(Albarrana: voz del árabe que significa montés, silvestre)
Desde lo que fueron las murallas almohades de Sevilla, y más concretamente, justo desde la fortaleza, el palacio real, el castillo, al qsar, es decir, el Alcázar, se extendía un lienzo exento a ellas que desembocaba en las orillas del Guadalquivir, justo en los muelles del Arenal, cercano a las posteriores atarazanas (almacenes de un muelle) reales, hoy sede del Teatro de La Maestranza. En ese muro exento se hallaban bordadas (no se me ocurre otra palabra que pudiera semejarse más a sus presencias) cuatro bonitas torres, desde la primera con planta cuadrada (la labor más sencilla, más acorde con lo que en esencia debe ser una torre) hasta la última, la Torre del Oro, con planta dodecagonal.
Cuatro, ocho, diez (torre de la plata, envuelta hoy en día en el caserío sevillano) y doce, la de arriba.
Torre Albarrana, torre exenta a la fortaleza, torre faro, aviso, advertencia o guía de los navegantes. Torre de oro, torre que se sale, torre salvaje, torre del puerto de Sevilla.
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