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martes, 19 de marzo de 2013

El puma paseante


El puma paseante
A un amigo que se me ha ido demasiado pronto,
a Paco Gamero.

paseaba hundido a puma
entre el lomo de sus sienes
y los bajos de sus bolsillos
tan enormes como las clavículas
de sus ingles de un inglés tornado
clavo a salvo de tímidas luces
que le aventaba el pájaro azul
de su vientre, de su sino,
un amor a sosa solitario
siempre cáustico
en el reojo de sus manos
rosas de madera y tanto Pumarejo,
tanta Geografía y tantos edificios
con sus cristales tan limpios
como los vasos que vaciaba
y a mí y a sus cigarros nos quedaba
el dulce agrio de un aire azul
entreverado con los quince
años sabios sin saber
si cantaba claudicando
o me sonreía desde algún lugar
de mi sueño, no sé si el cielo
para él, seguro,
un lugar a salvo
de tanto puma y rejones
de amor,
que no pudo dar
ni obtuvo.

Sofía Serra (De Suroeste)

sábado, 16 de marzo de 2013

es peso de la historia (el peso de la historia)

es peso de la historia (el peso de la historia)

sobre tu lomo
tan blando y deslamido
el alma endurece como un
bastión alejado,
que de qué
sirve su único lamento
de salve y solitaria magnífica
más que para amortiguar
las olas confusas
del miedo en los oídos.
tan lejos te ahuyenté
que ya no queda
relieve del agua
al que asirme.
escalo esta horizontal
de piedra mojada.
Mis yemas florecen en el grito.
mas son los de ellas
ajenos a la estación primera.

No hay primavera
que vomite una perséfone
dormida por los siglos
que unos y otros unos
tras otros quiénes
delante de quienes
llevamos a cuestas
dormidos por los siglos
de nuestras venas
sin amén.

Sofía Serra (De Suroeste)

jueves, 14 de marzo de 2013

La infiel

La infiel

Sustancia de herida y buena muerte
enjalbegada por el deseo
de tus sienes.
Y un más venir
y te siento y te umbro
bajo mi acogida sin límites.
Son los ciegos los que caminan
abiertos sus ojos a los cabezos
de la luz olvidándose
sagaz y perdida
en el más hermoso estero
nunca habitado.

me duele la espalda y soy feliz.
mis ojos brillan en ellos
se refleja el otro reflejo
del otro sol en el agua.
El río se desliza y yo bebo
de mis manos, que se sumergen
en la beatitud de la recompensa.
No duermo, no sueño.
El día se viste de niebla.
El gris siempre fue mi color amado.
El único que permite el más sutil matiz.
El único que da vida a la luz.

Hoy se detiene un pulso
y mañana comenzará otro,
pero nada habrá que me haga perder
la satisfacción de haber saciado mi sed.

Dejo atrás oportunas cavilaciones
y rostros de pesadilla en otras voces.
me sumerjo en la sombra
del nido que calientas.
mi gozo hace salud en tus manos.

Sé lo que representas,
pero me asusta tanto fiel
sin conocimiento.

Sofía Serra (De Suroeste)

La presa

La presa

a nadie contar,
a todo cantar,
a nada llegar,
a todos llagar.

si el fútil y furtivo amante
deviene
a tu soliloquio de animal
enjaulado,
no visites las sienes,
auspician
cierta decencia
sólo a solas
compatible.
tú a ti te tienes
y detienes.

frío y gozoso discernimiento
en el aviso del sol naciente.

no moriré hasta que el rubor
amanezca en tus mejillas.

Y entonces no anhelaré libertad.

Sofía Serra (De Suroeste)

lunes, 11 de marzo de 2013

El beso

El beso

dejaré de luchar hasta que la noche
se haga luna y sin mayúsculas
por no estorbar a la mañana
acierte en el vértice de occidente,
soplo:
la avena, que aún no ha nacido
ni espigado sus delgados tallos,
se ofrece verde y valiente
a tumbarse tras el jadeo,
y, así, poder extender
la numantina acacia —espinas
y flores pequeñas y frutos enormes
como vainas de algarrobos,
las que saben a chocolate—
si claudicáramos ante
el indeciso
si decidiéramos vivir
el insaciable
con su juventud de gozos
y sombras perderíamos
lo que siempre nos obtuvo
tristes como causa o efecto:
la permanencia sólo algo absoluta
de la más sufrida necedad humana:
la envidia.
porque con un tú más desear tu bien
me dirijo hacia mis propias luces
de bestia redimida en el arcén del ocaso,
salvada y sanada
por las manos
del que cuida.

