jueves, 27 de febrero de 2014

Puesta de sol individual

Puesta de sol individual

a esa puesta de sol
aspiro, cuya mañana,
ya desdibujada, me depare
la lumbre del pacífico
despertar a la sombra
del árbol del amor
y sus rosas transparencias:
la muerte bajo sus flores,
mi negativo sobre la pared
amarilla y suelta
de un pensamiento sin luces,
de paz ataviada
y de nadie y nada.

A esa puesta
de sol des-
comunal muriente yo
a la luz del sol
que yendo yo
o él
me ilumine, exangües
él y yo.

Y solo tu suelo
vivo.





lunes, 24 de febrero de 2014

Lluvia

Llueve, de noche y de pronto. Salgo un momento y de pronto llueve. Y de pronto todo es sinónimo de victoria. La lluvia, el silencio, la noche. Llueve. Cae el cielo. Y con él, mi derrota.

viernes, 21 de febrero de 2014

La llamada

La llamada

Todos corrieron a experimentar el cielo azul,
pero los cabezos permanecieron
residiéndolos a todos.
Las venerables arrugas
de sus rostros no marcaron
la juventud que hoy
exultante encuentro
en tu ubérrimo contenido
de hombre lleno de agua
como los cabezos,
como los cabezos
sonrío
tan grandes
sus sienes y mi gozo.

hay que leer amor y sentir dolor,
pensar alegría y escribir amor.

y ellos, amorosamente plegados,
duermen ya plácidos
con su frente
al mar y a la brisa.

La luna los ilumina.

Los veo sonreír.

Y me llama.

jueves, 20 de febrero de 2014

Juveniles luces

Juveniles luces
la poesía es, está y se hace sola.

Un día en blanco, de registro
blanco en la dosis de arena
cuyas señales borra el mar,
así.
por-
que
qué
importan,
nadan
los brazos fuertes
y la fe
de una frente
que beso.

Al final
(y al principio),
leer nuestra vida,
porque esa es la memoria.
El presente.

Destilar juvenales
y juveniles luces.

martes, 18 de febrero de 2014

La misma

La misma (a mi cicatriz)

soy una urraca adquirida
en el mercadillo de la alfalfa,
pasean los sombreros
de paja, sólo me visto
de desnuda mies
aunque de azul o negro me pinten,
una brizna de yerba seca
en la arena que conquista dunas
donde entierro mis cuatro ruedas,
las avenidas de asfalto
se hicieron para los caballos
con la herradura en su flanco.
llega la furgoneta como llega
el vendedor de camarones
como llega el domingo alegrando
mis oídos.


Pero nunca me gustaron
sus plurales,
ni la ferretería fue
mi buena compañía,
el hierro cayó sobre mi nariz,
cicatriz tantos años vista
de vieja y estúpida suerte
montada bajo la tienda
o la campaña que averigua
y pesquisa, inocente
ligera y turba y hulla
y miel de tus ojos de
durmiente
antes
alegre
niña.
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.