ya fotografié en Su tiempo,
ya escribí en el tiempo
mediante la letra pura,
mediante la letra armada
ahora tendría que derogar
los actos vandálicos de la inocencia
—¿inocencia o inconsciencia?—,
para ser fiel al oportunismo de esta costra.
Quién sino ella,
la más amada,
la más mimada,
la más consentida,
para ejercer el mandato
equivocado,
repostar y consolarme
mediante la pequeña multitud,
de huéspedes está mi vida llena,
a quién si no achacar
a quién si no reprochar
a quién si no culpar
sino a la huésped que me habita,
en este eterno ejercicio hospitalario
— cómo abandonarla a la intemperie,
— cómo no albergarla entre mis calientes,
— cómo no suplirme con ella,
y así
poder
culpar
eximir-
me de mi misma
decadencia.
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