martes, 3 de febrero de 2015

Still life natural

"Nervales"


Still life natural

Instantes detenidos, naturalezas muertas, naturalezas más vivas que quizás todo, un conejo muerto, una perdiz acribillada, unas flores cortadas para vivificar un habitación casi enmohecida, una forma de hacer el amor a lo muerto sin practicar la necrofilia. Aunque, pensándolo bien, qué más vivo que la necrofilia, amar lo muerto desde la vida, hacer revivir, no importa si deglutiéndolo o practicando la benevolencia de algún otro milagro: ¿la resurrección como necrofilia?, ¿por qué no? Tantos tabúes, por desconocimiento de la pura palabra. Yo amo la muerte porque soy capaz de quitarle su vida haciendo reaparecer la otra vida, la que es puro desafío es costumbre es la muerte la nada... La nada, el no-lugar, el no-tiempo, donde solo puede nacer la Creación, porque desde el arte solo y escasamente podemos hacer re-crear.

Mas la vida, la luminosa sensación de estar haciendo vida, solo tiene que ver con el acto de crear, ese que en nuestra cóncava mente reservamos tan solo a un dios ( o varios), tan en poco nos tenemos, cuando con una simple flor posada en el escenario de una sala, cuando con un simple beso con el tacto de labios imaginados, cuando con una, solo una y simple palabra, creamos vida que se derrama, que se extiende por esos callejones que hasta la tramazón nerval de una hoja muerta nunca despinta.

La vida, la vida, el amor, el sueño-vida, ay, Calderón, la vida y el sueño. O la pesadilla de no contemplarnos como vivos en cada desencuentro. Quizás , y no más, porque no somos sin el encuentro con el otro. Ese que nos conforma, ese que forma parte tras el mínimo paso de la conciencia individual de lo que somos: Un tú más yo. Un nosotros. Un todavía vida. Un still life.

Es NATURAL que cueste tanto esfuerzo pronunciarla/crearla. No depende de uno solo.



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