martes, 4 de febrero de 2014
Papá estado
Tengo que trabajar,
¿me echan una mano?
Las fuerzas eternas se desgastan
con vuestra mera presencia
donde no deberíais estar,
cada cual con su mentira,
cada cual con su hipócrita miseria,
cada cual con su nula vergüenza
o conciencia de corderos.
mejor de cabritos:
ninguno somos inocentes
—¿qué hago aquí?—...
Pero a todos los que habéis pasado
por delante mía os distingue una medalla,
la de corcho, la de humo, la de aire...
Salvo a esa muchacha
a la que le dolía la costura en su vagina
por su reciente maternidad mientras
que ninguno de vosotros,
¡parados, terquísimos parados!,
os levantasteis para ofrecerle
vuestro asiento re-caliente.
Vuestro el dinero de la prestación,
vuestra la culpa si ella tiene que volver al hospital.
Lo pagaréis con vuestra propia asignación.
Me da igual que digáis que paséis hambre:
no me lo creo. Habéis tenido la oportunidad
de alimentaros y no habéis querido hacerlo.
Habéis querido pasar por el aro
de papá estado a costa del dolor.
Ella no necesitaba un papá.
Ya su hijo lo tenía.
Vosotros sí: al tirano,
al sin nombre.
No debe extrañaros
que os llame bastardos.
lunes, 3 de febrero de 2014
Pro-vocadora
Atrapas y tiestos que lanzas
aun con el viento ajando
rosas
y devolviendo
vida infranqueable.
Pro-bocadora.
¿Qué coyuntura habilitas
que administra vía extinta
para los dulces sabores,
la mecánica suerte
por la que siempre
de la horca
pendes,
con la condena de frente
y el juicio terciado
en la mitad de unas espaldas
a oscuras?
¿Qué tornillo desenroscas?
¿Qué relé desinhibes?
¿Qué bravo y soldado
a tus meninges puerto
te abriga cuando la noche,
urge la noche bogando
caída tras caída sobre la ola,
ya no te corteja
ni en la blanca cama?
navego bajo mares de hojaldrada
melancolía, capa sobre capa
apisonan cada músculo contracto
cerrando los párpados del aire.
Pero no la boca
no la boca
la boca no
amarga.
domingo, 2 de febrero de 2014
anselmiana
de creer solo querría creer
en un solo dios sin figura
ni nombre poder
arrodillarme,
entrelazar mis manos
en ademán suplicante
y espetarte,
dios, dios
mío,
por qué no puedo
creer en ti si a ti te pregunto
el motivo,
¿cómo no existes?
A la sombra del cañizo
Me ha cegado la ilusión de verte vivo
Despampanante como un brillo
de cristales en la ladera
litoral de los cabezos amarillos
donde la antena de los cohetes
allá tras los pinos verdes,
los pinos, siempre los pinos
verdes y turgentes como nubes
de floresta oliendo a resina
también verde.
allá se te vio brillar.
Después supe del campo
de experimentación antitecnológica.
Construían transistores
cada vez más pequeños,
cientos por miles
las agujas de los pinos
caen tejiendo la alfombra
que endurecía la blanca
arena de los caminos
por millares de granos
cuadrados y perdidos
de sí como tú,
procesionaria de mi embarazo,
quién te ha visto y quién te ve,
general en armas del ejército
de las voces, quién puede creer
que tras de ti avanza pensativo
el perfecto hombre cuadrado
amante de las luces
y algún seguro estío
de sombra:
el cañizo nevado
de desconsuelo
se desvencija
fuera de sitio,
fuera de tiempo.
Y el bar sólo sirve
para beber y para recordar
cómo se pudren las sillas de anea.
viernes, 31 de enero de 2014
Desnortado
La noche ha sido amorosa con los brotes de los rosales. La fina lluvia con que se ha vestido ha servido para cubrirlos con un cálido manto de abrigo. Todo tibio. Todo calmo. Salvo mis pensamientos que supieron llegar a su punto de ebullición necesario y justo para obligarme a saltar de la cama de madrugada.
Casi obsceno, por frío y alejado ya, me parece el recuerdo de ayer. Los cipreses volaban. No vivo en Siberia, pero la sensación térmica para alguien del sur era la misma que si estuviera allí. Tan frío su desierto silencio. Tan sonora la estampida en la huida del viento intentando alejarse del hielo del norte.
Temí por los brotes de los rosales. Pero la noche los ha protegido. A mí también. He destilado con el alambique la esencia que me construye. He cosido con retales de colchas viejas una nueva ropa de camilla. Retales de mi vida que me explican por fin: Porque soy verdad, las farsas se derrumban nada más aparezco. Así, es comprensible tu huida. Como la del viento de un norte.

