Se llama
soledad siempre soledad
me llama
indistintamente
por mi nombre o por su cara.
¿Cuál es el primer placer del corazón?
¿Cuál, qué gozo anhela prodigar
este sirviente
de guantes blancos y robustos nudillos
llamando a la puerta sin cerradura?
Huyo de esta condena madre
-madre, con esta condena me huyen-,
el fuego de la verde selva
nada me abrase
me calcine nada
a riscos y barrancos de prendas razzias
ruedo
hasta caer y dilatarme en el río.
Dejar hasta desaparecer
en el agua,
no ser
ya ni a-penas
llama.
Sofía Serra. Marzo, 2011
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