miércoles, 13 de octubre de 2010

El hundimiento

El hundimiento

Y si tú te mantienes bajo el perro y la danza, confiaré./


Se someten extraños advientos,/
son los soldados de la humareda y la rosa blanca, la que aún queda por florecer./
Este des-sentir no perturba a nadie. Salvo a la misma rosa./
En la noche hueca llena de mejillas/
calenturientas apatías terminan por desmembrarse entre tu desconsuelo y el mío./
Yo ya te amé, sol venido a menos./
Son difíciles los pasos sin orilla que borre las huellas,/
marea dicha, marea quieta, oh, ¡cuánto crece mi afán por respirarte,/
sal de mis fosas abisales!, qué límpidos y transparentes peces te adornan…/
El sol no se quejó,/
el sol duerme como aceite/,
cándido bálsamo que vino a menos,/
menos más tú seré yo alma sin rastro./


Si es que no merecemos ni un dios,/
ni siquiera un dios,/
ni uno sólo./

Sofía Serra, octubre 2010

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