sábado, 26 de enero de 2013

A un no amante del jazz

A un no amante del jazz

De pequeño, mi hijo quería ser tallerista,
así nombraba a los mecánicos de automóviles.

El jazz les pasa f(r)actura de cerebro
por las mientes de lo a-cordado
en el engranaje de las emociones.
Tus piezas, no hay mecánico
que las reponga y, menos aún,
tallerista que las petrolee.
Diesel herbicida de esa pradera
ozziosa. Los verdes corazones
se alimentan con neutrales
visitaciones como la tan bella
como dios se nutre
de agua generando
estaciones de servicio.

Esta amazonía semioculta transita
bullendo vida, agua y verde espanto:
estoy muy cansada,
tanto como la suerte
cansada de tanto
tocarlo y casarlo.
Me detengo a resituarlo
en el arcén de mi alivio.

miren, mejor, lean,
ahora mismo,
HOY POR HOY,
no creo SER
en la poesía,
en todo esto
que se supone
las palabras hacen.
qué me importa
a mí un verso
más o menos
si a nada huelen.
Ni siquiera a gasoil.

(Sofía Serra. De Suroeste)

1 comentario:

  1. La ironía siempre presente en tus versos, aunque no huelan a gasoil, y aunque las notas del jazz queden difuminadas entre los primeros versos del poema.
    Un abrazo y feliz fin de semana querida amiga.

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