Mostrando entradas con la etiqueta Ediciones En huida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ediciones En huida. Mostrar todas las entradas

viernes, 9 de enero de 2015

Qué sino Abril

(En enero suelo presentir a la primavera...)

Qué sino Abril

qué paz se venga sino
la de soldados muertos,
qué derrota navega
bajo mis sienes delante
de tu ancestral boca
de tiempo ingenuo, qué
soledad magnífica revienta
en tu sueño de solsticio sino
la primavera.

Lo vamos a dejar,
tú, estómago, y yo.
cualquier palabra
es cadaverina de su silencio
por muy vacía que vuele
su sin palabra cualquiera
es más poesía.

sabes cuándo no necesito creer,
¿verdad?,
cuando me hace oportunidad
me sobra cualquier
libro cualquier poema
cualquiera lectura me embarga
el arreglo del nido me aligera
costumbres me calientan
el sueño resulta
tan reconfortante
fregar un suelo aquí
no hay género sino
de novela, poesía, teatro
sino puro
número de candilejas
en las encinas. Sus flores
vertebraré hasta que pueda.
Me parece
tan-razonable,
tan-verdadero,
tan-profun-damente
serio como la máxima
y refleja actividad humana
de respirar.

hoy no soy poeta yo
gracias a la Poesía.

jueves, 1 de enero de 2015

A Manuel Moya, mi agradecimiento

Llegó como un heraldo del adiós y un heraldo del advenimiento. Dormir bajo su manto y despertar con su cálida luz. Así se nombran a los poetas, a los hombres buenos, a los grandes amigos, a los amigos como hermanos, a los amantes del más elevado lenguaje humano, a los escrutadores del sueño, a los andarines virginales por muchas barbas que posean. A los advertidores de lo verdadero.
A los tres nos unió sin que ninguno de los tres lo supiéramos, ni ahora, ni antes, así hemos quedado unidos, ya para siempre en el molde vivo de la palabra, palabras como tríos, tríos como estuarios como triángulos como este suroeste. Tríos por todos lados, T-ríos y desembocaduras, la corriente del Golfo que pasa por Nueva York, la cálida corriente que este suroeste no necesita, aunque, o quizás, porque este suroeste conforma la tierra también de un golfo, sin embargo llega hasta una calentando un frío día de Enero con su salina templanza. Despertar al nuevo año. Asimilar pasados. Pertrechar el presente a la lumbre de los afectos bajo el manto sagrado de la Poesía, esa que humildemente pienso es la que hace posible la justicia de las cosas.

Gracias por este prólogo, Manolo. Ya una vez me echaste una mano, una enormísima mano con Poeta en Nueva York allá cuando ambos éramos jóvenes. Tu siempre habilísimo análisis, tu exquisita sensibilidad ante la percepción de esos artificios que hacen posible la obra de arte, me reconcilió con la literatura en un momento en que las malas influencias estuvieron a punto de dar al traste con todo el amor por la poesía que había desarrollado desde casi niña. Ahora vuelves a hacerlo, echarme otra mano tuya, abriendo este poemario con tu capacidad, tu nombre y tu afecto por mí. Desde luego no podría haber comenzado el año más y mejor arropada. Gracias por estar conmigo.

(Ayer, poco antes de las doce campanadas, me llegó el prólogo que solicité a mi amigo Manolo Moya para "Suroeste".)

viernes, 12 de diciembre de 2014

Los justos

Los justos

Just a man

solo soy un hombre
o dos solamente
en el arcén funambuleo
sobre el cable mojado,
ése que gotea insaciable
ávido de tu frente
cuando golpea la herida
el pájaro festivo. Me divierto
feliz con único el sol,
la lluvia y el aire galopando
entre mis plumas
y tú, tan solo
y tan uno
tan sólo soy.

Just a woman

estoy ahora
tensa y sitia
bajo el soto
denso sin edad,
estatua de escayola
hueca en tu Era,
mi compañera.
Voy a cortarme
las venas
para darte la vida.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Huevos, Suroeste y geografías

Huevos, Suroeste y geografías

Me recuerdo dibujando mapas inventados en plena clase de filosofía, no porque no me gustara la materia. Es que el experimento de las gallinas de Pavlov, tal como lo explicaba el profesor, solo podía terminar como terminó: haciéndolo llorar. ¿Cómo alguien puede pensar que las gallinas vuelan al menos en una distancia tan pequeña y revoloteando sin poner pie nunca en tierra? En fin, esa no era la cuestión de la que voy a hablar, pero no sé por qué, no sé qué hilo me une a ellas, que casi siempre termino hablando de tan plumífero (y malage, si no fuera por los huevos que pone) animal.

El caso es que aún recuerdo uno de los mapas que dibujé. Cuando, posteriormente, leí por primera vez El señor de los anillos y asumí que había escritores que inventaban geografías con datos precisos sobre ellas, cartografiados y todo, comprendí que mi afición no era tan extraña ni incompatible con otra de mis devociones, escribir poemas (o al menos intentarlo).

