viernes, 30 de julio de 2010

Un año hasta el sol



Hace justo un año regresé a esta ciudad donde vivo. Apenas un par de días antes había comenzado el poemario "Canto para esta era" aún viviendo en el campo. Anoche me sentí escribiendo un poema que, una vez terminado, entreví que constituía el final del que con el que estaba (probablemente se titulará "Cae el cielo"). Sus versos finales nombran, sin conciencia prevista, igual, casi exactamente igual que uno de los primeros versos de aquel otro que hace un año comencé: el manantial salado de tu abrigo. Su poema se titula "Canto de egoísmo", lo subiré tal vez mañana o pasado en formato de audio. Entre uno y otro, conjuntos de poemas, se deposita la cifra de 37.884 palabras, contadas por el word lógicamente . Me picó la curiosidad, y sonreía al pensar, ¿tantas palabras para terminar diciendo lo mismo? Y sigo sonriendo. Sé que cualquiera con inteligencia sabe que siempre cantamos lo mismo, como siempre fotografiamos lo mismo, que ése es el camino de por sí.

Reflexiones numerológicas aparte, creo que con este poema se cierra una especie de ciclo; no creo en ellos , o creo del todo más bien, pero siempre abiertos, siempre círculos abiertos avanzando en progresión a razón tal vez del valor numérico de una "fi" o de una "cualquiera sabe qué". Poco importa. Se avanza, se recoge, se hace y "solas", las cosas CUADRAN, como en el ortógono del formato de una fotografía.

Treinta y tantas mil palabras, casi cuarenta mil, cuatro poemarios, no sé cuántas fotografías para un año creo que no está mal. Lo que subyace a todo desde luego, no tiene dimensión posible de atisbar ni por mí siquiera por muy "mío" que sea.


Título de la fotografía: Autorretrato de un año




El amor mío

Hoy mi voz se rinde abrumada, leve canta/
arrullos, tiernas competencias de niñas que juegan al sol de mediodía,/
levante en plena tan solazada./
No sé ya cuando te acuné./
A veces las penumbras vacían pantanos de dicha logrando regar/
los grandes valles poblados de jaras./
Otras nos someten en su letargo de luces fabricando no se sabe qué incómodo saco de plumas,/
cañones clavados/
sobre las nalgas/
como si la caricia se desprendiera de su porte/
para asomar por las otras perchas./
Sin embargo, hoy, el ya que es ahora sin después, rosa,/
la noche alegre rosa/
canta tornasolando las esquinas./
No es tiempo de vino./
Aún./
Agua salada brota ahora del manantial/
de esta cueva clara./
Un beso en tu nuca,/
un beso en tu pecho,/
un beso en tu alegría./
De despedida./


¿ Y cuándo no hay amor?/
¿Qué si no es paz, verano o suerte a escondidas o a luz/
en las niñas que se atormentan o en los hombres que temen?/
Ni el vino, ni la rosa, ni el papel/
terminan por pervertir./
Hoy brota de mí el manantial salado de tu abrigo. Hoy nació el amor mío./

Sofía Serra, 29 de julio de 2010

jueves, 29 de julio de 2010

La orilla (poema re-encontrado)

Suele suceder que cuando andamos buscamos cualquier cosa, damos con otras. Así me ha sucedido esta vez también. Abriendo algunos dvds antiguos con la intención de encontrar alguna fotografía que necesito para otros menesteres, di con un archivo que ni yo misma recordaba. Contenía cuatro o cinco poemas nacidos durante la escritura de La presencia por la ausencia. Al parecer los guardé con carpeta aparte y a la hora de pergeñar el poemario, simplemente, como no los recordaba, ni hice por buscarlos. Al leerlos comprendí que formaban parte de él, tanto por estilo como por temática. Los he corregido, buscado su lugar e introducidos en la maqueta para la próximo publicación en papel.
Éste es uno de ellos, concretamente, con el que he decidido ahora finalice.
A vueltas con lo que hacemos los que escribimos poesía, y al menos en mi lugar, cada día que pasa considero la publicación en papel como más necesaria para poder dar por terminado un poemario.
Desde luego su hallazgo ha sido completamente fortuito; pero  hace mucho tiempo que dejé de creer en el azar.


Título de la fotografía: La orilla


La orilla

Si es casi dolor,
físico dolor clavado a esta carne de espuma y viento que gobierna mi centro.
Mi tú por ser yo,
mi vaivén sobre tu sueño y tu vigilia,
mi pulso sobre las arterias de esta vida que
me invita a tumbarme en la bajamar de tus brazos.


