domingo, 12 de junio de 2011

La desquerida

La desquerida

Yo no fui mujer ni cadera
ni tálamo maldito que en tu vida
infringes. Yo no fui timón levante
ni simún o mistral ni solanera,
ni siquiera un hueco o viento
frío o caliente que en tus manos albergara
a esa estrella escapista que hace huída
dolorida mientras mis uñas emponzoñan
manjar preso de injusticia: hígado
para los buitres fui esparciendo
acre y húmedo alimento de roca
que no fui promesa ni en cadenas confluí
con el río que ya no fluye ni yerba
oscilante siquiera en el margen
del dolor de la oscura y negra fiera
que duerme en la rama de la acacia
como si bello canto nocturno
trinaran sus encendidos iris.
Yo no fui ni selva monte o
bosque de tundra sólo solitario,
ni fui ni sigo siendo sólo loba
o madre ni sólo risa.
Yo no fui mar ni cima
ni siquiera fuego sin beber
siquiera agua
fui ni siquiera
poeta.


Sin comer desaparece
infligida por la noche
allende la calle
que se ausenta.
Y yo no fui ni olmo ni siquiera sauce
que llora fui
si acaso flema.

Sofía Serra, 2011

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