sábado, 20 de abril de 2013

Actitud

Actitud

ahora que avisa
me pregunto por el son
de tus mejillas cabeceando
junto a la estancia del salón
privado
de semejantes luces
tan pardillas,
dios y diablo
tan pardillos
casi se preguntaban
como yo hago ahora
por tu boca puente
y río
, sí.

río.

Sofía Serra (De La exploradora)

viernes, 19 de abril de 2013

De donde veo y pienso llegarte (la compañía)

De donde veo y pienso llegarte (la compañía)

Se sumaron algunos versos
al continuo de tu boca.
Trabarme entre tantas luces
fue necesario, colmar el silencio
de tus mejillas, entregarme
a un solo punto de tu página
en blanco, presentirme
en el sonido de la miseria haciendo
aguas y calderilla en el bolsillo
de tu mano hueca, mano abierta,
soldado del crisantemo
que se posaba en tu espalda
de soledad y senectud extendidas
sobre el mantel de un jardín
silvestre la melaza
de las flores se evapora,
nosotros la vemos,
algunas huellas de tu futuro se ahogan
en la laguna de las hojas muertas,
agua dulce, parca lucha la tuya,
el gentío inexcusable sin el don
de la palabra te conminó
al extrarradio: afuera.
Aquellas murallas fueron
pan de alforja,
mas hoy

éramos dos y se quebró
el límite del imperio.
éramos dos atravesados
sobre la corriente.
Hoy tus pasos y las azules rejas
o el transparente de tu medida
taladran otras lindes de la mañana,
y sus solares huecos de noche,
y los vacíos que me dejas.

(Sofía Serra. De La clave está en los árboles)

jueves, 18 de abril de 2013

El brote raigal

El brote raigal

Son graciosas las semejanzas.
Poseen el divino don
de la permuta aberrante
tiempo de indestructible
permeabilidad.
Sobre tus sentidos y mi cieno,
sobre el alma verde
y el carácter arisco
de tus aristas envejecidas
ya corren los rieles
de tu corteza vaticinando
el descentrado encono,
la humilde propuesta,
la tierra en su osadía
hace emerger el fruto
no pre-visto:

la novedad,
la descaridad
de la inocencia
que gasta la fuerza.

Sofía Serra ( De La clave está en los árboles)

La artesanía de la palabra y el Arte con la palabra

Los poetas somos quizás los seres más racionales y más materialistas, en cuanto a terrenales, prácticos, del mundo, pragmáticos, pies en la tierra, nada idealistas, tal vez los más “ateos”, si es que en esta cualidad pudiera haber gradación, aunque entre sus más excelsas figuras se hallen esas que precisamente han sido ensalzadas por tal o cual práctica religiosa. Los poetas acudimos a la poesía (lectura), y finalmente a su ejercicio como único remedio posible ante la apabullante realidad que la misma estructura cerebral verbal/intelectual/emocional construye cotidianamente. Sabemos que sólo la deconstrucción a la que el poema lleva puede romperla, abrir el camino hacia lo verdadero.
Este es la única finalidad “pre” que admite la Poesía, la práctica artística, porque es siendo esencia de sí misma. Cualquier otra finalidad "pre-construcción" del poema, de la palabra poética, significa perversión del proceso poético. Lo resultante puede ser llamado poesía (u obra de arte) por entendernos, pero en realidad lo que hacemos es confundir(nos y los).

Existe la artesanía de la palabra y existe el Arte con la palabra.

martes, 16 de abril de 2013

La cainita

La cainita
los perros mean en las esquinas.
las perras, en la tercera orilla


Yo soy la mujer perdida,
esa que avistaste en la acera
del descubrimiento.
Se apostó entre tu territorio
y el del vecino
con un delantal en el pecho
y la hojarasca tierna
acariciando sus tobillos.
Tan perdida, tan perdida era
esta mujer buena,
esta mujer de todos,
esta mujer parida
por manadas de lobos
y lechuzas hambrientas,
que abandonó su nido
para visitar tu establo,
ése que levantaste allá en la esquina
de la acera donde excretan los perros.

Y ya te llegarán días soles
con techo de invierno,
azules mantas cercarán
tu oxidado aliento de puerta
sin goznes ni cerrojos,
ordenarán a golpe de dedo
minúsculo y apéndice de tus horas revueltas
cada célula de tu pequeño
universo atomizado
en vitales secuencias de besos
al vacío, que también te oye
buscando algo que poder
amar, entregarte tú a ti
hasta la descompresión,
hasta exhibirte como pájaro plomo
traspasado por flechas interestelares, negras
y bandidas palomas comerán de tu carne
convertida en grano
que en el establo se olvide
y yo seré ala perdida
en la jaula de invierno
libre de presos.

Y esa mujer buena,
esa mujer a penas vestida
y de sexo abierto
mirará con descaro
las mentas yerbas de la esquinas,
hoy anegadas de orines
en su llanto al aire
de las frescas calles. Y las pisaré,
las pisotearé hasta borrar
toda huella de tus clavados verdes,
y compraré tu tumba arenosa
para ofrendarla al viento
lejano del huerto.
Que aquél reseque tus palmas
tristes de animal desmenuzado
y deshecho como la hojarasca
seca que, abono lleno,
cumplirá rediles, ejecutará
sentencias fértiles sin que el hombre
avieso, aquel hombre,
solicitara taquilla
o compra o venta de solares
donde quiso caer ya muerto.

Soy la mujer que sembró ciervos
a la puerta de tu establo,
soy yo, yo soy
el hombre que labró
la acera que encontraste.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
 
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