Sol naciente (la ley del mínimo esfuerzo)
si hubiera pernoctado
el imperio de los ojos limpios
habría dado el vuelco,
los ojos llenos de aire fresco
y luz desentonarían con el resto
del paisaje matutino y la soledad
de la calle se habría interrumpido
con el atasco de automóviles
sanciones sobre la suerte.
La habitual correspondencia
o justicia del agua y la fuente
habrían muerto in fraganti
sorprendidas por la quietud.
No me abarco—ama el agua
al aire—, mas dibujo tu perfil
inasible de manos
para qué os quiero
si eres invisible e intocable
por unos órganos tan poco dados
por nadie. O sólo algunos,
mínimamente algunos.
De ciertas delicias, el compás
de tu oriente sobre el fresco
amanecer de verano
sol-dado a ciertas flores
que practico.
vengan ustedes a dormir
cuando yo me despierto
lozano y rojo
como un manojo
de madreyerbas verdes y dulces.
Japón me autorizó a mirarme
en verte y no verte venir
en el lucernario
de tu presencia, Tierra azul.
Sofía Serra (De La exploradora)
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