Creo que es el único poema, el que abajo transcribo, donde recurro al tan manoseado concepto de la infancia como la edad inocente del ser humano para recrearme en el proceso artístico. Es decir, donde únicamente aludo al hecho del tiempo discursivo (tengo que escribir sobre esta palabra) para referirme a cuestiones artísticas, creativas, comunicativas.
En todo lo demás, Proust y yo disentimos en los términos concretos, salvo en el fundamental: la estructura para una teoría del arte.
Estoy terminando de leer "En busca del tiempo perdido". Una emoción inefable, literalmente porque me siento incapaz de escribir sobre el particular, se ha ido apoderando de mí estos días al encontrar en su último volumen LA MISMA teoría del arte, y por tanto teoría de la concepción humana y su existencia social, en la que yo creo. Y digo en la que yo creo porque es la que sin proponérmelo, pero sé que necesitándolo (poder autoexplicarme el arte), he ido construyendo a lo largo de muchos años a través de la misma escritura de poemas y la realización de fotografías.
Por coincidir, me he encontrado que hasta nombra al pozo artesiano (ver croquis fotografiado en uno de los gadgets que inauguran este blog, el de la izquierda, y hasta el de la derecha, una máquina hacedora de pozos artesianos).
Donde Proust nombra Amor, yo nombro Arte, donde el nombra sufrimiento yo nombro esfuerzo, donde el nombra tiempo horizontal, yo nombro memoria vertical, donde el nombra esencia, yo nombro paraíso imperdible, donde el nombra nomenclatura, yo nombro costra dura (de la nomenclatura). Tal nuestras "disensiones".
Poéticamente podría decir que donde el nombra "majuelos" yo nombro "intuición" (por cierto, tengo que lograr dar con alguna fotografía de este tipo de flores, no sé a cuáles se refiere, creo que crecen silvestres en los márgenes de los caminos), tal vez ésta sea la mayor "disensión" entre su concepción y la mía.
Cuando abarco súbitamente
al dolmen y a la espiga,
algo tuyo y mío queda dentro
de este pecho palidecido
en cantueso de yo no sé,
sólo huelo
ahuyentando
humo.
La calma se hace calma,
la hoja verde se pronuncia en la hoja verde,
la ventana gira sobre sí
y yo puedo contemplar el paisaje.
Todo está en su lugar
sin que el orden lo haya puesto,
sin rodaderas, sin caminos,
sin voy o llego con los pasos.
Sin bicicletas que me atropellen.
Pudiera ser retorno
a la infancia,
a la infancia
antes de ser
accidente
en tu boca.
Sofía Serra ("El muriente")
(aún no he llegado al final de la obra de Proust, unas 100 páginas creo que me quedan)