No se complicaron
la vida nuestras bocas.
terminaron su tarea
el mismo instante
en que murieron por mor
del delirium tremens,
borrachas de contenido,
de amor.

Sofía Serra (De Suroeste)

domingo, 10 de marzo de 2013

De la obra del Arte

No es a la poesía a la que hay que vulgarizar, llevar a tierra, sino al poeta o su concepto. Bajarlo del pedestal. Que el espectador sepa leer, ver y valorar la obra sin relación con el autor.
Bajar del pedestal al artista. Sólo así se puede acceder al arte en toda su dimensión y no degenerar el valor de la obra del Arte.

Performance del trabajo

Performance del trabajo
Belleza, de ella abuso
hasta que me deja
ajada, vencida y fea.

Mañana

quiso el sol
redoblar sobre tus ancas
brillantes de quién vas
a presumir en tu dicha risa
si no de esas altas luces
con las que nievas las crestas
de los potros y las olas.
Creo que ya comunicó bastante
la obstetricia de tus manos.
Dónde se busca
el caracol
sino en su casa.

Tarde

Los ornitorrincos cuelgan cabeza
abajo, la genuflexión de tus mejillas
combate contra el cielo
como si el agónico cerraje lastimara
tus hondas y perpetuas manos abiertas
curvando mi cóncavo pecho
tan vacío. Aguas mil gotas
de este chubasco prodigioso
entre el sol y la tarde.

Pensar en ti si te asustas
como la pluma grácil
ante la yema de mis dedos.
Ellos pasean y yo estorbo
el aliento de mi propia mano.

Debo irme del mundo
y sus goces venerar
la solitude magnífica
en el páramo callado
lejos del asomo a los ojos de ti.

Accederé como el caracol
a su suerte de invierno
y espiral de ocaso.

Sofía Serra (De Suroeste)

sábado, 9 de marzo de 2013

Mística

Mística

mas densa y sostenida
asía presa
sus juncos
en la orilla piensas
que te vas
y lo que haces es
venir de lugar aquí
musitando metros y zancadas
en la triple cojera de no
alambicarte entre-ver
la luz y unciones
con la yema
de los dedos.

sobre el rictus del paisaje
caricia un horizonte tardío
en una puesta en común
de sol y edades
venidas a menos
que también dan más
sino que viene y ajorca
el triunfo de una edad bendita
y bien nacida para las minutas
de los ahorcados que allá arriba
quedaron en la banda ancha
del lienzo que transformó
la puesta de sol
en un lugar común.

Amor en toda regla
al futuro n(e)onato.

Sofía Serra (De Suroeste)