Algunas olas se abastecen por sí mismas.
Otras revientan en la piel arenosa como queriendo alimentarse de tus huellas.
Se habitúan a vivir sin el viento hasta dejar de ser ellas mismas por (a)mor de la orilla.
Ser y consonancia de flujo y reflujo sobre la bahía abierta,
sobre la balsa de arena como pecho de hombre al sol.


Ni siquiera puedo suscribirlo.
No lo firmo.
Prefiero que nieve en mi mejilla antes que sobrevolar el ocaso.
Para vivir he nacido.
No me importa comunicarte, pero no prevengo que mis manos  te busquen.

Sofía Serra (La presencia por la ausencia, 2006)

martes, 27 de julio de 2010

Metamorfosis

Fotografía antigua, poema nuevo.




 Título de la fotografía: Subsunción

Desmemoria


Vamos a hablar de ti./
Tú, ¡tú!,/
¿de dónde llegaste y hacia dónde partiste?/
¿Acaso has existido?/
Combaten torpemente la amapola, el tulipán y la jacaranda/
a escorzo de sí mismas sin lograr subsumir, sin conseguir encajar vuelco con sus semillas,/
¿Qué condenada fantasmagoría/
señala a la flor del magnolio?/
Ya fruto, ya nudo de futuro,/
ya dudo sobre el presente,/
esta esfera en el barro, esa esfera blanca será lo que ya vuelo./
Tú, ¡tú!, ¿es que existes?,/
tú, ¡tú!, ente enojado de nube sobre azules aguas a vueltas sobre cañaverales.
Tú, ¡tú!, ¿acaso te bañas/
te mojas, escurres , luego secas?/
Tú, tú, de quebrado porvenir,/
¡tú, tú!, ¿he inventado el pasado?/
Tú debes existir,/
el pronombre lo clama y hasta todos./
El tren lo baila, hasta el campo de rubia yerba de agosto lo predice./
Pero me faltan alminares en esta frente desde donde poder divisar el paisaje y así, quizás, lograr ver emerger el ciprés de tu tumba./

Esa mancha verde en el lienzo/
camina ahora tan solo por mi cerebro sin célula física/
que la abrace./
Entes que desaparecen, paisajes que no se visten ni de cementerios./

Sofía Serra, veintialgo de julio de 2010

lunes, 26 de julio de 2010

El príncipe valiente

Creo, estoy segura, que es la primera vez que en este blog introduzco una fotografía no hecha por mí; no disparada, puede que alguna, pero completamente ajena a mis manos, estoy segura de que es la primera vez. Digamos de alguna forma que mi vanidad me impide hacerlo. Hago fotografía y escribo poemas y todos los que tan amablemente habéis podido acercaros alguna vez a este blog sabéis que no lo dedico a hablar de nada que sea ajeno a mi producción creativa. Caminé durante bastantes años por foros de fotografías en los que a la vez que aprendía sobre la fotografía digital me dedicaba a levantar egos que en la mayoría de los casos no merecían la pena. Eso lo iba sabiendo, desde luego, después. No era por supuesto una labor altruista por más que pudiera considerarse así. A cambio obtenía algo de lo que sí carecía y que por mor de las circunstancias de la vida lo hacía necesario para mi estado anímico de por aquel entonces. Lo que comúnmente conocemos como cariño, estima por parte del otro.

Lógicamente se trataba de un intercambio apócrifo, sin autoría auténtica, sin firma que avalase la garantía de su autenticidad. Por eso escribí algunos años después un poema que titulé "Meretriz" (en mi poemario "El paraíso imperdible") al ser consciente de que había prostituido lo más valioso de mí misma, es decir mi capacidad para ver arte donde lo hay. Y donde no lo hay, dar las mil vueltas hasta que "al otro" le quedara razonablemente claro que en lo que de sí brotaba sí había arte. De esta forma lograba que las personas se sintiesen más valiosas, se quisieran más por sí mismas, que sin duda era lo que yo necesitaba para mí. Resulta curioso comprobar como nos proyectamos en el otro; curioso no, creo que constituye la clave del entendimiento de esta especie que llamamos humana. Sin otro, no hay uno. Nos engulliría nuestra porpia capacidad de conciencia de nosotros mismos. Como si exactamente conformáramos el más abisal agujero negro. Por eso el arte como lenguaje exclusivamente humano que es constituye para mí el más señero exponente del potencial real del Hombre.

