La novia cadáver
No, creo que no hubo
amniocentesis.
Algunos hombres y mujeres
cocean, vocean aullidos
de sus trancas y pezuñas
castañas.
Caminar, tanto caminé
sobre las ortigas
como terminan los pies
en dedos de costumbre
sobre la yerba
y sus flecos punzantes.
Consumisteis un porvenir
de solaz indiscreto,
oculto lo más bello,
ahora como siempre,
trabajan los dioses.
Y yo lloro,
lloro.
Ese habitante cuadrado
habla verdes por tu nuca.
Si más deseo
avarientos jamelgos
y otros cuadrúpedos
Himalayas
como techos andróginos
donde todo es posible
en el vaso boca abajo
y la salud requerida
por tu lengua escalando
el cuello de los olvidos, timbres
del arco trilobulado que abre
son, sentido y mecha
hasta la escafandra:
he pretendido adioses
cuando sólo he casado
CON MIS MUERTOS
estas manos y tu boca,
qué soy sino
tan sólo
una
sola.
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