martes, 16 de diciembre de 2014

Lamento del despoesido

(Otro de "El muriente")

Lamento del despoesido

he tenido delante a la pelirroja espera,
mas esquivé sus verdes manos
y afilé mis hombros lomando peñas.
Ahora surco camino de las nieves,
ahora descubro cuán pesada losa
mi gravedad de hombre
sin plumas y sin mi garganta
fue.

El hielo tatúa oleosos fríos
en mis antebrazos, me brota
loctite entre los párpados
del hipotálamo sin meninges
ya ni bola de cristal

para adivinar,
—aunque-sólo-fuera—
que el sol que me devuelve
inundaba el día
porque en mi saliva se posó
la imperfecta rosa roja.

Este lamento que desdoblo al aire
encaja el terco objetivo en mi frente:
yo no puedo verme. Beber
del deleite le fue dado
a mi boca seca y hueca,
la osa cavó la cueva,
pero el agujero negro
rebosó en la espesa mesura
de mis células, fotovoltaicas
con que sólo hubiera corrido
el pestillo:
abrir los verticales miembros,
cerrar la horizontal
a tanta bombilla de bajo consumo
de mí mismo.

Se me despeinan los codos,
se me enmuñonan las rodillas,
se me esfuma el bajovientre,
mano tanto velo inerte y denso,
tanto humo plomo a lomos
de esta mañana espalda
que doblo y vierto hoy
con fauces lágrimas
que me engullen.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Mis líos poéticos y editoriales y El orbe (post introducción de El muriente)

Entre "Suroeste", que saldrá publicado (d.m.) creo que a finales de Enero del 2015 en Ediciones En huida, y "Los parasoles de Afrodita" que salieron en Agosto de 2013 (Baile del sol), se me han quedado huérfanos cuatro poemarios. Nueva Biología, que es el hijo de la Afrodita célibe de su inmediatamente anterior, sufrió las consecuencias, por una parte, de mi carácter, y por otra, de la mala gestión de la editora donde iba a salir en Diciembre del año pasado. Me decidiré a autopublicármelo en cuanto las condiciones económicas me lo permitan. De alguna forma tengo ya resuelto ese paso que debo darle o favorecerle. Lo que me quema ahora mismo es qué voy a hacer con los tres poemarios siguientes, esos tres que conforman una trilogía "El hombre cuadrado". Son poemarios metálicos y percutivos, son poemarios de una mente tratando de dar con la clave de este mundo, de esta civilización occidental. Con ellos fui desarrollando una teoría del Arte, me digo, pero en el fondo creo que solo desarrollo una teoría del hombre que a mí al menos pudiera servirme, esa que tantas veces nombro con el título de La costra dura de la nomenclatura, teoría no apreciable en los poemarios en sí, teoría que algún día quisiera poder desarrollar, o explicar, mediante un pequeño ensayito, mediante el lenguaje del discurso (prosa) y no el cursal (poesía).
El primero de la trilogía se titula "El muriente". El nombre ya lo aviso en el poemario que le precede, "Nueva Biología". Lo extraje de  una "firma" de correo de mi hijo: "Ad occidentem versus", del latín "Vuelto hacia el que muere". Me recuerdo entusiasmada cuando consultando con él el cómo podría traducirse, traspasarse la palabra "occidente". Cuando me contestó que por el muriente, no lo dudé loquísima de contenta, era la suya, la que necesitaba para ese poemario que acaba de comenzar a pergeñar.
Iba formando parte del lote de siete poemarios que en enero del año pasado envié a una casi recién creada editorial levantina, Unaria ediciones concretamente. Lamentándolo mucho, me contestaron en Julio diciendo que solo habían valorado "El muriente", pero que no les había gustado. Claro, dije yo, habéis comenzado por el más complicado, complejo hasta para mí que lo escribí, un poemario del que solo destacaron como valioso un poema que yo precisamente quería eliminar, pero eso sí, muy llamativo, porque criticaba las políticas editoriales de determinadas empresas de publicación. En el fondo no me va ese tipo de poesía, resultan solo desahogos momentáneos que poco tienen que ver con el desarrollo de una poética interior que desde mi punto de vista es la que hace posible la escritura de ese lenguaje cursal.
Así que me veo en la tesitura de tener que seguir optando por plantearme sobre este y sus dos siguientes, también el camino de la autopublicación. Como ya he dejado rematado Suroeste, solo a la espera de su prólogo para enviarlo a la editorial y que puedan empezaren a maquetarlo, he vuelto de nuevo a la revisión de esta trilogía.
El muriente comienza con una pequeña introducción de dos poemas en los que solo me presento: Vitálica  y Poética se titulan, y a continuación se desarrolla otra especie de post-introducción que titulo entre paréntesis El orbe. La publico aquí completa. Su misma estructura hasta visual (el editorde blogger no me permite ajustarla en condiciones) creo que puede transmitir lo difícil que me resultó situarme en el lugar de eso que yo llamo "la costra dura de la nomenclatura" (aunque en realidad quien me dio el nombre fue Afrodita en su, digamos,  que lírico y florido poemario, así fue, la diosa del amor y la belleza, PENSANDO), para entendernos, el mundo que llevamos construyendo desde que el hombre es hombre.

