domingo, 30 de enero de 2011

Hombre andando

(Republicando por correcciones)


Hombre andando

A mí ya me tengo, ¿para qué más verme?/
Percibir aniquilando la ominosa estancia que te suprime o te condena día a día a revertirte sobre el supremo pandemónium,/
a nivelar las ostentosas manipulaciones del anquilosamiento sobre la juventud fracturada en plena senilidad de las cosas viejas,/
que obstan, que pervierten, que suprimen, que rebanan.../
El amor es sólo potencia de tú y yo,/
sólo acontecida de acaso y voluntades,/
no más que un afán sobre la noche profunda,/
la inercia embatallada y vencida./

Y ya claudican las empresas,/
claudican generaciones completas/
sobre el desvivir de la suerte sobre el hombro azaroso/
de lo que proclamaste a sabiendas de tu obtuso fuego,/
el juego invertido sobre las olas recalmosas/
como las velas que navegan sedientas de aire imbatible,/
como sustenta a mi pecho tu propia sombra en el calvero./
Sostiene mi gemir tu bramido permanente de profunda y telúrica ilusión de centro sobre la muerte del mutismo,/
sobre lo justo cometido cuando ya no más que rozas el porvenir/
del sin ti cuando desapareces,/
De tus ojos a mis oídos de alma blanca... honda, más honda tu mirada que el siniestro devenir del segundo tras el oreo del batiente./

Y nevará./
Volverá a nevar sobre este puente./
Pero la fuente permanecerá abierta en su brocal al consuelo de tú más yo más que no quiero para mí./

Porque si me nombras, te destruiré./

Ella puede más que todo, ella es mi contrincante./
Ella, la hechicera de los hombres./
Lujuriosamente serena, ávida de sus lágrimas y sus risas, perversa algarabía de aves pendencieras/ revoloteando sobre la frente perlada:/
Perversa tú, perversa nigromante de añadas resecas y uñas avariciosas sobre esta pura piel de nácar viva, la tierna caricia que nos sostiene sobre el aire tan entretenido, tan bendecido por estos inocentes alientos./

Y ella asoma su desintegrada muerte, su simiente ejecutora de raíces en allá no ya más aquí, que yo sin ti, que solo soy./

Pecata minuta en la ensordecedora tiniebla./
No más, no más que su perfil usurando sobre los labios, desabasteciendo al único rayo viviente./
A ese hombre de pie, a ese hombre andando./

Sofía Serra, Diciembre 2009 (de El deshielo)

5 comentarios:

  1. Por qué será que este poema tuyo me ha llevado a pensar en el Hombre caminando de Giacometti, como si fuera uno de tus verboluces. Por otro lado, me parece que tiene mucha profundidad.

    Abrazos entre formas que se deshacen.

    ResponderEliminar
  2. Tuvo su fotografía ilkhi..bueno, la tiene, bien que la he recordado al subirla, pero como esto es un cuadernillo de trabajo...está en su anterior publicación, ahora voy a por el enlace y lo pongo aquí.
    LO que me sucede es que se me entremezcla todo más allá de sus tiempos, en los que también se entremezcló todo, y y hoy era día de este poema corregido sin la fotografía..:), ahora voy a por esa verboluz.
    Un beso, :)
    Gracias.

    ResponderEliminar
  3. http://sofiaserragiraldez.blogspot.com/2009/12/soberbia-de-perversiones_29.html

    aquí está con su fotografía formando la verboluz, lo que me ha asombrado es acertar con la fecha tan exactamente, porque no la busqué esta mañana, y el titulo de la verboluz..."descubrir" estas cosas me dejan tan contenta como "para el arrastre", estas "felices" coincidencias
    Como ves no se parece nada al Hombre caminando de Giacometti, pero quién dice que no provenga todo de ahí si hijos somos de todo lo que hemos sido y percibido...aquí fuente lenta tal vez...
    :)
    Un abrazo entre "temblores" inciertos

    ResponderEliminar
  4. Hola, Sofía. Ya he encontrado tu verboluz. La he sentido como el tiempo pasando/surgiendo.

    Abrazos matutinos.

    ResponderEliminar
  5. Hola, precioso Ilkhi, GRACIAS por entenderla así, :))).
    Abrazos "mediodinos", :D

    ResponderEliminar

 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.