El curso

La poesía es la más primera palabra del hombre. Para escribirla hay que simular ante el consciente, engañarlo, es el producto de la doblez, el doblez, la re-flexión, que nada se sabe ni conoce, que todo se ha olvidado, desde el primer recuerdo de nuestros genes, a la vez que lograr recordar y percibir el todo, aprehenderlo en un acto único donde se concentran todas las capacidades del ser humano: la emocional, la racional, la intuitiva, sin diferenciación.
Ésta es la ingenuidad. El esfuerzo para llegar a ella, tremendo. Como en la vida. Un despellejarse, un desangrarse: Volver a ser siendo dejando de ser.
Surge, emana la palabra entonces libre y espontáneamente con la forma que el recuerdo inconsciente, el intuitivo, logra darle. Por necesidad de ella misma, no por necesidad del poeta. Es el curso.
Para acercarse, para lograr transmitir esa percepción inconsciente-intuitiva el hombre ha desarrollado a lo largo de su historia algunos canales en el lenguaje oral/escrito: la música, la rima, la medida no son más que parámetros a los que el ser humano ha ido ajustando su verbo para poder salir de la imposición de milenios de habla discursiva, que es la que se ha trasvasado al cerebro tras tantos miles de años usándola “externamente”. Ese uso ha ido construyendo-formando parte esencial de la costra dura de la nomenclatura. Pero las dendritas, los axones, las neuronas, la sinapsis entre ellas no entienden de “porqués” “luegos” o “pues”, ni de concordancias verbales o de género, de sistemas gramaticales. La sinapsis, el funcionamiento de nuestras neuronas, que son las que favorecen la producción del lenguaje verbal, asimilan conceptos puros, que se definen por el matiz.
El matiz , la esencialidad, una inefabilidad.
Por eso los poetas, la mayoría, tienden al final de su producción al encuentro con la palabra “más pura”. Algunos lo asimilan con la brevedad y la ausencia de artificio (un contrasentido: arti-ficio. Hecho mediante el arte. Si hay ausencia de artificio, no hay arte). Cuando en realidad aunque hubiera mil palabras en un poema para sólo hacer llegar por ejemplo un color, eso ya sería poesía. Es la metá-fora, lo que produce el vuelo, lo que consigue transportar, la clave que define al lenguaje poético.
La abstracción con la que nuestro cerebro aprehende es el hacia que determina la producción poética. Pero para hacer asimilable esa abstracción sobre esta costra dura de la nomenclatura pueden elegirse muchas vías (y otras vienen impuestas por ciertas enfermedades mentales: éstos nos son artistas. no tienen que realizar el esfuerzo). Transportándonos a los mecanismos de los lenguajes visuales, tanta abstracción existe en un lienzo pintado de blanco como en una pintura hiperralista. El concepto emanará por sí mismo si el proceso artístico, la poiesis ha sido auténtica, sincera, genuina, es decir, ingenua.
La clave para definir estilos no se encuentra ni en la forma, ni en su contenido, sino en el todo, en la obra. Ese es el logro del poeta, del artista.

Hay que enseñar a leer poesía, el curso. Pero antes se debe saber leer el discurso. Por eso un bebé, por mucho que balbucee jamás estará haciendo poesía. Ni un chimpancé fotografía por más que sepa hacer click. El sentido es la llave. Y el sentido sólo puede otorgarlo un ser humano en sus cabales que haya sabido desarrollarse en la costra: "ya que aprendí las claves, hoy puedo, así de cierto, romperlas con un mandoble de flor naciente en este estío" (Los parasoles de Afrodita)

(De Suroeste, Almargen)

jueves, 7 de marzo de 2013

Fraudes (sobre correcciones)

Al corregir el poemario, elimino todo lo accesorio, lo que le sobra, el dis-curso, la prosa, fragmentos completos como éste. La reflexión llega en el poema. El poema es el curso, el cauce, el verbo verdadero, el pensamiento en estado puro e inefable. En la prosa rompemos la ligazón de la esencia con la ligazón artificial de la gramática, nos separamos de lo que somos. Cualquiera sabe si no es ella la culpable de la mentira. Nunca sabremos si nos engañamos al escribir prosaicamente lo que creemos que pensamos. ¿Quién nos lo asegura? Nosotros mismos. Imposible observador tan avezado en uno mismo. El subjetivismo no es una enfermedad. Sólo una herramienta. La mejor posible para no errar sobre sí y el todo.
Con la prosa la enmascaramos. Cometemos el fraude. La mentira.

domingo, 3 de marzo de 2013

El indomable

El indomable

Saber cuánto se tarda
en construir un buen hombre,
un ya vamos
bien anidados
por el camino
de los bueyes, el paraíso
de los pastores y las sacrosantas
inclinaciones de la cervical
de tu dominio, señor
de los animales, un clavo
y una garganta penetrando
a muñón fijo tu entrecejo
de hombre de más de dos
dedos de frente con dos
umbrales de pellejo.

fueron tiempos duros
para los que permanecieron.

La cresta de la ola,
¿quién podría domesticarla
amoldarla comerla con su seno
toda ella una llena en la boca?