(EL ORBE)



el mal del poeta mudo

me sale el mundo
por las orejas



El duro frío
Amargura… Como la tierra dura.


Comparto con el ruido y con la escarcha
aquello que los hizo inmóviles. La mudez.
El eco no se levanta delante
de mis ojos. Lo sustantivo adquiere
nombre de sí: Lázaro, ¿por qué no andas?

Traspaso este canal de tierra invertida,
las raíces ancladas
a las nubes, la espiga
navega el suelo frío,
las piedras castañean
tu nombre entre mis dientes.



recuerdo

D
Es-plazar el contenido de este verbo
Para así detenerte en mi frente.



entre fantasmas (domésticas tele-visiones)

una mirada desde el más allá
(a mi padre)

Desde tu fotografía,
desde tan lejos llegas
y tan certero en mi herida clavas
dolor en el hueco de plasma, ya
agua lenta sin ambages,
marea baja.
Aquí bandera o isla
en tu recuerdo,
un soldado en alguna cueva
bajo la manta de piedra
lía un cigarrillo entre sus dedos
mientras yo intento acariciar una mejilla.
¿Con qué tocar lo que nos aleja
si a este arrastre de abandono
añado alguna gota de lluvia desvirgada
(ya con tierra donde engendrar),
morrenas y riachuelos de guijarros
y piedras que avanzan rodando con estrépito?
¿Cuánto habitáculo celeste nos corresponde?

mientras más caminas
hacia delante
más se acerca la memoria
desde atrás

en el borde del precipicio.
Y el mar brota desde la sima.

Se resquebraja aquella lasca
como agrietó mi frente
tu mirada vítrea de soslayo,
de ni un atisbo de tu latido,
que ya no bate.
Suelto y al mar.

Así te fuiste.

El soldado permanece liando su cigarrillo.
Se ahueca la tierra.
Conquistó el alba como conquistó
la bandera en Iwo Jima
tu soldado, corazón, verde
y extracorpóreo corazón.

la(bo)res

(La pala)
En la televisión
en media hora
se ve el final
de la segunda
guerra mundial
en media hora.
Hace 55 años y pico
que murieron 50 (¿por qué no cincuenta y cinco?)
millones de seres humanos
a manos de otros iguales.

(El pico)
1. No sé cómo aún quieres ser letal
para el ser vivo que te mira.
2. No sé cómo aún tienes valor
para cobrar dinero por un poema.
3. No sé cómo no deja paso
la vieja joven a la vieja anciana
en la cola de la caja
del super-mercado.
4. No sé cómo puedes juzgar
sin conocer.
5. No sé cómo puedes no poder
morir.

Hoy pagamos
hasta para morir fueron
dioses efectivamente
fueron ante-pasados
nuestros
lares.



