Como una reivindicación de futuro
pasó por tus manos la joya de la corona,
o el secreto de estado,
y no supieron luces ni a tres cuartos
si el membrete del sobre que llevaba
grabado tu nombre o el de los cinco
juegos que se inventaron sobre la marcha
de la dulce, la dulce mujer y tierna.
Allí me quise, y ver taimada,
cuando sopló el simún desde el estrecho,
las paredes se clavaron en el río tinto
y en el grande y solo,
qué solo tan solo se quedaba
este Hércules no dios ni vivo hombre,
solo una estatua de piedra en la cochambrosa
ruinera que lo vio nacer. Toreando llegó
Gerión y a sus pastos hizo ganado
de Flora. No quiso forjar Hefesto
no el yunque rojo ni el duro hierro.
Continuó su paso
bailando, amando
al son de su entrañable cojera.
(Sofía Serra)
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