viernes, 20 de enero de 2012

El río viejo

(A partir de hoy vuelvo a abrir los comentarios por completo en mis blogs, incluidos los anónimos. Dejo de tener miedo. Creo en la luz y el registro. Sólo me han tenido muy condicionada estos últimos tres meses, pero nadie, ninguno de mis iguales, es más ni menos que yo. Si me bajo de este burro, me bajaría de mi propia dignidad, mis creencias, que es lo único que tengo, lo único que verdaderamente somos.)


El río viejo


Habituada a todo
tramo entelequias subidas
de nombre te engolfo,
encabo, te arrío y encauzo,
río bravo, te avino
el poniente como lametón desde el juego
geográfico vendido entre cárceles.
Los cabezos se agrupan en tus márgenes
de página imantada por el sol de la lluvia,
cuando sólo soy yo,
blando y unísono excombatiente
de la guerra contra las piedras,
la venerable escritura de la montaña
que ríe pendientes de lamentos
por hacer
me abarco tan solo.
sugiero la planicie que me ama.


habidas voces se inventan
solitarias regueros de luces
cristalinas que discurren sobre
salientes, las estelas de los caracoles
pavimentan los caminos de las luciérnagas de día.


Trasladé aminorando la marcha,
ven y arróstrame
como muerto peso
pesado en tu balanza
sopórtame,
tus rodillas me aman,
soy blando lodo y mullido
suelo solo para tu corona de cruces.


Río enterrador de las tramas
ambivalentes, a un lado, tú,
al otro, el horizonte amarillo
y mi soledad.


Sofía Serra. Enero, 2012

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