Pala-dares

No hay mundo más amargo
que el que
de nuestras bocas nace.

Orbe

El silencio respira
las tumbas de las sienes.

Me pertenezco hasta donde
tus manos no llegan.
Todo lo demás es asunto tuyo.

En este mapa sin norte ni sur,
la última estación pronuncia
futuro el eterno estío.

Este mundo nace
tras cada pérdida.
Mientras más sabios,
más tristes somos.

Tuneamos esta juerga
que
insomnes nos hace.



Orbe I

Difícil acostarse a descansar.
Déjenme a solas,
soy el tribunal y la mentira,
el fiscal y la memoria,
déjenme a solas descansar
estos hombros inquietos
bajo el frío de la ventana
abierta déjenla a solas.
Mal-decir hasta que los oídos revienten,
el único asomo de duda
que me queda a solas
sin duda se despeja.

Orbe II

Carta reblandecida
sin palabras de vuelta
a estas manos de delantal.
Aquí,
en este tejido de fuerza y escape,
en estos azules cuadros entreverados
con rosadas vetas de carne
está todo lo que nos interesa,
ahí,
en ese bolsillo cabe,
en nuestro pequeño hueco
puro, virgen y casto
bolsillo lleno de nada.

Orbe III

Me seco las manos
sin habérmelas mojado.
El agua fría combate.
La esfinge renació
al frío lo hecho doy
por terminado.

Traban la lengua los dientes
que crecieron
asomados a la espalda.
Este perpetuo socorro
viste camisón de monje
que da lo hecho por terminado.

La calma vacía de preámbulos
y de asociadas huellas
al lento naufragio de la barca
sobre el agua que da
lo hecho porque se ahoga.

Orbe IV

El león y el gato, amerindios,
conforman idea de ventaja,
como si el gato no supiera,
que no sabe pero acierta,
que su boca hace mella
de león en el ratón.
Son universos infranqueables,
dicen. Universos paralelos.

Orbe V

Ando o nado cosiendo
hurtadillas a las palabras.
Se amontonan en el canal
de mi cuello se asoman
al pretil de mi hombro
iluminan con la salvaje
honestidad a contraluz
clavan su mirada, ora,
y oran, en la tela de seda,
mudas de asombro,
ora en el perfil de mi barbilla,
y rezan por
si la detonación batiente
de que su momento llega,
se aviene a la costura,
pronunciando
tejido de mis neuronas.
Se ensimisman esas
prendas del agua
asomadas
a los hipocampos
que traman las hebras.
Recuerdan el mar:
Un oído que brama.

*

sábado, 13 de diciembre de 2014

Rafael de Cózar, profesor y Poeta, descansa en paz.

En esta mañana me ha conmocionado la noticia de la muerte de un antiguo y querido profesor, Rafael de Cózar. He recordado este pequeña entrada que le  dediqué en mi antiguo blog "La fuente", ya en desuso y cerrado al público. Sirva mínimamente para homenajearlo, por sus enseñanzas y por su actividad como poeta y también pintor.



(6 de mayo de 2011)

Hace ya como un año que deseaba poder incluir el nombre de  Rafael de Cózar en esta fuente. Tuve la fortuna de contar con sus enseñanzas allá por mi juventud universitaria, pues aunque mi elección humanística me decantó por el estudio de la Historia, por aquel entonces al menos, y durante los años de comunes, no se olvidaba que otras materias como la historia de la filosofía, la misma geografía y por supuesto, la historia de la Literatura, debían seguir formando parte del bagaje cultural que cualquier persona que pasa por unos estudios universitarios debe terminar asimilando. He dicho tuve la fortuna porque gracias a él pude seguir en contacto felizmente con una parte del espíritu del hombre que siempre me había cautivado, y digo felizmente porque fue un buen profesor, y lo digo con conocimiento de causa, por activa y por pasiva, es decir, porque también he conocido a otros profesores de Literatura malos, por no abundar en calificativos más peyorativos.

