jueves, 19 de junio de 2014

El páramo

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El páramo

Ya muerto, ya ido, ya pasto.

Nadie conoce
mejor que tú
pero ni tú si-
quiera conoces.
Dormir prefiero
no soñar recuerdo
inútil consume
la idea la ahoga
la mata dejar de
ti desvanecer
el lirio solo
de febrero.

Cada brote aprisionado,

cada rama entrelazada,
cada gesto del pasado gasta
arenisca que se pisa ella sola
ya silbando el presente sacudiendo
las ramas que se posan sanas
asumiendo todo el verdor
de la vida disipando
el hedor de lo no devuelto.
Porque no existe
ya seco el páramo
incendiario de la edad
de la verdad
del verde
nuestro tiempo.
Nuestro goce.

miércoles, 18 de junio de 2014

La huésped

La huésped

ya fotografié en Su tiempo,
ya escribí en el tiempo
mediante la letra pura,
mediante la letra armada
ahora tendría que derogar
los actos vandálicos de la inocencia
—¿inocencia o inconsciencia?—,

para ser fiel al oportunismo de esta costra.
Quién sino ella,
la más amada,
la más mimada,
la más consentida,
para ejercer el mandato
equivocado,

repostar y consolarme
mediante la pequeña multitud,
de huéspedes está mi vida llena,

a quién si no achacar
a quién si no reprochar
a quién si no culpar

sino a la huésped que me habita,
en este eterno ejercicio hospitalario
— cómo abandonarla a la intemperie,
— cómo no albergarla entre mis calientes,
— cómo no suplirme con ella,
y así
poder
culpar
eximir-
me de mi misma
decadencia.

viernes, 13 de junio de 2014

Las neuras

Toda perseverancia conlleva el riesgo del anquilosamiento, cuando no de la contumacia. El conocimiento, por un lado, y la disponibilidad de farragosas tecnologías que logramos llegar a dominar, por otro, pueden convertirse en losas que sepultan ese brote casi mistérico que es el resultado de la inspiración artística. A veces hay que dar el paso para atrás, volver a lo más limitado para poder seguir adelante. La mayoría de las veces aparece la oportunidad como por ensalmo, cuando en realidad sucede que la propia mente creadora ha seguido explorando hasta que logra hallar el resorte que la rejuvenece, que  logra despojarla de las capas de barro endurecido. Vuelve a su ser. Elástica y flexible, fresca, ella misma.
Algo así le ha pasado a mi mirada fotográfica con el uso (casi obligado) del móvil como cámara y la fortuna de que mi hijo me recomendara un simple programa de edición para los disparos hechos con el teléfono. Así podía terminar el proceso. Y hoy descubro, contenta, que en la limitación del dispositivo, comparada con la casi nula de la cámara y de mi propio ordenador, mi mirada se ha refrescado y vuelve a ser ella misma, casi catorce años después.
También hoy estoy ya segura de que aquellos óleos q pintaba sobre fotografías analógicas cuando aún no existían las cámaras digitales, no constitutían más que postprocesados, ediciones o revelados de los disparos. En un sinquerer, siempre he necesitado revelar.
O quizás todo sean neuras de una.
Título de las fotos (con móvil): Rabbit's road, Palma y Mediodía.

jueves, 12 de junio de 2014

El árbol del rosario (o árbol del paraíso)

El árbol del rosario (o árbol del paraíso)

A un hombre que lleva las cuentas

Te asomas al puerto
de este cuerpo
como cuando
llego al campo,
rujo bienvenidas
de caracoles y morados
cardos como las estatuas
del parque —se engarzan
con cadenetas de bombillas
blancas—.
la luz verde te atestigua
en ocasiones te asalta
la desdicha te persigue
nada sueños solo
una mujer con dos brazos
y algunas frutas en clave
de madura canícula.

Levántate y anda,
química valencia escandida,
septiembre generoso siempre
volverá por sus fueros, somos
vademécum de solitarios
rosarios de aroma
extendemos
sobre la yerba amarilla,
uno a uno ella
pasta cada misterio
de estar y seres vivos.

Las cuentas lleva el paraíso
con su propio árbol, los rezos
y el amén de los otros,
que no cantan ni cuentan.
 
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