Sofía Serra (De Suroeste)

viernes, 1 de marzo de 2013

La virtud protegida

La virtud protegida

Hoy, día sin nombre
de un mes de limpio, yo,
sentada en la silla de madera
al filo de la ventura blanca
de la enagua del mar y sus velos,
confieso mi amanecer
sobre el canto de los mirlos.
Tal vez la vida se deba a alguna
elección errada del sol
cuando decidió oblicuar
su eje y provocar así
la explosión helio-atómica
que desde entonces soportamos
junto a los animales,
los verdes y las mareas.

todos los hombres me acompañan.

Los dioses no debieron prescindir
de nuestra opinión en masa
crítica a nuestro pensamiento
reflejo.

Beso las banderas de tus pies
de este día con nombre de mes
en blanco en señal
del gozo que me permite
seguir no pudiendo
más que marzo.

Y nularé las huellas
salvajes de la trastienda de la razón
y su economía
de virtudes fuera de sitio,
de lugar ajenas
al hombre y su deshielo
y su canto
de primavera.

Sofía Serra (De Suroeste)

jueves, 28 de febrero de 2013

Geografía de lo intocable

Geografía de lo intocable

soy partidaria
de que no haya diferencias
entre tu espiga y mi tallo
así como el sol longitudinal
se mece en tus góndolas
como no sé qué decir a estas alturas
que se agigantan como cascadas
de nieve sobre el cielo azul
de un día y un paisaje de invierno
que no conozco,
que no conozco
tus dedos de barro,
supuestamente tu perfil
precisa e instantáneamente
recorrió el lado soleado del mundo,
donde todo está ya dado,
donde todo está ya dado,
menos tu rostro fungible
soldado al amante que de día
recorre con escalofríos mi cintura
y su nuca
y tu rostro y un alivio sin medida
ni dolorosos partos, presente y pasado
estrellándose entre sí
estrechando el hueco de la tristeza
y el soplo de poniente
en esa orilla de arena lamida
que al fin y al cabo
marítimo es tu cuerpo
de hombre a mi costa
de geografía
en esta noche marina
u oriental.

Sofía Serra (De Suroeste)

viernes, 22 de febrero de 2013

Púgil

Púgil

Como un silencio roto
por sonido alguno
descentro
lo que de sana
me costea,
sorprender a la luz fundiéndose en la sombra
del asterisco que rueda por los adoquines,
espuela o nivel de bicicleta en audífono
estallido, algún precipicio entre los dientes
y una bilocación extendida
en las venturosas sienes
de gomaespuma amando
el avellano entre mis puños.
Olía a pan e higuera cuando las madreselvas
florecían allá en agosto camino de la otra
cúspide:

con un gancho
de mi izquierda
pierna voy derecho
vienes te entrelazo
en la anchura de mis caderas
trapecistas en las lindes
no hay cuerda floja
que me resista ceden
bajo el peso pluma
o ala, yo, ave niña,
cabalgo a lomos
de tu músculo cereal
de invierno todavía
de cualquier año aun
sin lluvia el mar verdea
terreno para el cuadrilátero
huerto de algún verano.

Sembraremos pimientos
y sandías como soles
y los grillos cantarán bajo las tomateras
hasta no engordar más que quince gramos,
top models mis grillos,
y hasta dioses
frotándose las manos
con sus canciones

y mis puños.

Sofía Serra (De Suroeste)

jueves, 14 de febrero de 2013

Amanecer

Amanecer

un océano de lumbre
en el extremo de mi boca
y mi sereno al mar
cuando lo tienes a pedido de tus ojos
de hombre o de tierra verde
como las libélulas que pululan aladas
y beben leche, tan blancas
como la púrpura
que te encumbra
dentro de mí,
nívea como el armiño.

de más está
que digamos
que sí a qué
o vino de más
y en la sobra
he continuado la caminata
marítima cuando te ibas
y te ibas tan lejos que ni las olas,
por mucho que anduvieran bajo el mar,
por más arrecifes y caracolas que arrostraran
en su paso,
—tantas barreras, tantos límites—
por más delfines que murieran arrollados
en sus remolinos,
—tanto dolor, tantas lágrimas—
por más que longitud y latitud
confluyeran en un solo punto
del uniforme geoestratégico:
tu ombligo moreno da la vuelta
al mundo de mi lengua.
Así se levanta el sol.

un insufrible acto de perdición,
sumisión y autoextinción:
el mar parsimoniándose
sobre la arena. Y tu belleza
de hombre contenido
en la palabra.