Rafael de Cózar, además de buen profesor, al menos así fue mi noción, un sol que ilumina sobre la literatura a los alumnos en vez de un agujero negro que la haga invisible, como es el caso de otros,  es poeta, y pintor también. Dio la casualidad de que el año pasado lo encontré en facebook.  En este enlace se puede acceder a una más extensa reseña sobre su persona.

He elegido el poema que a continuación extraigo de su libro "Entre Chinatown y Riverside" porque menciona una calle muy cercana a donde vivo actualmente, concretamente paralela a la misma, y que antes de residir aquí, había fotografiado bastante en mis incursiones a la ciudad cuando residía en el campo en años anteriores; y porque además alude a algo que yo también recuerdo de mi juventud: la audición de jazz en directo en uno de los pocos locales que por aquel entonces existían en Sevilla dedicados a él, por no decir el único. El poeta escribe "desde" Nueva York, pero todos los caminos llevan a "Roma".

Más abajo enlazo un vídeo donde podemos oír y ver a Rafael de Cózar hace pocas semanas en una entrevista en Canal Sur. No deja de resultarme curioso que vía casual, ¿casual?, pueda volver a encontrarme con él en pocas semanas, en la presentación del libro de un amigo. Hace un año me envío un PDF de su "Piel iluminada". Es de estas joyas que espero que la apuesta basura y barata por la literatura comercial por parte de una mayoría del negocio editorial no impida que vuelva a reeditarse. Actualmente está agotado, lo cual  significa crimen casi de lesa majestad, contra la literatura, el arte y casi contra el ser humano. Por muy exagerada que parezca es lo que pienso cuando "contemplo, impotente,  cómo asesinan a la palabra hecha carne", parafraseándome  sobre un verso, es decir, cuando esperan al "muerto" para hacer justicia sobre su nombre, publicando. Al parecer, la muerte es mejor negocio que la vida, al menos en poesía.

No estoy matando a Rafael de Cózar, no, intento matar nombrando al mal que sustantiva a la mayoría del negocio editorial en esta España de dios y algunos nombres.



VI



Pequeño bar en Christopher Street,

teclado de nieve en la sonrisa,

madera en la voz y pianos en el pecho,

la gran madre negra

desgrana entre sus dedos

los latidos redondos de su vida,

un espacio azul y denso

entorna nuestros párpados,

la nostalgia nos dobla las esquinas,

respiran los metales nuestro aliento

y la cálida música

desnuda sus lágrimas sobre las venas.

Jazz de noche en Christopher Street,

he dejado caer mi tacto mínimo sobre su cuello

enredado de rubio y oloroso acento,

he tropezado con los instantes

de esas noches similares

y las músicas acaso comunes,

calle Sol en Sevilla, otros tiempos,

otras voces tal vez

para exiliarse del pecho la tristeza

y retocarle los tonos a los susurros

de la gran madre negra.





VI



On Christopher Street, this little bar,

Snowy keyboard dreaming in her smile,

A voice of wood, pianos in her breast,

The negro earth mother

Is telling with her hands

Her rounded beats of life;

A dense and blueish space now is

Half-closing our eyelids,

Nostalgia turning our distant corners,

This brass inhaling our breath,

And the feverish music

Undressing on the veins its laments.

This night of jazz, on Christopher Street,

My timid hand on her neck reposes

Entwined in golden, fragrant accent;

And moments past I have recalled

In similar nights

And in the tunes perhaps alike,

Sol Street, in Seville, and bygone days;

And other voices possibly meant

To exile the sorrow from the breast

And tune the sighs that softly breathes

The negro earth mother of Christopher Street.



Autor: Rafael de Cózar (De la traducción: Jesús Díaz García)




viernes, 12 de diciembre de 2014

Los justos

Los justos

Just a man

solo soy un hombre
o dos solamente
en el arcén funambuleo
sobre el cable mojado,
ése que gotea insaciable
ávido de tu frente
cuando golpea la herida
el pájaro festivo. Me divierto
feliz con único el sol,
la lluvia y el aire galopando
entre mis plumas
y tú, tan solo
y tan uno
tan sólo soy.