Aún recuerdo también el primer atlas de mis años de estudiante, uno de mi abuelo del año no sé cuantos. La fecha tan antigua de impresión provocaba que, más que servir de ayuda como material de estudio, su uso conllevara peligrosísimas consecuencias para esos quehaceres, con el consiguiente disgusto a la hora de ser juzgado el trabajo por la maestra respectiva. Sobre todo cuando en el colegio me mandaban hacer mapas de África, tanto habían cambiado las fronteras tras las descolonización de los años sesenta, no cuadraban casi ni una, no eran las mismas que las actuales (sic). Pero no los rechazaban. Me preocupaba de ponerme al día, preguntándole a mi padre, en los periódicos, en la enciclopedia Labor (que ahora recuerdo era del 53, con lo cual, no podía servirme de gran ayuda). Yo los hacía primorosamente (calcados en el cristal de la ventana, claro), con sus distintos colores contorneados a juego con los rotuladores de los que dispusiera. Creo que es lo único que he sabido dibujar en mi vida, para lo poco que he tenido esa paciencia de dibujante. La geografía, una de mis pasiones desde que recuerdo. La visión de la Tierra desde el espacio, la misma. Solo tenía unos seis o siete años, pero jamás olvidaré esas imágenes que mi padre recortó del Blanco y Negro sobre la tierra vista desde la luna.

Por aquel entonces creo que empecé a soñar con ser astronauta. Después la cosa quedó en astrónoma. Y al final en poeta que disfruta con los mapas que Google nos ofrece por este medio.

Decidme qué queréis que os conquiste. Os lo conseguiré en un minuto, sin derramamiento de sangre alguno. Os llevaré por los paisajes blancos de Siberia, por las doradas mareas de los desiertos del Sáhara y hasta os descubriré a Tiffany allá escondida entre las calles neoyorkinas... Una azotea vista desde arriba, un parque en la ciudad, un golfo, una corriente de mar, una nube, un valle, un cultivo de tulipanes, los deltas, las ruinas de antiguas culturas, el misterio de la fusión de las nieves, las cárcavas que recrecen los ríos, también misteriosamente, mientras más tierra les comen, más crecen. Un mar, una isla. Eso dibujaba en el mapa inventado en aquella clase, a lápiz.

Ojalá lo hubiera conservado, el dibujo. Aún mi mente mantiene su visualización.

Suroeste es todo lo contrario a una isla. Se dibuja como un brazo de mar que penetra en un territorio inundando con su fertilidad la reseca corteza de la tierra. Ése es mi suroeste geográfico, mi lugar geográfico, mi sitio físico. Mis pies han caminado durante más de medio siglo por él. Mis pulmones se han alimentado del aire que lo corona. Mis ojos, de su luz. Hasta mis rasgos de hembra fértil considero que extrajeron de él su anatomía: un triángulo entre la tierra, el agua y la luz.
Una isla sin límites, aunque, en el fondo, una isla; aunque, en el fondo, nada isla.
Quizás un nido. Mi nido.

(¿Y los huevos?)

viernes, 5 de diciembre de 2014

no fingir

no fingir

fingir
al atravesar el ágata
deshilacha de tus dedos
un vaivén
pero los lugares solos
sellan sin labios
y yo y tú somos boca
sin sitio
más que el uno
que una u otra
lengua hace.

amén sobre la discreta tuya
y ciertas sombras azules
se anclan como anzuelos
descosidos del pez que los vio brillar.

la mía es línea
viviente de un tránsito
confuso entre el horizonte
y la linde del mar apenas
fingido el contraluz
me deprecio sólo y sola
obtengo tu medida
universal y franca:
El mar y el aullido
de un mundo incompleto.
un mundo sin ti.

martes, 2 de diciembre de 2014

Suroeste En Huida

Suroeste En huida de mí, afortunadamente. Suroeste en un paso que lo acerca más a su razón de ser desde que lo concebí, como cualquier poemario que escriba. Suroeste más cercano a su mundo, el de los lectores.

Ayer mi corazón se dividía en dos, mi mente en cuatro: el júbilo por la noticia que recibí o la angustia por ciertos devenires domésticos. No sabía la sensible pero resistente víscera a qué atender. Aún así cumplió con su cometido. Sus neuronas (el corazón también las posee) se encaminaron a ejercer , así, divididas en dos columnas, el mando sobre las que conforman el cerebro. Ambas supieron organizar al ejército de trabajadoras, que en perfecta trabazón, lograron concluir el día manteniendo ambas emociones en su justo lugar. Las dos se dieron la mano por la noche y el cuerpo que la sustenta pudo descansar.

Tras una noche reparadora, la que tiene boca, que al parecer es esta emoción esperanzadora, no obstante observa cómo el nuevo día se despierta, despereza y levanta, puede hablar. Siempre la voz emerge de un agua clara, limpia, desprendida de las impurezas del cansancio.

Esta compañera vuestra llamada Sofía, a la que cualquier día de su vida le dio por contaminar el espacio que habitamos con la necesidad de hacer público todo aquello que de ella sale de una forma artística, puede así (contando con esos ejércitos de sus vísceras) comunicaros que en poco tiempo, principios del año 2015, saldrá a través de la editorial sevillana Ediciones En huida el poemario que de las mismas exactas vísceras nació escrito bajo el nombre de "Suroeste" durante el año 2012. De esos pocos que una consigue titular desde su primer verso.

Me resulta muy agradable poder comunicarlo, aunque las dos vísceras se hallan en este momento una exactamente en mi boca, y la otra tirando de ella, sujetándola para que no salga por esa abertura dentada y labiada de mi rostro.  Así que debe ser que neuronas también habitan  estos dedos. No me da miedo la responsabilidad. Sí, la escena. Afortunadamente el proceso ha sido tan agradable, amable y con tanto mimo elaborado que confío en que mis piernas no trastabillen ya esta vez cuando dé el paso para lanzar al aire a ese bonito, por ahora solo para mí, suroeste que me habita... O en el que habito.

Muchas gracias, amig@s.
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.