viernes, 27 de enero de 2012

La escafandra

La escafandra

Aminoácidos sutiles
y algún esclerótico seno,
el paisaje de tu ensenada
barrosa. Volverán los lirios
a florecer pesados y rumbosos
como la ternura y tantos besos
laminados en la superficie de las aguas.
el estuario juega al pan
partido y repartido
para todas las bocas abiertas.
No entran moscas en el lecho
del río correspondiente.


En este confidencia me columpio
sobre la vida del revés,
como el calcetín de la abuela
dormida justo al final de sus afanes.
No sueñes, reina mía. Los pelícanos
aún planean la tierra, auguran
candados abiertos a las nubes
con su boca grande de alquiler de sombras,
una boca tan estrafalariamente abierta.


y a voces
se fundieron las otras bocas
en un sol-o torneado
por la arrogante escuela del arbotante.
Sobre tu mullida longitud
de pernera invisible,
los cabezos amarillos posan semidesiertos
y alojados cada uno en el hombro
del siguiente anticipando
la espina dorsal del mar.
Un aire llamativo me sabe a quieto oleaje
trepanado por tus miembros:
quisiera yo, a veces,
zambullirme indiscreta y transparente
en tu entrepierna de agua,
la juventud de tus miasmas enloquecidos,
la senectud de tu estrambótico deseo,
la pleamar de tu combatiente
calma y el mar caliente
que te espera.

Sofía Serra

2 comentarios:

  1. "zambullirme indiscreta y transparente
    en tu entrepierna de agua",me gusta tu juego de palabras,tus metáforas.
    Un placer leerte.
    Saludos y abrazos.

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    Respuestas
    1. Un placer volver a verte por aquí, Patxi, a ti y a tus gustos.
      Besos

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