Just a woman

estoy ahora
tensa y sitia
bajo el soto
denso sin edad,
estatua de escayola
hueca en tu Era,
mi compañera.
Voy a cortarme
las venas
para darte la vida.

jueves, 11 de diciembre de 2014

PODEMOS liberarnos del miedo

Mi principal, y única, crítica a Podemos durante todos estos meses ha sido "mi miedo", es decir, partía de mi miedo a no verlos/presentirlos capacitados para enfrentarse al maremágnum que supone, en un principio, el ejercicio de un gobierno, y en segundo lugar, dado el estado de este ESTADO, al otro mar tan proceloso y poco fiable de la situación política, económica y social españolas.

Anoche, en un simple ejercicio de introspección política se me encendió la bombilla. Mi conciencia político social se constituyó de los 13 a los 17 años, en plena Transición. En esa etapa de mi vida me siento formando parte de aquellos constructores de un sistema que ilusionó a los españoles durante muchos años. Por muy "niña" que fuera, mi conciencia daba de sobras para percibir no solo lo que sucedía, sino lo que yo, como alumna (aprehendedora de la Historia), como manifestante, como asambleísta, como pensadora y activista, en definitiva, construía dentro de mí al hilo de los movimientos en la sociedad española de entonces. Fue cuando me observé y definí como anarquista de conciencia pero profundamente creyente en la ley y en el ejercicio democrático del voto, en el ejercicio de la expresión de la voluntad del individuo, de cada ciudadano.

Anoche, como digo, relacioné ambas situaciones, la de mi conciencia política con la de mi miedo (única causa de mi desconfianza hacia Podemos hasta ahora), y entonces concluí que si de verdad tanto creo en el voto, tal como he demostrado toda mi vida de electora, ¿no es quizás mi responsabilidad capacitar a ese Podemos (con el que comulgo en todas y cada una de las ideas que van lanzando independientemente de que puedan considerarse "ilusas") con mi mismo voto?

¿Dónde se haya el verdadero poder, la capacitación de una opción política, sino en ese mismo que le otorga cada ciudadano con su voto?

Esto lo aprendí de muy jovencita. Sigo creyendo en lo mismo. Lo consecuente es lo que haré con mi voto el día que por fin, no he visto una legislatura que me haya resultado más interminable que esta, se convoquen elecciones: depositarlo con la papeleta que esta opción ponga a mi disposición en la mesa.

Ya no tengo miedo. Dependía solo de mí.

(Contemplar el intento de acoso y derribo con la más basta de las demagogias pertrechadas que los "prohombres" de lo que yo consideraba el ala progresista de esta sociedad están realizando contra esta formación política, me ha retrotraído a esos tiempos anteriores a la transición española, esos en los que se condenaba a todo aquel que proponía o luchaba por un intento de democratización de este país. Vergüenza ajena y hasta arcadas me están provocando tanto ejercicio de superchería y arcaísmo, los mismos que utilizaban los fascismos allá por los años treinta del siglo XX para lograr imponer su voluntad, y que algunos consiguieron. No es el fascismo más que la transposición a tiempos "actuales" de estructuras y modelos basados en el Antiguo régimen. De ahí la imposibilidad de considerarlo como ideología. De ahí las subsiguientes hecatombes sociopolíticas que conllevaron. Pero la sociedad de aquellos tiempos, muy débil democráticamente, constituía el mejor caldo de cultivo para ellos, una sociedad burguesa o aburguesada cuyo subconsciente colectivo se anclaba en los miedos. Hoy no vivimos aquellos tiempos, pero al parecer algunos consideran que sí. Así que, como mínimo, y como individuos (solo el individuo puede realizar el ejercicio de voluntad, nunca la masa), hay que liberarse de esos condicionantes. Yo peleé cuando tan solo era una adolescente para que ellos, los miedos, jamás volvieran a esta sociedad, a este país.)
 
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