domingo, 20 de marzo de 2011

Aire

De Los parasoles de Afrodita, sigo con las correcciones de nuevo.


Aire

No está de Dios, no es del alba sino de Dios,
ni el sino,
ni el alba que embate sobre la que ya no domino dominar.
No está de Dios, yo soy él, o sino, o el sinvivir en paz
de alma y percha de la que me cuelgan, asomada al tranvía del deseo
que pasa y que pasa... ¿qué pasa, Dios, que no estoy de ti o de mí?,
o el alba de la nada del no estar de ti,
cama-león-a destiempo de este mundo con tantos colores.
...¿Y qué traspiés llevo yo a cuestas
que por más que te persigo nunca alcanzo
mi suerte medusa, el alba transparente varada en la arena?
... Ay, ¿para qué tantas orillas? ¿Por qué edificáis
con tanta inoperancia los límites licuados del aire?

Arranca, arranca, marea brava, llévame a esa muerte
que llaman, mi agua-fuerte,
mi bajamar de soldado herido
aquí sobre este calvario eterno con la cruz a cuestas,
con el farolillo inverso
intruso en la entrepierna.
Aquí, metiendo siempre la justa pata donde más estorba.
Aquí, terqueando.
Siempre en torpe, torpe, torpe mirada:
A ver cuando inventan una cámara
que me enganche con el tiro de la buena estrella.

Yo, alba de ti, no dejaré de replegarme para que tú ilumines.
Pero no me sabía espejo.
Soy célula-espejo tal como fingí.
El espejo no tiene nada, ni buena estrella, ni tiempo, ni luz: ¡la nada!
Y a ver qué hago contigo, latido, a ver qué hago sino martillearte
hasta convertirme en la retro-figura de Poe.
¡Que no quiero oírlo!
No, que no te renegué, Amor, ¡no!... ¡dime cuándo!
Está de ti. Dios y yo no somos nadie, o se me borró el nombre.

Ésta es la cruel disputa entre mi bravo soldado y la bestia.
Pensar para abastecer sin ojos
en este cerebro
perdido
de las migas que fui dejando por el camino, y tú,
que sólo te ensueño leve, portento irrisorio sino fuera
porque la fuente
bate agua
y ciclámenes
en lugar i-correspondido desde el ¿que fui?
hasta el bravo amor ya justo de
dame aire, dame aire-amor que me ahogo,
dame aire y justo viento salado y ubre de cielo desde abajo,
que la bestia me ha mordido
en la ingle y yo ya no siento. Ni odio, ni muerte, ni agua, ni batalla.
Aire.

Sofía Serra, Abril 2010

2 comentarios:

  1. Ay, Sofía, me gusta tantísimo este poema tuyo y se me cuela tan adentro que lo he hecho casi mío...
    Esta tarde en cuento llegue del trabajo te escribo y te cuento.
    Mil besos, querida.

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  2. Mayde, pues tuyo es, mi alma, que quien mejor que la mujer de aire para tenerlo consigo.
    Un beso enorme, y espero tu correo, :)

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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.