molestarse en ello. El lenguaje creado lo hace por una sin que nos demos cuenta. Son los primeros huertos de Miró quintaesenciados. Una se siente, de pronto, quizás tras cada capítulo, quizás tras cada párrafo o tras la lectura de cualquier renglón habitando el lugar perfecto, ese que soñamos para nuestra alma. Cada uno lo pintará como quiera: Como hay esperanza, la vida es salvación. 


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