Sofía Serra (De Suroeste)

domingo, 10 de febrero de 2013

cuentas de febrero

cuentas de febrero

por el bosque de los siglos
amén recita la comparsa:
somos uno.

Beberán hasta que muramos
entregados a la lluvia de un día de vuelta.
No somos más que dos
en la madrugada del mundo
opinando beneficios, destruyendo
la correspondiente distancia de tu brazo
al ademán caliente que desarma
cualquier homenaje cantado
al río y su música de piedras.
beberán uniendo justezas
entre la muerte y entre tú y yo
cuando hayamos muerto
brotarán las rosas como sarpullidos
en las ingles de la costa cuando tú y yo
acostados o tendidos no importa
tu mano sobre mi mano
y mi otra sobre tu mano
y tu otra sobre mi frente,
escanciados así dormiremos
como dos niños dos
seres al sol de la arena y las rosas
como aureolas de hielo
en cada fuego de febrero.

aquí un hombre
del todo apuesto
por sus gemidos y mi rosa
sobre su pecho
vengan las flores
porque los niños
a manojos y a pares
sólo descansan perdidos de sí.

aquí una mujer loca,
y tú, algún amor.
Pero no menos.

Sofía Serra (De Suroeste)

viernes, 8 de febrero de 2013

Una temporada en el infierno en el Suroeste

Alguien con Rostro de ángel
me Ilumina en mi particular
temporada en el Infierno.
Soy afortunada. Muy afortunada.
En la fe podría hallarse el motivo:
JC llega para traducir
el aire del estercolero
en purísima brisa
marina.

Dentro de algunos días, alguna semana tal vez, en cuanto termine la maquetación, saldrá en la ciudad de La Plata (Argentina) una inédita traducción de “Una temporada en el infierno”, la magnífica, genial y alucinante pieza poética escrita por Arthur Rimbaud allá casi en el último cuarto del siglo XIX. He tenido la fortuna de poder sumergirme en ella durante las dos o tres últimas semanas porque su autor, Juan Carlos Sánchez Sottosanto, ha tenido la generosidad de aceptar que se la prepare para la imprenta.

No se trata de un libro cualquiera. Sobre la obra original nada que yo pueda decir aportará. Sobre la traducción y el compendio que la acompaña, sí puedo contribuir: una introducción lo suficientemente amplia como para situar al lector cabalmente ante el texto y el estudio que va encontrar, la traducción, no sólo de la propia pieza en concreto, lo que de por sí ya da la medida de la envergadura del trabajo, habida cuenta de la complejidad poética y meramente lingüística del texto, sino también de un apéndice donde figuran previas anotaciones del poeta sobe la génesis del mismo, más un dossier de notas que hacen las delicias de cualquiera con afán de conocimiento o profundización en semejante obra, y donde además pueden encontrarse traducciones de algunos poemas de Rimbaud con comparativas con otras traducciones de los mismos, y que por sí solas ya merecerían figurar como volumen aparte. Si alucinante la obra de Rimbaud, por su mismo tono y fundamento, alucinante el trabajo del compilador y el traductor. Exquisitez poética y rigor científico llevados a su grado sumo se dan la mano hasta lograr conformar la obra que me ha mantenido, literalmente mantenido, alimentado, en estas dos o tres últimas semanas que llevo respirando las cloacas del mundo que vivimos.

Por desgracia, la forma en la que va salir, esto es, en una humilde, pequeña y amateur editorial, en completo blanco y negro incluida la portada, y sin ISBN, sí da la medida de hasta donde llega el hedor. Nada nuevo. El mundo editorial tan preñado de injusticia e ignominia como cualquiera, cuando no, más.

