domingo, 17 de octubre de 2010

Anfibio deseo

Anfibio deseo

De un sinvivir me empujo,
a un sinvivir me acerco,
a la muerte oxidada,
a la grupa montada
del futuro sin deseo.
Como alambre, como mimbre,
como estiércol, como caja,
como suelta de aves,
como aspiras la mañana acunando humanidades.
Denuedo y calambre desde los pies hasta la nuca.


Que ya te arrullé,
requiebro de luz, golden gate de mi averno,
tanto tiempo que llevo desnudándote de tus huellas…
Que en los otoños te oigo, sordera mía,
tórtola que me atiende
y me recuerda siempre
qué pequeña es la fuente.


No hay amor y tú me vuelas.
Este revoltijo de carne se obsta a sí mismo, suspende
su paso anudando herméticos gritos para estos ojos.


Que se van.


No clama el ciervo herido
de un bosque a otro,
ya monte calcinado,
ya paisaje desmenuzado en pavesas pétalos
y algunas pequeñas flores blancas
prendidas de olor a cementerio.


Esta tumba de sol no aloja lombrices,
y yo, Gollum, ya me cuento:
No me salvo de mi muerte,
sino de tu vida, pez del frío,
que escribo por no matar,
que estas manos ya lo hicieron,
una a una, en ambas vidas.


Sofía Serra, Octubre 2010

4 comentarios:

  1. La última estrofa es ya, a solas, un magífico poema.
    Bs

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  2. Gracias, José.
    Un beso

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  3. Visito tu blog por primera vez y me encuentro imágenes tibias, de sol de otoño, de engarce sinuoso, con atisbos claros de ese dolor que nos va calando por el simple hecho de estar vivos.
    Excelente escritura.
    Saludos

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  4. Muchas gracias, Lino.
    He visitado tu blog y aunque te lo he dejado dicho allí, quiero decirlo aquí también : me gusta mucho cómo escribes y sobre lo que escribes.
    Encantada.

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