Pienso y siempre pensaré que la capacidad artística es inherente al ser humano y que en todos anida su semilla, y que por muy poco "arte" aparente que pudiera parecer se vislumbre en cualquier expresión creativa, con la suficiente inteligencia y sensibilidad puede llegar a desenterrarse aunque sólo sea el microscópico átomo de semilla artística, como digo, inherente al ser humano, innata a él. Me dedicaba a intentar sacarla a flote, hacerla evidente ante los ojos del que menos veía.
A cambio de ello sólo obtuve afectos superficiales y pasajeros, lógicamente como no podía esperarse de otra forma, y mucho desgaste humano por mi parte. Por eso algún día decidí prescindir de los foros, y, tras un descanso, me dediqué a exponer lo que fuera que iba haciendo o en varios blogs de mi autoría, hoy refundidos en este cuarto claro.

La fotografía de esta entrada es obra de Paco Martínez, a quién ya he nombrado en una entrada anterior, excelente fotógrafo y mejor amigo. Sí, de aquellos años de los foros. Sino que él sí fue amigo de verdad. Algo más que amigo. Terminé llamándolo mi hermano, y hoy sé que algo más que hermano, porque hasta con mi prpio hermno de sangre puedo encontrar el abismo que entre Paco y yo nunca se dio. Simple y llanamente cuidó de mí cuando ni yo misma podía hacerlo, con sus fotografías, sus palabras, su compañía en la medida que este medio permite velando por una loca medio suicida que se lanzaba a los abismos del "otro" y de este mundo de internet, aunque sólo fuera a través del ejercicio de una actividad creativa, en busca de algo que sólo estaba dentro de mí misma. Compuse por aquel entonces varios poemas sobre fotografías suyas (algunos aparecen en La presencia por la ausencia). Paco Martínez, como a él le gusta llamarse y todo el que conozca su obra reconoce, es, aunque no exclusivamente, pero sí fundamentalmente, fotógrafo de naturaleza humana. Sus fotografías fueron mi referente para no olvidar que el ser humano existe aún cuando más lejos esté una de poder percibirlo. Me sirvieron, sus fotografías, de consuelo, de inspiración, de alivio. En definitiva de casi todo lo que necesitaba por aquel entonces.

Como hace poco hemos vuelto a reencontrarnos, nada me gratifica más que, sin haberlo previsto, contemplar cómo un pequeño poema brotaba de mí al recordar una fotografía suya de por aquél entonces. Ésta con la que hoy lleno esta entrada.

Si alguien desea saber qué significa fotografiar y cómo hay que hacerlo, que no dude en seguir su obra.  Por otro lado, sólo deseo hablar de él como fotógrafo; como ser humano, sólo lo hago para mí misma, con todo mi respeto hacia quien me pueda leer. Lo que una gana, para una es, ;).



 Título de la fotografía: Le petit prince courageux (de la serie "Personajes para un sueño")

El príncipe valiente

Deslindes de presente,
o no,
ya es irremediable el avance.
O no.
O no me basto, o no me dejo,
o me rindo o me entusiasmo, o me envilezco o afrento.
O tal vez la “o” me venza como vino sobra las murallas,
que para qué sirve sino tan sólo para teñir a las piedras.
O de rojo de vida quieta en las esquirlas.


Cuando pequeño el príncipe valiente soñaba
con degollar dragones; hoy ante sus ojos
son las piedras las que relucen bermellones de roja sangre.
Que no basta con verdear.
que hay que sucumbir y temblar,
agostarse y tragar la propia lengua,
engullir el hambre de hambre hasta perpetrar
el crimen perfecto.
El crimen de sí.
...
Como la O de hermanO.

Sofía Serra, veintialgo de julio de 2010

domingo, 25 de julio de 2010

La pinta, la niña y la santa sofía de constante-inopia

Estaba releyendo los últimos poemillas escritos por ver cuál subía cuándo he visto que éste encaja muy bien con la fotografía que elegí para la portada de "La presencia por la ausencia", una fotografía que tiene ya cuatro o cinco años. Como a la vez esta tarde he estado dejándola definitiva, parece que todo estaba predispuesto.

;)

Como se puede observar poco qué ver con la que preparé para el blog. Las proporciones son las mismas que la del futuro libro, más cuadrado que alargado y, sin querer, he pensado en cómo presento siempre las fotografías; entonces ya no ha habido más que pensar. Es la que quiero, y a Bohodón, le ha parecido muy bien...
:)
Para octubre estará más o menos. Ya está maquetado.


Y el poema,

La niña


A veces pensé en ti/
como en la niña que se entrega al rompeolas,/
rasgada y serena alba que vuelve sobre sí/
y gira el mundo a través de sus órbitas caudalosas,/
ojos de rima y sangre blanca/
que vuelven a la arena./

Y bebo y bato y renazco./
¿Qué tendrá Venus/
que es capaz de transformar en valles todos los océanos?/

Sofía Serra, 20 de julio de 2010
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.