jueves, 26 de julio de 2012

Sol naciente (la ley del mínimo esfuerzo)


Sol naciente (la ley del mínimo esfuerzo)


si hubiera pernoctado
el imperio de los ojos limpios
habría dado el vuelco,
los ojos llenos de aire fresco
y luz desentonarían con el resto
del paisaje matutino y la soledad
de la calle se habría interrumpido
con el atasco de automóviles
sanciones sobre la suerte.
La habitual correspondencia
o justicia del agua y la fuente
habrían muerto in fraganti
sorprendidas por la quietud.
No me abarco—ama el agua
al aire—, mas dibujo tu perfil
inasible de manos
para qué os quiero
si eres invisible e intocable
por unos órganos tan poco dados
por nadie. O sólo algunos,
mínimamente algunos.


De ciertas delicias, el compás
de tu oriente sobre el fresco
amanecer de verano
sol-dado a ciertas flores
que practico.


vengan ustedes a dormir
cuando yo me despierto
lozano y rojo
como un manojo
de madreyerbas verdes y dulces.
Japón me autorizó a mirarme
en verte y no verte venir
en el lucernario
de tu presencia, Tierra azul.

Sofía Serra (De La exploradora)

miércoles, 25 de julio de 2012

Altruismos


[...] pues todos los altruismos fecundos de la naturaleza se desarrollan conforme a un modo egoísta, el altruismo humano que no es egoísta es estéril, es el del escritor que interrumpe su trabajo para recibir a un amigo desdichado, para aceptar una función pública, para escribir artículos de propaganda [...]
                                                                                      Marcel Proust, El tiempo recobrado

La santa molienda



La santa molienda


Son tan grandes y tan ejecutivos
los santos mediocres y calvinistas,
son la jerigonza de los cantos
endiosados y púdicos huéspedes
que asolan este páramo incendiado
de la tierra enlosando con sus santas
medianías, sus terroríficas
mansedumbres de soldados sin cabeza
que santa pena provocan en la yerba,
qué santo silencio en las piedras
que ya ni se lamentan, calladas soportan
el peso de tanta tonelada de molienda informe,
tanto vacío de hombre escondido
tras unos cuerpos que parecen.
De humanos.

Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)

martes, 24 de julio de 2012

Elipse



Elipse


Culpable de mí y tu suerte,
ajenos ángeles posados
sobre la humedad de mis hombros
beben obviándome lo imposible
soslaya el barranco y me adjunta
la bárbara y sorpresiva suerte
de haber nacido junto a ti,
quien quiera que seas tú,
tremendo acantilado al filo
del abismo que se abre
entre tu justicia y la mía,
sino yo.


de ti, clasada,
de yo, tejida.
de nos, tonada.
des-clasada,
despro-tegida,
mi ne-ra duda,
mi-ne-ra-li-za-da, fósil, piedra
como el maderamen
de la nave que se hunde.


me encontrarás en el afán
de la mar de fondo, allá donde
moran los tiburones
blancos y otros monstruos
de boca grande y entrañas llenas.


Completa mente
descentra
-da
como sielu
ni verso
sehubi–era
des-plaza-doal
la-doin
verso
eselip
se-de
la rosa.

Sofía Serra (Correcciones de El hombre cuadrado)

lunes, 23 de julio de 2012

Disparo de un no acampado (Revelión)



Disparo de un no acampado (Revelión)


no se aprende viajando,
solamente se con-prueba
lo que una por su senda
caminaba barruntando.


De viaje por altas tierras,
una sola plaza,
una sola plaza abierta
y a los pies de su no muralla,
las campañas como condenas cumplidas
por los corruptos padres de la patria.
Una sola plaza con un nuevo suelo
emplazado por las manos
del que viaja y canta desbastando
cantos redondos hasta cuadrarlos
y encastrar el nuevo bancal sitiado:
canta con sus manos que atornillan
las bocas de los bancos a las cunas
mecidas por ajena mano alguna,
canta laborando con su obra
con-ciencia que di-lucida
que labra para la de arriba
que apostada en la ventanilla
mensajes en voz alta intercambia
con el guardián de su dinero,
                                              el cajero.
Un solo paciente sin alta-voz,
una impaciente sin años a
la espalda más cinco
mil euros dicho-sos
le han bastado para atisbar
el enclave lumínico aplazado:
No les dejaron salir en la foto.


Los tabúes conciencidas
mataron los sueños de la niña
que se hospedaba en palacio.


Ahora ella se rebela ocupando.
Y el obrero revela fotografías.

Sofía Serra (Correcciones de La dosis y la desmedida)
 
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