
La luz, siempre la luz, siempre hallándola y siempre aprovechando el frescor de sus sombras. Son el mismo elemento natural que el sevillano, ser humano, sabe aprovechar para su paso por la vida, cotidiana, histórica y hasta interior. Exteriores e interiores hábilmente conjugados como estancias comunes del devenir, sin que las circunstancias ineludibles nos impongan la erradicación de alguna de ellas, pues el conocimiento nos hace saber que una no es sin la otra y ambas resultan beneficiosas.
Un callejón de los que ya quedan pocos en Sevilla, si no el último, situado en la calle Bustos Tavera. No abre a ninguna calle contigua, sólo a viviendas, y eso sí, a la luz.
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