domingo, 20 de diciembre de 2020

Estrella de cuatro puntas (Feliz Navidad desde "El cuarto claro")

 



Bu(r)la de navidad

Capaces de hacer nacer al hijo de quien adoramos en un pesebre,
¿qué haríamos con el hijo de quien odiamos?
Las cuentas me responden.
También las bombillas de la calle.
Sin dinero nos hemos quedado para poder comprar el cielo.
También sin luces.

(“Nueva Biología”)

Paisaje para Navidad

La impaz sonora
y el gélido viento,
la tempestad asaltando
los cuellos de los avestruces
pálidos y escuálidos cimbrean
el aire y ya el suelo
con sus ojos enterrados,
al fondo
el paisaje de la montaña
donde se aposenta la ruin
y verdosa
anatomía de tu silencio,
pueblo mancha o escalada
con los dedos,
tomarte
y desplazarte hasta el valle
al pie del monte,
donde los las ovejas negras pacemos:
belén viviente eres.

Y los avestruces ordenan,
desafiantes ellos ya,
al viento con sus cabezas
fuera de tierra, y con sus enhiestos cuellos.

(“El hombre cuadrado”)

Pudiente

Antes del ayer
escribí un poema
para celebrar
tu adviento voy
a seguir pidiéndote
para así poder darte
un final feliz
herrumbroso y seco
de navidad o diciembre
sin ninguna carga
de misterio: el amor
todo lo puede.

("Solenostemon")

o0o

viernes, 11 de diciembre de 2020

Islantes





La isla mínima

La poesía manifiesta la corazón.

Las dos palmeras sembradas y creciendo.
El camino mayal que me señala la luna.
La tierra recién arada tal como
el nuevo lirio predica en azul.
Pronto llegará la primavera,
la siembra de los alcauciles
para el futuro invierno,
verdes rosas tras los rojos
tomates con sus hojas verdes.

Proclamo mi falta
de corazón y de razón.
Soy poeta, mi órgano
es la co-razón.

(De "Solenostemon".)




martes, 1 de diciembre de 2020

Entre la multitud

 




Ars vivendi

Escribir es matar el tiempo. 

En este canto obstetra
donde germina el hambre,
o el ansia de corduras y de semillas,
y la senectud de tantos paraísos
como nombres evoca la lentitud
del tiempo acompañando al verano
que bajo su mismo sofoco sucumbe
como el suelo brillante de tanto atusarlo
con nuestros pasos y los pasos
de los animales, las bestias consagradas
en el ara del hogar silvestre
junto a la mendicidad de una hormiga,
a la voracidad del saltamontes,
a la sed del conejo bebiendo plantas,
o al coricanto de los perros
enjaezando el aria del gallo,
en este parto a la multitud
donde ni un alma acude
a solazarse:
porque sobre yerbas secas,
yerbas duras, yerbas hirientes
como cercas de espinas,
quién va a tumbarse a descansar
sino yo que encuentro
en las heridas de mi piel
el alivio para mi alma cerrada a cal
y a canto de mí misma.

La escritura, de cualquier forma y luz,
para los inmortales y su hambre 
de muerte para sobrevivir.
Yo vivo viviendo sin matar
cada mi tiempo, que es compañía
de este hambre o arte de vida.

(Sofía Serra, 2020)

jueves, 19 de noviembre de 2020

domingo, 25 de octubre de 2020

Exilios


Las chumberas (En tierra extraña. Tango)

 

Celeste destino de siemprevivas

adolescentes el que se abate

sobre las pencas del escudo arbolado.

Antaño abogué por su poda,

por su infrecuente fertilidad

de almanaque sin veces

ni días en rojo de festivo descanso,

luz de sus espinas vejaba la tersa placidez

sobre sus pieles nacaradas como el sol de agosto,

la luminiscente aura vestida como fruto almado

de semillas vivificantes como dulzores de senectud

como las abuelas del campo,

de tanto vivir repelían los ojos avizores

de tanto extraño viento

de levante, levantaban sus lábaros

de acolchadas flores sobre el pétreo horizonte

de vencidos cercados,

casi juncias ágiles y legiones leves ellas

acariciaban la dorada niebla de polvo

de un otoño perseguido, necesitado.

Hoy adelgazan sus gibas

como muchachas extraviadas

en el bosque húmedo de la vida

sin patria, ácratas ancladas

a la residencia en tierra

mis muchachas con tapados de armiño

tiritan sonrientes, mayores

logran sobrevivir

sin que nadie las corteje

a pesar del cálido suelo

adonde las exiliaron,

mas ya viejas aman más por más

enclaustradas entre cuidados

ajenos de insectos granjeros

que acicalan sus arrugadas ubres

de madres creadoras:

Son tiernas criaturas

que ya parieron gozosa progenie,

que ya se seca.

Tanto amor repartido

y nada de vuelta exigen

salvo la atención de mis ojos

y mi canto sobre su resistencia

ante tanta alimaña de sangre.

Las avaras púas atesoran

los dedos de tantas manos

amables que erraron su juicio

de confinada suerte, la de envejecer

siendo dúctiles y lentas

como la anciana que camina

apoyada en el andador

columna de todas las ausencias.

Y un pasillo abren mis chumberas

ante la presencia de tanto esfuerzo

asolante, solas construyen

el gélido arco triunfal del laurel

sobre el desamor, el ostracismo

vestido de fiesta para el baile

de la devastación necesaria,

la de la injusticia.

Marchamo benéfico de mis chumberas

que gozan los churumbeles del cielo,

son estos ancianos valientes

niños recién nacidos

al regazo de otra vida sin muerte

ni abandono de tierra extraña

ni de hijos.

(Sofía Serra. Octubre, 2020)

 
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