Ya el año pasado tuve la suerte de poder acercarme a su lectura. Iba a aparecer bajo el sello de Losada, pero ciertas “desavenencias”, tras, creo que unos cinco años de dedicación por parte de JC al trabajo, dieron con la publicación al traste.

Menos mal que con el poeta, el estudioso, el traductor, el literato no hay infierno que pueda. Humildemente, tal como el mismo tono de las anotaciones revela que se acercó a tan reverenciada obra, saldrá esta joya en papel.

Y yo, no niego que antes algo asustada por la responsabilidad que tenía en mis manos, no puedo ahora más que celebrar mi enorme fortuna, amén de seguir encomendándome a los dioses para que mi trabajo técnico pueda estar a la altura de lo que se me confía.

Si sólo alguien con rostro de ángel podía (re)-transmitir directamente desde el infierno creando uno de las tesoros de la historia de la literatura, sólo alguien cuyo nombre responde a las siglas de JC podía verter su caudal benefactor, porque el arte y el conocimiento siempre constituyen bondades, sobre el tiempo que actualmente estoy viviendo.

El año pasado saltó este poema tras su primera lectura. Pertenece al poemario que actualmente tengo en correcciones, Suroeste.

El otro río tan grande
(a JC Sánchez Sottosanto)


En esta intravenosa suspicacia
de tus caricias y mi risa, en esta
aquilatada salinidad que bifurca
mis ingles hasta romper aguas
en la dulzura del estuario abierto
en la medida que nadas
tan grande
como los dedos de las olas
como blondas translúcidas
de un vergel que avanza,
pampa
océano
campo
de mañana cálida
como una prímula
sentada al borde
de tu boca abierta y plata,
mi mar mío y sede tuya y yo
blanda, desleída,
i-letrada,
a-mórfica
eu-tópica
o miserable
u-fana-(l)
de sólo agua bañándome
en cada tú
tan grande
luz.

Sofía Serra (De Suroeste)

martes, 5 de febrero de 2013

Pan de Atenea

Pan de Atenea

la noche y un poco más se hace eterna
cuando el invierno aparece
afilado por el frío
joven, cantad como
el toro siendo cabezos
gimientes cobijados
bajo las tetas de la loba,
rómulo y remo se quedaron sin lugar
cuando tu mano de diosa
sembró los olivos en los desniveles
nacieron humanos de sus leños
y aún alguna anciana rejuveneció
ante la visión de los viejos
y retorcidos troncos.
tú extendiste el manto apaciguado
y los hombres durmieron
tranquilos de sí.

En paz.

Sofía Serra (De Suroeste)

domingo, 3 de febrero de 2013

La partida

La partida

Allá en el vaso grande
del huracán de invierno
nace la calma partícipe
de la flor.
Tan pacífico y asomado a tu rincón
de allende las farolas, las aguas limpias
y celestes de una ciudad marítima
a la vieja usanza, con su piel morena
y su olor a salitre confundido
su cuerpo con el mío.

No sé a qué sabe el celo
de tus manos.
De la carta al velamen
la curva de poniente se abre
y tu corriente entibia
el seco país donde nazco.

Éstas tus manos atronadoras
en los oídos de mis ingles
beberán alumbre salvaje
de mi centro y mi ansia
de poseer el océano. La malva
para quien escarbe la tierra dura.

El mar, sólo el mar, y yo
con todo el mar
bautizándote
como mi espera.

Sofía Serra (De Suroeste)

viernes, 1 de febrero de 2013

dicta-dura nuestra boca blanda

dicta-dura nuestra boca blanda

los hombres tienen sed
y no doy abasto (el río)

Los todos mordemos
con firmes dentaduras:
                                        aprehender
duras aguas al beber el llanto
de todo cristal gozoso
verde o negro
estallado por el viento inasible
de la iniquidad, la vesania
y la hambrienta injusticia.
Sus cristales se nos clavan
en la lengua antes de            pronunciar
una reseca ignorancia más.

Aprendemos a masticar
con las llagas,
nadie nos emboca bajo
el puente de la libertad:
Sed de maestros, sed
de vosotros mismos.
                                        Perteneceos.

Sofía Serra (De Suroeste)
 
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